Las semanas fueron
transcurriendo, llenas de clases, exámenes, entrenamientos, y discusiones sobre
todo discusiones. Pese a todo, aquellos meses estaban siendo los mejores de
Rick desde hacía mucho tiempo.
Aquel día al llegar a casa estaba
realmente enfadado.
-Madre ya he llegado me voy a mi
cuarto. No quiero cenar –decía nada más entrar.
-Hijo, que ha pasado-decía su
madre acercándose hasta él y tomando su brazo.
-No la soporto, es tan engreída,
egocéntrica, intransigente.
-Y hablamos ¿de?
-De Beckett, madre, de Beckett
–decía mientras soltaba un suspiro y pasaba sus manos por el pelo.
-Ya, anda vamos a sentarnos y me
cuentas que ha pasado hoy. ¿Quieres?
-No puedo con ella. Nada de lo
que hago o digo le parece bien. Si propongo un orden alternativo a la hora de
la exposición le parece mal, si propongo que hagamos técnicas de teatro para
ganar química y que seamos capaces de improvisar le parece mal…
-Ya, nada le gusta. Y ¿no será
que no sabes cómo exponerlo? Hijo te conozco y sé que a veces cuentas las cosas
pero no explicas la razón de fondo para hacer algo.
-Madre, tengo una idea -decía
poniéndose en pie de un salto- ¿qué te parece si les invito a casa, y aquí le
enseñamos lo que el teatro puede hacer por nuestro equipo? Me explico, haremos
un debate aquí, ellos contra nosotros dos madre, les demostraremos lo que se
puede hacer con la improvisación. ¿Qué te parece?
-¿Les demostraremos? O se lo
demostraras a ella- decía sonriendo- pero me parece una gran idea.
Desde que Rick había logrado
convencerles de lo que la improvisación podía proporcionarles las cosas habían
ido mucho mejor, las eliminatorias del campeonato habían comenzado y ellos las
pasaban con una soltura pasmosa.
Entre ellos las cosas habían
mejorado algo, por lo menos ahora no se tiraban a degüello a cada momento. No
se podía decir que fueran amigos pero ahora por lo menos se toleraban. Eran los
únicos que nunca quedaban, cuando el grupo salía junto si uno venia el otro
ponía cualquier excusa para no tener que coincidir. Como ellos decían ya era
suficiente con coincidir en el grupo como para hacerlo también fuera y
desperdiciar un fin de semana. Aquel día era viernes y estaban los ocho
intentando hacer planes, intentando decidir dónde ir, y sobre todo intentando
que ellos dos decidieran ir con el resto.
-Oh vamos, queréis dejarlo ya -decía
Charly – joder, no es tan difícil, sólo tenéis que venir, lo pasaremos bien. Es
hora de que os deis una oportunidad, tenéis que conoceros de una vez. Kate,
mira, Rick es divertido, simpático, gracioso, amigo de sus amigos. Y tú chaval,
Kate es genial, es dulce, simpática, divertida. Ambos sois más parecidos de lo
que pensáis. Vamos daros una oportunidad, y sobre todo, no nos hagáis al resto
participe de vuestro rollo.
Aquello dicho por Charly les hizo
reaccionar, ambos se dieron cuenta que estaban poniendo a sus amigos en
verdaderos aprietos, así que decidieron que aquella tarde saldrían todos.
Al final decidieron ir patinar y
luego tomarían una hamburguesa, porque la primera opción de ir al cine se
descarto, no lograron ponerse de acuerdo con la película.
Durante la cena el ambiente ya
estaba relajado, la verdad es que desde fuera nadie diría que aquellos dos
jóvenes que estaban sentados juntos, riendo y compartiendo un batido tan solo
unas horas antes se trataban con indiferencia.
Era hora de regresar a casa.
-Oye Kate, ¿cómo vas a regresar? –Preguntaba
Rick- lo digo porque es un poco tarde, si quieres tomamos un taxi juntos.
-Richard Rodgers, vaya, vaya,
vaya. Mira Colins a quién tenemos aquí -decía una voz salida de la nada.
Los chicos se paraban, Rick se
giraba quedándose pálido al descubrir a quien pertenecía aquella voz.
-Chico ¿qué haces a estas horas
en la calle?, hace horas que deberías estar en casa –decía un hombre acercándose
hasta el.
-Detective, yo… verá… yo….
-Vaya, vaya, Ricky se ha quedado
sin palabras. Contra la pared, vamos, comprobemos que llevas -decía el policía
abriendo su chaqueta y enseñando su pistola- y vosotros –decía girándose hacia
el grupo de amigos- será mejor que os larguéis a vuestras casas.
-Ni de coña, por mi parte no
pienso irme de aquí dejando a mi amigo con usted- decía Kate- él no ha hecho
nada y usted le está atosigando. No tiene ningún motivo para cachearle, esto es
abuso de autoridad.
-Vaya, vaya, pero que tenemos
aquí.¿ Quien te crees que eres para hablar así a un agente de la ley? - la
tomaba del brazo no de muy buenas formas- vamos a tener que enseñarte modales.
-Jefe, suéltela, ya me tiene a
mí. ¿Quiere detenerme? hágalo, ¿quiere cachearme?, ¿enseñarme una lección?,
hágalo. Pero suelte a la chica- la voz de Rick, ya no sonaba nerviosa, y en su
cara se veía decisión- ¿qué quiere de mi?
El taxi avanzaba por las calles
de Nueva York, por fin era capaz de ver su destino, salió corriendo de aquel
vehículo, atravesaba el último obstáculo antes de llegar a su destino final.
-Mamá, Papá, os necesito –decía
casi sin aliento-
-Cariño ¿qué sucede? -decían
ambos preocupados por el aspecto de ella-
-Necesito que me ayudéis, por
favor –en aquel momento las lagrimas comenzaban a salir de nuevo –
-Katie-decía la mujer- cariño,
tranquilízate. Ven siéntate y cuéntanos que pasa. Katie-repetía ella.
-Oh, mama, no lo entiendo, no sé
de donde salió. No sé porque empezó todo –por fin lograba que su voz saliera de
su garganta- No hacíamos nada –se derrumbaba en el sillón.
-Cariño, nos estás preocupando-
en aquel momento su padre intervenía- que tal si comienzas por el principio.
Vamos cariño, se que tú eres capaz de contarnos que ha pasado.
Tras unos minutos, en los que en
aquella casa lo único que se escuchaba eran los sollozos de una joven, por fin
ella comenzó su relato.
-Salíamos de cenar, estábamos
despidiéndonos para volver cada uno a su casa, Rick me estaba preguntando si
quería que compartiéramos taxi porque decía que ya era tarde y que no debería
volver sola. Entonces él apareció y se dirigió directamente a Rick, comenzó a
atosigarle, le zarandeaba, mostraba su pistola, quería intimidarle. Al
principio mi amigo parecía asustado, se veía miedo en sus ojos. No sé porque
pero decidí intervenir, trate de defender a mi amigo, pero aquel hombre
entonces comenzó a atacarme y Rick me defendió. Pasó de estar asustado a
mostrarse seguro e incluso temerario, se volvió insolente, incluso golpeo al
hombre.
- Vamos a ver Katie, nos estás
diciendo que ¿fuisteis atacados por un hombre? Quería robaros- decía el padre
tratando de saber de qué narices iba aquello- ¿Avisasteis a la policía?
-Noooo, él era policía. Aquel
hombre era policía. Golpeo a Rick, lo esposó, lo metió en su coche y
desaparecieron. Tenemos que ir a comisaria, por favor. Él no hacía nada malo,
solo me defendió, por eso Rick golpeo al poli. Tenéis que ayudarle- decía
bastante más tranquila, pero aun asustada.
En otra parte de la misma ciudad,
una mujer llegaba a un edificio. En su cara se podía ver la angustia que
oprimía su corazón.
-Señora Rodgers, siento que nos
volvamos a ver en estas circunstancias.
-Detective, yo también lo siento.
Me pude decir ¿qué ha pasado? ¿Por qué razón Richard está detenido?
-Será mejor que me acompañe a la
sala de familiares, tome asiento por favor Señora.
-Gracias detective, pero le
agradecería que dejara la cortesía a un lado y comenzase a contarme que ha
pasado – la angustia estaba apoderándose de aquella mujer.
- Verá, esta noche en mi ronda se
recibió una llamada en esta comisaria.
Se nos comunicaba que había un joven de unos 17 años, vendiendo droga a
la salida de una hamburguesería. Cuando llegamos allí, nos encontramos con su
hijo, cuando tratamos de hablar con él se volvió violento, nos atacó, nos
golpeó, así que tuvimos que detenerle pero antes tuvo que ser reducido. Estaba
fuera de sí –relataba el policía.
-Por dios, no puede ser. Él dejó
todo eso tras de sí. Seguro que tiene que haber una razón – la mujer comenzó a
llorar.
-Señora, siento tener que
informarle que cuando llegamos a comisaría por fin pudimos cachearle,
descubrimos la razón de su comportamiento. Llevaba encima 3 gramos de cocaína,
unas 30 pastillas de LSD…
-No, no, no. No puede ser, no.
-Ahora íbamos a comenzar el
interrogatorio, pero al ser menor…
-Háganlo, no hay problema-el
dolor de la madre dejó paso a la frialdad más absoluta- y que esta vez page por
todo lo que haya hecho, tal vez fue un error aceptar el trato la última vez.
-Ya le advertí, que los chicos
como su hijo rara vez cambian. Siento no haberme equivocado-decía el policía,
en su voz se podía notar ¿alegría?- Señora Rodgers, puede esperar aquí, cuando
finalice el interrogatorio vendré a comunicar lo que descubra.
En la sala de interrogatorios
podía verse a un joven tirado en una silla, en su cara había rastros de sangre
aun, el labio partido, el ojo izquierdo comenzaba a inflamarse y a tomar un
color negruzco, no había duda aquel joven había sido golpeado.
-Bueno, bueno, Ricky tras haber
logrado el permiso de tu madre, vamos a charlar un rato tú y yo. Me vas a
contar todo lo que quiero saber, ¿entiendes lo que quiero decir?- tomaba la
cara del chico entre sus manos- mira que pintas tienes, parece que te has
golpeado con algo.
-Váyase a la mierda. ¿Cree que me
da miedo? Vamos ya he pasado por esto otras veces, ¿cree que me derrumbaré? –
Había seguridad en su voz.
-Vaya, ya veo que no eres el
miedica de antes. Pero sabes que chaval, esta vez me voy a divertir. Tenemos la
cocaína y las pastillas que llevabas encima. ¿Cuántos años te caerán por ello?
Oh vaya, ¿sorprendido?
En aquel momento la puerta de la
sala se abría.
-Detective, han llegado los
abogados del detenido.
-EH, ¿qué? ¿Qué abogados? –Decía
mirando con odio al chico.
-James Beckett, soy el abogado de
Richard Rodgers, y desde ya le digo que mi cliente no va a contestar a ninguna
pregunta. También le comunico que hemos presentado una denuncia por detención
ilegal así como otra por violencia policial y por registro ilegal. Mi compañera
se encuentra en estos momentos reunida con el fiscal. Detective ¿cómo quiere
que hagamos esto?- total decisión había en él, ningún titubeo, como sabiendo
que estaba en posesión de la verdad- Rick, tranquilo en menos de una hora
estarás en casa.
Tres horas después cinco personas se encontraban
en el salón de la casa de los Rodgers.
-No sé cómo les podre agradecer
lo que han hecho por mí esta noche. Señor y Señora Beckett gracias, Kate …
-Vamos chaval, no hay nada que
agradecer. Una de las cosas que a mi mujer y a mi menos nos gustan es la
violencia policial, la injusticia, el tomarse ciertas libertades por el mero
hecho de llevar una placa encima. Y ese detective se ha tomado demasiadas
libertades. Menos mal que había muchos testigos de lo que sucedió realmente. Lo
de colocarte la droga eso ya es el colmo.
-Gracias –decía por fin la madre
de Rick- si no hubiera sido por ustedes ahora mi hijo estaría camino de la
cárcel. Hijo –decía girándose- ¿podrás perdonarme algún día por no haber
confiado en ti?
-No hay nada que perdonar madre,
todo ha terminado bien. Olvidémoslo. Lo siento pero estoy cansado, sino les
importa creo que me iré a dormir. Señor y Señora Beckett de nuevo gracias,
espero poder recompensarles esto de alguna forma. Kate, nunca olvidare lo que
has hecho por mí, nunca. Madre- sus ojos estaban brillantes por las lágrimas
que no dejaba salir- algún día nos reiremos de todo esto, algún día.
-Rick, ¿te puedo acompañar?-decía
Kate- creo que mis padres y tu madre aun tienen que hablar de muchos temas
legales y aunque las leyes me apasionan creo que por hoy he tenido suficiente.
Cuando ambos jóvenes
desaparecieron los adultos comenzaron su conversación.
-Parece ser que toda esta
historia comenzó hace 2 años, por lo visto esos detectives eran corruptos y esa
circunstancia fue descubierta por su hijo y su amigo Tom. Un día mientras los chicos estaban en una casa abandonada de
Queens fumando marihuana, vieron a los detectives aceptar un sobre que les
entregaba Calibri (traficante local). Desgraciadamente los detectives vieron a
los chicos, y comenzaron desde ese día la persecución. Finalmente un día les
detuvieron por posesión de estupefacientes, Tom pasó los últimos dos años
internado en un centro, pero su hijo tuvo más suerte con el juez y logro un
trato. Los detectives decidieron tenerle vigilado por si en algún momento Rick
decidía hablar, todo iba bien para su hijo hasta que Tom volvió a cruzarse en
su camino –contaba Jim, intentando dar sentido a lo vivido por el chico.
-En el momento que Tom reapareció
en la vida de Richard –continuaba Johanna- los policías empezaron a temer de
nuevo por sus carreras. Así que comenzaron a vigilar a Rick. Desgraciadamente,
Tom no fue tan fuerte como su hijo y sucumbió a las drogas. Hace tres días fue
encontrado su cadáver, tenía un tiro en la cabeza. Se supone que fue asesinado
por los policías porque se había quedado con parte de la mercancía que debía
vender. Collins y su compañero decidieron que era el momento de ir a por
Richard, porque pensaron que en cuanto él tuviera conocimiento del
fallecimiento de su amigo ataría cabos. Señora Rodgers, todo fue una trampa.
Puede estar segura, su hijo ya no es el mismo chico de hace dos años –tomaba
del brazo a la mujer, intentando dar fuerza a Martha.
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