En la cabeza del escritor aun resonaba la pregunta de su madre. Que iba a
hacer para recuperarla. Mientras pensaba que podía hacer para que la detective
se fijara en él y se olvidase del médico reparó en algo dicho por Martha.
Ella había usado la palabra recuperar, no había dicho que iba a hacer
para conquistarla no, había dicho recuperar. Pero como iba a recuperar algo que
nunca había tenido. Con esos pensamientos se fue quedando profundamente
dormido.
- Verás, hace ya unos
meses decidí que este verano iría a visitar a mi tío Henry. Bueno en realidad
no es mi tío, es el ex marido número 2 de mi madre, pero siempre hemos tenido
una conexión especial.
-Vale, ¿solo es eso?
Realmente me habías asustado. Me parece genial –menos mal, solo es que va a
estar fuera unos días- y ¿cuándo te vas?
-El viernes, salgo el
viernes.
-Aha, vale eso es pasado
mañana. Y regresas cuando ¿el lunes? O te quedas unos días más
-Veras, solo quiero
que escuches hasta el final y luego
hablamos vale? –Venga Rick, tú puedes hacerlo-
Cuando comencé este último año en el nuevo High School me prometí a mi
mismo que esta vez todo saldría bien. Que no volvería a meterme en líos,
que sería el lugar en el que terminaría
mis estudios y donde decidiría cual iba a ser mi futuro. Decidí que mi pasado
no me alcanzaría, que nunca más las drogas ni las peleas formarían parte de mi
vida. Y todo comenzó bien, el instituto me gustó, la gente era fantástica, el
grupo de debate entró en mi vida y parecía que todo empezaba a tener sentido,
que todo se encauzaba. Incluso en los días en los que nosotros parecíamos dos bombas
de relojería a punto de explotar, incluso en esos días mi vida tenía sentido.
Ahí decidí que al final del curso si lograba que todo terminase bien, iría a
ver a Henry, para poder contarle que todo lo que un día le había prometido al
salir de un juzgado lo estaba logrando. Me sentía feliz, pleno, lleno de vida
nuevamente. Nada ni nadie podía hacerme dudar de mi mismo. Entonces sucedió, mi
pasado volvió y me explotó en la cara.
Siempre dicen que cuando todo va especialmente bien deberíamos
prepararnos para recibir un golpe que compense y equilibre de nuevo la balanza.
En mi caso, no estaba preparado para el golpe, no lo esperaba y además fue
demasiado duro. Si no hubiera sido por tus padres, ahora lo más seguro es que
no estuviera aquí.
-Cariño, por favor…-dios
no puedo verle así.
- Solo deja que
termine-decía Rick mirando a su novia- después de aquello, tú reapareciste en
mi vida por así decirlo. Descubrí a la chica de la que todos me hablaban, y me
enamoré de ella. Y por extraño que parezca tú lo hiciste de mí. Así que de
nuevo volvía a sentirme bien, feliz, pleno. Pero algo dentro de mí no estaba
bien, y aun hoy no lo está. Necesito salir de esta ciudad, necesito recargarme,
necesito procesar todo lo que ha sucedido en mi vida no solo en este último año
sino también en los 2 años anteriores. Necesito procesar que mi mejor amigo fue
asesinado por 2 policías corruptos, que fui perseguido por ellos, detenido,
juzgado y que eso no sucedió una sola vez. Necesito procesar que esos policías
me tendieron una trampa para así poder terminar conmigo. Necesito procesar que
si en mi vida no hubiera existido una Kate Beckett ahora estaría como poco en
la cárcel y como mucho muerto. Necesito procesar que por un momento mi madre no
confió en mí, y pensó que el “malo” de la película era yo. –Las lágrimas
surcaban la cara de Rick- Kate, me estoy ahogando, siento que me voy hundiendo
cada día un poco más, siento que lo único que aun hace que me mantenga a flote
eres tú. Y no quiero que cargues con ese peso, quiero ser capaz de ofrecerte lo
mejor de mí. Quiero poder darme por entero a ti. Quiero que seas totalmente
feliz. Pero para que todo eso suceda, necesito curarme.
-Rick, oh mi amor, que
puedo hacer para ayudarte? Como no he sido capaz de darme cuenta de su dolor? Como no he visto
que tus bromas y tu sonrisa escondían tanto dolor- no podía dejar de llorar, no
quería que su amor sufriera de aquella forma.
-Nada de esto es culpa
tuya. Al contrario, solo tú eres la responsable de que aun esté en pie. Pero
necesito irme, mi viaje es a Escocia. –vi la sorpresa dibujada en su cara-
Henry vive allí desde hace 5 años, y es allí donde voy a pasar todo el verano.
-Todo el verano? En
Escocia?- se va, dios se va demasiado lejos-
-Lo siento, pero …
-Vale. No te disculpes.
No es lo que tenía planeado para este verano, pero…-dios, está tan indefenso.
Realmente necesita tanto ese viaje, no sabe cuánto le echaré de menos- Lo
entiendo, mi amor. Entiendo que necesitas alejarte, recuperarte, cargarte de
energía, dejar de una vez por todas tu pasado tras de ti. No voy a negarte que
me encantaría que lo hicieras aquí junto a mí. Pero entiendo tu decisión. Solo te voy a pedir una cosa, y es que no
olvides que yo estoy aquí, por favor llámame, cuéntame cómo te va allí, como te
vas sintiendo, deja que aun en la distancia forme parte de tu recuperación.
-Como voy a olvidarme de
ti, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
-Te quiero Richard
Rodgers.
-Te quiero Kate.
Se despertó como siempre bañado en sudor. Esta vez el sueño había sido
mucho más largo y con muchos más detalles. Salió de la cama y se puso el
pantalón de chándal que había dejado tirado la noche anterior junto con una
sudadera y las zapatillas de deporte. Se dirigió al salón y salió de la casa.
Necesitaba respirar aire fresco urgentemente.
Cuando Martha se levantó noto algo raro, Richard solia ser el primero en
levantarse y cuando ella y Alexis lo hacían el desayuno ya estaba preparado.
Aquella mañana sobre la mesa de desayuno no había nada, el café no estaba
hecho, ni el zumo, ni las tostadas. Al principio creyó que su hijo aun estaría
durmiendo cosa que le parecía extraño ya que ese día era el cumpleaños de
Alexis y la niña había elegido su desayuno especial. Martha decidió ir a la
habitación de Richard para ver si se encontraba bien. Cuando abrió la puerta
descubrió que no estaba allí, miro en el cuarto de baño pero tampoco lo
encontró. Salió de allí y se encamino al despacho pensando que tal vez se
habría puesto a escribir y habría perdido la noción del tiempo. El despacho se encontraba vacío y sobre la
mesa estaba el móvil de Richard. Definitivamente algo había pasado.
Decidió esperar un tiempo antes de comenzar a llamar a sus amigos. Tal
vez Rick tan solo había salido a correr y se había olvidado el móvil en casa.
Cuando a las 12 del medio día aun no había ni rastro del escritor Martha
decidió que era el momento de llamar a Beckett.
Tan pronto la detective recibió la llamada de Martha salió en dirección
al loft del escritor. De camino llamó a Esposito para que comenzase una búsqueda
del vehículo del escritor, le facilito la matricula de todos los coches que
Castle poseía ya que no sabía en cual se habría ido.
-Oh querida, gracias por venir tan rápida –Martha la tomaba entre sus
brazos- no se que ha podido pasar.
-Tranquila ya verás como aparece pronto y como no le habrá pasado nada
–intento con todas sus fuerzas que su voz sonara creíble- ¿donde está Alexis?
-Llame a la madre de su mejor amiga y vinieron a recogerla. Le dije que
su padre había tenido que salir pronto de casa por temas de trabajo. No se fue
muy convencida pero por lo menos estará entretenida. Kate no sé donde puede
estar.
-Supongo que habrás llamado a Gina, vale por tu cara si lo has hecho y
ella tampoco tiene idea de donde puede estar.
El teléfono de la detective sonaba en aquel instante.
-Perdona Martha es Esposito. Tengo que contestar por si ha descubierto
algo.
Según hablaba con Espo se iba alejando de Martha.
-Vale, entonces habéis podido localizar el Mercedes en Queens. Si,
entendiendo. Y ¿qué hace el coche en un descampado? Si, si, ¿vacio? Joder, si
vale. Mantenme informada. Gracias Javi.
Martha había preparado un té verde. Esperaba ansiosa las noticias que
Espo había facilitado a Kate.
-Y bien, ¿qué te ha dicho? –preguntaba bastante nerviosa.
-Bueno sabemos que fue en coche hasta un descampado de Queens. Pero el
coche está vacío y por la zona no hay ni rastro de Castle.
La cara de Martha se torno pálida al escuchar a Kate.
-Has dicho ¿Queens?-la detective asentía- Oh dios mío. ¿Richard que te ha
pasado esta noche?
-¿Tiene algún sentido para ti lo de Queens? –Preguntaba la detective
bastante perdida.
-Oh Kate, allí comenzó todo. Allí fue donde ellos vieron a los policías
corruptos, allí fue donde los policías comenzaron la persecución de mi hijo y
su amigo.
-Mierda, como se me ha podido olvidar. Pero porque iba a ir hasta allí si
no recuerda nada.
-Kate cariño, desde hace un tiempo sus sueños son siempre sobre cosas que
él ya vivió. Supongo que esta noche ha tenido uno en el que apareció todo
aquello.
-Martha me estás diciendo que ¿ha comenzado a recordar? –miedo es lo que
se notaba en la voz de al detective en aquel instante- vale, sueña cosas que en
realidad son recuerdos de su vida antes del accidente. ¿Sabes que ha recordado
hasta ahora?
-Lo siento querida pero no habla mucho de ello. ¿Es eso importante?
-Si Martha, puede que esté en algún sitio de aquella época. No se vuestra
antigua casa, el instituto… voy a darle las direcciones a Espo y Ryan para que
vayan a comprobarlo.
Ambas mujeres ya no sabían donde más podría haber ido. Lamentablemente
Castle no estaba ni en su antigua casa ni en su antiguo instituto. Beckett
también les había mandado a la dirección de su antigua casa familiar, pero allí
tampoco había rastro del escritor.
Cerca de las 6 de la tarde la puerta del loft se abrió dando paso al
escritor. Ante ambas mujeres se encontraba un hombre totalmente derrotado.
Traía la cabeza gacha, arrastraba los pies, y sus brazos caían a ambos lados de
su cuerpo sin ninguna gracia.
-Oh Richard, cariño ¿dónde has estado? –Preguntaba Martha mientras le
abrazaba fuertemente- nos tenias muy preocupadas.
Castle se liberaba de aquel abrazo y levantando la cabeza clavaba sus
ojos en la detective. Lentamente se acercó hasta ella quedando parado justo
frente a Kate.
-Eras tú, siempre fuiste tú –su voz era apenas un susurro- Lo sabías,
siempre supiste quien era yo.
Beckett trató de tomar entre sus manos las del escritor pero éste se
alejó de ella.
-Lo siento. Beckett, lo siento, siento todo el daño que te ha causado. Lo
siento tanto –se dejo caer roto por el llanto.
-Oh Rick no tienes que disculparte por nada. Ya pasó, todo aquello ya pasó
–por fin podía tomar entre sus brazos al hombre del que llevaba toda una vida
enamorada. Pero tenía que reconocer que en aquel momento estaba muerta de
miedo- yo siento no haberte dicho quien era, pero…
-Hoy no Beckett, hoy no sería capaz de entender nada-levantó su mirada
encontrándose con los ojos de la detective llenos de amor- Hoy no, pero tenemos
que hablar. Quizás mañana.
Había sido un día muy largo para todos, Beckett tras comprobar que Castle
estaba bien decidió que era hora de volver a casa. Martha al poco de
cerciorarse también del estado en el que su hijo se encontraba salió en busca
de su nieta. El escritor tan solo se tumbo en su cama.
Todos tenían la sensación de que aquella noche iba a ser igual de larga
que su día.
La joven detective había quedado finalmente con su mejor amiga, tal vez
la única que realmente tenía. Necesitaba hablar con alguien y nadie mejor que
Laine.
-Vaya susto que debéis haber pasado. ¿Y al final donde se ha metido todo
el día?
-No ha contado mucho, solo que se despertó y sentía que en casa se
ahogaba así que decidió salir. No tenía un rumbo fijo pero apareció en Queens.
Cuando llego allí los recuerdos de todo lo que sufrió a manos de los policías
corruptos se agolparon en su cerebro así que decidió salir de allí. Se olvido
de que había ido en coche, comenzó a pasear por la ciudad. La siguiente parada
fue su antigua casa y nuestro instituto.
-Vaya, asi que no ibas tan descaminada cuando le dabas las direcciones a
los chicos. Solo que llegaban tarde.
-Sí, eso parece. Y finalmente termino sentado en un banco frente a mi
antigua casa. Allí se pasó horas. Y por fin decidió volver. No había
solucionado nada, los recuerdos le seguían golpeando, pero había logrado no
ahogarse.
-Pobre, la verdad es que tiene que ser duro –Kate andaba perdida- me
refiero a que un día eres una persona y al siguiente esa personas que has sido
ya no existe. Te acostumbras a ello y de repente tu mundo vuelve a cambiar y
todo aquello que viviste pero no recuerdas comienza a golpearte. Debe ser duro.
Y ahora ¿qué vais a hacer?
-¿A qué te refieres?
-Castle y tú qué vais a hacer. Él por fin sabe quién eres. Sabe que eras
su novia.
-A ver Laine, no te montes películas – nos conocemos ésta es capaz de
pensar que mañana mismo nos casamos- Tenemos que hablar eso ambos lo sabemos.
Él me repetía una y otra vez que sentía el dolor que me había provocado. Pero
en sus ojos había algo más.
-A que te refieres con algo más.
-No se es como si sintiera el dolor que me causó al echarme de su vida
pero al mismo tiempo le doliera el que yo todo este tiempo supiera quien era él
y no se lo dijese. Y lo que vi en sus ojos era como si me dijera que le había
traicionado. Laine se que tenemos que hablar pero me da miedo.
-¿Miedo?
-Si miedo de adonde nos pueda llevar esa conversación.
-Olvida los miedos, lo que tenga que ser será. Y dime porque crees que se
va a asentir traicionado. Que yo sepa fue él quien decidió echarte de su vida sin una
explicación. Fue él quien prohibió hablar de Richard Rodgers. No puede sentirse
traicionado por algo que él provocó.
-Ya veremos Laine, ya veremos.
-Bueno y con el doctorcito que vamos a hacer-mejor vamos finiquitando
temas que con Kate todo se puede alargar hasta la eternidad-
-Josh, joder me había olvidado por completo de él y hemos quedado dentro
de 1 hora, iré a su casa. Tengo que hablar con él-tengo que ser sincera con él
y sobre todo conmigo.
En el loft del escritor mientras Martha intentaba explicar a su nieta
porque su padre estaba en la cama sin querer ver a nadie.
-Abuela, ¿he hecho algo mal?-la voz de la niña denotaba toda la tristeza
que sentía-Martha tomó a su nieta y la sentó en su regazo.
-Cariño ¿por qué dices eso?
-No sé, hoy era mi cumple y papa ha estado todo el día fuera. Y ahora no
quiere verme, no me ha felicitado, ni ha jugado conmigo en todo el día. He
tenido que hacer algo mal.
-Oh, no cariño. No has hecho nada mal. Mira, recuerdas que te conté que
hace mucho tiempo papá estuvo muy malito y que cuando se curó había olvidado
muchas cosas –viendo como la pequeña asentía decidió continuar- pues anoche
papá tuvo una pesadilla y comenzó a recordar cosas que había olvidado. Y esos
recuerdos le hicieron sentirse mal. Y por eso salió, necesitaba buscar la paz
que había perdido.
-Ya, es como cuando yo tengo sueños feos con el monstruo que sale de
debajo de mi cama. Eso me pone mal, y entonces viene papá y me dice que todo ha
pasado y que no tenga miedo. Ahora seré yo la que le diga que no hay que tener
miedo porque yo estaré a su lado y le protegeré del monstruo.
-Si cariño, ahora tu le dirás que no tiene que temer nada –abrazaba con
fuerza a su nieta.
-Sabes, no quiero que papá recuerde más –viendo la cara de sorpresa de su
abuela decido que mejor se explicaba- claro, eso le hace ponerse malito. Mejor
que se deje de recuerdos.
Y dicho aquello se bajó del regazo de su abuela y se encamino a la
habitación de su padre. Tenía una misión y no era otra que espantar al monstruo
que hacia poner malito a su papá.
-Papi, ¿estás dormido?-decía Lex abriendo tan solo un poco la puerta.
-Hola princesa, no. Anda ven y túmbate conmigo que hoy no hemos estado
juntos-aquella presencia hizo que se dibujara una sonrisa en su rostro- mañana
pasaremos todo el día juntos. Haremos lo que tú quieras. Será tu día especial.
-Bien!! –Contestaba realmente alegre- papá no tienes que tener miedo del
monstruo.
-¿Monstruo? A que te refieres princesa –preguntaba un tanto desconcertado
el escritor.
-La abuela me ha contado que anoche tuviste una pesadilla y que eso hizo
que te pusieras malito. Y por eso has estado todo el día fuera. Porque lo que
soñaste eran cosas del pasado que te hicieron daño.
-Si cariño, soñé con cosas que pasaron hace mucho y me sentí mal. No solo
por mi sino por todo lo que sufrieron otras personas.
-Ya, sabes cuando yo tengo un mal sueño tu siempre me dices que no tengo
que temer nada porque tú me proteges. Ahora yo te lo digo a ti. Cuando sueñes
cosas feas, solo tienes que ir a mi habitación y meterte en mi cama y yo
cuidaré de ti. Yo hare que el monstruo de tus sueños se vaya.
Mientras escuchaba a su hija el escritor fue consciente de que las
lágrimas que había estado conteniendo desde hacía un rato por fin vagaban libremente por sus
mejillas. No pudo más que apretar fuertemente a su hija contra su pecho.
Mientras la pequeña iba limpiando con todo su amor las lagrimas de su padre.
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