Desde hacía un mes el escritor y
la detective casi no habían tenido tiempo para poder asentar su naciente
relación, Laskmi continuaba negándose a aceptar a Katherine, ellos intentaban
actuar como si aquello no estuviera afectándoles pero ambos eran conscientes de
que no podrían seguir de aquella forma mucho tiempo.
Cada vez que iban a tener una
cita, la pequeña Lask se las arreglaba para que ésta no pudiera llevarse a
cabo, Uma intentaba convencer a Castle para que dejase de hacer caso a su
hermana pequeña pero él sentía que si perdía el amor de la niña no podría
aguantarlo.
Aquella mañana por fin salía del
loft con una pequeña sonrisa en el rostro, podía que sus problemas con Lask
estuvieran a punto de acabar.
En el aeropuerto JFK se abrieron
las puertas dando salida a los viajeros del vuelo procedente de Frankfurt, tres
personas salían cargados con macutos en sus espaldas, cuando él los vio la
sonrisa de su rostro creció como hacía un meses.
-Por fin habéis llegado – los
cuatro se daban un gran abrazo grupal.
-Námaste – dijeron los tres viajeros
a su amigo.
-Námaste –contestaba él al tiempo
de tomar el macuto de Kenya- tengo el coche fuera. Josh, tu casa ya está
preparada, espero que os guste seguí a rajatabla lo que me pedisteis, está a
diez minutos andando del hospital en el que vais a trabajar.
-Gracias Castle, la verdad es que
nosotros por internet no terminábamos de decidirnos. La verdad que Josh es algo
tiquismiquis con las casas – Kenya, Castle y Gaby rompían en carcajadas
mientras el doctor se paraba cruzándose de brazos haciéndose el ofendido- Oh,
vamos cariño era broma.
Los cuatro abandonaron la
terminal dirigiéndose hacia el parquin, una vez Castle colocó el equipaje todos
montaron en el vehículo y se perdieron en el trafico de NY camino de la nueva
casa de Josh y Gaby.
Durante el trayecto la
conversación giró en torno a la FVF, los nuevos proyectos a desarrollar en
educación y sanidad, una vez en su destino todos bajaron del vehículo, tomaron
los equipajes y entraron a conocer la casa de la pareja de médicos.
-Rick, igual debería quedarme con
ellos.
-¿Estás loca? Mi casa es tu casa
– contestaba el escritor abrazando a Kenya – Te he echado mucho de menos.
-Y yo a ti. Me alegro de haber
venido. ¿Todo continúa igual con Lask?
-Sí, sigue negándose a aceptar a
Kate, ya no sé qué hacer. Espero que tú seas capaz de convencerla.
-Espero que funcione, porque lo
que le he dicho por teléfono no ha servido para nada.
-Kenya, ¿te quedas con nosotros?
-No, gracias Josh, voy a ir a
casa de Rick, tengo que hablar con Lask.
Tras unos minutos más en la casa,
Kenya y el escritor salían para dirigirse a la vivienda de Castle.
Ambos eran conscientes que el
futuro de la naciente relación del escritor con la detective dependía de lo que
Kenya lograra en aquellos días de estancia en NY.
Kenya tenía sentimientos
encontrados, durante años su imposibilidad para ser madre no le había supuesto
ningún trauma, pero desde que las niñas habían entrado en su vida había querido
ser ella su madre. Durante un tiempo lo había logrado, el tiempo en el que ella
y Rick fueron pareja, ella sintió a aquellas niñas como suyas propias, pero el
suelo terminó en el instante en el que la detective había reaparecido en la
vida de él. Y ahora el “éxito” de esa nueva relación dependía de ella.
No tenía nada claro que debía
hablar con la pequeña, por un lado se sentía totalmente alagada porque Lask la
considerase su madre pero por otro sabía que eso sólo se debía a todos los
cambios que había sufrido la vida de la niña en ese año.
Pasó de tener unos padres a
quienes veía poco, vivir en una chabola, estudiar gracias a la FVF a quedarse
huérfana, enfermar gravemente, ser adoptada por un escritor famoso y millonario
vivir en NY, acudir a un colegio de pago
y vivir en un lujoso loft. Demasiados cambios para una niña de apenas 4
años.
-Estás muy callada.
-Lo siento, iba pensando que
decir a Lask, Rick no tengo ni idea de cómo lograr que no odie a Kate.
El silencio volvió a instalarse
en el coche del escritor. Castle comenzó a pensar cómo lograría salvar su
relación si la negativa de la niña continuaba. Katherine era la mujer de su
vida, sabía que quería pasar el resto de su vida junto a ella, quería que ella
fuera la madre de Uma y Laskmi y de los hijos que pudieran tener propios, pero
si la pequeña seguía negándose a aceptar aquella relación, todos esos sueños no
podrían ser convertidos en realidad. Él no podía imponer su voluntad a las
niñas.
Uma había aceptado sin problemas
la relación, de hecho ella fue una de las personas que más le hizo pensar en su
amor por la detective. Uma tan solo quería verlo feliz, y si para eso tenía que
estar junto a Kate a ella le parecía perfecto. Para ella Castle había
significado su salvación por eso siempre sería incondicional a él, la salvó de
la inmundicia y le ofreció el mundo.
-Ahora eres tú el que estás
pensando – Castle la miró sorprendido- es fácil saberlo, tienes agarrotadas las
manos alrededor del volante.
-Ya, yo tampoco sé que haremos.
Una vez llegaron a su destino,
aparcaron el coche y se encaminaron hacia el edificio, Castle llevando el
equipaje de su amiga.
Justo en el momento en el que
accedían al edificio frente a ellos apareció corriendo la pequeña Laskmi.
-¡Mamá! –gritaba mientras corría
y una vez llegó hasta donde los adultos se encontraban se lanzó a los brazos de
Kenya- Mamá, ya estás aquí.
Kenya y Castle se miraron, el
escritor ya no sabía qué hacer para que la pequeña de sus hijas entendiera que
Kenya no era su madre y en aquel instante la mujer estaba superada por la
situación y comenzó a llorar de la misma forma que lo hacía la pequeña.
-Te he echado mucho de menos
mami, pero ahora ya estás aquí y arreglarás todo – decía mientras hundía su
rostro en el cuello de Kenya.
-Yo también te he echado de
menos, estoy aquí para que nosotras hablemos. Vamos a casa– tomándola en brazos
comenzaba a caminar.
Toda la escena fue seguida por
Uma quien había bajado persiguiendo a su hermana.
-Hola Kenya, me alegro de verte.
A ver si tú puedes hacer algo – besaba a la española y tomaba de la mano a su
padre.
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En la 12th la detective Beckett
miraba el reloj intranquila, sabía que aquella mañana su novio tenía que ir al
aeropuerto a recoger a Kenya, Castle había prometido llamar cuando hubieran
llegado a casa y la detective miraba su móvil, con cierta ansiedad, cada pocos
minutos.
La presencia de Kenya en el loft
del escritor le causaba cierto desasosiego, bien era cierto que Richard le
había asegurado que entre la española y él todo había terminado pero ella sabía
lo importante que para él había sido aquella mujer. Había sido ella la que
había logrado hacer que Castle volviera del pozo en el que había caído cuando
él y la detective rompieron, había sido ella la que estaba con el escritor
cuando éste comenzó los tramites de la adopción de Uma y Laskmi, Kenya era
quien le sujetaba la mano mientras Alexis luchaba por su vida.
Movió la cabeza como queriendo
borrar todo aquello que comenzaba a agobiarla, se intentó centrar en la razón
por la que Kenya había vuelto. Ellos se lo habían pedido, la necesitaban para
logar que Lask dejase de odiar a Kate, la necesitaban para logar que esta vez
la detective y el escritor pudieran ser al fin felices.
Katherine estaba tan metida en su
mundo que no se dio cuenta de la llegada de Lanie.
-Cariño, quieres dejar quieto el
móvil de una vez.
-Lanie, no te había visto.
-Ya, estás en otro mundo, llevo
aquí observándote varios minutos y tú ni te has dado cuenta. Anda, vamos a
tomar un café fuera de esta comisaría.
Ambas mujeres abandonaban el edificio
dirigiéndose a una pequeña cafetería cercana, decidieron sentarse en una mesa
al lado del ventanal desde dónde se podía divisar perfectamente la 12th.
-¿Cómo estás? –preguntó
directamente la forense tras pedir el café.
-No pierdes el tiempo. Estoy Lanie,
que ya es algo – contestaba la detective comprobando una vez más su móvil.
-Kate, deja el móvil de una vez.
Castle te dijo que te llamaría cuando llegasen a casa y lo hará. ¿Qué sucede?
-Soy idiota, sé que eso será lo
que me digas cuando te lo cuente, pero no puedo evitarlo.
-Vale, me parece bien que sepas
que eres idiota, pero ¿qué tal si me cuentas lo que te pasa?
-Me siento insegura – su amiga la
miraba alzando una ceja- Me da miedo que Castle al tener en casa a Kenya vuelva
a sentir cosas por ella.
-Tú eres tonta, pero tonta de
remate. Castle te ama, nunca debes dudar de sus sentimientos – decía
interrumpiendo a su amiga.
-Lo sé, pero no puedo evitar
pensar en todo lo que pasaron juntos. Fue ella la que logró sacar a Castle del
pozo en el que se metió cuando lo dejamos, fue ella la que estaba a su lado
cuando el atentado de Alexis, fue con ella con quien comenzó los trámites de
adopción - comenzaba a enumerar todo lo que para ella unía al escritor con la
española.
-Fue a ella a la que sacó de su
corazón tan pronto tú volviste a su vida – concluía la forense.
-Ya, si por eso decía que ibas a
decir que soy idiota. Sé que no tengo nada que temer, pero no puedo dejar de
sentir que mi relación pende de un hilo.
-Pero no por Kenya, recuerda que
ella está aquí para intentar solucionar las cosas don la mocosa esa. Y tampoco
es que penda de un hilo, sólo que la situación no es lo que vosotros deseabais.
-Espero que Kenya pueda hacer
algo al respecto, porque Castle y yo estamos a punto de darnos por vencidos, incluso
Uma ha tirado la toalla. Sabes, tenía miedo por la reacción de las niñas, pero
ni en mis peores sueños podía imaginar lo que está sucediendo.
-Lo siento, nunca pensé que
Laskmi reaccionara como lo ha hecho, es una niña adorable pero todo lo que le ha
sucedido este último año la ha superado. Seguro que lo lográis y dentro de nada
Lask te adorará y para ella serás su madre.
-Me conformo con que no me odie.
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Richard junto a Kenya y la
pequeña Lask entraba en su loft justo después de Uma, la joven se despidió de
los adultos y subió a su habitación.
-Uma, ¿jugamos luego? – Laskmi
esperó en vano la respuesta de su hermana – Papá, tienes que castigar a su Uma
no me habla.
-Igual es porque le has hecho
algo, luego hablaré con ella, ahora vamos a dejar el equipaje de Kenya en su
habitación.
-Será en vuestra habitación.
-No cariño, Kenya dormirá en la
habitación de invitados.
-No puede, sois novios tenéis que
dormir juntos –mientras decía eso se cruzaba de brazos y en su rostro comenzaba
a aparecer su gesto de enfado.
-Lask, tu padre y yo no somos
novios, te lo he dicho muchas veces durante este mes -La niña comenzó a llorar
y salió corriendo hacia su habitación.
-Castle, mientras tú dejas mi
equipaje en la habitación yo iré a hablar con Lask.
Richard se dirigió hacia la
habitación cargando en macuto al hombro y arrastrando sus pies, hacía tiempo
que había comenzado a perder la esperanza de que el comportamiento de la niña
comenzase a cambiar.
Una vez dejó el equipaje se dio
cuenta de algo, aún no había llamado a Beckett. Tras llamar a la detective
subió a hablar con Uma.
-Uma, me gustaría que hablásemos
de tu comportamiento.
-¿Mi comportamiento? –giraba su
silla para quedar frente a su padre- papá, el comportamiento absurdo no es el
mío si no el de Laskmi.
-De Lask se encarga Kenya, y sí
me parece que tu comportamiento está fuera de lugar. Vale que últimamente Lask
nos saca de quicio pero eso no es motivo suficiente para que olvides tu
educación.
-Vale, tienes razón debí
contestar a la mocosa luego me disculparé con ella.
-Perfecto, y ahora te dejo que
sigas con los deberes.
-Papá – Castle se paró justo en
la puerta y se giró a mirar a su hija- ¿qué harás si Kenya no logra convencer a
Lask?
-¿Hacer? creo que no te pillo –
volvió a entrar en la habitación y se sentó en la cama de su hija.
-Me refiero a tu relación con
Beckett. ¿Qué harás si Lask se sigue negando a aceptar a Beckett?
Al mismo tiempo en otra
habitación de aquel loft Kenya tenía en sus brazos a la pequeña Lask intentando
hacer que se calmase.
-Cariño, tranquilízate.
-Pero es que papá está con la
policía esa…
-Laskmi, mírame por favor – decía
mientras levantaba la cabeza de la pequeña- te quiero, siempre serás mi niña, eso
no cambiará porque tu padre y yo no estemos nunca más juntos. Durante el tiempo
que estuvimos saliendo ambos sabíamos que no éramos las personas definitivas.
-Pero si no estás con papá no
serás mi madre y además vivirás muy lejos y no podremos vernos-las lágrimas
continuaban surcando el rostro de la pequeña.
-Lask, te mereces la mejor de las
madres posibles, una madre que te adore, para la que seas lo más importante de
su vida y eso sólo es posible si esa persona está totalmente enamorada de tu
padre y su amor es correspondido por él y esa persona es la Katherine Beckett.
Durante años tu padre y la detective han estado enamorados, les costó mucho
lograr estar juntos, lo pasaron muy mal cuando el año pasado dejaron su
relación por el miedo que les daba la fuerza de sus sentimientos y ahora por
fin han vuelto a estar juntos. Se merecen ser felices, lo mismo que tú y Uma os
lo merecéis.
-Pero ella le hizo daño, le dejó
solo cuando papá quiso casarse con ella. No quiero que papá vuelva a estar
triste.
-Ambos se hicieron daño, pero han
nacido para estar juntos. Su destino es estar juntos, formar una familia, ser
felices.
-Pero tú no estarás cerca,
cuidaste de mí cuando estuve malita y cuando mis papás murieron. No quiero que
no estés conmigo – la pequeña se aferraba a los brazos de Kenya.
-Cariño, siempre estaré para ti,
es cierto que nos veremos menos que si viviera en NY pero vendré a verte en
vacaciones y tú irás a la India en tus vacaciones y podemos hablar todos los
días por Skype.
-Pero…
-Laskmi, si tuvieras la
oportunidad de volver a tener a tus padres vivos, ¿no harías lo posible por
estar juntos? – La niña asintió- claro porque ellos eran las personas a las que
más querías y estar con ellos te hacía feliz, pues lo de Rick y Kate es lo
mismo estar juntos les hace felices y les hace ser mejores personas. Tú quieres
que papá sea feliz pero eso sólo sucederá si tú le dejas estar junto a
Katherine.
- Pero contigo también es feliz.
- No cariño, conmigo papá estaba
cómodo, le ayudé a olvidar el dolor que tenía por no poder estar con la mujer
que amaba, pero no era realmente feliz. No es lo mismo estar a gusto que ser
feliz. Mira, hay veces que dos personas nacen para encontrarse algún día y
pasar el resto de sus vidas juntos, tu padre y Kate son de esas personas.
-¿Su destino es estar juntos?
–Kenya asentía- contra el destino no se puede ir. Pero eso no quiere decir que
yo tenga que querer a Kate ya, ¿verdad?
Mientras esta conversación se
daba entre la pequeña y Kenya, Castle estaba en su despacho intentando averiguar
qué haría si Lask continuaba sin aceptar a Kate. Le había costado mucho llegar
a estar de nuevo con el amor de su vida, podía tocar la felicidad con las yemas
de sus dedos, pero aún no la tocaba con la mano entera. Tendrían que luchar
mucho, pero no quería dejar escapar esa oportunidad, estaba convencido que Lask
con el tiempo aceptaría a Kate, y tanto la detective como el escritor eran
maestros del tiempo.
Kenya le observaba desde la
puerta, sabía que estaba teniendo una discusión con él mismo por el gesto de su
cara.
-Hola, ¿se puede?
-No te había visto, no necesitas
preguntar, ¿cómo ha ido?
-Bien, necesita tiempo, pero todo
está aclarado. Estaba pensando en dormir un rato, ¿continua en pie la cena de
hoy? – Castle asintió- entonces quiero dormir algo y tú deberías ir a hablar
con Kate y decirle lo de esta noche.
-Kenya, no sé cómo darte las
gracias – la abrazaba y besaba su cabeza.
-Sí que lo sabes, sé feliz, con
eso me vale.
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Tras la charla con la forense y
la llamada de Castle, Kate intentaba mostrarse tranquila, pero aún sentía
pánico al resultado de la conversación entre Lask y Kenya.
-Detective, ¿le apetece comer
algo?
-¡Castle!, no te había escuchado
llegar – la sonrisa que siempre tenía cuándo él estaba a su lado había
aparecido en su rostro nada más verle- ¿Todo bien? – preguntaba con algo de
miedo.
-Todo bien, pero mejor te lo
cuento comiendo.
-Yo ya he comido, pero te
acompaño siempre y cuando comas un perrito abajo.
-Pues vamos a por el perrito – la
tomaba de la cintura y comenzaban a caminar hacia el ascensor- ¿qué tal ha ido
el día por aquí?
-Todo normal, he estado de
papeleo toda la mañana – se aferraba a él nada más entrar en el ascensor- te he
echado de menos.
-Y yo a ti princesa, pero creo
que ha merecido la pena mi ausencia hoy de la 12th.
Con el perrito en sus manos,
ambos se sentaron en un banco delante de la comisaría.
-Sabes, hoy es uno de esos días
que deberíamos ir a nuestro lugar pero dado que tú no puedes dejar el trabajo
tendremos que hablar aquí.
-Menos mal que ya has dicho que
ha ido bien porque si no supiera eso creo que me daría un infarto, estoy
atacada.
-Tranquila, todo ha ido bien con
Lask. Ha entendido que Kenya y yo no seremos pareja porque la mujer de mi vida
se llama Katherine Beckett – ella aún se sonrojaba al escucharle decir que era
la mujer de su vida- pero necesitará tiempo para acostumbrarse.
-No hay problema con eso, somos
maestros con eso de dar su tiempo a las personas que queremos.
-Esa es buena, pero tienes razón
somos expertos. Cambiando de tema, esta noche tenemos una cena – tiraba lo que
quedaba de perrito en la papelera junto con las servilletas de papel.
-¿Tenemos? – preguntaba señalando
a ambos alternativamente.
-Sí, tenemos. A ver, si no te
apetece lo entenderé pero me gustaría que vinieras. Es una cena en la nueva
casa de Josh y Gaby – a la pobre Kate casi se le desencajó la mandíbula al
escuchar dónde sería la cena- son mis amigos, nunca pensé que diría eso de Josh
pero ahora es mi amigo y Gaby es mi mejor amiga.
-Ya, pero me sentiría fuera de
lugar entre ellos. Mi ex, tu ex, tu amiga, tú y yo, suena a peli mala.
-Como quieras pero yo sí voy a
ir, les he echado mucho de menos y ahora que les tengo aquí hay que aprovechar
– en ese instante sonaba el móvil de la detective.
-Lo siento Castle pero tengo que
regresar al trabajo – le besaba antes de salir corriendo.
-Kate, si cambias de idea en mi
casa a las 7.
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Josh se afanaba en terminar de
colocar la mesa mientras Gaby y Kenya daban el último toque a la cena.
-¿Crees que por fin conoceré a la
famosa Kate? –preguntaba Gaby tras dar un sorbo a su cerveza.
-Por lo que Castle me dijo cuando
regresó a casa de la 12th no podría la mano en el fuego.
-Pues yo creo que sí vendrá, Kate
nunca deja pasar un reto y esta cena para ella es eso – contestaba Josh
mientras se servía una copa de vino- pues esto ya está, sólo falta que lleguen
Rick y Kate.
Justo en ese instante el timbre
de la puerta sonó siendo Gaby la que se dirigió a abrir.
-Hola, vaya ya era hora de que te
conociera – nada más abrir la puerta clavó sus ojos en la mujer que acompañaba
a Castle- Kate, me alegro de que hayas venido, adelante.
La detective finalmente había
acudido a la cena, Castle tenía razón esos eran sus nuevos amigos y si ella
quería formar parte de su vida debía ser capaz de relacionarse con ellos.
-Hola Kate, hace mucho que no nos
veíamos – Josh la saludaba con dos besos- saludo típico español, me lo han
pegado Gaby y Kenya – explicaba al ver la sorpresa de la detective.
-Sí, hacía mucho que no nos
veíamos. Quería disculparme por todo lo que pasó. Josh, yo…
-No hace falta, no tienes nada
que explicar. Mejor nos sentamos a cenar y vamos hablando – todos seguían al
médico y tomaban asiento- En todo caso sería yo el que debería pedir disculpas
– Kate se quedaba algo sorprendida- siempre supe que era a Castle a quien
amabas y pese a saber eso forcé nuestra relación, debí dejarte ir mucho antes
de que tú me dijeses que todo había terminado.
Kate tenía fuertemente agarrada
la mano de Castle, necesitaba la tranquilidad que él le transmitía. Gaby servía
vino a sus amigos, sonriendo abiertamente cuando llegó el turno de servir la
copa de la detective.
-Me alegra tenerte aquí- acarició
el brazo de Kate.
-Gracias. Siendo sincera no tenía
muy claro el que fuese a venir, estaba aterrada, pero ahora me alegro de estar
aquí. Sois los amigos de Rick y espero que también lleguéis a ser los míos.
Quería daros las gracias a los tres por lograr sacar a Rick del pozo en el que
cayó cuando terminamos nuestra relación. Gracias Gaby por llevarlo hasta la
India y por descubrirle que era una persona válida para la sociedad. Gracias
Kenya por hacer que sus ojos dejaran de ser tristes, y Josh gracias por hacer
que con tus palabras su odio por mi comenzase a desaparecer.
-Kate, Castle nunca te odió, sólo
le dolías demasiado.
-Kate, sólo hicimos lo que una
persona tan especial como él se merecía – intervenía Kenya- sería yo la que
debería dar las gracias por mostrarme que existe otra forma de vivir. Por
mostrarme que la imaginación pueda hacer que las personas saquen lo mejor de
ellas. Por enseñarme que el amor existe. Pero amor con mayúsculas, el que
Castle y tú sentís. Nacisteis para estar juntos, y nada ni nadie puede luchar
contra su propio destino.
Pese a los miedos de Kate la cena
fue un éxito, se sintió totalmente relajada con los amigos de Rick, tras pasar
aquellas horas con ellos supo porque Castle tenía necesidad de ellos. Eran de
ese tipo de personas que te dan paz y te hacen la vida más fácil.
Castle y Beckett abandonaron la
casa temprano, sus anfitriones estaban rendidos por el largo viaje.
-Espero que esto sea el comienzo
de una amistad – Gaby abrazaba a la detective- Eres perfecta para él – le decía
casi en un susurro.
-Gracias por la velada, me habéis
hecho sentir como en casa – Kate se despedía de todos ellos con un beso.
-Castle, esta noche me quedaré a
dormir aquí, no creo que llegase despierta hasta el loft. Mañana nos vemos –
Kenya cerraba la puerta tras de sí.
Caminaban con sus manos
entrelazadas, ella apoyaba cada poco su cabeza sobre el hombro de él.
-Me alegro de haber venido.
-Me alegro de que cambiaras de
opinión – contestaba él parándose y besando a su novia- ¿A tu casa o a la mía?
-A la mía, está más cerca –
contestaba ella mientras daba una palmada al culo de su novio.
Kate no podía dejar de sonreír
durante el trayecto en taxi hasta su casa, de la misma forma que no podía dejar
de acariciar la mano de Castle que sujetaba entre las suyas. Había tenido una
idea y se mordía el labio inferior al imaginarse la cara que pondría el
escritor.
Quería ser feliz por fin y para
lograr la felicidad debía dejarse llevar, quizás no fuera el mejor momento pero
era el momento que ella había elegido.
Castle pagó al taxista y ambos
entraron en el edificio de la detective agarrándose por la cintura.
Kate soltó el bolso y la cazadora
nada más entrar en casa, e invitó a su chico a que se quitase la chaqueta.
-¿Te apetece tomar algo?
-Me apetece tomar algo, me
apeteces tú – tomó por la cintura a la detective atrayéndola hasta él y comenzó
a besarla con pasión.
Ella le desabrochó la camisa al
tiempo que sentía como las manos del escritor recorrían su espalda subiendo a
su paso el suéter que ella llevaba.
Kate se separó lo necesario de él
para poder ver el deseo dibujado en sus ojos y tomó de la mano a Castle
comenzando a caminar en dirección al dormitorio.
Aquella noche ambos se entregaron
a sus más íntimos deseos, escuchándose en aquella habitación constantes gemidos
provocados por la pasión que consumía a ambos.
Kate se despertó antes que el
escritor aquello le permitió contemplar el rostro de él, siempre le había
gustado pasar tiempo admirando la tranquilidad que Castle transmitía mientras
dormía, estando a su lado siempre encontraba la paz que tanto ansiaba tener.
Sonrió al recordar lo que le había costado mantener a raya sus sentimientos por
el escritor, cómo le consumían los celos cada vez que él a aparecía con alguna
mujer. Dejó una tierna caricia en el rostro de él y salió de la cama.
Salió del baño ya vestida, buscó
algo en lo que dejar una nota a Rick.
“Cariño, tengo algo que hacer te
espero en nuestro sitio de siempre.
Besos te quiero
Kate”
Dejó la nota en la almohada junto
a él y salió de la casa.
Castle se despertó y con su mano
tanteo la cama buscando a Kate, se sorprendió al notar el lado de ella frio,
eso sólo podía significar que hacía horas que ella se había levantado, salió de
la cama y cuando iba a comenzar a buscarla vio la nota dejada por ella.
Se dio una rápida ducha, se puso
la ropa y sin tan siquiera tomar café salió en busca de su musa. Sabía
perfectamente hacia dónde se tenía que dirigir, su sitio de siempre, el sitio
dónde había pasado todo lo importante en cuanto a lo que ambos sentían no podía
ser otro lugar.
La vio aún cuando no había
llegado a su destino, estaba sentada, jugando con sus pies con la arena
mientras sus manos se aferraban a las cadenas.
-Buenos días detective– dijo
cuándo llegó hasta ella y tendiéndole su café matutino.
-Buenos días chico escritor – en
su rostro estaba ya dibujada la sonrisa que siempre aparecía al recibir el café
de sus manos- Veo que has sabido seguir las pistas.
-Claro, nuestro sitio, no podía hacer
referencia a otro lugar que no fueran estos columpios. Por cierto, ¿qué se
supone que hacemos aquí?
-Todo a su tiempo Castle, todo a
su tiempo. Siéntate – ordenaba ella- Sabes, aquí fue dónde vine cuando presenté
a Gates mi renuncia, fue justo en este columpio dónde decidí que no quería
pasar otro día más sin ti en mi vida. También fue aquí donde un año antes
intenté hacerte entender que necesitaba tiempo para poder estar contigo.
Y fue aquí donde tomé la peor decisión de mi vida, cuando te dejé marchar, más
bien cuando te eché de mi vida. Por eso quería que fuese este el lugar donde
quiero poner sentido a nuestra vida.
Durante todo el relato de la
detective Castle se había estado balanceando levemente mientras sus ojos
estaban fijos en el rostro de la detective queriendo leer su expresión, lo que
vio le tranquilizó.
-Te amo, te lo he repetido muchas
veces estos últimos meses, pero nunca me cansaré de decírtelo. Hemos perdido
mucho tiempo por culpa de mis miedos, y no quiero perder ni un minuto más. Sé
que Laskmi necesita tiempo, para aceptar lo nuestro y lo tendrá, pero aún así –
Kate se ponía en pie se giraba para quedar frente al escritor y flexionaba una
de sus rodillas hasta tocar con ella la tierra- Richard Alexander Rodgers,
¿quieres casarte conmigo? – preguntaba mientras mostraba al escritor una
alianza.
La cara de Castle era de total
sorpresa, cuando iba de camino hacia aquellos columpios aquella mañana lo
último en lo que pensaba era en que la detective Kate Beckett le iba a proponer
matrimonio.
-Rick, por dios contesta, me va a
dar un infarto – sonreía ella llena de nervios.
-Kate – la tomaba del brazo
haciendo que se levantase- te amo, eres la mujer de mi vida, nunca ninguna
mujer me ha hecho sentir ni la mitad de las cosas que me haces sentir tú. Pero
– escuchar que había un pero borró de golpe la sonrisa del rostro de la
detective- si quieres saber la respuesta tendrás que venir a la India a la
presentación de mi libro.
-¿Qué clase de respuesta es esa?
– Kate se había quedado totalmente fuera de juego con la respuesta dada por el
escritor.
-La que te
puedo dar aquí, ven a la India y sabrás la respuesta.
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