La mañana amaneció con un sol
radiante, Kate se intentaba despertar, pero estaba tan agusto en la cama que le
costaba un mundo levantarse. Debía hacerlo, había quedado con sus chicos en
media hora, tiempo suficiente para una ducha, vestirse y salir disparada hacia
la recepción.
Aun no se podía creer el giro
que había dado aquel verano, estaba en España desde hacía cuatro días, la tarde
anterior habían llegado a Madrid. Un poco cansados, tan solo salieron a pasear
por la zona centro de la capital. Dejaron las visitas para otro día. Estaba con
su chico, eso hacía que la sonrisa que se dibujó en su cara en el momento en
que sus padres le dijeron que se iba de viaje aun no se hubiera ido de su rostro.
Sus pasos se dirigieron hacia
la recepción, allí fue recibida por sus chicos, le hacía gracia cada vez que
Henry decía esa frase. Henry le recibió
como cada día con un super abrazo como él mismo le llamaba, Rick se acercaba a
ella sonriente y dejaba un beso en sus labios.
-Buenos días preciosa –decía
un cantarín Henry- ¿estás preparada para el día de hoy?
-Claro, y ¿cuál es el plan
para hoy? –No soltaba la cintura de su chico.
-Eso Henry, ¿qué plan tenemos
para hoy? -preguntaba Rick.
-Veréis chicos, me ha surgido
algo. Tengo una reunión de trabajo, así que el día de hoy lo tendréis que pasar
sin mí. Ya sé que eso os hará que el día sea insoportable, pero es lo que hay
chicos- y diciendo esto salió disparado hacia la puerta del hotel- no hagáis
nada que yo no hiciera -gritaba ya desde la calle.
Pues allí estaban los dos
solos, recorriendo las calles de Madrid. No tenían muy claro que querían ver
primero, pero con el día que hacia si sabían que esa mañana no irían a visitar
el Museo del Prado. Terminaron en la Estación de Atocha tomando un tren hacia
El Escorial. Cerca de una hora después de montarse llegaron a su destino, les
dijeron que el famoso monasterio pese a que todo el mundo lo conozca como el
monasterio del Escorial realmente estaba en San Lorenzo de El Escorial. Se
miraron como diciendo a cuanto estará ese otro pueblo, menos mal que están al
lado. Se pusieron a caminar hacia como uno de los lugareños les había dicho: “mira,
sino tiene perdida, toda esta calle pa´rriba y llegáis al pueblo de arriba y
nada más entrar se ve ya el monasterio”.
Y tenía razón nada más
terminar de subir la cuesta, aparece deslumbrante el Monasterio.
Dicen que por España se usa
una frase “esto dura más que la obra del escorial” se tardó en construir 21
años.
La verdad que es un lugar
mágico. Lo mandó construir Felipe II, que fue un rey español. El monasterio fue
la residencia de ese monarca. Una de las salas que más espectaculares es el
Panteón de los Reyes, que está situado justo bajo el altar mayor.
La verdad es que después de
hacer todo el recorrido por el monasterio (casi 2 horas) ambos jóvenes reconocían
la belleza del lugar.
Ya en la llamada lonja, que
no es otra cosa que la explanada que rodea el edificio, decidieron sentarse y
tomar un granizado.
-Sabes Kate, dicen que el rey
Felipe II mandó construir este edifico justo aquí, porque según la leyenda con
el monasterio se tapa una de las puertas del infierno –decía Rick.
-Venga ya, te lo terminas de
inventar.
-No, es lo que se dice. Al
igual que la catedral de Paris y otras tantas-afirmaba el chico.
-Tendré que mirar eso que
estás diciendo cuando volvamos a casa –concluía la joven.
-Bueno y ¿qué quieres hacer
ahora? ¿Tienes hambre? Porque podíamos comer algo aquí y luego ya si eso nos
vamos a Madrid.
- La verdad es que mi
estomago empieza a estar vacio, así que me parece genial lo de comer algo y
luego irnos. Sabes he oído que hay un parque en Madrid que es una pasada,
podíamos ir esta tarde, ¿qué te parece?
-El retiro, vale. Si tú
quieres ir iremos preciosa-dejaba un beso en sus labios.
-Bien, me parece bien que
sepas quien manda aquí. Pero te has equivocado, el parque de El retiro es el
que conoce todo el mundo, pero hay otro que se llama El Capricho que por lo
visto es mucho más bello. Es a ese al que quiero ir.
Ya de regreso en Madrid se
fueron al Capricho.
Realmente la plaza del Capricho, el Palacio, el estanque, la plaza de los
Emperadores, o la fuente de los Delfines y de las Ranas son impresionantes.
Al salir del parque estaban
cansados, decidieron volver en taxi al centro, pasar un rato por el hotel y
allí decidir qué harían esa tarde-noche. Y ver si Henry había vuelto.
-Estoy agotado –decía Rick
tirándose sobre la cama- ¿en serio tenemos que volver a salir?
- Pues si que tienes poco
aguante-contestaba la joven tratando de picarle- como tengas el mismo para
todo…
-Si quieres te lo demuestro
preciosa. Hay cosas para las que mi aguante es total- decía tomando a la joven
por la cintura y arrastrándola hasta él.
-Ehh, mira ahí hay una nota, ¿será
de Henry?
-Bueno pues nada, parece que
Henry ha quedado con una mujer a cenar, así que tenemos la noche también para
nosotros solos. ¿Qué te apetecería hacer preciosa?-decía acercándose hasta su
chica- podíamos pedir lago para cenar y quedarnos en tu habitación, ¿qué te
parece?
-Pues, la verdad… yo casi
preferiría que saliéramos a cenar por ahí y a tomar algo. – Se soltaba del
abrazo de su chico y se ponía de pie.
-En serio ¿eso es lo que
quieres? ¿No prefieres que nos quedemos en el hotel los dos solos? Seguro que
lo pasaríamos bien-decía alzando las cejas.
-Joder Richard, no seas
pesado. Ya te he dicho que prefiero salir. ¿Qué parte no has entendido? – la
joven estaba empezando a enfadarse.
-Eh, ¿qué narices pasa? ¿No
puedo gastar una broma o qué?
-¿Una broma? Pues no le
encuentro la gracia, la verdad.
-Perdone, usted señorita
prefecta. Es cierto que usted nunca gasta bromas ¿no? – el joven no entendía
porque estaban discutiendo.
-Claro que gasto bromas Rick,
no seas idiota. Pero si veo que no tienen gracia no continuo con ellas
indefinidamente.
-Pues no se cual es el
problema de mi broma.
-Déjalo, si no lo entiendes
no voy a perder el tiempo tratando de explicarlo.
-Claro, doña perfecta no
puede rebajarse hasta el nivel de los mortales para explicar lo que le ha
parecido mal. Manda huevos, la verdad.
-Sabes qué, vete a la mierda
Richard. -decía esto saliendo de la habitación del chico y dando un portazo.
Unas horas después cada uno
paseaba por su habitación intentando saber que debían hacer. Ambos se
preguntaban cómo podían haber tenido aquella bronca cuando solo iban a decidir
donde saldrían a cenar.
Los golpes en la puerta de su
habitación sacaron a Kate de sus pensamientos. Lentamente, casi arrastrando sus
pies se dirigió hacia aquella puerta para ver quien se encontraba tras de ella.
Cuando abrió sintió como su
corazón se aceleraba.
-Lo siento, lo siento mucho. ¿Podrás
perdonarme?
-No tengo nada que perdonar
Rick, la culpa también ha sido mía.
-No cariño, claro que debes
perdonarme, a veces soy un idiota. Debí darme cuenta de que la broma no te
estaba gustando, no debí seguir con ella.
-No, yo nunca debí ponerme
como me puse solo por ello.
-Kate, creo que ambos sabemos
porque no te gustó la broma. Deberíamos sentarnos y hablar, ¿no crees? – Decía
Rick tomando entre sus manos las manos de su novia.
-Tienes razón. Quizás
deberíamos hablarlo.
-Ven, sentémonos en el
sillón. ¿Has cenado algo? –Kate negaba con su cabeza- pedimos una ensalada, un
poco de queso y ¿charlamos? Eso es un ¿sí?
Vale, entonces voy a llamar al servicio de habitaciones.
Unos 20 minutos después ambos jóvenes estaban
preparados para tener aquella conversación, al mismo tiempo que intentaban
calmar a sus estómagos.
-Mira Kate, yo nunca pretendí
incomodarte con mi estúpida broma. No pensé que te lo tomarías como lo hiciste,
si por un solo segundo mi mente hubiera sido capaz de imaginarse que no lo
entenderías nunca lo hubiera hecho.
- Rick, cariño lo de menos
era la broma. Ha sido el cómo me he sentido. Las cosas que han comenzado a
pasar por mi cerebro. Yo no había hecho esto antes, ¿sabes? –La cara del chico
era de estar perdido- me refiero a que nunca antes había salido con nadie.
Nunca había tenido novio. Como mucho me había dado algún que otro beso con
algún chico pero nada más. Siempre dije que no quería novios tan pronto, que no
quería que los chicos interfirieran en mi educación. Entonces llegaste tú y
desde el primer día me sentí atraída por ti. Sentía cosas, que ni yo misma
entendía, por eso mi comportamiento del principio. Luego la noche aquella, me
di cuenta que todo puede cambiar en un momento, que igual no debía frenar mis
sentimientos. Luego descubrí que tú sentías lo mismo por mí y me sentí
inmensamente feliz. Comenzamos a salir pese a todo lo que durante años me había
prometido a mí misma. Y descubrí a un Richard divertido, cariñoso, gracioso, un
poco egocéntrico, un poco niñato a veces. Descubrí que siempre estabas junto a
mí, que nunca pedias nada que yo no estuviera dispuesta a dar. Que si te decía
que no podíamos vernos porque tenía que estudiar, tu solo sonreías y decías no
pasa nada amor, estudia ya saldremos otro día. Cada día me fui enamorando más
de ti. Pero al mismo tiempo, ha ido apareciendo un miedo que antes no estaba. ¿Y
si lo que te doy no es suficiente? ¿Y si tú quieres algo más? – decía Kate mirando
directamente a los ojos de su novio.
-Cariño, veras. Creo que me
enamore de ti la primera vez que vi tu sonrisa. Eres lo mejor que nunca me ha
pasado en la vida. Me das todo lo que necesito para ser feliz, porque el mero
hecho de que estés junto a mí ya me hace feliz. El resto, sucederá cuando ambos
estemos preparados, cuando ambos lo deseemos. Cuando eso pase, será
maravilloso, pero no creas que por el hecho de que aun no haya sucedido no soy
feliz, porque lo soy.
- Ya, pero tú ya has estado
antes con chicas. Y yo no sé cuando estaré preparada …
-Cariño, no voy a negar que
he estado con otras chicas, pero te voy a decir algo. Ninguna eras tú. No me
importa esperar por ti, te quiero. Y eso sí que es nuevo.
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