Los dos días siguientes fue un no parar por parte del
escritor pero por fi aquella era la mañana del día señalado. Se levantó a las
seis de la mañana aun tenia cosas que hacer. En menos de dos horas llegaría el
gran pedido de bebidas. Y deberían colocar todo en las grandes neveras llegadas
la tarde anterior.
Eran las doce ya y supervisaba los últimos toques que la
diseñadora estaba dando a la decoración. La verdad es que había sido una suerte
que aquella joven se cruzase en su camino. La idea de él había sido
desarrollada a la perfección por la joven.
-Anna, espero que esta tarde asistas a la fiesta.
-¿En serio? –la cara de la joven reflejaba la alegría que
aquella invitación le había supuesto- Me encantará. Siendo así y como esto ya
está terminado será mejor que me marche para preparar mi ropa.
-¿Cómo vas a vestirte? –Preguntaba un tanto ansioso Castle.
-Ah, lo siento. Será sorpresa. Pero seguro que te gustará
–decía la joven guiñando un ojo al escritor.
Al mismo tiempo que la diseñadora abandonaba la vivienda del
escritor, éste decidía ir a casa de la detective Beckett. Al final había
decidido que era mejor que ella se sorprendiera como el resto de invitados.
Aprovecharía para hacer algo con ella. Sabía que aun ellos no habían tenido la
conversación pero ese no sería el día.
El timbre de la puerta sonó justo en el momento en el que
ella salía de la ducha, tan solo se puso una toalla alrededor del cuerpo y se
acerco a mirar quien seria. Descubrió quien era la persona que se encontraba al
otro lado y los nervios se apoderaron por unos segundos de ella. Pensó
rápidamente si sería conveniente abrir la puerta cubriendo su cuerpo tan solo
con una toalla, finalmente decidió ser mala.
-Castle no esperaba verte. Creía que debía estar en tu casa
dentro de media hora – la mujer sonreía viendo lo que había logrado provocar en
su compañero- Castle, vas a quedarte ahí o prefieres entrar y decirme porque
has venido.
-Eh si claro, perdona. Debería haber llamado antes de venir.
Creo que te he pillado en un mal momento – el escritor no podía desviar su
mirada de la imagen que su compañera e estaba ofreciendo al estar cubierta tan
solo con la toalla.
-Tranquilo, no pasa nada. Ya había terminado. Anda pasa, y
así podre cerrar la puerta. No me gustaría que mis vecinos me vieran así. Qué
tal si te sientas mientras termino de secarme y me pongo algo de ropa
–realmente estaba contenta viendo que había logrado perturbar al escritor al
recibirle de aquella manera.
Pocos minutos después la detective salía de su dormitorio ya
vestida. Se había decidido por unos vaqueros ajustados, una camisa blanca
entallada y unas botas altas. Cuando el escritor la vio así vestida sintió como
su corazón se aceleraba de nuevo. Definitivamente aquella mujer le podía.
-Y bien, ¿por qué has venido?
-Eh, sí, claro la razón de porque he venido. Beckett ¿podría
tomar un vaso de agua?, es que tengo la garganta seca.
-Claro, pero ¿no preferirías una copa de vino? –viendo como
él asentía se dirigió hacia la cocina, regresando con dos copas y el vino.
-Gracias. Bueno verás he decidido que quiero que te
sorprendas como el resto de invitados. Así que he pensado que podríamos salir a
comer y pasar un rato por ahí. Luego te traería de vuelta a casa con el tiempo
suficiente para que te arreglases y pudieras llegar a tiempo de la fiesta. ¿Qué
te parece?
A las tres y media Castle paraba su coche frente a la puerta
del bloque de apartamentos donde vivía la detective.
-Gracias, me lo he pasado genial. Hacía tiempo que no me
divertía tanto. Castle no sabes cuánto he echado esto de menos –un halo de
tristeza nublaba sus ojos.
-Ey Kate, no te entristezcas. Me ha encantado pasar este
tiempo contigo. Sé que aun tenemos una conversación pendiente. Prometo que
cuando termine todo lo de la fiesta de Alexis, y la de presentación del libro.
La tendremos –se acerco hasta la mejilla de la detective y deposito un tierno
beso-Te veo a las cinco preciosa.
Y por fin eran las cinco menos diez de la tarde del viernes.
La hora había llegado. Se miraba por última vez en el espejo y sonreía antes de
ponerse definitivamente su casco. Tras aquello se dirigía hacia lo que solía
ser el salón de su casa. Allí daba las últimas órdenes a los camareros, y decía
al DJ que la música debía comenzar en cuanto comenzasen a llegar los invitados.
Puntuales comenzaron a llegar los primeros invitados, la
primer como no podía ser de otra forma fue la detective unos segundos después
llegaron Gates, Espo, Ryan, Laine, y el resto de compañeros de comisaria. Y tan
solo un par de minutos después llegaron el resto de invitados.
El loft estaba en todo su esplendor, todo correctamente
adecuado para la fiesta.
En la puerta había dos “Droides de Combate B1” perfectamente
colocados como si de dos guardas de seguridad se tratasen, con sus respectivas
armas de combate a modo intimidador.
Una vez pasado el registro de seguridad con los Droides de
Combate B1 y los pases con los que
habían sido invitados, la puerta del loft daba paso a una inmersión galáctica
donde el Halcón Milenario se hacía hueco
a las diferentes galaxias, se podía observar en primera instancia como
colgaban del techo las X-wing, Tie Fighter, NaboostarFigther (diferentes naves ambientadas) las cuales estaban amenazantes a los posibles
intrusos, la grandiosa Estrella de Muerte en el centro del Salón del trono y
cómo los Ewoks observaban desde diferentes partes del techo a cada uno de los
invitados aquella noche para procesar el alzamiento de la nueva princesa.
http://www.youtube.com/watch?v=nXnW8QEeGDo
R2D2 y C3PO eran los encargados de servir las bebidas a los
invitados, como si de una Cantina de Chamul se tratase.
Los diferentes Blasters colocados con cuidado e intención,
daban al Halcón Milenario la sensación de entrar en batalla en cualquier
momento contra la Estrella de Muerte y su AT-AT Walkers, colocada en un rincón
y que no por ello quedaba menos amenazante, preparada y lista para atacar.
Todo estaba listo y preparado para la ascendencia al trono de
la princesa Alexis, una vez que ya habían llegado los diferentes dirigentes y
jedis.
Aún con el asombro reflejado en sus rostros los invitados
vieron aparecer a los anfitriones.
Era el momento en el que la Nueva Reina hacia aparición.
http://www.youtube.com/watch?v=-W5ORiBBnNM&list=PLB7498DC9520AF425
Ante todos apareció Alexis con su vestido ceremonial. El atuendo, estaba
formado por dos partes muy diferentes, un vestido de color blanco y un manto de
pétalos. El vestido de satén dispone de un adorno frontal en forma de larga
tira decorada con el símbolo de la casa real en color amarillo pálido. El manto
estaba compuesto por cientos de finos pétalos de seda blanca, amarilla y
rosada. En la espalda el vestido incluía un ornamento tiene forma de paraguas.
Llevaba una redecilla que actuaba como decorativa diadema.
Acompañando a la reina hizo su entrada Martha cuyo vestido se componía de tres partes. La
primera era un sencillo vestido de color naranja adornado con cuentas doradas,
cuello alto, mangas acabadas en pico y parte delantera plisada. La segunda
sobre ésta consistía en un abrigo de terciopelo rojo con rosas en la parte
intermedia y con adornos de varias clases bordados en oro. La tercer era una
capa con hombreras muy pronunciadas de color marrón oscuro.
Darth Vader las esperaba al borde de la escalinata. Su casco
un cono redondeado, negro altamente pulido, el frente tenía un canto levantado
que estaba entre sus ojos y la parte posterior de su cabeza, donde se
combinaron varios elementos como el durasteel, obsidiana, y el plasteel. El
casco se acoplaba a la máscara, que abarcaba la mitad de la cabeza de Vader. La
tapa de esta máscara, era coronada con un interfaz circular punteado con un
patrón de cuadrados alrededor de un disco de la plata. Un collar hermético alrededor del cuello. A ambos lados de la
boca, tenía dos tubos finos que alcanzaban la base de la parrilla triangular,
en cuyos extremos había dos pernos de plata. La armadura del pecho era de una
sola pieza. El material era de durasteel y
de una tonalidad gris con varias rayas verticales negras. Alrededor del
cuello, una cadena. Debajo de la
armadura del pecho, llevaba una especie de chaquetón enterizo que estaba abierto
en el frente y que alcanza hasta abajo de las rodillas. En sus manos usaba
guantes negros. Alrededor de su área abdominal, usaba una faja. Sobre el
esternón una unidad de apoyo vital, ésta tenía tres ranuras y varios botones
rectangulares que adornaban la parte inusualmente vulnerable de maquinaria. El
cinturón que se ceñía al chaquetón enterizo era de color negro y tiene tres
cajas de metal en el frente. En medio del mismo un mecanismo de plata para
adornarlo y los otros dos bloques simétricos con botones verdes, amarillos, y
grises.
Veider se giró llamando a la preceptora de la reina. La
embajadora Beckett se acercó, llevaba un vestido cuya capa más interior, de la
que solo se veía un pequeño pico en la zona del cuello y la parte final en la
zona frontal, era de un apagado color rojo teja, y estaba confeccionada con una
tela sumamente ligera y muy suave pese a que su aspecto era el de un paño
arrugado y áspero. La segunda capa de color gris perla con líneas de agua
doradas muy tenues. El cuello era de pico y las mangas largas y ceñidas, bajo
éste se podían apreciar las dos zonas de la capa inferior. Sobre las dos
anteriores vestía una tercera capa, un
kimono cruzado de color gris perla con reflejos metalizados. Sus mangas eran
acampanadas y abiertas al igual que la parte delantera y se adornaban de unos
sencillos bordados de hilo de oro. Un fajín beige con adornos de oro
romboidales sujetaba todo el conjunto anudándose a a la espalda con un gran
lazo cuadrado.
Alrededor de ellos se situaron el resto de jedis, todos ellos
ataviados el mismo traje, tan solo cambiando los colores de las túnicas que
iban desde el negro hasta el beige. La camisa interior era de un color tostado.
La camisa superior un tono marrón oscuro. Los pantalones eran de un color marrón
oscuro (mismo tono que la camisa superior). El tabardo de tela que va bajo el
cinturón, para que este no roce, era del
mismo color que el pantalón y la camisa superior. La túnica marrón o negra y carecía de mangas. Las
estolas de cuero negro. Botas de cuero
negro hasta las rodillas, cinturón también de cuero negro con anclajes para el
sable y la pistola.
Laine se situó al lado de la embajadora Beckett, su traje de terciopelo muy sencillo pero que
gracias a la graduación de color, yendo del rojo al amarillo pasando por el
naranja, resultaba muy vistoso. El traje incluía una amplia capucha. Una cinta
roja cubría la frente y otra el cuello y dos grandes aberturas en las mangas
dejaban ver que bajo el traje vestía otro
de color rojo. Esta segunda capa estaba confeccionada también en terciopelo,
siendo de color rojo intenso y haciendo juego con el cinturón de tela que
entallaba el conjunto a modo de fajín formando una v invertida.
Al lado de todos ellos se encontraba el gran maestro Gates
llevaba tan solo una túnica en color blanco sucio en forma del típico kimono
japonés, cinturón de cuero negro, y bastón. No le faltaban las grandes orejas y
el maquillaje como no podía ser de otra forma era en tonos verdes parduscos.
Las mujeres de los diferentes embajadores llevaban un traje que empleaba únicamente dos colores, el
rojo y el negro, y estaba compuesto por un vestido largo y una especie de
chaleco largo. El primero, que llegaba hasta el empeine, era de una tela muy ligera
pero resistente y disponía de unas mangas amplias pero ajustadas que dejaban
gran libertad de movimientos. El segundo, tenía unas pronunciadas hombreras, se
ajustaba al traje con un amplio cinturón. El conjunto se completaba, con dos
pequeñas pistolas bláster que quedaban ocultas bajo el vestido y por unas
resistentes botas altas de cuero negro.
Protegiendo que nada sucediera durante la entronización de la
nueva reina se encontraba Aayla Secura. Castle no se había extrañado al
descubrir el traje de la diseñadora.
Anna era la perfecta Aayla, su traje se componía de unos
pantalones marrones ceñidos de cuero, un top de cuero marrón con una sola
manga. Por encima del top se veía otro de piel de serpiente. Cinturón de
serpiente también en tonos marrones con pequeño faldón donde descansaban sables
azules. Y botas altas también en tonos marrones. No había olvidado su especial
cabeza y había maquillado su cuerpo y cara en tonalidades azules.
La música de fondo representaba con gusto un ambiente de
diferentes épocas y emociones, donde las BattleFront no pasaban desapercibidas
y recreaban el ambiente perfecto.
Por fin llegó el momento esperado por todos, la entronización
de Alexis como lo nueva reina que les guiaría en su lucha contra el mal. Uno
tras otros todos los embajadores le rindieron pleitesía, jurando su lealtad.
Después del juramento dio comienzo la verdadera fiesta.
Todos los invitados alucinaban con lo que el escritor había
montado, incluso aquellos que nunca había sido seguidores de la saga de Star
Wars reconocían que era una autentica pasada de
fiesta.
El escritor se movía entre todos los invitados tratando de
atender a todos. Sus compañeros escritores le decían lo difícil que se lo había
puesto para poder superar esa fiesta. El alcalde entre risas le decía que igual
debería encargarse él de su próxima fiesta de captación de fondos para su
campaña.
Castle trataba por todos los medios de sin dejar de lado al
resto llegar hasta donde se encontraban sus compañeros en la 12.
-Por fin, pensé que nunca iba a llegar hasta vosotros.
-Tío, que pasada de fiesta. Nunca había ido a una fiesta de
disfraces en la cual realmente pareciera que estuvieras dentro de una película
–en la voz de Javi se notaba la veracidad de lo que terminaba de decir-
-Es cierto, tío es una pasada –corroboraba Ryan lo dicho por
su compañero-
Tanto Laine como Jenny asentían ante lo dicho por los chicos.
Castle tras dar las gracias a sus amigos giraba la cabeza
buscando a Beckett, por fin sus ojos la vieron charlando animadamente con su
madre. Por un segundo no supo si dejar a sus amigos y acercarse hasta donde se
encontraba la detective o esperar a que fuera ella la que decidiera ir hasta
donde ellos se encontraban.
Finalmente Alexis fue la que decidió por él. La pequeña llegó
e insistió a su padre para que jugase con ella y sus amigos. Así que ya no tuvo
nada que decidir, se puso a jugar con los niños.
Martha y Kate giraron sus cabezas en dirección hacia donde se
encontraban los peques de la fiesta. Ambas mujeres no pudieron evitar que en
sus rostros se dibujara una sonrisa al ver como el escritor era atado por un
grupo de pequeños jedis. Que gritaban alborotados por haber podido vencer al
gran Darth Vader.
Cerca de las 10 de la noche en el loft del escritor tan solo
quedaban sus compañeros de la 12, el resto de invitados habían ido dejando la
fiesta cuando sus pequeños hijos habían comenzado a dar síntomas de cansancio.
Ahora sí que Castle se encontraba en familia, miraba a sus
acompañantes y se dibujaba una sonrisa en su cara. Allí junto a él se
encontraban las personas que realmente eran importantes en su vida. Laine,
Esposito, Ryan, Jenny, su madre, su hija y ella.
Esposito algo pasado de copas levanto su vaso e intentó
improvisar un brindis. Pero gracias al lamentable estado en el que ya se
encontraba y dado que se impulso demás a la hora de ponerse en pie, lo único
que logró fue caer de bruces en el suelo. Sus amigos rompieron en carcajadas.
Ryan y Laine trataban de levantar a su amigo pero éste un tanto mosqueado por
las risas tiraba de ellos haciendo que ambos perdieran el equilibrio y
terminaran en el suelo junto a él.
-Chicos, menos mal de Gates no puede ver el lamentable estado
en el que ahora os encontráis – la risa de Castle se podía escuchar mientras
decía eso.
-Castle tiene razón, dais un poco de pena. Y pensar que sobre
el suelo están dos de los mejores policías de la ciudad. Laine cómo vamos a
confiar ahora en tus autopsias –la detective Beckett decidía seguirle el juego
al escritor.
Cuando por fin lograron ponerse en pie, todos decidieron que
ya era hora de regresar a sus casas. Más que nada porque al día siguiente era
la fiesta de presentación del último libro del escritor y debían aparecer lo
más presentables posibles.
Castle subió a acostar a su hija que estaba casi dormida en
el sofá. La niña al verse en brazos de su padre, quiso que Beckett también
subiera a darle las buenas noches. La detective ante la cara totalmente
ilusionada de la pequeña no pudo negarse, así que les dijo a sus amigos que se
fueran marchando que ella aun tardaría un rato.
Tras dejar a la pequeña ya dormida en su habitación ambos
regresaron a la planta baja del loft.
-¿Te apetece una copa de vino? –preguntaba Castle a su amiga.
-La verdad es que creo que por hoy he tomado todo el vino que
mi cuerpo puede ingerir. Además es tarde y debería irme a casa.
-Cierto, son más de las doce. Qué tal si esperas que me
cambie y te llevo a casa.
-Castle no hace falta puedo tomar un taxi para ir.
-Ni de coña, no voy a permitir que vuelvas sola a tu casa a
estas horas. Espérame ahí sentada mientras me pongo unos vaqueros y una
camiseta y te llevo –viendo que no habría forma de convencer al escritor de lo
contrario Kate se dio por vencida.
En poco más de cinco minutos el escritor regresó al salón ya
cambiado, y salieron del loft en busca del coche del escritor. El viaje hasta
la casa de la detective lo hicieron en silencio. Ambos parecían perdidos en sus
pensamientos.
Cuando llegaron a su destino Castle paró el motor del coche y
bajó del mismo para abrir la puerta de su acompañante.
-Gracias.
-No hay de qué. Esperaré aquí hasta que vea luz en tu
apartamento – decía el escritor apoyándose en la puerta de su coche.
Aquellos gestos de su amigo dejaban a la detective totalmente
desarmada.
-Castle, no es necesario.
-Kate, da igual lo que digas no pienso irme sin saber que
estás ya en tu casa –viendo la seriedad de su rostro Kate fue consciente de que
no iba a lograr que el escritor cambiara de idea.
-Está bien. Porque no hacemos otra cosa. Porque no subes y
nos tomamos un café tranquilamente.
-Me parece perfecto. Pensé que nunca me lo ibas a proponer
–sonreía pícaramente el escritor.
Ambos caminaban hacia el edificio agarrados del brazo. Ambos
sentían con aquel simple gesto que estaban en casa. Que por fin después de mucho caminar sus
pasos lograban ir en sintonía.
-Castle que tal si vas preparando el café mientras yo me
pongo algo un poco más cómodo.
Unos minutos después Beckett aparecía ya cambiada, llevando
unas mallas negras y una camiseta, el pelo recogido en una coleta y dejando sus
pies descalzos. Castle no pudo reprimir un suspiro cuando la vio aparecer.
Aquel pequeño gesto no pasó desapercibido para la detective.
-Bueno el café ya está, ¿te lo sirvo en el salón?
-Perfecto, gracias Rick.
Ambos se sentaron juntos en el sofá. Sus manos se rozaron al
darle la taza Rick a la detective haciendo que ambos se miraran por lo que
habían sentido con aquel minino roce.
-Kate, sé que no es el mejor momento. Soy consciente de que
ambos estamos cansados. Pero necesito decirte algo – el gesto de la detective
denotaba la tensión y el miedo que por aquellas palabras se había instaurado en
ella- No te imaginas lo que ha supuesto para mí el que aparecieras en mi vida.
Mejor dicho, el que reaparecieras en mi vida. Hasta hace un año andaba perdido,
pero entonces llegaste tú a mi vida y todo poco a poco empezó a tener sentido.
Mi alegría volvió, mis ganas de hacer cosas, de descubrir quien había sido
antes del accidente. Y todo fue gracias a ti.
-Castle, no tienes que darme las gracias por nada. Soy yo la
que debería agradecerte el volver a mi vida porque gracias a eso he vuelto a
querer vivir. Vivir con mayúsculas no solo caminar por la vida sino dejar que
la vida entre en mí. Gracias por hacer que mi vida vuelva a tener sentido.
Ambos eran conscientes de que era mucho más lo que tenían que
decirse pero de la misma forma sabían que aquella pequeña conversación que
estaban teniendo era mucho más importante de lo que parecía porque era la que
abriría las puertas a la conversación que aun debían de tener.
El escritor se acerco más aun a Beckett y la tomo entre sus
brazos, estregándose ambos en un abrazo anhelado durante años.
Aun teniendo a la detective entre sus brazos Castle fue
consciente de que había llegado el momento de volver a su casa.
-Kate, debo regresar a casa –decía mientras acariciaba la
cabeza de la detective.
-Quédate. Duerme aquí conmigo, déjame sentir de nuevo lo que
es dormir abrazada a ti – Beckett se abrazaba más fuertemente al escritor.
Ambos se levantaron y agarrados de las manos se dirigieron a
la habitación. Eran conscientes de que aquella noche no pasaría nada entre
ellos, pero ambos necesitaban mantener aquel contacto unas horas más.
MUAHAHAHAHHAHAHAHAHHAHA no se de qué me sonará esto!!! jejhejejejejejjejejejeejjejejej
ResponderEliminarMe encanta! :P
Me encantas y me encanta! ^___^ Ya te dejé en su día todos los comentarios de los capitulos que ibas subiendo pero este merece comentario especial :P
Sigue así SIEMPRE. No cambies nunca, porque vales un monton.
Un besazo