Ambos habían decidido la noche anterior, que el día siguiente
seria sólo para ellos. Necesitaban estar solos para dejar definitivamente tras
de sí la noche anterior. A la hora señalada aparecieron en la recepción del
hotel, antes de abandonar el lugar dejaron una nota para que fuera entregada a
Henry.
Caminaban con sus manos entrelazadas por el Paseo de la
Castellana, habían decidido que en la Estación de Chamartín cogerían el metro
para dirigirse a la zona centro y una vez allí perderse por sus calles.
Cuando ya estaban a punto de entrar en la estación ante ellos
apareció un autobús, y por lo que ponía en su cartel de dirección iba hacia
Sol.
-Mira Rick , el bus va a Sol, podíamos cogerlo y así iríamos
viendo las calles de Madrid –sugería Kate a su novio- ¿te apetece?
-La verdad es que es una buena idea. Mejor que pasarse más de
media hora metidos en un vagón bajo tierra –contestaba el chico.
Durante el trayecto hasta Sol observaban por la ventanilla
las calles por las que pasaban, la verdad es que el recorrido era largo. Tras
dejar Chamartín y tras varios minutos pasaron por Plaza de Castilla.
-Mira Kate, los Juzgados –decía el joven a su novia- si
vivieras aquí, este sería tu lugar de trabajo. Entonces según el plano estamos
en Plaza de Castilla.
-¿Y por qué dices eso Rick? –Preguntaba la joven con una
pequeña sonrisa en su cara.
-Porque vas a ser abogado, ¿no? Oh, venga no pongas cara de
sorprendida. No me iras a decir que aun no lo tienes decidido, porque no
colaría cariño.
El autobús continuaba su recorrido por las calles de Madrid,
pasando por plaza de Cuzco, Castellana, Alonso Cano, para volver a Castellana.
Una vez que el autobús volvía a enfilar el Paseo de la Castellana comenzaron a
aparecer algunos de los más bellos edificios de Madrid. Estando ya en la Plaza
de Colón ante ellos se alzaba majestuosamente la estatua en honor al
descubridor de América. Un poco más
adelante a su izquierda apareció el impresionante edificio de la Biblioteca
Nacional, al fondo comenzaba a vislumbrarse la fuente en honor a la Diosa
Cibeles. Rodeando la fuente se encontraban el antiguo Edificio de Correos que
en la actualidad albergaba el Ayuntamiento de la Capital y el Palacio de
Linares sede actual de Casa América.
-Kate, mira Cada de América. Según cuenta la leyenda un
fantasma recorre las estancias del edificio. Parece ser que unos jóvenes
enamorados decidieron casarse en contra de la opinión de sus familias, él rico
y poderoso, ella pobre y estanquera. Pasado el tiempo descubrieron la razón de
tanta oposición, eran hermanos. Abatidos, ambos jóvenes pidieron una dispensa
al Papa, para poder continuar juntos. Aquel se la concedió, pero a cambio
deberían vivir en castidad. Era tal el amor que se profesaban que no pudieron
cumplir con su promesa. Resultado de su amor nació una niña, y ante el miedo a
ser descubiertos, la pequeña fue emparedad. Se dice que es su fantasma el que
vaga por el palacio.
-Eso te lo terminas de inventar –decía la joven con cara de
horror- como va a existir un fantasma vagando por el Palacio, venga ya Rick, no
te hacia tan crédulo.
-O sea ¿que si te crees lo del asesinato, pero no lo del
fantasma? Y si una cosa puede ser cierta porque no lo puede ser la otra – se
defendía el muchacho.
- Con tanta cháchara nos hemos perdido el edificio del Banco
de España, el Instituto Cervantes, mira ya hemos llegado al final de trayecto.
Pero esto no es Sol –decía una sorprendida Kate.
- Ya, este autobús hace años que no para en Sol exactamente,
pero si bajamos por esta calle, llegamos allí en menos de cinco minutos.
Tal como el joven
decía en menos de cinco minutos llegaban a sol. Puro centro de Madrid.
Decidieron que lo primero que debían hacer era desayunar. Entraron en la
Menorquina, una pastelería famosa de Madrid que se encuentra en pleno Sol. Tras
recobrar fuerzas con unos churros y un café emprendieron su caminata por
Madrid.
En el mismo Sol, se encontraron con el edificio del reloj.
-Sabes, esto es como nuestro Times Square. Aquí cada 31 de
diciembre la gente se reúne para despedir el viejo año y recibir al nuevo
–contaba la joven, ante la atenta mirada de su novio- esperan a que esa bola
enorme baje y el reloj de 12 campanadas. La tradición es que por cada campanada
se tiene que comer una uva. Y después brindan y comienza la fiesta.
-Pues parece divertido, algún año deberíamos probar eso de
las uvas. Mira si vamos por esa calle de allí, creo que es la calle de Arenal,
podemos llegar a la plaza donde está el Teatro Real y un poco más allá están el
Palacio Real y la Catedral de la Almudena.
- Venga vamos. Caminemos hacia el teatro y tienes que hacerte
una foto ante él o si no a tu madre le dará un sincope –decía la joven, muerta
de la risa.
Tras dejar la plaza de Opera o de Isabel II , que es donde se
encuentra el Teatro Real, llegaron hasta la explanada del Palacio Real y junto
al mismo la Catedral de la Almudena.
Decidieron visitar el Palacio. Recorrieron su patio central,
la farmacia del mismo, la sala de armas, los distintos despachos,
comedores, dormitorios, salones. La sala
del billar, la sala para fumar. La sala de los Streadivarius. Lo único malo, es
que dentro de Palacio estaban prohibidas las fotos.
-Venga ya Kate, esos chinos que van delante de nosotros no
paran de hacer fotos. ¿Porque nosotros no podemos?
-Porque no estoy dispuesta a pasar vergüenza cuando el
vigilante venga a decirnos que aquí no se pueden hacer fotos. A ellos les puede
dar igual, pero a mí no –contestaba la joven totalmente seria.
-Sabes, a veces, pero solo a veces, eres un pelín muermo. Que
lo sepas –contestaba el joven dándose por vencido, sabiendo que ni en un millón
de años sería capaz de convencer a su chica para hacer fotos.
Tras abandonar el Palacio y dado que la Catedral se
encontraba justo al lado, decidieron entrar a visitarla.
-Sabes, este templo lo mando construir el Rey Alfonso XII
cuando su amada esposa Mercedes murió. De hecho la reina está enterrada aquí
–comentaba Rick.
Después de visitar ambos edificios decidieron que era un buen
momento para ir a comer.
Se encaminaron por la Calle Mayor, callejearon un poco y por
fin llegaron a Puerta Cerrada. Allí decidieron comer en la taberna El Madroño.
-Dicen que lo típico de aquí es comer unos huevos rotos. Kate ¿quieres que los probemos?
- Y como se suponen que son.
-Llevan huevos fritos, jamón serrano, patatas y pimientos
de padrón. Suena bien, ¿no? También es muy típico una cosa que se llaman callos.
- Lo de los huevos suena de lujo, pero ¿que narices son los
callos?
El joven llamo al camarero, y tras la explicación de aquel
sobre lo que eran los callos los jóvenes decidieron pedir los huevos y unas
croquetas.
Tras la comida la verdad es que les apetecía un café así que
decidieron volver hasta el Palacio Real y tomarse el café en la terraza del
café de Oriente desde donde se tiene una vista privilegiada del Palacio.
Tras el merecido descanso decidieron continuar su excursión
por Madrid. Pidieron la cuenta y una vez que Richard la abonó se pusieron rumbo
hacia la Plaza Mayor, llegaron hasta ella caminado por la Calle Mayor, y
pasando junto al Mercado de San Miguel. Decidieron que volverían allí con
Henry.
La plaza mayor con sus nueve puertas siendo la más famosa de
todas la conocida como Arco de Cuchilleros, en la zona norte de la misma se
encuentra la no menos famosa Casa de la Panadería y frente a ésta la Casa de la
Carnicería. En el centro de la Plaza nos saluda majestuosamente la estatua de
Felipe III.
Comenzaba a caer la tarde y pusieron rumbo hacia la Plaza de
España, para desde allí continuar hacia el Templo de Debo.
Un verdadero templo egipcio en medio de Madrid. En los años
60 (finales) el gobierno egipcio
agradecido por la ayuda recibida por parte de España donó el Templo, y por fin
a principios de los años 70 llego a España.
Está ubicado en el mismo lugar en el que un 3 de Mayo de 1808 las tropas francesas
procedieron a fusilar al pueblo de Madrid, el mismo lugar en el que
antiguamente estuvo situado el Cuartel de la Montaña. En ese mismo lugar
cargado de historia para el pueblo de Madrid, se levanta hoy en día el hermoso
Templo de Debo.
Contemplar el atardecer desde allí te transporta en el tiempo
y en el espacio, pudiendo casi sentir el Nilo fluir junto a ti.
-Cariño, esto es precioso. Gracias por traerme aquí –decía la
joven abrazándose fuertemente a su compañero.
Iba siendo hora de regresar al hotel, se encontraban realmente
cansados y aun quedaba la noche, así que decidieron regresar en taxi.
Aquella noche salieron los tres a cenar su destino fue el
Restaurante Cien Llaves situado en Casa América, dado el buen tiempo reinante
impropio del caluroso verano madrileño, decidieron cenar en la terraza del
Palacio.
Tras la cena se encaminaron hacia la Plaza de Santa Ana,
querían pasar un rato en The Roof/ The Penthause, situado en una azotea de
dicha plaza. Las vistas de Madrid desde aquella terraza son espectaculares, se puede
ver todo Madrid, pero sintiendo el encanto de encontrarte en el barrio de las
letras ( Huertas).
Tenían que reconocer que el día había
sido muy largo, así que tras abandonar Ther Roof, ninguno tenía ganas de
continuar con su noche madrileña, esa noche ambos jóvenes cayeron rendidos en
sus camas.
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