3 dic 2013

¿Y si fuera ella? 25

Tras haber estado una semana hospitalizado el escritor por fin recibió el alta, era libre. Aquella mañana junto a Castle se encontraban las mujeres de su vida, su madre, su hija y la mujer tantas veces soñada por él.
El médico le había aconsejado tranquilidad, y semi reposo. Le aconsejo que al menos durante el primer mes fuera del hospital se tomase las cosas con calma. Tras aquel consejo Martha decidió que lo mejor sería que su hijo pasase una temporada en la casa que poseía en Los Hamptons. Allí encontraría la tranquilidad que necesitaba para recuperarse.
Al escuchar aquello Beckett sintió como la tristeza inundaba su corazón. Ella pensaba cuidarlo en casa, pero si él se iba aquella idea no podría ser llevada a cabo.

-Kate, ¿vendrás conmigo? – La voz de Castle la sacó de sus pensamientos.
-¿Acompañarte a los Hamptons? –Se sintió idiota por no haber pensado que él se lo propondría- me encantaría pero no sé si Gates me concederá unos días de vacaciones para poder hacerlo.
-Bueno, pues tendremos que preguntárselo entonces- en la mente del escritor no cabía la posibilidad de estar tanto tiempo alejado de Beckett.
-Si no lo logro, podría ir cada viernes y quedarme hasta el domingo y el resto de los días estarías acompañado por Alexis y tu madre.
-Querida, ni Alexis ni yo iremos. La niña debe asistir a la escuela y yo me quedaré cuidándola. En todo caso iremos los fines de semana, y así tú podrás descansar –Martha estaba decidida a que de una vez por todas ellos estuvieran juntos.
-Esperemos que la capitán me de esos días.


Los cuatro abandonaron el hospital, en sus caras se reflejaba la alegría por haber podido salir de allí todos juntos.
La detective detuvo su vehículo frente a la entrada del edificio donde se encontraba el loft del escritor. Castle intentó sin éxito ser él quien llevase su bolsa de ropa, pero finalmente fue la detective quien la portaba.

-Hogar, dulce hogar –decía el escritor nada más poner un pie en su casa- Será mejor que me des la bolsa Beckett y así podré colocar la ropa en el armario.

La mano del escritor se quedó tendida esperando la entrega, pero la detective no pensaba dársela.

-Castle será mejor que te sientes en el sofá, yo iré a colocar esto en tu armario. Y ya de paso te traeré unas zapatillas para que puedas quitarte los zapatos –decía ya Kate camino de la habitación del escritor.
-Hijo, será mejor que hagas caso a Katherine recuerda que va armada. Mientras yo iré a preparar la comida. Algo ligero, quizás una ensalada y pescado al horno –la cara de Martha denotaba su felicidad.
-Yo me quedo con papa –decía la niña sentándose en las piernas de su padre- Sabes el papá de Micky se va a casar, y cuando lo haga entonces Micky tendrá una nueva mamá que le querrá mucho y también tendrá hermanitos.
-Que bien, tu amigo estará muy contento –el escritor miraba embobado la cara de su princesa.
-Sí, está muy contento. Papá, ¿yo también tendré una nueva mamá y un hermanito? –ahí estaba la pregunta que Castle esperaba.
- ¿Te gustaría eso Alexis? –Preguntaba el escritor con cierto temor.
-Si mucho, pero sólo si ella es Kate –soltaba Alexis completamente convencida.
-Solo si soy yo ¿qué? – decía la detective de regreso en el salón- Anda Rick, quítate los zapatos, estarás más cómodo sin ellos.
-Cosas nuestras Kate –decía la niña bajando de las piernas de su padre y guiñando un ojo a éste- me voy a mi cuarto a jugar un rato.

Castle continuaba mirando en la dirección en al que su hija se había marchado. Estaba feliz, su hija quería que Kate formase parte de la familia, no tenia duda acerca de lo que su madre quería.

-Castle, te decía que yo debería ir a comisaría para hablar con Gates –viendo que el escritor no le prestaba atención decidió darle un beso en la mejilla.
-Decías algo –preguntaba un Castle un tanto perdido por el beso.
-Decía que debería ir a hablar con la dama de hierro.
-Oh, vaya ¿no te quedarás a comer con nosotros? –el escritor no quería que ella se fuera, necesitaba tenerla cerca.
-Será mejor que vaya a hablar con ella, cuanto antes lo haga antes sabremos si puedo irme contigo. Además si voy ahora tal vez pueda regresar a tiempo de comer con vosotros.
-Kate –Castle sujetaba a la mujer de la mano- ¿me das un besito antes de irte?

Viendo la cara de pena puesta por el escritor a la detective no le quedo más remedio que acercarse hasta él y depositar un dulce beso en su boca.
Aquel pequeño gesto hizo que ambos sintieran una pequeña descarga.

Beckett llamaba a la puerta del despacho de su capitán. Se sentía nerviosa, necesitaba esos días para poder cuidar de Castle. Bueno tenía que reconocer que no solo era por eso. Quería cuidarlo pero también quería estar a solas con él ver si lo que ambos habían estado sintiendo durante aquella semana era real.
La voz de Gates dándole paso a su despacho la hizo salir de sus pensamientos.

-Detective, la estaba esperando –Kate se sentía sorprendida- Hoy el señor Castle abandonaba por fin el hospital, ¿qué tal ha llegado a su domicilio?
-Bien, muy bien señor. Le he dejado descansando en el sofá.
-Bien, me alegro. Bueno ahora necesitará reposo para poder terminar la recuperación. Y supongo que usted querrá pasar el mayor tiempo que pueda con él. Dado que tiene acumulados y sin disfrutar cerca de cuarenta días libres, que tal si se toma treinta y así se asegura que el señor Castle hace todo lo que su médico le haya indicado –la detective no podía salir de su asombro. No había hecho falta que ella lo solicitara, Gates se los estaba dando por propia iniciativa- Aproveche ese tiempo detective para poner todo en orden, la quiero al cien por cien cuando se reincorpore. Y ahora largo de aquí, vaya a comer con su hombre.

En el loft de la familia Castle el escritor caminaba nervioso del salón a la habitación y de la habitación al salón.

-Richard hijo, vas a terminar haciendo un surco en el suelo. Anda ven y ayúdame con la comida. Así cuando Katherine regrese estará todo listo.
-Madre, y si Gates no le da días libres. Y si no puede venirse conmigo –angustia es lo que Martha podía ver en los ojos de su hijo.
-Hijo, no te pongas en lo peor. Ten confianza. Bueno esto ya está casi listo, en diez minutos la comida estará, ¿por qué no vas poniendo la mesa? Y así te entretienes con algo.
Justo en el momento en el que Castle colocaba el último cubierto en la puerta de entrada sonaban unos golpes. Rápidamente se dirigió a abrir esperando que fuera ella.
-Kate –decía nada más abrir la puerta- llegas justo a tiempo. Iba a llamar a Alexis para que baje a comer.

Nada más atravesar aquella puerta la detective fue atrapada por los brazos del escritor. Allí, entre sus brazos ella se sentía en casa.

-Vaya, cualquiera diría que me has echado de menos –decía ella con una sonrisa- cuando me sueltes subiré a avisar a Lex.

La estampa en aquel salón era el de una familia, comiendo y charlando animadamente.

-Bueno, sorprenderos –decía la detective- no ha hecho falta que le pidiera los días a Gates. Nada más entrar en su despacho y tras preguntarme qué tal estabas- miraba al escritor- me ha dicho que me daba treinta días de permiso.
-¿En serio? –Preguntaba un asombrado Castle- entonces será mejor que preparemos todo y mañana a primera hora salgamos hacia allí. Tendré que llamar a Susan para que acondicione esta tarde un poco la casa, y para que haga algo de compra. Y también debo ponerme a hacer mi equipaje.
-Ale que guay, vais a estar allí juntos treinta días –Alexis estaba totalmente emocionada.
-Espera, de eso nada. Tú vas a sentarte, vas a llamar a Susan. Pero nada de hacer equipaje –decía de forma que dejaba poco lugar a la negociación Kate- Tu maleta la prepararé yo y luego iré a mi casa y prepararé la mía.
-Bueno como veo que ya lo tenéis todo repartido, yo me iré con mis amigas a tomar algo por ahí.
-Haces bien madre, a partir de mañana tendrás que cuidar de Alexis, así que aprovecha hoy para salir.

A las nueve de la mañana puntual como siempre llegaba Kate a casa del escritor. Habían decidido ir en el mercedes de él razón por la cual ella había llegado en taxi, tras pagar se bajo tomando su maleta. Iba contenta, por fin ellos iban a estar solos, iban a poder poner todo en claro, y podrían disfrutar de su mutua compañía.

Cerca de las doce de la mañana el automóvil conducido por la detective se detenía frente a una maravillosa casa de los Hamptons. Ambos bajaban del coche, mientras el escritor se encaminaba con las maletas hacia la puerta de entrada la detective se quedaba mirando la fachada de la casa.

-Kate, ¿vienes?
-Castle es fantástica. Me encanta –decía dirigiéndose hacia la entrada.
-Si por fuera te ha gustado espera a ver el interior. Y sobre todo espera a ver la piscina, tiene vistas al mar, la gente dice que es mágica.

Una vez dentro el escritor dejo las maletas y tomó de la mano a Kate para enseñarle la casa. La detective bajo su mirada hasta las manos de ambos, le encantó esa imagen de su mano entre la del escritor.

-Castle ¿no sería mejor llevar las maletas a la habitación antes de que me enseñes todo esto?

Richard se quedó parado no sabía si había escuchado bien. Ella había dicho habitación, aquello significaría que iban a dormir ¿juntos?
-Castle, ¿la habitación? –Kate era consciente del estado en que su propuesta había dejado al escritor.
-Sí claro, en el piso superior. Vamos.

Tras subir las escaleras, recorrieron un pasillo hasta llegar a la suite que era la habitación de él.
Richard abrió la puerta dejando espacio para que la detective pudiera entrar una vez dentro ella dejo las maletas a un lado de la puerta.

-Bueno esta es mi habitación –decía el escritor mientras apoyaba sus manos alrededor de la cintura de Kate- Qué te parece –preguntaba acercando su boca al odio de Kate.

Beckett sintió una descarga en el mismo instante el que las manos de él se posaron en su cintura. Su corazón se aceleró al escuchar su voz, podía sentir sobre su cuello la respiración de él.

-Es preciosa Castle, que tal si me enseñas en resto –decía cuando al fin pudo articular palabra.
-Kate –giraba a la detective para poder mirarla a los ojos- si lo prefieres puedes dormir en otra habitación.
-No, no quiero ir a otra. Quiero dormir junto a ti –ambos se perdían en los ojos del otro- Quiero sentir tu cuerpo junto al mío. Quiero que tu rostro sea lo último que vea al quedarme dormida y lo primero que vea al despertar. Quiero poder acariciar tu pelo cada noche. Quiero poder coger tu mano entre las mías mientras duermo. Quiero poder descansar mi cabeza en tu pecho.

Castle acortó el espacio que había entre ellos, y cuando por fin ambos cuerpos estuvieron pegados la beso. El beso comenzó siendo dulce, tierno, pero poco a poco fue ganando intensidad. Se fue convirtiendo en un beso apasionado, en el beso que ambos llevaban casi una vida soñando. Cuando se separaron ella apoyo su cabeza en el pecho de él, y él acariciaba la espalda de ella.

-Te quiero Kate.
-Te quiero Rick.

Tras aquellas palabras ya no había nada que pensar, nada que aclarar. Todo estaba bien. Por fin el destino que durante años había sido cruel con ellos se daba por vencido. Tras la dura batalla mantenida a lo largo de aquellos años, el amor que ambos sentían había triunfado.
Castle se separó un poco de ella. Necesitaba algo de espacio. Metió su mano en el bolsillo de su chaqueta. Lentamente se arrodillo.

-Katherine Beckett, se que puede parecer precipitado pero llevo más de la mitad de mi vida enamorado de ti. Te amo casi desde el momento en el que te conocí. Desgraciadamente hemos perdido mucho tiempo de estar juntos, no quiero pasar un solo día más de mi vida sin tenerte junto a mí. ¿Quieres casarte conmigo?

-Sí, claro que quiero casarme contigo. Te amo Richard Castle.  – lagrimas de felicidad bañaban la cara de ambos.

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