Tras tres días de arduas
investigaciones el equipo de Phil había logrado descubrir que el envío de
cartas con ricino a la oficina del Alcalde nada tenía que ver con ataques
terroristas y sí con el hecho de la nueva limitación sobre tenencia de armas de
fuego presentada por el Alcalde.
-Buen trabajo. Como ya comuniqué
cuando llegamos a esta ciudad a partir de este momento la agente Katherine está
libre hasta dentro de una semana –Phil se despedía de ella ya que Katherine no
regresaba con ellos a DC.
Cuando estaban a punto de
abandonar el edificio de la alcaldía uno de los asesores de Robert alcanzó al
grupo.
-Agente Beckett, si no le importa
el Alcalde desearía hablar con usted.
Katherine acompañaba al asesor
hasta el despacho de Robert, ambos tras llamar a la puerta esperaban la
indicación para entrar.
-Adelante.
-Señor – el asesor era el primero
en entrar-. Tal y como me pidió la agente Beckett está aquí.
-Perfecto Allan, que entre por
favor tráenos café y pide que nadie nos moleste. Kate siéntate. Quería hablar
contigo de una cosa.
-Tú dirás Robert – se le notaba
tensa, estaba segura de cual iba a ser el tema de conversación y aquello hacía
que se sintiera vulnerable.
En aquel instante la puerta se
abrió volviendo a entrar Allan con los cafés. Sin pronunciar palabra el asesor
abandonaba el despacho.
-Bueno Kate, no voy a andarme con
rodeos – le tendía una taza con café a la mujer- quiero que hablemos de
Richard.