Anteriormente en
Nuevos Tiempos
-Pase lo que pase, decidas lo que decidas –por fin se ponía en pie, se
giraba hacia ella y se arrodillaba con un anillo entre sus dedos - Katherine
Beckett, ¿quieres casarte conmigo?
-Richard, lo siento. Lo siento mucho. Pero ahora no puedo aceptar. Han
pasado muchas cosas estos días entre nosotros. Mejor dicho vienen pasando desde
hace semanas –ella le miraba, seria, intentando ver los ojos de su acompañante-
Cosas que me han hecho replantearme lo que existe entre nosotros. Ahora mismo
no sé si lo que estamos viviendo es real, o tan sólo nos hemos dejado llevar
por años de tonteo.
Aquella frase llevó a nuestros
protagonistas a un largo viaje en el que pudieron conocerse mejor a ellos
mismos y en el que descubrieron que pese al dolor seguían enamorados.
-Ya. Richard – decía sentándose nuevamente junto a él- lo siento. No
fui capaz de decir que eras todo para mí. No fui capaz de abrirme totalmente a
ti. Sentía pánico, pánico a que un día descubrieras que no era yo la mujer de
tu vida. Y dejé que ese miedo destrozase nuestra vida. Perdóname, nunca quise
hacerte sufrir. Eras mi vida. Tuve que perderte para ser totalmente consciente
de que sin ti no brilla el sol. Cuando te vi marchar, supe que nunca te podría
olvidar. Por qué ¿cómo se olvida el AMOR? – Las lágrimas corrían por sus
mejillas- El resumen es sencillo, te amo. Richard te amo, y quiero pasar el
resto de mi vida junto a ti – decía tomando las manos del escritor entre las
suyas.
-Lo siento. Beckett, el hombre del que crees estar enamorada no existe.
Hace ocho meses salió de este país totalmente destrozado. Llegué a España, y
conocí a gente maravillosa. Me enseñaron otra forma de vivir. Me fui a la India
a trabajar de voluntario en una ONG española – la detective le miraba
totalmente sorprendida- y me redescubrí. Me gustaba lo que hacía y en lo que me
estaba convirtiendo. Y entonces pasó. Me recuperé. Tu abandono dejó de doler.
Poco a poco, ellas lograron que me abriera nuevamente a la vida.
-¿Ellas? – Katherine estaba empezando a sentir como le faltaba el aire,
recordaba aquel “cariño ya está lista la cena”.
-Sí, ellas. Beckett, en mi vida han cambiado muchas cosas desde aquel
día en los columpios. Tengo una relación y dos nuevas hijas. Uma y Laskmi
tienen 16 y 4 años. Son dos niñas indias que perdieron a toda su familia, y no
podía permitir que las separasen. Y Kenya siempre ha estado ahí, a mi lado.
Incondicionalmente. Ni Kenya ni yo buscábamos una relación seria, pero poco a
poco ambos nos hemos ido metiendo de lleno en ella – Katherine lloraba- Lo siento,
pero es tarde. Quiero a Kenya, tal vez no de la misma forma que te quise a ti.
Tal vez nunca logre amarla como te amé a ti. Pero la quiero, y quiero que sea
parte de mi nueva familia.
Por el camino encontraron nuevos
amigos que les abrieron los ojos, viejos enemigos se transformaron en amigos.
Helen y Emma no sabían que decir, sólo miraban a Kate la cual hacía
varios minutos que estaba muy lejos de aquella cafetería. Katherine tenía la
mirada perdida, las lágrimas bañaban su rostro y entre sus manos sujetaba una
foto como si en ello le fuse la vida. Las jóvenes se estiraron un poco para
poder observar aquella imagen, en ella se veía una pareja con una gran sonrisa
dibujada en su cara, parecían felices.
-Kate, ¿qué vas a hacer para lograr volver a vivir lo que se refleja en
esa foto?
Al final los que vivían la
historia desde fuera era los que tenían la mejor visión.
-En el fondo da lo mismo lo que tú quieras o desees – intervenía Josh
haciendo que ambas mujeres le miraran sin entender a qué se refería- Da lo
mismo que tú le ames, o que desees vivir con él, porque lo vuestro sólo irá
tirando hasta que ellos vuelvan a estar juntos.
-¿De qué estás hablando? – preguntaba Kenya
-Kate y Castle, de ellos estoy hablando. Ellos nacieron para estar
juntos, se aman, da lo mismo lo que haya pasado entre ellos, se aman. Por eso
te digo que da lo mismo lo que tú desees, es su amor el que terminará
decidiendo y por lo que conozco a ambos, tienes todas las de perder. No porque
ellos quieran hacerte daño, si no porque su “misión” es estar juntos. Pueden
tardar más o menos, pero volverán a estar juntos. Es como golpearse contra un
muro de hormigón –concluía el médico.
Historias del pasado por fin
terminan.
-Mamá, todo está bien. Por fin puedes descansar en paz. Hoy el círculo
se ha cerrado. El senador ha sido detenido, será juzgado y condenado. Por fin
eres libre, por fin papá estará en paz, por fin podré vivir. Lo logré mamá,
vencimos – decía cayendo de rodillas sobre aquella tierra- somos libres -Tras
unos minutos en los que tan solo se escuchaba su llanto, se hizo el silencio,
se puso en pie, acarició aquella lápida y por fin en su rostro se dibujó una
sonrisa- ¿Sabes? Él está aquí, pese a todo lo que nos ha pasado él está junto a
mí. Todo lo que ha pasado hoy ha sido gracias a él, el hombre que un día entró
en mi vida como un tornado para ponerla patas arriba es el mismo que ha logrado
traerme la paz. Es mi vida, te gustaría ver cómo soy cuando está junto a mí. Me
hace volver a ser la joven que era tu hija. Los años de tinieblas han
terminado, y es él quien lo ha logrado. Él me ha devuelto la vida, y hoy sólo
ha sido la culminación, el cambio empezó el día que le conocí.
Y Por fin darse cuenta de que su
AMOR es para siempre.
-Somos idiotas – dijeron ambos a la vez.
-Deberíamos estar disfrutando de lo que tenemos, y celebrando que por
fin has logrado hacer justicia. Y en lugar de eso, estamos aquí a las cuatro de
la madrugada tratando de entender qué narices estamos haciendo.
-Rick – tomaba las manos del escritor entre las suyas- ¿y ahora qué
hacemos? –preguntó con miedo Kate.
-Dejar de ser unos críos y arriesgarnos – contestó acariciando la
mejilla de la detective- pero vayamos con calma. Y por favor, esta vez hablemos
cada vez que nos de vértigo lo que sentimos o cuando algo se nos esté pasando
por la cabeza.
-Te quiero Rick.
-Yo también a ti.
-Te amo Kate, sólo quiero pasar el resto de mi vida junto a ti.
-Eso espero Rick, porque si algún día decides dejarme juro que te
pegaré un tiro – ambos sellaron esa promesa con un beso.
Y llegó el momento de salir
definitivamente de la cueva.
-Te amo, te lo he repetido muchas veces estos últimos meses, pero nunca
me cansaré de decírtelo. Hemos perdido mucho tiempo por culpa de mis miedos, y
no quiero perder ni un minuto más. Sé que Laskmi necesita tiempo, para aceptar
lo nuestro y lo tendrá, pero aún así – Kate se ponía en pie se giraba para
quedar frente al escritor y flexionaba una de sus rodillas hasta tocar con ella
la tierra- Richard Alexander Rodgers, ¿quieres casarte conmigo? – preguntaba
mientras mostraba al escritor una alianza.
-Kate – la tomaba del brazo haciendo que se levantase- te amo, eres la
mujer de mi vida, nunca ninguna mujer me ha hecho sentir ni la mitad de las
cosas que me haces sentir tú. Pero – escuchar que había un pero borró de golpe
la sonrisa del rostro de la detective- si quieres saber la respuesta tendrás
que venir a la India a la presentación de mi libro.
-¿Qué clase de respuesta es esa? – Kate se había quedado totalmente
fuera de juego con la respuesta dada por el escritor.
-La que te puedo dar aquí, ven a la India y
sabrás la respuesta.