Al regresar del viaje por Sevilla
y Granada Castle se encontró en la recepción del hotel las llaves y el contrato
de alquiler de su nueva vivienda. De aquello hacía ya tres semanas. La vivienda
que Paula había escogido para su cliente no tenía nada que envidiar a la dejada
en NY.
Cuando Richard abrió la puerta de
la que era su nueva residencia no tuvo más remedio que elogiar la elección de
Paula. La vivienda escogida por su agente era un ático dúplex y estaba
compuesta por tres dormitorios, dos de ellos tipo suite, salón, cocina,
comedor, y terraza de cincuenta metros cuadrados con piscina privada.
Aquel día Richard había quedado
para comer con Gabriela, la cual había llegado a la ciudad para comenzar a
organizar su viaje a la India.
A las dos en punto el timbre
sonó, Richard terminó de ponerse algo de ropa para no abrir en bañador.
-Hola Gaby, pasa.
-Hola Rick, recién salido del
agua ¿no? – Viendo la cara de sorpresa de Castle, Gaby decidió explicarse- A
ver, tienes el pelo empapado, por lo tanto o terminas de salir de la ducha o
terminas de darte un baño en esa increíble piscina que tienes en casa. Y por el
calor que hace, me inclino a pensar en que sales de la piscina.
-Buena deducción. Has acertado,
ha sido baño en la piscina. Si te apetece luego la pruebas – decía ya caminado
hacia la cocina- ¿te apetece vino? Tengo un albariño muy, muy frío que está muy
bueno.
-Perfecto, me encanta el
albariño. En cuanto a lo del baño, desgraciadamente no he traído traje de baño.
Pero me lo apunto para la próxima vez. Bueno y ¿qué me vas a preparar de
comida?
-Algo sencillo, pasta a la
carbonara. Dicen que me sale muy bien.
-Ya lo veremos. Y ¿quién dice
eso?
-Las mujeres de mi vida. Mi madre
y mi hija –había algo de nostalgia en su voz.
Mientras comían fueron hablando
un poco de todo. De ella, del voluntariado, de él, de Katherine.
-Y ¿qué pasó? – preguntaba
intrigada la doctora.
- Se terminó y ya está.
-Ya, eso lo tengo claro. Pero
¿por qué se terminó?
- Es una larga historia y no te
quiero aburrir.
-Tranquilo, tengo todo el tiempo
del mundo. Creo que te vendría bien sacar todo de dentro – desde que se habían
conocido, Gaby había podido sentir la tristeza y el dolor que siempre
acompañaban al escritor.
- Conocí a Katherine hace cinco
años. Ella era detective de homicidios de la policía de NY. Y por cosas del destino
yo fui su principal sospechoso en un caso. Creo que me sentí atraído por
aquella mujer desde el primer día. Me intrigaba cual podría ser la razón para
que una mujer tan hermosa e inteligente como ella hubiera terminado siendo
policía. Me convertí en su sombra.
-¿Cómo lo lograste?
-Con los amigos necesarios puedes
lograr casi cualquier cosa. Logré convertirme en asesor civil de la comisaría
donde ella trabajaba. Durante cuatro años trabaje codo con codo con ella.
Enamorándome cada día un poco más. Cuatro años en los que esperé que un día
ella sintiese lo mismo por mí.
- Y por fin lo lograste. Lo digo
porque si todo ha terminado es porque en algún momento comenzó.
Richard se levantó de la mesa
dirigiéndose a la cocina para prepara café. Desde que la conocía había
observado que la doctora era adicta a esa bebida. Una vez que regresó al salón
con las tazas ambos decidieron sentarse en el sofá y Richard continuó su
relato.
-Ya, sí por fin un día lo logré.
Pero antes de eso me sentí engañado, dolido. Tres años después de comenzar a
trabajar junto a ella, sentí que la perdía. Recibió un disparo en el pecho,
cuando la vi tirada en el suelo, sentí que mi vida se iba al mismo ritmo que la
suya se apagaba. Se moría y yo nunca le había dicho lo que sentía por ella. Así
que allí mismo, mientras la sujetaba entre mis brazos le dije que la amaba.
-Lo siento, debió ser un momento
muy duro para ti. No es agradable ver como la vida se escapa de la gente a la
que queremos.
-Me sentí fatal. No había logrado
salvarla. Vi el reflejo de la mira telescópica del rifle pero no llegué a
tiempo de tirarla al suelo antes de recibir el impacto. Pero sobrevivió, lo
logró. Y cuando por fin despertó me echó de su lado. Tres meses, ese fue el
tiempo que estuve sin saber nada de ella. Y un día reapareció en mi vida como
si nada hubiera pasado.
-Supongo que ese fue el tiempo
que necesitó para recuperarse. Necesitaba todas sus fuerzas para volver a ser
la que fue – viendo el gesto que el escritor puso, decidió explicarse un poco
mejor- Quiero decir, que necesitaba recobrar fuerzas, necesitaba que las
heridas cicatrizaran, dejaran de doler, recuperar el tono muscular. Y para ello
empleó todas sus fuerzas y todo su tiempo. Para ella en ese momento no había
nada más importante que lograr recuperarse. Todos habríamos hecho más o menos
lo mismo.
-Lo entiendo. Entiendo que su
prioridad era recuperarse. Pero en tres meses no tuve una sola llamada suya, ni
un mensaje. Nada.
-Vale, igual eso no estuvo bien.
Debería haber llamado y decir que pasaba.
-Exacto, pero no lo hizo. Luego
cuando reapareció se disculpó. Y bueno con el paso de los días todo volvió a
ser como antes entre nosotros. Pero yo tenía una duda.
-Si ella te había escuchado
cuando le dijiste que la querías.
-Eso es. Le pregunté varias veces
si recordaba algo de aquel día y ella siempre contestó que no. Así que deje de
preguntar. A medida que pasaba el tiempo yo podía sentir como ella cada día
estaba más cerca de mí. Aquello me daba esperanzas. Quizás algún día podríamos
estar juntos por fin. Pero un día descubrí que Katherine me había estado
engañando. Descubrí que recordaba todo lo que había sucedido el día del
disparo.
-Y descubrir aquello te dolió –
Gaby comenzaba a entender el dolor del escritor.
-No sabes hasta que punto dolió.
Ella había tenido casi un año para decirme que lo recordaba todo, pero prefirió
callar y no solo eso, prefirió mentirme. Me sentí hundido, engañado, utilizado.
Y entonces cambió mi forma de actuar. Volví a salir con mujeres, me fui
alejando de ella. Quería sacarla de mi vida, sacarla de mi corazón. Pero eso
que hacía dolía aun más que su engaño. Mi corazón tenía dueña y aunque mi
cerebro me decía que la olvidase no podía hacerlo, no mientras ella continuase
estando cerca de mí. Tomé una decisión, abandonar mi trabajo como asesor, así
ella ya no estaría en mi vida. Pero en el que iba a ser nuestro último caso,
ella se abrió todo lo que era capaz. Y me pidió por segunda vez en aquel año,
que la esperase.
La doctora prestaba toda su
atención a Richard, con cada palabra escuchada hacía suyo el dolor que el
escritor relataba.
-¿Como que se abrió todo lo que
ella era capaz? –Gaby no entendía a que se refería Rick.
-Verás trece años antes la madre
de Katherine fue asesinada. El culpable nunca fue encontrado. Aquello la marcó
de tal forma que hizo que se guardase toda clase de sentimientos. No dejaba que
nadie entrase del todo en su corazón. Sentía pánico a que alguien entrase y
luego perderlo. Así que construyó un muro a su alrededor. Dejando a todo el
mundo, salvo a su padre, fuera de las murallas. Sin sentimientos no habría
dolor.
-Ya, pero contigo era diferente.
A ti te quería dentro de sus muros. Pero no sabía cómo hacerlo sin que le
doliera.
- Supongo que sí. Katherine me contó que había estado
asistiendo a terapia para lograr superar todos sus miedos, y poder ser feliz de
una vez. Y que estaba a punto de logar ser capaz de afrontar todo lo que había
sucedido el día del disparo. Decidí esperar un poco más. Total llevaba
esperando cuatro años por ella, no pasaba nada esperar unas semanas más. Pero
todo explotó, y tras una dura pelea en la que ambos dijimos cosas muy duras,
salí de su vida. Aquella vez sería la definitiva. Me fui, no quería ver como
ella se destruía.
-Presiento que no te dejó ir.
- Al día siguiente apareció en la
puerta de mi casa. Me dijo que la perdonase, que solo quería estar conmigo. Por
fin después de cuatro años la mujer a la que amaba quería arriesgarse y ser
feliz, o al menos intentarlo.
-Me alegro pese a saber o intuir
que no terminó bien. Al menos lo intentasteis. No os quedasteis sin saber que
habría sido de sus vidas si lo hubierais hecho.
-Nos arriesgamos, durante casi un
año pareció que por fin ambos seriamos felices. Creí que lo lograríamos. Pero
estaba muy equivocado.
- ¿Qué os pasó?
-Miedo, dudas. Miedo por mi
parte. Me he pasado todo este último año temiendo perderla. Temiendo que algún
día yo haría algo que supondría que ella se alejaría de mi. Eso ha hecho que no
siempre le haya demostrado cuanto la amaba. Ella era la mujer de mi vida. Pero
cuando logré por fin reaccionar ya era tarde. Mi miedo había provocado que
todas sus dudas volvieran. Fui un estúpido, dejé que mi pasado arruinase
nuestro presente y nos dejase sin futuro.
En aquel momento Richard tuvo que
esconder su cara entre sus manos para que la doctora no pudiera ver como
lloraba.
- Tenías miedo de hacer algo y
perderla. Así que decidiste no hacer nada, y el resultado ha sido el mismo, no
pensaste en que tu forma de actuar estaba haciendo que ella se sintiera
insegura de vuestra relación. ¿Pero por qué ese miedo a hacer algo?
El escritor recobró sus fuerzas y
levantó la cabeza, mostrando así en todo su esplendor el dolor que sentía al
contar su historia. Había dejado de importarle que aquella mujer casi
desconocida le viera tan vulnerable. No sabía la razón pero sentía que Gaby se
convertiría en alguien importante para él.
-Yo ya había estado casado dos
veces – Gaby puso cara de sorpresa al escuchar aquello- Quería que esta vez
saliera bien. Estaba seguro que ella era la persona adecuada. Que ella sería la
mujer definitiva. Sabía de sus miedos anteriores, así que decidí no presionar,
ir con pies de plomo. Pensé que así ella se sentiría segura, más cómoda – en
aquel momento Richard agachó la cabeza, y dejó salir las lágrimas retenidas.
-Creo que ella estaba segura
desde el principio, pero con tu forma de actuar su seguridad se fue
desvaneciendo.
-Lo sé, ahora lo sé. Ahora que es
tarde, soy consciente que ella no tenía dudas, no quería espacio, no necesitaba
tiempo.
-Lo siento, siento que tardaras
en reaccionar. Y siento que ella ya no esté a tu lado.
-Al final me armé de valor y le
pedí lo que quería hacer desde casi el principio de nuestra relación. Le pedí
que se casara conmigo.
-Deduzco que la respuesta no fue
la esperada.
-Contestó que no. Que no sabía
que sentía por mí. Que necesitaba alejarse, que no me quería en su vida. Ni
siquiera sabía si lo que habíamos vivido era real o sólo un capricho. Aquello
me dolió más que la negativa. ¿Cómo podía dudar de nuestro amor? ¿Cómo podía
creer que lo nuestro no había sido amor si no solo un pasatiempo?
-Debió de ser muy duro escuchar
eso de boca de la mujer que amabas – Gaby decidió tomar las manos del escritor
entre las suyas. Richard levantó su vista y se encontró con unos ojos negros
llenos de lágrimas- ¿Aún la quieres?
Ahí estaba la pregunta para la
cual no tenía respuesta. Desde que había abandonado NY estaba intentando sacar
de su corazón a aquella mujer, pero aún quedaba dentro de él demasiado de
Katherine. Richard no sabía lo que sentía por su antigua novia en esos
momentos.
-No lo sé, Gaby, realmente no sé
que siento por ella en estos momentos – fue lo único que Richard pudo
contestar- Sólo sé que necesitaba salir de aquella ciudad, necesitaba alejarme
de todo lo que me recordaba lo que había perdido. Necesitaba sentir ilusión por
vivir. Y en NY no lo iba a lograr.
-Bueno ahora estás aquí, lejos de
ella. Espero que logres encontrar eso que haga que tu corazón vuelva a latir
con fuerza. Pero tengo algo que decirte, seguro que ya lo has descubierto. Por
muy lejos que te vayas, los recuerdos irán tras de ti. En tu mano está el
lograr que esos recuerdos no te impidan vivir.
En la otra parte del mundo la
agente especial Beckett, terminaba de regresar a casa tras haber estado más de
una hora haciendo jogging por los alrededores. Nada más traspasar la puerta
escuchó el sonido de su móvil.
-Beckett – el tiempo iba pasando
pero ella mantenía su característica forma de responder al teléfono.
-Hola, soy yo – decía una voz al
otro lado de la línea.
-Alexis, me alegro de escucharte.
-Ya, verás estoy en la ciudad y me
preguntaba si querrías que comiésemos juntas.
-¿Estás en DC? Por qué no te
quedas en casa, tengo habitaciones de sobra.
-No, prefiero estar en el
hotel. Tan solo me preguntaba si podríamos
vernos.
- Claro cariño, cuando tú
quieras. Pero en serio que puedes quedarte en casa. Es absurdo que estés en un
hotel habiendo aquí sitio de sobra.
-Ya te he dicho que no, pero
gracias de todas formas. Si me das la dirección puedo estar ahí a las doce.
Tras dar por finalizada la
llamada, Katherine se sintió extraña. Nunca en los últimos cinco años había
escuchado hablar a Alexis con tanta frialdad. A lo largo de todos aquellos años
la hija de Castle se había ido transformando en alguien muy importante para
ella. Aquella joven junto a su abuela se habían convertido en parte de su
familia, había aprendido a quererlas. Y ahora sentía que todo había cambiado.
A las doce en punto como la joven
había dicho llegó al domicilio de Katherine. Tras aquella puerta se encontraba
una mujer totalmente nerviosa por lo que pudiera suceder.
-Alexis querida, no sabes cómo me
alegro de verte.
La joven se dejaba abrazar pero
sin hacer ella el menor movimiento, aquello no pasó desapercibido para
Katherine. Tras separarse de la joven, cerró la puerta y ambas se encaminaron
hacia el salón.
-¿Quieres tomar algo?
-Un café estaría bien, gracias.
Aquella joven no era la chica
dulce y cariñosa que ella siempre había visto. Sus ojos mostraban una dureza
nunca vista por Beckett.
Mientras preparaba el café para
Alexis pensaba en lo complicada que iba a ser aquella conversación.
-Aquí tienes el café. ¿Cómo está
Martha? Debería llamarla pero casi nunca tengo un minuto libre – decía
intentando romper el hielo.
-Ya, mi abuela está genial.
Gracias.
-Y tú, ¿qué tal ha ido el verano?
¿Te fuiste a Costa Rica al final? – Beckett recordaba perfectamente las
conversaciones que habían mantenido a cerca de cuál sería la mejor forma de
contarle a Castle que Alexis quería asistir a un seminario en aquel país.
-Bien, ha estado bien. Y sí al
final asistí al seminario. Y supongo que ahora me preguntarás por él, ¿no?
- Yo – Kate se sintió pequeña en
aquel momento.
-Puedes ahorrarte la pregunta –
Alexis se sentía muy dolida.
-Cariño, deja que me explique. En
toda historia existen dos versiones – Beckett trataba de tomar una de las manos
de la joven, siendo ésta retirada rápidamente por Alexis.
- No me digas cariño. No hay dos
versiones, simplemente porque mi padre no ha comentado nada de lo que sucedió
aquel día. Tan solo dijo que habíais terminado. Sabes, lo que me duele no es
que vosotros terminarais, si no el hecho de que yo te defendí. En las últimas
semanas que vosotros estuvisteis juntos, siempre me puse de tu lado. Fui
incondicional a ti. Deje de lado a mi padre. Te elegí. Le animé a que diera un
paso más en vuestra relación. Le dije que tú le amabas por encima de cualquier
cosa. Le convencí para que olvidase sus miedos. ¿Y qué pasó? Simplemente que tú
saliste corriendo, que él tenía razón con haber ido con pies de plomo.
-Alexis pasaron demasiadas cosas
esas últimas semanas entre tu padre y yo. Sentí que quizás tu padre y yo
estábamos en momentos distintos en nuestra relación. Creí que yo no era tan
importante para él – la explicación de Katherine se vio cortada por la joven.
- ¿Que no eras importante?
Beckett mi padre se quedó junto a ti en aquella casa bomba. Sin importarle ni
mi abuela ni yo. ¿Cómo pudiste pensar que no le importabas? Sabes, durante
cuatro años de mi vida vi como mi padre se iba consumiendo por amarte y no ser
correspondido. Y cuando yo le preguntaba si merecía la pena continuar a tu lado
pese a que tú no le amases, él siempre respondía que sí. El mero hecho de estar
cerca de ti le valía.
-Siempre le correspondí, sólo que
no era capaz de demostrarlo. Tenía miedo a que para él sólo fuera una conquista
más.
-Luego un día me dijo que por fin
estabais juntos. Deberías haberle visto aquella mañana. Era como un niño
abriendo los regalos el día de navidad. Estaba totalmente feliz. Durante un año
ha repetido que esta vez saldría bien, que tú eras la mujer de su vida. Os vi,
estabais bien, erais felices. Y de repente un día tú empiezas a tontear con un
tío.
-Yo nunca tontee con aquel hombre
– Katherine intentaba defenderse.
La taza de café temblaba al ser
tomada por Katherine debido a los nervios que la misma sentía.
-Y yo le decía que confiara en
ti. Que tú eras Beckett, que nunca le fallarías, que le eras incondicional. Te
defendí. Le dije a mi padre que sus dudas eran infundadas. Que para ti no había
nada más importante que él. Me equivoqué. Nunca debí ponerte por encima de mi
padre. Al final sí existía algo más importante que él, tu trabajo.
- Alexis, siento que te creas que
has fallado a tu padre, lo siento mucho porque no es cierto. Tú siempre has
estado a su lado.
-No, no he estado de su lado
cuando más incondicional debía haber sido – ahora fue la joven la que vio
cortada su explicación.
-Lex, es cierto que me entraron
dudas. Dudas acerca de lo que ambos sentíamos, eso no lo puedo negar. Pero no
voy a permitir que dudes de lo mucho que quiero a tu padre – Katherine no fue
consciente de lo que terminaba de decir- Le he querido como nunca había hecho
antes. Estaba convencida de que él era el hombre con el que pasaría el resto de
mi vida. Pensé que él sería el padre de mis hijos. Nunca hasta que él apareció en mi vida me
había planteado la posibilidad de ser madre. Pero con él comencé a hacerlo.
-Ya da lo mismo, ¿no? Le has
echado de tu vida. Ya nunca pasarán esas cosas. Nunca habrá niños, ni boda.
¿Sabes la razón? elegiste tu trabajo por encima de él. Elegiste venir a DC y dejarle atrás. Sólo
espero que no llegues a arrepentirte de la elección que has hecho. Nunca sabrás
el daño que le has causado.
- Necesitaba ordenar mis ideas,
necesitaba encontrarme otra vez. Siento haberle hecho tanto daño, nunca quise
que él sufriera.
- Pues para no querer verlo
sufrir lo hiciste fatal. Pero él es fuerte, se recuperará. Puede que esta vez
le cueste más, pero llegará el día en el que pueda hablar de ti sin que le
duela. El día que mi padre logre eso, yo volveré a ser feliz. Me encantaría
poder odiarte, pero soy incapaz de ello porque durante este último año,
lograste que mi padre fuera un hombre totalmente feliz. Sólo quiero que llegues
a ser para mí un recuerdo no doloroso.
La joven se puso en pie y se
dirigió a la puerta, se iba de aquella casa sin decir a Katherine que su padre
había abandonado el país. Tras atravesar aquella puerta Alexis se dejó caer
contra la pared llorando amargamente. No podía entender como aquellas dos
personas que tanto se amaban pudieran haber terminado separadas. Beckett había
dicho que aun amaba a su padre, pero Alexis era consciente de que lo había
dicho sin ser darse cuenta de ello.
En Madrid eran las veinte horas
cuando Richard salía de casa acompañado por Gaby habían quedado con Carmen para
hacer algo tan típico en aquella ciudad como ir de cañas.
Aquella tarde, Richard se sentí
más liviano. Era como si en la conversación mantenida con la médico él hubiera
dejado gran parte de su pesada carga y sonrió.
La conversación de los tres
durante el recorrido de tabernas por la zona centro de la ciudad giró en torno
a la nueva aventura que en pocos meses emprendería Gaby.
-Si te soy sincero, te has convertido
en mi nueva heroína. Lo que vas a hacer de marcharte a la India con la FVF me
parece increíble.
-No es para tanto Rick. Creo que
todos debemos ayudar en la medida de nuestras posibilidades. No hace falta
salir del propio país, en los nuestros también se pueden hacer cosas. Yo en su
momento decidí que quería ayudar en países con ciudadanos con pobreza extrema.
Quería ayudar a aquellos que carecen de lo más básico.
-Y cuando descubriste la
Fundación Vicente Ferrer supiste que sería en la India donde realizarías tu
labor.
-Así es hermanita. Realmente creo
que FVF es una de las ONG mejores del mundo. Es completa, tiene proyectos para
todos los ámbitos. Sanidad, educación, mujeres, comercio justo.
-Me encantaría encontrar algo que
me hiciera sentir como lo haces tú. Algo con lo que realmente pudiera ayudar a
la gente, algo que me demuestre que no soy un parásito si no que doy parte de
lo que he tenido la suerte de haber recibido.
- Lo que te voy a proponer puede
que te suene a locura, pero aún así me arriesgaré – Carmen sonreía sabiendo que
iba a decir su hermana- ¿Qué te parecería venir a trabajar con nosotros un
tiempo en Bathalapalli?
La cara del escritor demostró la
sorpresa por la propuesta recibida. Poco a poco esa sorpresa fue dando paso a
una sonrisa de ilusión.
-¿Lo dices en serio? ¿Crees que
podría seros de utilidad allí? ¿No terminaré siendo un estorbo?
-A ver, son muchas preguntas a la
vez. A la primera, claro que lo digo en serio. Siempre hablo en serio si el
tema es FVF. A la segunda, siempre necesitamos gente dispuesta a trabajar,
claro que serás de utilidad, sólo hay que buscarte la ocupación adecuada. Y
respecto a la tercera si haces bien tu trabajo no serás un estorbo, y estoy
segura que lo harás de maravilla.
-Pues creo que ya tienes algo que
hacer Rick, prepararte para tu vida en la India – decía Carmen con una sonrisa
en la cara- Allí podrás demostrar que no eres un parásito de la sociedad.
-Alexis y mi madre van a pensar
que definitivamente me he vuelto loco. Por no hablar de mi editora y de mi
agente. Gina y Paula me van a matar.
-Richard, creo que ya sé en lo
que puedes ser de utilidad allí. Me has comentado que estudiaste Filología – el
escritor asentía- Puedes formar parte del grupo de profesores, y además podrías
plasmar tu historia allí en un libro.
-Eso sería genial. Sería una gran
publicidad para la Fundación. Y lo de ser profesor seguro que al principio me
cuesta, pero me encantan los niños así que me parece perfecto. Ahora sólo falta
que en la fundación piensen que nuestra idea es buena.
-Mañana iremos a las oficinas que
la FVF tiene en Madrid y se lo comentaremos a Carlos, que es el responsable de
la fundación en España.
La conversación que había
mantenido con Alexis hizo que Katherine deseara salir corriendo de aquella
ciudad y regresar a NY. Pero la agente sabía que aquello no podía ser, no podía
regresar, no aún.
Katherine sabía que él la haría
sentir mejor, necesitaba escuchar su voz.
-Hola soy yo –dijo Katherine tan
pronto descolgaron al otro lado de la línea.
-Hola preciosa – una voz amiga
sonó alegre- ¿Cómo estás?
-Bien, estoy bien – mintió- Sólo
quería escuchar tu voz.
-Katie cariño, ¿qué ha pasado? –
conocía de sobra a su hija y sabía por el tono que ella estaba empleando que
algo no iba bien.
-Papá, me odia – decía rota por
el llanto.
-Cariño, ¿quién te odia? –intuía
la respuesta pero necesitaba escucharla de boca de su hija.
-Castle me odia. Le he
destrozado. Nunca me perdonará.
-No creo que te odie. Es cierto
que está sumamente dolido, pero creo saber que ese hombre jamás podría odiarte
por mucho daño que tú le hicieras. Te perdonará, de eso estoy seguro.
-¿Cómo puedes estar tan seguro de
que él no me odia?
-Cariño, nunca he visto a nadie
ser tan incondicional hacia una persona. Da lo mismo las veces que tú hayas
intentado apartarle de tu vida, él siempre volvía. Pese a sentirse dolido,
engañado, siempre ha regresado a ti. Para ese hombre eres su faro. Su guía.
-Esta vez es diferente, no
escuchaste todo lo que me dijo.
-Cariño, terminabas de decirle
que no te casarías con él y que además necesitabas estar lejos. Sus palabras
sólo fueron su mecanismo de defensa. Seguro que no piensa la mitad de las cosas
que te dijo.
- Papá, soy consciente de que
haga lo que haga nada volverá a ser como fue. Esta vez él no está al otro lado
de la puerta, no está esperándome. Ni siquiera sigue con el trabajo en la 12th.
-Lo sé, lo dejó el mismo día que
tú volabas a DC. Supongo que para él ya no tenía sentido continuar en aquella
comisaría. La razón por la que estuvo allí durante cinco años ya no existía.
-¿Desde cuando sabes que él había
renunciado? – preguntaba un tanto descolocada Katherine.
-Desde el mismo día que lo hizo.
Me lo contó él mismo cuando me llamó para despedirse – en ese instante se dio
cuenta de que había hablado más de la cuenta, pero a fin de cuentas ella era su
hija y estaba sufriendo.
-¿Por qué razón te llamó para
despedirse? – no le cabía la menor duda, algo había pasado y nadie se lo había
contado.
-Verás Katie, se ha ido – dijo
soltando todo el aire que retenía en sus pulmones.
-¿Ido? ¿Qué quieres decir con que
se ha ido?
- Ha dejado NY, se ha ido del
país. Lo siento Katie, sé que debería habértelo contado antes, pero él me hizo
prometer que no lo haría. Lo siento mucho princesa.
- Se ha ido, fuera del país.
¿Dónde? – por su mente pasó que ya nunca volvería a verle.
-No lo sé. Te prometo que no sé
dónde está.
-Ya. ¿Y aun sabiendo que se ha
marchado afirmas que no me odia? Eres un iluso papá, un iluso.
-Seré un iluso entonces, pero creo que no te
odia. Sólo necesita pensar. Ya verás como todo vuelve a ser como antes.
-No lo creo papá, nada volverá
nunca a ser como fue. Sólo tengo que aprender a vivir con las consecuencias de
mi acto. Papá te tengo que dejar. Tengo que volver al trabajo. En cuanto tenga
un momento libre volveremos a hablar. Te quiero papá.
-Está bien Katie – sabía que su
hija le estaba mintiendo, pero aun así decidió no presionar ya volverían a
hablar del tema- Yo también te quiero.
Aquella conversación con su padre
en lugar de calmarla había logrado justo lo contrario. Ahora ella sabía que él
se había ido. Y su dolor se había acrecentado. Tomó nuevamente el móvil entre
sus manos y marcó aquel número tan conocido para ella. Sabía que existía la
posibilidad de no obtener respuesta, pero aún así decidió arriesgarse.
Necesitaba oír su voz.
-El número marcado no existe.
Aquel mensaje pronunciado por una
máquina, hizo que Katherine perdiese el poco aplomo que aún tenía. Volvió a
sentirse como aquella noche de un nueve de Enero de hace tantos años. Sola,
abandonada, perdida. Terminó de ser consciente de que había perdido quizás para
siempre al hombre que amaba. Aquel hombre que estuvo junto a ella esperando
cuatro años. El hombre que la había amado como ningún otro antes.
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