Por fin habían logrado una orden judicial que les permitió
compara el ADN encontrado en la victima con el del escritor.
-Kate, cariño. No es de él. –Decía Laine con cara de
sorpresa.
-Vale, gracias. Chicos el ADN no concuerda –decía tras colgar
el teléfono- joder, estamos en un punto muerto. Con lo que tenemos nadie
condenara al novio, pero tampoco somos
capaces de encontrar otro sospechoso.
-Detective –intervenía la agente Liz- por lo que sabemos el
asesino es zurdo. Por lo que he podido comprobar Castle es diestro, además me
eh fijado en que tiene un leve temblor en la mano izquierda. Quizás, él no sea
nuestro asesino. Si, ya sé que existen los mails, pero sobe que iban realmente.
Igual deberían intentar descubrirlo. Para así por fin poder descartar del todo
a Castle y centrarnos en buscar al verdadero asesino.
Todos miraban a la agente con cara de sorpresa, pero tras
pensar un momento en lo que había dicho se dieron cuenta de que igual tenía
razón.
-Liz, sala de interrogatorios, es todo tuyo decía Gates, que
había escuchado toda la conversación.
-Buenos días señor Castle, letrado. Soy la agente Liz y me
gustaría que respondiera a algunas preguntas –dios que bueno está este tío.
-Que ha pasado con la detective Beckett, ¿no quiere venir a
jugar?
-Richard, por favor esto es serio. Compórtate de acuerdo –era
regañado por su propio abogado- proceda agente
- Está bien. Porque las discusiones, y los mails. Que había
hecho la víctima. No creo que fueran por celos, no creo que tengan nada que ver
con la ruptura de la relación.
-Tiene razón. Rachel me dijo que iba a publicar en su blog
fotos nuestras. Fotos donde se me vería la cara, igual que fotos de mi hija.
Siempre he tenido especial cuidado con eso, no porque a mí me moleste la fama,
o no quiera ser reconocido. Siempre he sido cuidadoso por mi hija, no quiero
que se le acerque un loco por culpa de que sea reconocida como la hija del
famoso escritor Richard Castle. Así que le dije que lo pensase bien. Que si
continuaba con esa idea me vería obligado a acudir a los tribunales y que sería
el final de su carrera.
-Esta es la demanda que interpusimos contra la señorita
Norton el día de su muerte. –Intervenía el abogado- el señor Castle hizo esa
noche un último intento, pero no obtuvo respuesta por parte de ella. Ahora
sabemos la razón.
-Señor Castle es usted ¿diestro? –Continuaba la agente.
-Sí, lo soy.¿ Qué tiene eso que ver con el caso?
-Ahora mismo se lo diré, no se preocupe. Le importaría
escribir algo en este folio. Primero con la mano diestra y después con la mano
izquierda. –Decía poniendo ante él el folio en blanco.
Castle hizo lo que le pidió la agente, pero en el momento en
el que comenzó a escribir con su mano izquierda el temblor apareció en la misma
imposibilitando que escribiera nada.
-Muchas gracias señor. Ahora vendrá mi superior.
Tras el espejo, Gates decía a la detective Beckett que
pusiese inmediatamente en libertad al señor Castle. Y que se centrasen en
buscar al verdadero asesino.
-Buen trabajo Liz. A veces una mente limpia es mucho más útil
que horas mirando una pizarra –decía la detective Beckett mientras se dirigía a
la sala de interrogatorios- Señor Castle, es libre para marcharse en este
momento. Ya sabemos que usted no mató a la señorita Norton. Siento mucho las
horas que le hemos hecho pasar en esta comisaria, pero entenderá que es nuestro
trabajo-tienes una hija, una hija. Dios Beckett céntrate, deja de pensar cosas
raras.
-Gracias detective. No se preocupe se que realizaban su
trabajo. Gracias por tomarse este asesinato tan en serio. Y quisiera
disculparme por mi comportamiento durante el interrogatorio, no me comporte de
la forma adecuada. Realmente lo siento. Y ahora si me disculpa, tengo que ir a
recoger a mi hija al colegio.
Volvían a estar como al principio, no tenían ni una pista
acerca de quién era el asesino y o encontraban algo pronto o ese pasaría a ser
un caso abierto en un almacén.
Aquella noche al salir de la comisaria llamó a un teléfono
que hacía años que no usaba.
-Hola, soy Kate. Necesito hablar contigo. Vale, me das tu
dirección y me acerco. Estaré ahí en 20 minutos. Gracias.
Aquella mujer la recibió con los brazos abiertos, el abrazo fue
largo, intenso, con un inmenso cariño por parte de ambas. Lo habían necesitado
tanto a lo largo de todos aquellos años. En ese abrazo se resumía todo el dolor
que ambas habían sentido un día y que aun perduraba de algún modo.
-Kate, cariño. Estas preciosa –las lagrimas corrían libres
por las mejillas de ambas mujeres- mi niña, sentémonos. Creo que tenemos mucho
de lo que hablar.
Ambas se dirigían hacia el salón, sus brazos aun entrelazados
como si por el hecho de soltarse una de ellas pudiera desvanecerse y volver a
desaparecer.
-Martha, no sabes cuantas veces he querido llamar, verte,
sentir que todo había merecido la pena. Pero …
-Kate, pasaron tantas cosas. Hubo momentos tan duros, tantas
recaídas, tantas veces en las que realmente creía que mi hijo se moría. Sé que
te prometí que el día que él recordase serias la primera persona a la que
avisaría…
-Martha no sabes cuantas horas me pasaba mirando el teléfono,
esperando tu llamada, preparada para salir corriendo y reunirme con él. Pero no
llamaste nunca…
-No, pero solo porque él nunca recobró la memoria. Aun hoy en
día sigue sin recordar nada anterior al accidente. A veces, le encuentro con la
mirada perdida, con el gesto serio. Y cuando le pregunto en que está pensando
él solo me mira y dice:”no lo sé Martha, no lo sé” llevo 15 años sin escuchar
de sus labios un madre, un mama solo soy Martha, y eso aun duele. ¿Recuerdas
nuestra última conversación, aquella en la que te decía que Richard había
vuelto pero no mi hijo? –Kate hacia un leve movimiento de cabeza asintiendo,
nunca había olvidado aquel día- pues era cierto, mí hijo murió en aquella
carretera, por lo menos el hijo que había sido hasta ese día. Cuando por fin
despertó creía que todo volvería a ser como antes, que el seria el mismo, sus
bromas, su cariño, su sonrisa, su voz dulce. Pero nada de eso volvió con él.
Ante mi se encontraba un hombre que no sabía quién era él, ni quien era nadie
de las personas que le rodeaban. Se despertó siendo de nuevo por así decirlo un
bebé. No sabía hablar, no podía comer solo, no podía andar, le costaba
mantenerse sentado si no estaba sujeto por un cinturón. Tenía que ver como la
saliva le caía por la comisura de la boca. Tenía que ver cómo me miraba sin
tener ni la más remota idea de quién era aquella mujer se cada día estaba junto
a él. Un día Henry descubrió que cada vez que intentábamos hablar de alguno de
nosotros, incluida tú, Richard fruncía el ceño, su respiración se agitaba,
comenzaba a emitir sonidos parecidos a gritos. Ahí fue cuando nos dimos cuenta
de cuánto daño le hacíamos al intentar que él recordase. Fue entonces cuando él
decidió que no quería a nadie de su otra vida en su nueva vida. Tan solo Henry
y yo nos quedamos.
-Martha, tranquila, no tienes porque contarme nada. Tan solo
necesitaba verte, estos dos últimos días han hecho que todo aquello que creía
encerrado en lo más profundo de mi alma vuelva a la superficie. Cada minuto de
dolor ha vuelto, necesitaba verte, sentir tu abrazo, tu cariño…
-Kate, quiero que sepas todo, lo que pasó luego de que él despertara.
Martha comenzó a relatar, la lucha de Richard no ya por
volver a ser el mismo chico que era antes del accidente, sino la lucha por
volver a ser capaz de valerse por sí mismo.
Cada día a partir de las 7 de la mañana Rick, comenzaba sus
sesiones de fisioterapia. Al principio, solo consistían en masajes para
intentar recuperar el tono de su musculatura tras tanto tiempo, sin moverse.
Tras aquellos masajes llegaba la hora de ser colgado. Rick era elevado por una
grúa y su cuerpo era puesto en pie y
anclado por cinturones a unas espalderas. En esa posición permanecía cada día
por espacio de 30 minutos. Tras aquello, volvían a recibir masajes esta vez se
añadía un aparato que emitía corrientes, era otra forma de desentumecer su
musculatura.
En torno a las 10 de la mañana le dejaban descansar durante 1
hora, en la que también era el momento para ingerir algo de alimento. Como aun no había logrado ser capaz de
realizar siempre la masticación de los mismos, aun sus alimentos tenían que ser
triturados, además aun tenía algún problema con la deglución de los mismos.
Cerca ya de las 11 de la mañana Rick era llevado a la
piscina, de nuevo aparecía la grúa en su vida, ahora para sumergirlo poco a poco en el agua. En el líquido, el cuerpo
de Rick era mucho menos pesado, y para él los movimientos eran mucho más
sencillos.
Tras la comida y el rato de descanso posterior a la misma,
comenzaban las sesiones con el logopeda y el foniatra.
Rick era el claro ejemplo de persona que ha sufrido un
accidente cerebro vascular. Él era capaz de juntar palabras, pero estas
carecían de significado, siendo casi imposible saber que quería decir, lo cual
no dejaba de ser frustrante para él. Rick entendía perfectamente lo que la
gente le decía el problema es que él era incapaz de hacerse entender.
Comenzaron las formas sencillas de hablar con él, las
conversaciones debían facilitar la integración del chico, por lo cual siempre
se intentaban realizar frases cortas a las que él tan solo tuviera que
contestar Sí o No. Se señalaban los objetos.
No pudieron comenzar inmediatamente las conversaciones
escritas, ya que Rick era incapaz de escribir, ese fue otra de las nuevas
tareas. Aprender de nuevo a leer y a escribir.
Cada día la vida de Rick consistía en aprender.
Aprender a estar erguido, aprender a sentarse, a caminar, a
hablar, a comer, a leer, a escribir. Aprender a ducharse solo, a vestirse, a
usar el inodoro.
Aprender a controlar su frustración, aprender a dominar su
nuevo carácter. El cual hacia de él un chico, taciturno, mal humorado, frio,
borde, distante.
-Kate, fue todo tan triste. Cuando parecía que estaba
saliendo un poco, ya era capaz de hablar con frases simples, escribía su
nombre, leía como un niño de 5 años, comía solo. Un día notamos que su boca se
torcía. Tenía 2 coágulos en el cerebro, así que de nuevo tuvo que entrar al
quirófano. –Las lágrimas hacía mucho tiempo que no dejaban de recorrer las
caras de ambas mujeres.
Tras aquella operación, todo volvió a comenzar. Las sesiones
de fisio, de logopeda, de foniatra, profesores.
Pero finalmente 2 años después de haber despertado tras el terrible
accidente, Richard Rodgers, podía al fin, mantenerse en pie, caminar con ayuda
de bastón y un anti equino en su pierna izquierda. Comía solo, bebía, sabía
masticar, hablaba con fluidez siempre que no se encontrase nervioso. Sabía
leer, escribir. Sus manos también le respondían, bien es cierto que su brazo
izquierdo había quedado algo dañado, y tenía un leve temblor en el mismo y que
le impedía usar esa articulación de una
forma 100% correcta.
Para entonces, Martha se había acostumbrado por así decirlo,
a su nuevo hijo. Había aprendido a vivir con la necesidad de soledad que él
había desarrollado.
-Las veces que intentaba sacar algo de su antigua vida él
abandonaba la habitación- continuaba su relato Martha- Un día se marcho de casa
y cuando horas después regresó, me miró y me dijo:”Martha, ¿aun no lo
entiendes? Aquel chico no está, por más que intento recordar algo no lo logro.
Lo único que consigo es enfadarme por lo que perdí. No quiero estar eternamente
enfadado, quiero una vida. Pero quiero la mía, la que pueda tener a partir del
día en el que desperté. La anterior, no existe. Necesito una vida, en la cual
no me sienta mal por no recordar una cara, un gesto, una caricia. No puedo fingir
sentimientos que no hay dentro de mí. Puedo crear nuevos, pero no recuperar los
antiguos. No puedo hacer sufrir a la gente que quería a aquel chico, viendo
como ya no existe. Necesito que la gente me quiera por mí mismo, por lo que soy
ahora, no por lo que un día fui” Y por
fin aquel día lo entendí Kate, mi hijo solo quería ser Rick, y olvidarse del
Richard Rodgers que fue. Y para lograr eso, necesitó librarse de todo lo que
rodeaba a mi hijo. Necesitaba volver a crearse.
-Pero Martha, yo lo hubiera entendido, le habría ayudado,
habría sido solo su amiga si eso es lo que él necesitaba –decía una Kate rota
por el dolor.
-No Kate, tu sólo le hubieras recordado cada día, lo que un
día tuvo y perdió. Teniéndote cerca, siempre se habría sentido mal por no poder
darte lo que antes tenías con él. Una mañana se acerco hasta mi, dejándome ver
su cojera sin el anti equino, dejando al descubierto su cabeza, extendiendo los
brazos al frente para que viera el temblor de su brazo izquierdo, tartamudeando
por los nervios y tan solo me dijo :” éste soy yo Martha, éste es Rick”. Y
aquel día llore como nunca en mi vida lo
había hecho.
-Oh, Martha, le necesité tanto. Cuando mi madre murió le
necesite tanto junto a mí. Necesite tanto su abrazo, sus caricias, sus
palabras. Creí que él vendría, cuando te vi aparecer en el funeral estaba
segura que él te acompañaría. Habían pasado 2 años desde que despertó, y yo aun
esperaba su regreso. De verdad creía que él te acompañaría pero cuando no le vi
junto a ti, cuando vi tu mirada lo entendí. Por fin lo entendí, yo no era nada
ni nadie para él. Y le odie. Le odie por dejarme sola, le odie por robarme a mi
amor, por robar mis ilusiones. Y mi odio perduro durante muchos años. Sé que mi
reacción ahora puede no ser entendida, pero aquel día, en aquella mañana fría
de Enero, le necesitaba tanto que su ausencia destruyo lo poco de amor que
quedaba ya en mí. Fui consciente de que había perdido definitivamente a 2 de
las personas más importantes que había habido en mi vida. Fui consciente de que
mi madre no volvería y de la misma forma él tampoco lo haría. Fui consciente de
que me encontraba sola con mi padre. Y el mundo se transformo en mi enemigo. Me
jure a mi misma que nunca mas volvería a demostrar amor, que no dejaría que
nadie volviera a entrar en mi vida como ellos, porque el dolor que se siente al
perderlos no podría soportarlo de nuevo.
- Mi niña, lo siento tanto…
-Logre un mundo perfecto para mí, me fabrique una armadura,
nada podía dañarme. Y de repente ayer se comenzó a desmoronar todo. Él aparecía
de nuevo en mi vida. Sospecho de asesinato, escritor famoso, con una hija, mi
Richard Rodgers era Ricahrd Castle. Mi
mundo perfecto se tambaleaba, porque con tan solo verle frente a mí, quería
abrazarle, besarle, y él tan solo tendió su mano hacia mí presentándose. No
sabía quién era yo, nada había cambiado en 15 años, sentí de nuevo todo el
dolor. Sospechoso de asesinato, yo tan solo pensaba que el Rick que yo concia
jamás hubiera matado a esa mujer, pero tenía que reconocer que el hombre que se
sentaba frente a mi no era Rick, no el que yo conocí, no del que yo me enamoré.
Con cada respuesta que él daba yo sentía como se reía de mí. Me entraron ganas
de zarandearle, gritarle, abofetearle. Una hija, tenía una hija. Se había
casado 2 veces y era padre. Y yo no era la madre de esa niña. Aun hoy a veces
me despierto creyendo que todo fue un mal sueño, que en cualquier momento él
llamara a mi puerta, que mi madre vendrá a decirme que Rick me está esperando.
Pero nada de eso ocurre Martha, no fue un mal sueño. Todo fue real, su
accidente, su coma, su amnesia, la muerte de mi madre. Todo sucedió.
-Kate, ¿de verdad pensaste que él podía ser el asesino?
-Dios, quería creer que no, pero todo apuntaba a que sí.
Estaba totalmente perdida. Si no llega a ser por la agente Liz, probablemente
Rick estaría ahora en prisión. Sabes, el primer día cuando se iba, me fije en
su leve cojera y en su temblor en la mano izquierda, pero no era capaz de unir
esos datos con el hecho de que el asesino era zurdo. Quizás debí dejar el caso
desde el momento en el que supe quien era Castle en realidad. Pero me pudo el
egoísmo, era una forma de tenerlo cerca de mí.
-Querida, te entiendo muy bien. Yo pongo cualquier excusa
para estar cerca de él. Gracias a dios ahora está Alexis en nuestra vida, que
mejor excusa que ver a mi nieta para poder estar cerca de mi hijo.
-Alexis, es su hija. Bonito nombre. ¿Cuántos años tiene?
¿Donde está su madre? –Realmente no sabía si quería saber nada más, pero algo
dentro de ella le decía que continuara escuchando por muy doloroso que fuera.
-Oh, es preciosa, simpática, inteligente, con unos increíbles
ojos azules, dulce muy dulce y tierna. Adora a su padre y verles juntos es una
delicia. Cuando está con su hija, hay veces que mi Rick parece estar de vuelta.
Hace una semana cumplió 10 años. Su madre vive en Los Angeles, es actriz. Ella
y Rick se casaron muy jóvenes. Rick terminaba de publicar su segunda novela, la
cual fue un autentico éxito. Luego inmediatamente nació Lex. Ellos casi no se
veían, por sus trabajos. Y cuando estaban juntos solo se echaban cosas en cara,
así que finalmente decidieron divorciarse. Rick siempre dice que fue un
terrible error. Que por lo único que nunca se arrepentirá fue porque gracias a
ese error, Alexis está en su vida. Cuando le pregunto a que se refiere con
error, su mirada se pierde y solo dice:” no lo sé Martha. Pero siento que no
era ella”.
-Escritor, nunca lo hubiera imaginado. –Kate, se perdía en
sus recuerdos. Él iba a ser abogado como ella.
-Un día después de que pasaran 3 años desde que despertó, se
sentó junto a mí y me dijo que se iba a Europa. Que necesitaba un cambio de
aires, encontrar su destino. Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Escocia
para visitar a Henry y terminó recorriendo toda España. Cada día escribía en su
diario lo que iba aconteciendo en su viaje. Después de 1 año, regresó. Iba a
ser escritor, y así lo hizo. Cambio su nombre por el de Richard Castle, y
publico su primera novela. Aquella no fue del todo un éxito, pero no cejo en su
empeño. Y por fin con la segunda lo logro. Castle se convirtió en un escritor
famoso, de éxito, querido, admirado. Al principio, aun existían cicatrices
visibles del accidente, así que por eso decidió que en la contraportada de su libro en lugar de la
típica foto del autor, aparecería la foto de un Castillo. Luego eso se
convirtió en su sello de identidad. Le parecía gracioso, aparecer en las firmas
de sus libros disfrazado, era como un niño grande. Castle, es así. Divertido,
ingenioso, infantil muchas veces, egocéntrico. Pero después de 15 años, puedo
decir que mi hijo por fin se ha encontrado, se ha reinventado y es feliz. Y con
eso me vale. Aunque siga sin recordarme. Me vale con verle sonreír cada mañana
cuando despierta a su hija, o ver su sonrisa de niño malo cuando ha cometido
alguna locura.
-Me gustaría conocer al nuevo Rick. No sé qué idea se habrá
formado de mí.
-Tenias que ver su cara, cuando llego de comisaria. Sus ojos
tenían un brillo especial. Y en su rostro estaba de nuevo esa sonrisa que pone
cuando se le termina de ocurrir una maldad. Dios mío Kate has visto la hora que
es –decía Martha mirando su reloj- son las 3 de la mañana. Deberíamos ir a
descansar, mañana seguro que tú trabajas y yo tengo que ir a buscar a Alexis para
llevarla al colegio.
-Tienes razón, es muy tarde. Será mejor que me vaya a casa.
Te llamo para que vayamos a comer o a cenar. Ahora que te he recuperado no
quiero volver a perderte, claro si tú estás de acuerdo. –una súplica se podía
ver en sus ojos.
-Claro que estoy de acuerdo.
Ambas mujeres se despidieron con besos y con un abrazo en el
que depositaban todo el afecto que se tenían.
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