Mientras preparaba su equipaje se decía a si mismo que había tomado la
mejor decisión. Vale reconocía que había mentido a Kate, la novela estaba
terminada desde hacía semanas, pero necesitaba marcharse para poder continuar
con la investigación sin tener que preocuparse de si le podían descubrir. Había
llegado la hora de llegar al fin de historia.
Mientras, en otra zona de la ciudad la detective estaba mirando sus viejos
álbumes de fotos. Recorría cada imagen dejando volar su mente hasta el momento
en que la misma fue tomada. Se detuvo en una. En ella se podía ver a una pareja
joven sentada a los pies del tronco de un viejo ciprés. Su mente la transporto
hasta aquel lugar.
-Según cuenta la leyenda bajo este ciprés se encontraban cada noche la
mujer del último rey de granada con su amante, jurándose amor eterno. Kate, no
sé cómo ni cuándo sucedió pero durante todo este año te fuiste convirtiendo en
la persona más importante de mi vida-tomaba las manos de la mujer entre las
suyas- Se que me tomarás por loco, que pensarás que es demasiado pronto, pero
aun así debo decirlo. Te amo Kate Beckett, te amo tanto que a veces duele. Sé
que eres la mujer de mi vida. Y sé que quiero pasar el resto de mi vida junto a
ti. Nunca me iré de tu lado mientras tú quieras que ese sea mi lugar. Nada ni
nadie podrá separarme de ti, si tú no quieres. Te amo por siempre y para
siempre.
Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas, en su cerebro solo se
repetía un reproche. ¿Por que Richard, porque rompiste tu promesa?
Hacía ya más de dos semanas que Castle se encontraba en su casa de la
playa, durante aquellos días por fin había logrado colocar toda la información
que hasta la fecha había logrado obtener sobre aquel asesinato.
Tenía que reconocer que la madeja era complicada de desenredar pero no
por ello iba a cejar en su empeño.
Gracias a sus contactos había logrado saber en qué casos se encontraba
trabajando la abogada en las fechas cercanas a su muerte, así había podido
descubrir que formaba parte de un equipo de abogados que estudiaban la necesidad
o viabilidad de presentar una demanda civil contra el cuerpo de policía de la
ciudad de Nueva York. Aunque finalmente aquel equipo no lo vio conveniente.
Su cerebro comenzó a pensar en cual podría ser la razón de aquella
demanda.
Entre la montaña de documentos esparcidos por el suelo de su despacho
encontró la respuesta.
Durante más de dos años una serie de abogados entre los que se encontraba
la señora Beckett se habían estado enfrentando a casos en los cuales los
acusados siempre afirmaban que la policía había plantado las pruebas contra
ellos. Pero nunca habían sido capaces de demostrar que lo que sus defendidos
decían era verdad.
Un año antes del asesinato de la abogada, ésta había defendido a un joven
al cual se le intentaba acusar de posesión de sustancias ilegales,
desobediencia y agresión a un policía. Aquel muchacho era la segunda vez que
pasaba por aquello.
Dejo caer los documentos, se levanto inmediatamente y salió corriendo de
aquella habitación.
Sus pasos se encaminaron hacia la playa, una vez allí se despojo de la
camiseta y de sus zapatillas y se fue introduciendo en el agua. Necesitaba
olvidar todo lo que terminaba de descubrir.
La madre de Beckett había sido la abogada que logro sacar del lío a
Richard Rodgers, había sido la abogada que había logrado llevar a la cárcel a
un par de policías corruptos. Era la persona a la cual Rodgers le debía su
vida. y Rodgers era él.
Aquella noche decidió que no podía dejarlo ahora, es cierto que después
de descubrir todo aquello sobre él por un momento había tenido ganas de
abandonar la investigación. Pero finalmente decidió que ya no por Kate sino por
su madre debía continuar. Ahora sentía que ya no lo hacía por su compañera, lo
hacía por aquella mujer que creyó en él y por el mismo.
El verano toco a su fin y con el final del mismo también llego a su fin
la investigación. Por fin tenía un nombre, una cara y una razón.
La trama en la que él se vi envuelto de joven solo era la cima de un
iceberg.
Aquellos policías corruptos no trabajaban por libre. Ellos solo eran un
eslabón dentro de una red de mafiosos que se dedicaban al tráfico de drogas,
armas y trata de blancas.
Ciertamente la condena de aquellos policías fue un golpe para la
organización porque se quedaron cojos de información, pero rápidamente fueron
sustituidos. Lo que en aquella época sobraban eran policías que tenían un
precio.
La madre de Beckett continuo en su empeño, y descubrió la relación entre
los policías y una mafioso llegado del este Vladimir Volkov.
Unos días antes de su asesinato la mujer había descubierto el lugar donde
se encontraba el piso franco en el cual retenían a las jóvenes. Con aquella
información se dirigió a la comisaria número 7 donde trabajaba un viejo amigo
suyo. Aquel policía junto a su equipo e hizo una redada, como consecuencia de
la misma las jóvenes fueron liberadas y los hombres encargados de su custodia
detenidos.
Aquella acción le costó millones de pérdidas a Volvok. Lo cual hizo que
pusiera precio a la cabeza de la mujer. El nueve de enero un sicario llegado
desde Moscú apuñalo hasta la muerte a Johanna Beckett, cumpliendo así las
órdenes dadas por su jefe.
Aquel día el amigo de Johanna se había puesto en contacto con la misma
para preparar una cita donde poder pasarle cierta información que habían
obtenido sobre más policías corruptos.
Cuando Johanna llegó al callejón donde habían quedado se encontró a su
amigo con otro hombre al que ella no conocía.
De la boca de su amigo tan solo salió un lo siento y entonces la mujer lo
entendió. Nunca saldría con vida de aquel callejón.
Lo único que a Castle le quedaba era recoger todo y una vez en Nueva York
decidir qué hacer con lo que había descubierto.
Un verano sola, por eso ya había pasado otras veces, sin embargo este
había sido tan doloroso como otro vivido años atrás.
Realmente desde que él apareció de nuevo en su vida tenía que reconocer
que demasiado a menudo sentía un gran dolor en su pecho. Claro que si ponía lo
que sentía en la balanza aun ganaba la alegría de tenerle de nuevo junto a ella.
Durante los meses que habían pasado juntos desde aquel asesinato en el
que él había sido el principal sospechoso, se habían ido acercando. Había
habido veces en las que ella había logrado sentir a su Rick, pocas es cierto
pero lo había sentido. En su cabeza se fue formando la idea de que tal vez ese
acercamiento podría dar lugar a algo más, pero las hojas del calendario fueron
cayendo trayendo con esa caída tan solo amistad. Pero aun siendo tan solo
amigos ella había dibujado en su mente un verano diferente, en su imaginación
ellos pasarían tiempo juntos. Pero aquello no sucedió. Él una vez más
desapareció.
Había perdido ya la cuenta de las veces en las que él salía huyendo, y
ella lo único que hacia entonces era dejar su vida en suspenso esperando su regreso.
Y ahora lo volvió a hacer, él se fue y ella se sentó a esperar.
Quizás era hora de cambiar, de decidir vivir. De dejar de esperar.
Su espera duraba ya 16 años y ¿que había logrado? Nada.
Tal vez era hora de dejarle partir. Lo había intentado pero no había
logrado que él se enamorara otra vez. Era cierto que lo sentía cerca, que
sentía como él la protegía, como él la apreciaba cada día más. Sentía como él
cada día que pasaba confiaba mas en ella, la invitaba a comer con su familia,
al cine con su hija, pero ella sentía que para él solo era una amiga.
Al ritmo que llevaban puede que cuando ambos fueran ancianos por fin
lograrían estar juntos.
Había esperado 16 años, y ahora en esta tarde de agosto se empezaba a
plantear que quizás ya era tiempo de dejarle partir.
Los golpes en su puerta hicieron que sus pensamientos se detuvieran,
lentamente encamino sus pasos hacia aquella, tomo aire y abrió. Al ver a la
persona que se encontraba al otro lado puso la mejor de sus sonrisas.
-Llegas puntual –decía mientras se apartaba y abría del todo la puerta-
pasa, ponte cómodo en cinco minutos estaré lista.
Tal como había dicho cinco minutos después recogía su bolso y ambos salían
de su apartamento.
Habían decidido ir al Clearview Cinemas Ziegfeld, hacia pocos días que
habían estrenado la película 42. Película basada en la historia de Jackie
Robinson, el primer afroamericano en jugar en las grandes ligas de beisbol
estadounidense.
Después de las dos horas y ocho minutos de metraje de la película,
cenaron en el cercano restaurante Old Castle situado en W 54th st siendo esta
calle la misma donde se encontraban los cines.
Después de la agradable velada y pese al intento de él tomarían
diferentes taxis, no sin antes quedar en verse de nuevo. El joven al despedirse
depósito un dulce beso en los labios de la mujer.
-Ha sido un autentico placer Kate, me lo he pasado realmente bien esta
noche junto a ti – se notaba en su voz que lo dicho era cierto- espero que no
tardemos mucho en repetirlo.
-Gracias, la verdad es que me lo he pasado muy bien. Ya vamos hablando y
vemos cuando lo podemos repetir.
Cuando por fin se metió en su cama la invadió una extraña sensación.
Realmente se lo había pasado genial aquella noche con él. Era divertido,
atento, caballeroso, guapo tenía que reconocer que era muy guapo. Vamos como
diría Lanie estaba realmente bueno. Le atraía, ambos se atraían, entonces
porque había terminado en su cama sola. Porque no le había dicho que viniera
con ella, no tardo mucho en saber la respuesta. No lo había hecho por él. No
había invitado a Josh a su casa por Castle. Por eso tenía esa extraña
sensación, sentía como si le hubiera engañado. No pudo más que reírse, no podía
engañar a alguien con quien no tenía ninguna relación.
Josh le gustaba, le atraía, y esa noche justo antes de caer en los brazos
de Morfeo tomo su decisión, se daría una oportunidad con él.
Septiembre por fin llego y con él termino el verano. Las últimas dos
semanas ellos se habían hecho inseparables. Laine si bien se alegraba por su
amiga tenía aun ciertas dudas.
-A ver cariño, realmente ¿es ésto lo que quieres? –Decía mientras tomaba
un sorbo de su copa de vino.
-No te entiendo, la verdad. Llevas años dándome la lata con que tengo que
hacer algo con mi vida amorosa y cuando por fin lo hago me preguntas ¿si es lo
que realmente quiero?
-Kate, solo quiero estar segura de que has tomado la decisión adecuada.
Solo quiero saber que estas con Josh porque realmente te gusta y quieres estar
con él.
-Claro que quiero estar con él.
-Vale, y ¿que pasara cuando Castle vuelva?
-A que te refieres –la verdad es que no quería pensar mucho en ello.
-Vamos preciosa, no te hagas la tonta. Ambas sabemos que aun sientes algo
muy fuerte por el chico escritor, y tan solo me pregunto si cuando él vuelva a
escena, tú serás capaz de continuar tu relación con Josh , o por el contrario
le dejaras para esperar que el escritor se tire en tus brazos.
-Venga ya Laine, yo no siento ya nada por el escritor –en su cara se
reflejaba la tensión que aquella conversación le causaba- al menos nada que no
sea amistad.
-Crees que si lo repites lo suficiente ¿terminara siendo verdad? Pero
sabes que te digo, que es tu vida y que tú sabrás que haces con ella. Solo
espero que nadie salga herido por esta situación. De todas formas pase lo que
pase, yo estaré ahí para ti. Y qué narices por lo menos te has quitado las
telarañas –decía para rebajar un poco la tensión.
Al día siguiente por fin sus vacaciones llegaron a su fin. Tenía que
reconocer que la conversación tenida con Laine le había hecho replantearse algo
su relación con Josh. Su amiga le había hecho la misma pregunta que se hacia
ella cada día, que pasaría cuando él volviera a aparecer en su vida.
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