25 sept 2013

Nuevos Tiempos 2

Desde su llegada a DC su vida se había reducido a trabajar y dormir y esto último no siempre lo hacía en su casa.
Habían pasado ya dos meses desde su incorporación a la fiscalía, dos meses en los que la mayor parte del tiempo lo había gastado en montarse en aviones. Muchas veces durante ese tiempo había recordado lo que la agente Shaw le había dicho algunos años atrás y tenía que decir que era cierto. Ahora su vida era sólo el tiempo que quedaba vacío entre caso y caso.
Aquella tarde se sentía nostálgica. Echaba de menos a sus amigos, a su padre, su trabajo en el 12, a Martha, Alexis y no podía negarlo le extrañaba a él. Tomó su móvil entre sus manos y abrió la galería de fotos. Allí estaban los últimos buenos momentos vividos por los dos. Sonrió al ver la foto que Esposito les había hecho tras lograr salir con vida de la casa bomba. Se les veía felices, besándose, sonrientes.
Se sintió sola,  pequeña, y asustada. Necesitaba una voz amiga, sabía quién era la persona a la que necesitaba. Buscó el nombre en la agenda y justo en el último momento se arrepintió. Cambió de nombre y marcó.


-Hola preciosa.
-Hola, soy yo. Te echo de menos.
- Y yo a ti. Mucho. Bueno ¿qué tal la vida por DC?
-Pues si te soy sincera Laine, no lo sé. Me paso la vida montando en aviones.
-Vaya, pero con eso ya contabas. Sabías que al aceptar el trabajo dejabas de lado el tener vida.
-Ya, pero hoy me siento un poco cansada.
-¿Del trabajo?
-No, igual no es cansada la palabra. La verdad es que hoy os echo mucho de menos. Os extraño.
-¿Qué ha pasado preciosa?
-Sabes que no lo puedo contar. Pero resumiendo ha sido un caso difícil, con niños de por medio.
-Lo siento. Mierda, Beckett tengo que dejarte tenemos un nuevo caso. Prometo llamar en cuanto tenga tiempo y hablar con más calma. O mejor aún, en cuanto pueda voy a visitarte. Hasta otra, besos.
-Está bien, hasta otra Laine – la comunicación ya se había cortado.
Definitivamente estaba nostálgica y necesitaba cambiar ese estado. Decidió darse un baño para intentar relajarse y después saldría a dar una vuelta por la ciudad. Ya iba siendo hora de conocer cada rincón de la misma.
Salió de casa con una dirección en la mente, Dupont Circle. Jordan le había dicho que allí encontraría las mejores librerías de la ciudad y además había pequeñas cafeterías. Necesitaba un buen libro nuevo y si podía empezar su lectura con un agradable café sería perfecto.
Una vez en su destino entró en Books-A-Million, ya dentro se dejó aconsejar por una de las dependientas. Bien es cierto que al principio no se entendieron.
-Buenas tardes, ¿puedo ayudarla? – preguntó amablemente una de las dependientas cuyo nombre por la identificación que portaba era Helen.
-Gracias, quería un libro. Un buen libro.
-Uno de los libros más vendidos es el último de la saga Heat. Yo lo he leído y ciertamente es muy recomendable – la cara de Katherine se tornó melancólica.
-¿Ha escuchado que quiero un buen libro? –preguntó un tanto a la defensiva.
-Lo siento, no creí cuando la vi entrar que usted fuese de las personas que prejuzga los géneros literarios. Discúlpeme.  
Comprendió que no había sido justa, y decidió disculparse.
-Debería ser yo quien se disculpara Helen –decía leyendo el nombre de la joven- Verás lo anterior era una broma que hacía con un antiguo compañero de trabajo. De todas formas ya he leído todos los libros de esa saga.  Pero si tienes el último de James Patterson me lo llevaré.
-Es una gran elección, “Private Berlín” es un gran libro.
Una vez fuera de la librería sonrió. En aquel momento por su mente pasaba lo que diría él al saber que había comprado un libro de la competencia.
Regresó a casa, le apetecía leer tirada en el sofá tomando una copa de buen vino.
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Aquellos dos meses que Richard llevaba en Madrid, le habían servido para conocer a fondo la hermosa ciudad. Le encantaba perderse por sus calles. El azul de su cielo. La rapidez con la que los madrileños caminan. El bullicio del tráfico en hora punta. Los atardeceres en el Templo de Debó.
Desde hacía un mes tomaba clases de español. No quería sentirse un extraño en aquella ciudad que había comenzado a enamorarle. Su profesora era una joven estudiante de Filología Hispánica, apenas tenía un par de años más que Alexis. Eso le hacía sentir un poco más cerca a su hija. Hasta la fecha las clases eran en la suite del escritor, ya que aún no había empezado a buscar una casa.
Aquel día decidió que había llegado la hora de abandonar el hotel e instalarse definitivamente en una casa.
Carmen, su profesora de español terminaba de marcharse. Había sido una clase dura, ella había intentado explicarle los tiempos verbales en castellano. Esa parte el escritor reconoció que le iba a resultar difícil, ya que descubrió que no tenían nada que ver con los usados en su lengua materna.
Eran las seis de la tarde cuando decidió llamar a Paula. En Nueva York serían las once de la mañana así que ya estaría trabajando.
-No puedo creerme que seas tú –decía una voz al otro lado de la línea.
-Buenos días Paula. Necesito que me hagas un favor.
-Buenas tardes para ti Richard. Dime que lo qué quieres es que te busque una cita con tu editor.
-Lo siento Paula, pero creí haberte dejado claro que por el momento no voy a escribir.
-Ya, lo sé. Sólo era por si lograba convencerte, pero ya veo que eso va a ser difícil.
-Más que difícil, es imposible Paula.
-De acuerdo. Pues tú dirás que necesitas de mí.
-Quiero que me busques una casa en Madrid. Sabes cuales son mis gustos, así que dejaré la elección en tus manos.
-Pero Richard, ¿no sería mejor que fueras tú el que te encargases de ello?
-No voy a tener tiempo, mañana marcho de viaje. Voy a acompañar a mi profesora de español a un viaje por Sevilla y Granada. Estaré fuera casi quince días. Te agradecería que a mi vuelta el tema de la casa esté solucionado.
-De acuerdo. Me pondré manos a la obra de inmediato.
-Gracias, otra cosa Paula. El contrato de la vivienda debe ir a nombre de Never Delay.
-¿Never Delay? –aquello le había pillado por sorpresa, no conocía aquella empresa.
-Es la empresa. Todo deberá ir a su nombre.
-Pero no lo entiendo, ¿qué necesidad tenias de crearla?
-Paula, no quiero que nadie sepa el destino de Richard Castle. Y de esa forma nada de lo que haga dejará rastro. Me gusta la libertad que siento siendo un desconocido. Quiero que eso siga así.
La conversación duró aún algunos minutos, pero finalmente Paula entendió todo lo que Richard le estaba pidiendo.
Debía empezar a preparar el equipaje para su viaje.
Había sido una suerte conocer a aquella joven en la librería. Inmediatamente conectaron. Comenzaron a hablar acerca de libros, autores. Ella le recomendó leer algo de los escritores clásicos españoles. Él se dejó aconsejar, y salió de aquella tienda con Fuenteovejuna de Lope de Vega y La vida es sueño de Calderón de la Barca. Además la joven se convirtió en su profesora.
Después de las dos primeras semanas ambos se habían convertido en amigos. Carmen se fue convirtiendo poco a poco en su confidente. Pese a tener tan solo veintiún años era una persona muy madura. En ciertos aspectos le recordaba mucho a su hija.
Cada tarde alrededor de las ocho quedaba con su profesora y sus amigos. La única condición para que Richard pudiera estar con ellos era que debía hablar en castellano. El inglés debía dejarlo aparcado.
Al principio se sintió algo fuera de lugar rodeado por todos aquellos jóvenes, pero al ir conociéndoles se dio cuenta de lo afortunado que había sido de encontrarlos. Con ellos se sentía cómodo, no tenía que aparentar ser lo que no era. No les importaban sus locuras, o las veces que se comportaba como un niño. Y el poder ser como realmente era le gustaba, le hacía sentirse libre.
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Katherine recibió una llamada de su jefe, debían salir de inmediato hacia Los Ángeles. Dejó el libro en la mesa y fue hasta la habitación a preparar su bolsa de viaje. En menos de diez minutos puso rumbo hacia las oficinas centrales del FBI.
Sentada en aquel avión, su mente retrocedió en el tiempo. Recordó otro viaje a Los Ángeles, en compañía de Richard. Una duda le asaltó. ¿Cómo hubiera sido su vida si aquella noche hubiese tenido el valor de afrontar lo que ya sentía por él? Tal vez si no hubiera sido tan cobarde ahora aún estarían juntos. Tal vez, todos los miedos que habían atenazado a Richard durante su relación no habrían existido y sin los miedos de él nunca habrían aparecido las dudas en ella. En aquel mismo instante fue totalmente consciente de que ella había sido quien había dinamitado aquella relación, habiendo tardado tanto en confesar sus verdaderos sentimientos por él.
Tomó su móvil entre sus manos y abrió la galería de fotos. Ante sus ojos comenzaron a pasar imágenes de ellos dos siendo felices. La primera vez que fueron a la casa de la playa. El fin de semana la cabaña de su padre. El viaje a Canadá. Él durmiendo con una sonrisa dibujada en el rostro. La primera vez que logró llevarle al beisbol.
Con cada foto, sentía que se iba haciendo más pequeña. Le quería, le había querido durante cinco años. Le había tenido y le había perdido.
Se limpió las lágrimas, cerró el móvil, suspiró, apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos. Debía centrarse en el nuevo caso.
El sonido de un WhatsAAp recibido hizo que mirara su móvil. Por un segundo sintió como se aceleraba su corazón, sensación que desapareció cuando comprobó que el remitente era Esposito.
“Hola Kate, espero que todo te vaya genial por DC. A ver si un día te dejas caer por aquí. Esto no es lo mismo sin ti y sin Castle.
Besos, cuídate.”
Hasta aquel instante nadie le había dicho que Castle hubiera dejado la comisaría.  Sintió que nada volvería a ser como antes nunca más.
Notó como el avión comenzaba a rodar por la pista para efectuar el despegue. No tuvo tiempo de contestar, debía apagar el móvil.
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Esposito, Ryan y Jenny esperaban a la forense. Aquella tarde habían decidido salir a tomar algo los cuatro juntos. Desde que sus compañeros habían dejado la 12 no habían vuelto a salir juntos.
-Hola preciosa –decía Esposito mientras dejaba un beso en los labios de la forense- ya estamos todos. ¿Dónde vamos?
-¿Qué tal si vamos al bar de Castle? –proponía Ryan.
Tras convencer a Esposito se marcharon hacia el bar.
Jenny fue la única que por su embarazo se pidió una tónica el resto pidieron cerveza.
-Hoy he hablado con Beckett. La he notado baja de moral.
-No sabía que la habías llamado Lanie. No me lo habías dicho.
-Ya Javi, es que no la he llamado, ha sido ella la que me ha llamado a mí.
-Y ¿qué se cuenta? –preguntaban al mismo tiempo los Ryan.
-Poco, ha sido justo cuando me habéis avisado del nuevo cadáver y la he tenido que dejar. Pero ya os digo, la he encontrado baja de moral. Como triste. No sé si me equivocaré, pero creo que se está dando cuenta de las cosas que ha dejado atrás.
-Yo le he mandado un WhatsAAp –Esposito vio como todas las miradas se centraban en él- le he dicho que esto ya no es lo mismo sin ella y sin el escritor, y que a ver si un día nos hacía una visita.
-Pero ¿tú eres tonto?
-A ver Lanie, ¿qué he hecho ahora?
-Castle dejó muy claro que nadie debía decirle a Kate que él se iba. Y vas tú y se lo sueltas la primera vez que hablas con ella.
-No le he dicho que se ha ido, sólo que ha dejado la 12.
-¿Sabes la de veces que he hablado con ella sin nombrar a Castle? ¿Sabes la de mails que he recibido de él y los he contestado sin decir nada de Kate? No es tan difícil mantener la boca cerrada. Todos lo podemos hacer, salvo tú Javi.
- A ver chicos, será mejor que os calméis. O vais a terminar diciendo algo de lo que luego os vais a arrepentir – intervenía Kevin intentando suavizar las cosas entre sus amigos.
-Mira sabéis que os digo, yo me voy a casa. No me mires así Javi, no me vas a acompañar. Hoy dormirás solo. Jenny, siento no quedarme más rato. Mañana te llamo y preparamos una salida de chicas solas.
-Me parece genial Lanie. Esperaré tu llamada. Y no te enfades, ya sabes cómo son estos dos. No pueden tener la boca cerrada.
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Eran las ocho de la mañana cuando Richard recibió una llamada de Carmen recordándole que debían estar en la Estación de Atocha a las 13 horas ya que su tren para Sevilla salía a las 13:30. Recogió la maleta, y salió de la habitación. Antes de ir a Atocha debía pasar por el despacho del abogado que había contratado en Madrid.
-Señor Castle, adelante le estaba esperando.
-Buenos días.
-¿Le apetecería un café? Yo voy a tomar uno o no seré persona.
-Perfecto, siempre es buen momento para tomar un café.
Tras regresar al despacho con sendos cafés ambos hombres comenzaron su reunión.
-Estos son los papeles fundacionales de la empresa. Como usted nos pidió, tan solo aparece el nombre del Administrador único que en este caso soy yo. Estos otros son los papeles que me otorgan los Poderes necesarios para trabajar. Espero que esté todo conforme a lo pedido por usted.
-Perfecto –comentó Richard tras estudiar aquellos documentos- Preferiría que me llamases Richard en lugar de señor.
-Entendido Richard. El siguiente paso es la transferencia de fondos. He escogido el Wiesbaden en Suiza. Están a la espera de que tú transfieras el dinero. Una vez que realices la transferencia el dinero será nuevamente transferido, ya bajo la protección del secreto de banca suizo hasta un banco de la Isla de Jersey. En este banco la cuenta que recepcione el dinero estará ya a nombre de Never. Y entonces ya será totalmente imposible de rastrear.
-Perfecto, ¿me permites usar el ordenador para realizar la transferencia a Suiza?
Una vez que Castle transfirió parte de su capital al Wiesbaden la operación financiera comenzó. Del Wiesbaden se transfirió la mitad del dinero a una cuenta a nombre de Never Delay en el Bank Leumi Limited.
-Pues con esa firma ya está todo Richard. A partir de ahora los movimientos que realices de capital desde las cuentas de Never son imposibles de rastrear.
-Perfecto, pues creo que por ahora eso es todo. Le he facilitado a Paula tu número de teléfono, para el tema del contrato de mi nueva casa.
-Estaré esperando la llamada de tu agente.
-Bueno y ahora me marcho, o llegaré tarde a la estación.
-Buen viaje Richard. En cuanto salgas por la puerta me pondré en contacto con tu abogado de NY para ponerle al corriente de las decisiones tomadas.
Richard salió contento de aquella reunión. Puso rumbo a la estación ya que se aproximaba la hora en la que debía estar en la misma.
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El avión del FBI hacía horas que había tomado tierra en LA, el equipo ya se encontraba trabajando sobre el terreno.
La policía local había detenido en un tiempo récord al presunto autor de la amenaza terrorista. Katherine era el agente que llevaría el interrogatorio.
Antes de comenzar repasó el informe realizado por la policía de LA.
La mañana anterior había hecho explosión una bomba en mitad de una manifestación pro libertades públicas. Entre los fallecidos había multitud de musulmanes, lo cual había creado la duda de si realmente aquella bomba había sido para atentar contra ciudadanos que profesaran la religión del Islam. De ser aquello cierto, podría dar lugar a un grave problema diplomático. Los países árabes habían exigido desde el principio una investigación profunda.
Tras varias horas interrogando al sospechoso, Katherine decidió tomar un descanso.
-Agente Beckett, ¿no sería preferible continuar con el interrogatorio? –ordenaba más que preguntaba el Agente del FBI a cargo de la investigación.
-Con todos mis respetos señor. Tanto el sospechoso como yo estamos cansados. El estado del sospechoso es perfecto para derrumbarse de ser él el autor del atentado, pero mi cansancio hace que no esté alerta. Así que me tomaré ese receso –contestó bastante molesta por las objeciones de su jefe.
Se sentó en la sala de descanso y decidió tomar un café, mientras repasaba mentalmente todo lo dicho por el sospechoso. Algo no le cuadraba pero no era capaz de ver qué era. Estaba totalmente bloqueada. Necesitaba un nuevo enfoque, una nueva visión. Pero la persona que sería capaz de proporcionarle dicho enfoque no estaba junto a ella.
Se preguntaba que estaría haciendo él en aquel instante. Se preguntaba si él quizás también estaría pensando en ella. Se dio cuenta de lo mucho que echaba de menos aquellas absurdas teorías lanzadas por el escritor.
Cuando se terminó el café decidió retomar el interrogatorio. Mientras caminaba hacia la sala de interrogatorios pensó en Castle. Él se preguntaría cual podía ser la razón para que un musulmán atentase contra personas que practicaban su misma religión. Diría que aquello no tenía nada que ver con que fueran musulmanes, si no que habría sido una forma de venganza personal. Aquello era lo que a ella no le cuadraba.
Una media hora después de reiniciar el interrogatorio la agente especial Beckett salió de aquella sala con un nombre y tras detener e interrogar al nuevo sospechoso obtuvo la confesión del mismo.
La verdadera causa había sido la venganza.
Todos los fallecidos pertenecían a la misma familia. Hace años el ahora detenido mantuvo una relación clandestina con una mujer de aquella familia. Cuando los hombres de la casa lo descubrieron castigaron a la joven. La habían rociado con ácido y al poco tiempo la chica había fallecido. El joven solo había hecho según sus propias palabras justicia.
Nuevamente montada en el avión, pensaba que incluso estando separados él la ayudaba. Había aprendido a pensar como Castle y gracias a eso había logrado la confesión del verdadero asesino.
-Katherine, ¿te molesta si me siento a tu lado? –aquella voz la sacó de sus pensamientos.
- Para nada, Phil.
-Quería disculparme por mi comportamiento. Y felicitarte. Has hecho un gran trabajo en el interrogatorio, como ya es habitual.
-Gracias.
-Me intriga saber cómo llegaste a la conclusión del ataque personal.
-A veces las evidencias no nos cuentan toda la historia. Hay que mirar el conjunto, y si ves algo que no encaja, debes mirar justo en ese punto – realmente la agente Beckett había aprendido mucho del escritor.
-Pero en este caso, todo encajaba.
-No, no todo. Hasta la fecha, todos los atentados contra musulmanes nunca han sido realizados por personas con sus mismas creencias. Ahí estaba lo que no encajaba. Un musulmán atentando contra musulmanes. Tenía que existir otra causa oculta.
-De todas formas, agente Beckett, la próxima vez agradecería que me informase antes. No me gusta que en mi equipo haya personas que vayan por libre –tras aquello el jefe de equipo abandonó el asiento y regresó al suyo.
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En la estación de Santa Justa en Sevilla les esperaba la hermana de Carmen. Irían los tres juntos hasta la casa que la mujer tenía en la capital andaluza en el barrio de Santa Cruz.
-Mira Rick, ahí está Gaby.
-Peque, estás guapísima – ambas mujeres se abrazaban y besaban.
-Tú sí que estás guapa –replicaba Carmen- mira Gaby te voy a presentar a mi amigo Richard.
-Encantada de conocerte Richard – Gaby le abrazaba y según la costumbre española le daba dos besos.
-Lo mismo digo Gaby – Aquella efusividad tan española aún sorprendía al escritor- Carmen me ha hablado mucho de ti.
-Y a mí de ti. Dice que te estás esforzando mucho en aprender nuestra hermosa lengua. Y que has avanzado mucho.
-Bueno hecho lo que pueda –decía el escritor en su mejor castellano.
-Hago lo que puedo – le corregía muerta de la risa Gaby.
-¿Tú también, haces eso? –preguntaba un tanto desconcertado Richard.
-A ver Rick, Gaby se refiere a que la frase que has usado no estaba bien. Deberías haber dicho “hago lo que puedo” –intervenía Carmen.
-Ah, vale. Entonces hago lo que puedo. Como ya has visto Gaby tu hermana ha exagerado un poco mis progresos en la lengua de Cervantes.
-Ya veo. De todas formas, creo que vosotros teníais un trato. Que yo sepa, la condición para venir con ella es que sólo nos puedes hablar en castellano – Richard asentía- entonces ya puedes ir dejando de hablar en inglés.
Gaby tras haber colocado las maletas en el coche, ponía rumbo hacia su casa. Durante el trayecto iba contando los planes que tenían para esos días.
-Entonces, mi seminario comienza mañana a las 9 de la mañana.
-Así es peque. Fui directamente a informarme a la universidad. El horario será el mismo los cinco días, de 9 de la mañana a 3 de la tarde.
-Bueno así tendré todas las tardes libres. Y podré enseñar Sevilla a Rick. Lo que no se es qué va a hacer él por las mañanas.
-No te preocupes por mi Carmen, saldré a recorrer la ciudad.
-He cambiado mis turnos. Esta semana trabajaré todas las tardes, así podré hacer de guía turística de Rick por las mañanas – una sonrisa se dibujaba en el rostro de Gaby.
-No tenías por qué haberte molestado – decía un sorprendido Castle- Pero es de agradecer el detalle.
-No es molestia. Si fuera al revés seguro que habrías hecho lo mismo.
Por fin habían llegado a su destino, tras guardar el coche en el garaje subieron las maletas a la vivienda.
Era una casa sencilla, sin muchos lujos. Consistía en dos habitaciones, salón con cocina americana y un baño.
-No es un gran cosa, pero es acogedora –Decía Gaby tras enseñar la vivienda al escritor.
-Me gusta. Es más grande que el primer apartamento en el que viví cuando me independicé –comentaba Castle.
-Gaby, ¿preparamos la comida?
-Qué raro, la peque tiene hambre –sonreía guiñando un ojo a Richard- como supuse que vendríais con hambre dejé la comida casi lista. Verdura de primero, y de segundo filete con papas. Sólo hay que freír las papas y los filetes.
Durante la comida Gabriela contó en qué consistía su trabajo en el hospital de Sevilla.
-Carmen me dijo que además eres voluntaria en una ONG española.
-Sí, soy voluntaria en la Fundación Vicente Ferrer. De hecho en cuatro meses saldré hacia la India. La fundación termina de ampliar el Hospital Pediátrico de Bathalapalli, y hacen falta médicos.
-Me tienes que contar bien eso de la Fundación – Richard estaba realmente interesado.
- Verás, la Fundación Vicente Ferrer es una ONG de desarrollo comprometida con el proceso de transformación de una de las zonas más pobres y necesitadas de la India, del estado de Andhra Pradesh y de algunas de las comunidades más desfavorecidas y excluidas del sistema de castas indio: dálits, grupos tribales y backward castes. La solidaridad, no sólo se basa en el trabajo directo con las comunidades desfavorecidas, si no que radica en gran parte en la sensibilización de la sociedad, para que este cambio sea significativo –Gaby podía pasarse horas hablando acerca del trabajo de FVF.
- Entiendo que Vicente Ferrer, es el fundador de la ONG.
-Efectivamente junto con Anna. Vicente Ferrer y Anna Ferrer se conocieron en 1968 durante una entrevista. Unidos por un compromiso común de lucha y por la defensa de los más desfavorecidos se instalaron en Anantapur y crearon la Fundación Vicente Ferrer. 
-Rick, espero que estés preparado para escuchar a Gaby, puede tardar horas si es de FVF de lo que habla –avisaba Carmen al escritor.
-Me parece un tema muy interesante. Por mi, no hay problema en que continúe.
-Gracias Rick. La Fundación Vicente Ferrer se creó en la India en 1969 con el objetivo de buscar soluciones a los graves problemas a los que se enfrentaba la comunidad rural de Anantapur. Existen programas de desarrollo integral en educación, sanidad, ecología, mujer, vivienda, personas con discapacidad y comercio solidario que en la FVF se llama colaboración activa. Y luego está el trabajo de sensibilización.
Después de tomar el café, y descansar un poco en el sofá decidieron salir a pasear por las calles de Sevilla.
Comenzaron su paseo en la Plaza Virgen de los Reyes, antiguo Corral de los Olmos, allí se encuentran la  Santa Iglesia Catedral de SevillaLa Giralda, el Patio de los Naranjos, el Palacio Arzobispal y el Convento de la Encarnación,  clausura de monjas Agustinas.
-Este patio es lo que queda de una antigua mezquita y mira ¿ves esa fuente? No se tiene claro si es una antigua pila bautismal visigoda o un baño de una terma romana - Explicaba Gaby a Richard que escuchaba con sumo interés.
-Entonces eso de ahí es la famosa Giralda – decía el escritor.
-Así es. La Giralda es en realidad el antiguo alminar de la mezquita, transformada en campanario de la Catedral y está rematada por una veleta denominada el Giraldillo. ¿Sabes por qué se llama Giralda? –Richard negaba- la veleta giraba por el viento, y de ahí el nombre de Giralda.
-¿Y se puede subir? –preguntaba emocionado como un niño.
-Claro hombre, pero mejor lo dejamos para mañana.
Continuaron callejeando hasta llegar a la calle Cruces. Siguiendo esa calle llegaron a la plaza del mismo nombre. Es una tranquila plaza enclavada en la antigua judería sevillana, en el centro de la misma se encuentran tres columnas de mármol rematadas por cruces de hierro forjado. Siendo esa la razón del nombre de la plaza.
Desde allí decidieron regresar hasta la casa de Gaby, ya que tanto para Carmen como para el escritor el día había sido muy largo.
-Esta ciudad posee encanto. En mi país no tenemos nada parecido. Lo vuestro sí es tener historia.


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