Lanie miraba la hora e inmediatamente tomaba el móvil para
mandar un WhatsAAp.
“Kevin y Jenny son papás de una hermosa niña. Todos te
echamos de menos. Besos”
En Anantapur Kenya veía
interrumpida su conversación por el sonido del móvil de Richard.
-Creía haber dicho que no me
gustan las interrupciones.
-Lo siento, olvidé que tenía el
sonido puesto. Prometo que no volverá a pasar – contestaba mientras leía el ws
recibido, tras lo cual una sonrisa se instauró en su rostro.
-Parece que has recibido buenas
noticias.
-La verdad es que sí. Unos muy
buenos amigos terminan de ser padres por primera vez. ¿Te importaría que
saliera un momento para hacer una llamada?
Richard una vez que Kenya estuvo
de acuerdo salió de la oficina.
Lo primero que hizo fue llamar a
Paula, ésta antes de saber cuál era la razón de la llamada le abroncó por el
poco contacto que estaban teniendo y por llamar a esas horas. Después de eso ya
prestó atención a lo que Richard necesitaba. Tras aquella llamada mandó varios
WhatsAAp, a su hija, a su madre y a Lanie.
Una vez hecho esto regresó a su
reunión.
-Espero que ahora ya podamos
continuar sin interrupciones. Aún tengo muchas cosas que contarte. Además
espero que mañana ya puedas comenzar las clases, vamos retrasados.
-Sin problema Kenya, ya no habrá
más interrupciones. Continuemos – decía poniendo la mejor de sus sonrisas.
-Tal y como te iba diciendo
quiero que te encargues del Programa de Educación Especial. Este año tenemos
diez alumnos que tienen muchísimas posibilidades de sacar notas altísimas en el
próximo examen público y si lo logran les becaremos para que hagan la preparación
preuniversitaria en el mejor colegio privado de la India.
-Entiendo, esos chicos se merecen
la mejor de las oportunidades y se la daremos.
-Exacto. Quiero que te hagas
cargo de esos chicos y les prepares para el examen. Tenemos seis meses para que
cuando lo realicen sean los mejores. Si no te ves preparado éste es el momento
para decirlo y te asignaré como profesor en cualquier otro grupo.
-Lo haré. No te preocupes
llegarán bien preparados y a tiempo para el examen – afirmaba totalmente
convencido de ello.
-Recuerda que la beca se
extenderá hasta los estudios universitarios. Richard esos chicos son el futuro
y necesitan que nosotros no les fallemos.
-Kenya, te he dicho que lo haré.
No tendrás queja de mí, pero no te veo muy convencida de que yo sea la persona
adecuada.
-Gaby dice que estás sumamente
implicado con el proyecto, pero yo no te conozco. Tengo que fiarme de ella, y
lo hago porque hasta ahora nunca ha fallado con las personas que ha traído. Eso
sí, desde ya te digo que no pasaré ni una, de nosotros depende que esos chicos
logren estudiar en la Universidad y no permitiré que pierdan su oportunidad por
fallos tuyos.
-Me parece perfecto. Prometo que
serán los mejores alumnos que hayan salido de la FVF. Estarás orgullosa de los
muchachos y de mí.
-Eso espero. Y ahora vamos a
conocerlos, están impacientes por saber quién va a ser su preparador.
Aquel grupo de jóvenes estaba
compuesto por seis chicas y cuatro chicos. Todos ellos estaban sentados bajo de
uno de los árboles que existían en la zona de recreo, en sus rostros estaba
dibujada una gran sonrisa.
Aquellas sonrisas era una de las
cosas que más le chocaban a Richard. Toda aquella gente carecía de lo más
básico pero aún así siempre sonreían. Pese a sus carencias eran felices y lo
dejaban ver, lo transmitían al resto.
-Chicos quiero presentaros al
responsable de vuestra preparación para el examen de este año. Su nombre es
Richard.
Los jóvenes se ponían
inmediatamente en pie, y saludaban respetuosamente a su nuevo preparador.
-Námaste chicos –devolvía el
saludo Richard- espero que trabajemos bien juntos. Estaré para vosotros siempre
que me necesitéis, no solo para los estudios si no para cualquier cosa que
queráis. Espero que además terminemos siendo grandes amigos.
-Námaste Richard – decían al
unísono los jóvenes.
Tras aquella mini presentación
Kenya les dejó solos y el grupo se encaminó hacia la que sería su clase.
-Bueno chicos, comencemos esto
bien. Me llamo Richard Castle, podéis llamarme Rick o Castle como prefiráis. Me
gustaría ir conociendo vuestros nombres.
-Buenos días Rick – comenzaba una
joven sentada en la primera mesa junto a la puerta- mi nombre es Denali.
-Yo soy Yamir –continuaba el
chico sentado al lado de Denali- námaste Rick.
- Hola Rick, yo soy Priya y este
que está a mi lado es mi hermano gemelo y se llama Mishka.
-Námaste Rick, a mi me llaman
Kalu – se presentaba el chico del pelo rapado.
-Hola Rick, yo soy Navil.
-Námaste Rick, soy Naya y soy
prima de Denali.
-Buenos días Rick, soy Uma.
-Hola Rick, me llamo Rania.
-Námaste Rick, mi nombre es
Indira.
-Námaste, bueno pues ahora ya
sabemos nuestros nombres. Espero que entre todos logremos hacer que este curso
sea inolvidable. Siempre que me necesitéis aquí estaré y no solo por temas de
estudios si no para todo aquello de lo que os apetezca hablar. Veréis la gente
que me conoce dice que los jóvenes no se me dan del todo mal. En mi país tengo
una hija de 19 años, a la que he criado yo solo, así que estoy acostumbrado a
hablar de todo con gente joven.
-Rick, ¿de dónde eres? Y ¿por qué
no ha venido tu hija también?
-Buena pregunta Uma, soy de
Estados Unidos de la ciudad de NY. Y Alexis, mi hija, no ha venido porque ella
estudia en la Universidad. Cosa que vosotros haréis en menos de dos años.
-¿En qué trabajabas en EEUU?
-Pues verás Kalu, era escritor y
en mis ratos libres trabajaba ayudando a la policía.
-¿Escritor? y ¿has logrado
publicar algún libro? – Preguntaba Indira-
-Sí, he logrado publicar varios
libros.
Las preguntas a cerca de la vida
de Richard en NY continuaron, los chicos pidieron leer alguno de sus libros y
éste aceptó siempre y cuando aquello no interfiriera en sus estudios.
Tras la presentación hecha por
Richard llegó el turno de los chicos de contar algo sobre sus vidas.
-Es tu turno Uma. Cuéntame algo
de tu vida.
-Mis padres trabajan tiñendo ropa
en la ciudad, tengo una hermana de cuatro años que se llama Laskmi. Su nombre
proviene de la diosa de la abundancia, la belleza y la prosperidad. También
estudia en la Fundación. Quiero ser ingeniera de obras civiles. Quiero traer
modernidad a esta parte de la India. Tuve un hermano mayor pero murió hace dos
años al caerse de un andamio.
No se dieron cuenta pero había
llegado la hora de la comida como bien les avisó Kenya.
-Buenos chicos mañana
comenzaremos las clases de verdad. Comenzaremos con el movimiento
independentista en historia y en matemáticas explicaremos logaritmos. Hasta
mañana chicos. Buena tarde.
Hacía unas horas que había
amanecido en la ciudad de NY, Lanie se dirigió hacia el hospital para poder
pasar un rato con la nueva familia, Katherine se reuniría con ella después de
desayunar con su padre.
-Buenos días, ¿se puede pasar? –
preguntaba la forense asomando su cabeza por la puerta de aquella habitación.
-Claro, adelante Lanie –
contestaba una sonriente Jenny- Kev se termina de marchar. Le he convencido
para que vaya un rato a casa a descansar.
-Felicidades mamá, ¿qué tal te
encuentras hoy? Has hecho bien en mandar a casa a Kevin, supongo que tú también
necesitas descansar un poco de él – decía soltando una carcajada.
-No seas mala, y no me hagas reír
que me tiran un poco los puntos. El pobre se ha pasado toda la noche
preguntándome si necesitaba algo.
-Ya me imagino. Bueno y ¿dónde
está mi sobrina?
-La han bajado un rato al nido
para ver si yo descansaba un poco. Pero la subirán en una hora.
-Vale, pues tendré que esperar
para poder verla de nuevo – la forense fijó su vista en un precioso ramo de
flores que la noche anterior no estaba allí – Vaya, veo que no ha perdido el
tiempo y ha hecho lo que me dijo por WhatsAAp.
- Lo trajo un mensajero hace como
media hora, con una tarjeta. Dice que siente mucho no poder venir, que se
alegra mucho de que todo haya salido bien. Y que en cuanto pueda vendrá a
conocer a Rachel. Me hubiera gustado llamarle pero no tengo su número. Gracias
por avisarle.
-No me des las gracias. Si no lo
llego a hacer y se entera por otra persona me hubiera matado. Si quieres hablar
con él le podemos llamar, tengo su número. Aunque espera que mire la hora. Vale
allí son las siete y media de la tarde, aún le podemos llamar.
-Lanie, ¿tú sabes dónde está
verdad? Por la diferencia de horas que terminas de decir, Castle está en la
otra parte del mundo.
-Está en la India. Se ha marchado
allí a trabajar con una fundación española. Lleva en aquel país tan solo unos
días, anteriormente ha estado viviendo en España.
- ¿Cómo está?
-Bien, parece que va dejando
atrás todo lo que sucedió. Por lo menos eso es lo que me dice cada vez que
hablamos. Aunque yo no estoy tan segura, nunca me pregunta por ella.
- Espero que ambos se den cuenta
de lo estúpidos que están siendo. Han nacido para estar juntos – decía Jenny.
-Ya, bueno supongo que ambos
necesitan su tiempo. Aunque Katherine ya ha reconocido que aún le ama y que lo
que hizo fue un error. Y ahora ¿qué tal si le llamo y así te puede felicitar?
Jenny asintió, tras lo cual la
forense tomo el móvil y marcó el número de su amigo.
Richard estaba tomando una
cerveza con Kenya cuando su móvil comenzó a sonar.
-Si me disculpas, es una llamada
importante tengo que contestar – decía a modo de disculpa y mientras comenzaba
a alejarse de la mujer- Dime preciosa- decía ya contestando la llamada.
-Hola Richard, ¿a que no sabes con quien estoy?
-Deja que piense, ya lo tengo con la mamá más guapa del mundo.
-Acertaste, estoy con Jenny.
-Anda pásamela.
-Quiere hablar contigo – decía la
forense mientras tendía su móvil hacia Jenny.
-Hola Richard.
-Felicidades Jenny, me alegro mucho de que todo haya salido bien.
Siento no poder estar ahí con vosotros, pero estoy trabajando en la India y ese
hospital me pilla un poco lejos.
-Gracias, y gracias por las flores y la tarjeta. Ah y por el oso para
la enana. Yo también siento que no estés aquí. Te echamos de menos.
- Y yo a vosotros, pero prometo que en cuanto pueda iré a conocer a mi
sobrina. ¿Y dónde está el feliz papá?
-Le he mandado a casa, me estaba volviendo loca con sus cuidados.
En aquel instante la puerta de la
habitación de abría dejando ver a Katherine, la cual entraba en la habitación
-Hola cariño, has terminado
pronto – decía la forense un tanto sorprendida por lo pronto que su amiga había
llegado.
-Bueno mi padre tenía que ir a
los juzgados, así que solo pudimos tomarnos un café. ¿Y la enana dónde está?
–preguntaba tras observar toda la habitación.
-La han bajado al nido para que
Jenny pudiera descansar, la suben en un rato – la presencia de Katherine había
puesto nerviosa a la forense.
-Pues toca esperar. Ya veo que la
mamá está ocupada al teléfono.
-Sí está hablando con un amigo
que no podía venir. ¿Te apetece un café? –preguntaba en un intento de sacar a
su amiga de aquella habitación.
-Ahora no gracias, vaya que ramo
de flores tan bonito – decía mientras se acercaba hasta el mismo y tomaba entre
sus manos la tarjeta- Castle, son flores mandadas por Richard – decía tras leer
la firma.
-Sí bueno supongo que alguien
avisaría a Martha o Alexis y estas se lo dirían a él – sabía que aquello iba a
terminar de mala manera.
-Ya, supongo.
Lanie sintió la tristeza en la
voz de su amiga.
Mientras Jenny hacía todo lo
posible para que Katherine no se enterase de quien era la persona con la que
hablaba.
-Espero que me cuentes más cosas de tu trabajo allí, me parece de lo
más interesante.
- Lo haré, prometo llamarte cada semana. Quiero pedirte disculpas por
no haberlo hecho durante este tiempo, pero necesitaba alejarme de todo y de
todos.
-No tienes porque pedir disculpas, puedo hacerme una idea de cómo te
sientes. Me alegra saber que poco a poco lo vas superando.
-Gracias Jen. Otra cosa, mándame fotos de la niña que quiero presumir
de sobrina.
-Lo haré, en cuanto la suban del nido le hago una y te la mando. Bueno
te voy a ir dejando que ha llegado otra visita.
-Ok. Nuevamente felicidades y felicita también a Kevin. Besos para los
tres.
-Lo haré. Besos Richard. Espero verte pronto – tras aquello devolvía el
teléfono a la forense.
-Bueno guapo, te dejo que descanses.
-Hasta mañana preciosa. No se os olvide mandarme la foto.
-No se nos olvidará. Mira que eres pesado Castle, mañana hablamos – fue
consciente de lo que terminaba de decir al ver la transformación que sufrió el
rostro de Katherine.
Katherine miraba a ambas mujeres,
como esperando una explicación.
-Supongo que ahora también me
dirás que Martha o Alexis le han llamado.
-Katherine, deja que te lo
expliquemos – intervenían Jenny- yo quería agradecerle el detalle de las flores
y la tarjeta.
-Jenny, no eres tú quien tiene
que dar las explicaciones – decía la forense- Katherine, yo…
La forense se vio interrumpida
por su amiga.
-Lanie, ni aquí ni ahora. He
venido a ver a la nueva mamá y a mi sobrina postiza y eso es lo que haré. Tú y
yo ya hablaremos más tarde.
Richard volvía al sofá dispuesto
a terminar su cerveza.
-Ésto empieza a convertirse en
una costumbre. ¿Siempre nos va a interrumpir tu móvil? – Richard viendo la
sonrisa dibujada en la cara de su acompañante supo que no estaba enfadada.
-Lo siento, parece que este
aparato la tiene tomada contigo.
-Y esta vez ¿quién era?
-Vaya, eres curiosa – se le
notaba totalmente relajado.
-No, no. Es por saber quién me
odia tanto sin conocerme, y eso que sólo hablamos de trabajo. No sé qué pasará
el día que intente meterte en mi cama.
-Vaya, esa ha sido buena –
realmente se estaba divirtiendo.
-Claro, igual tu teléfono salta
hacia mí y me muerde – Ambos rompían en carcajadas- Ahora en serio, espero que
no haya pasado nada en tu casa.
-No tranquila. Ayer unos amigos
fueron padres por primera vez, y la llamada de ahora era de la nueva mamá para
agradecerme un detalle que le envié y ya de paso la he podido felicitar.
-Vaya, eso sí es una buena
noticia. Los niños son alegría aparte de ser el futuro.
-Cierto, ahora siento pena por no
poder estar allí y ver a mi sobrinita postiza.
-Por tu cara, veo que te encantan
los niños-Richard asentía-¿Qué edad tiene tu hija?
-Está en la universidad, tiene ya
diecinueve años – había algo en su voz parecido a la nostalgia.
-Ya es toda una mujer. ¿Estabais
muy unidos?
-Mucho, la he criado casi solo.
Su madre es actriz y no quiso o no supo hacerse cargo de ella cuando nos
divorciamos, así que siempre hemos vivido juntos. La extraño. Y tú ¿tienes
hijos?
Una sombra de tristeza se instaló
en el rostro de Kenya, haciendo que Richard se arrepintiese de la pregunta.
-No, hace años tuve un grave
accidente y para salvarme la vida tuvieron que extirparme el útero. Así que ni
tengo hijos ni los podré tener nunca. Pero bueno, algún día adoptaré uno o
varios.
Richard y Kenya continuaron su
charla, dejando de lado el trabajo y centrándose en temas personales. Ambos
contaron las razones que les habían llevado hasta la India y más concretamente
a la FVF.
Kenya pese a lo exótico de su
nombre era una mujer española. Siempre estuvo muy concienciada con las labores
humanitarias ya que sus padres colaboraban con médicos sin fronteras.
Con veintidós años y recién salida
de la Universidad decidió pasar un año de su vida de voluntaria en Calcuta
junto a las Hermanas de la Caridad. Después de su vuelta a España continuó
colaborando con varias ONG hasta que un día gracias al que entonces era su
pareja descubrió la FVF.
Llevaba diez años trabajando con
la Fundación de los cuales los últimos siete en Anantapur.
-Eso sí que es estar
comprometidos – decía Richard al terminar de escuchar el relato de la mujer-
Como ya te he dicho lo mío comenzó por necesidad de alejarme de toda mi vida
anterior. Pero a medida que Gaby me hablaba de la Fundación, mis ganas por
estar aquí y lograr ser útil crecían.
-No importa por qué quisiste
colaborar al principio, lo importante es que estás aquí y has llegado
convencido de estar haciendo lo adecuado. Siempre se necesitan personas
comprometidas, el trabajo es arduo.
-Sólo espero estar a vuestra
altura.
-Seguro que sí. Por lo que me has
contado, cuando te comprometes con algo vas hasta el final. Eso es lo que se
necesita aquí, gente que no salga corriendo a la primera. Y ahora, pese a lo
agradable de la compañía, deberíamos irnos a dormir porque mañana a las seis
estaremos nuevamente en pie.
-Vaya, no pensé que me lo
pidieras la primera noche. Pero acepto encantado, vamos a la cama – contestaba
Richard alzando las cejas.
-No te hagas líos, cada uno a su
casa. Por lo menos esta noche, mañana o pasado quién sabe lo que pueda suceder
– decía de forma sugerente.
Lanie estaba sentada en uno de
los taburetes de su cocina, esperando la llegada de Katherine. Removía su café
como un autómata, intuía que la conversación que ambas debían mantener no iba a
ser amistosa.
El sonido de las llaves en la
cerradura le avisaba que la hora de la verdad había llegado. Levantando la
cabeza de su taza giraba el taburete para poder fijarse en la cara de su amiga.
-Voy a la ducha – decía Katherine
pasando al lado de la forense sin ni siquiera mirar a ésta.
Lanie continuaba sentada en aquel
taburete esperando que su amiga saliera de la ducha, esperaba nerviosa la
conversación que ambas debían mantener.
Kate regresaba a aquel salón, la
ducha había logrado que se relajase un poco. Decidió ponerse algo cómodo para
estar en casa, unas mallas y una camiseta gris fue lo que había escogido. Sin
tan siquiera dirigir la mirada a su amiga abrió la nevera y sacó una cerveza.
Ya con ella en la mano, suspiró y se giró.
-Cuando quieras puedes comenzar a
explicar la razón de tu engaño.
-Kate, cariño. Lo siento, siento
el haberme callado que sabía dónde estaba él.
-¿Callado? Lanie, no es que te
hayas callado todos estos meses, es que cuando te dije llorando que él se había
marchado del país hiciste que no sabías nada.
-Lo siento. Ven, vamos al sofá y
hablamos allí. Tengo mucho que contarte.
Ambas amigas se dirigieron hasta
aquel sofá que en los últimos días se había convertido en lugar de
confidencias.
-Empieza – decía secamente
Katherine- quiero ver cómo explicas tu forma de actuar.
- El mismo día que tú te subías
al avión rumbo a DC, Richard se presentó en la 12th. Tras hablar largo rato con
Gates y comunicarle su decisión de dejar la comisaría se despidió de todos
nosotros.
-Ya – respondía la agente.
-Nosotros estuvimos hablando un
largo rato. Le dije cuanto sentía como había terminado todo entre vosotros, que
intenté que entrases en razón. Cuando me dijo que se iba del país supe que
aquello era más serio de lo que en principio yo pensé. Le pregunté si
estaríamos en contacto y me dijo que sí. Pero para aquello puso una condición.
De ninguna forma tú debías tener noticias a cerca de él.
-Y aceptaste sin más.
-Sí, claro que acepté. Fue la
única forma de poder seguir sabiendo cómo estaba. Nadie salvo yo ha tenido
contacto con él. Ninguno de los chicos en estos seis meses ha tenido forma de
localizarle. Cómo tú misma pudiste descubrir cambió el número de su móvil.
-Lanie, Martha o Alexis os
habrían dado el nuevo. No es una excusa.
-Estás muy equivocada. Durante
estos seis meses, los chicos han hablado muchas veces con ellas, les han pedido
su teléfono o saber donde estaba. Y lo único que han obtenido por su parte es
silencio. Tan solo una vez a la semana les decían que él estaba bien.
Rehaciendo su vida.
-Lanie, nadie desaparece sin más.
Si le hubierais buscado le habríais encontrado.
-¿Eso crees? Te aconsejo que
mañana hables con Javi y con Gates. Seguro que encuentras apasionante lo que
han descubierto – decía con un cierto tono de ironía.
-Me engañaste, da igual la excusa
que intentes poner.
-No lo hice. Es cierto que pequé
por callar. Pero no es ni una traición ni un engaño. Hice lo que creí más
conveniente para todos. Alguien debía poder localizar a Richard, y si para ello
debía guardar silencio lo haría. No solo es que no pudiera informarte de cómo
estaba él, es que en estos seis meses no hemos pronunciado tu nombre. Me
prohibió hablar con él de ti. No quiere saber nada.
Aquella última frase le provocó
un gran dolor a Katherine.
-Yo creía…
-Ya, tú creías que cada vez que
hablábamos yo le contaba cómo iba tu vida en DC. Pues te has equivocado. En estos seis meses
no ha habido una sola vez que Richard haya preguntado por ti, ni yo he
pronunciado tu nombre una sola vez – la forense veía como la tristeza iba
dibujándose en el rostro de su amiga- no debería sorprenderte, tú le echaste de
tu vida.
-Lo sé Lanie, soy consciente de
haberla cagado. Pero aún así creía que él pensaría en mí. Creía que fui lo
suficientemente importante para él como para que quisiera saber de mi vida.
-¿Dudas de haber sido importante
para él? Se marchó del país, dejó a su familia, su trabajo, se ha pasado seis
meses sin pisar territorio americano. Si no hubieras sido importante para él,
no habría cambiado su vida por entero.
-Ya, tienes razón como casi
siempre – contestaba bajando la cabeza.
-¿Y tú, te has preocupado en
estos meses de saber algo de Richard? No lo has hecho, así que no puedes venir
ahora de ex novia mártir.
-Perdona Lanie, le llamé. Hable
con Alexis. Pero no logré nada, sólo ver el odio que Lex me tiene. Comprobar
que él había cambiado de número. Enterarme por Espo que Richard había dejado la
12th, por mi padre que se había ido del país. Por el alcalde que aún no pensaba
regresar. Cada vez que tú y yo hablábamos salía su nombre a relucir. No voy de
mártir, no te equivoques. Soy muy consciente de lo que hice.
-Llamaste una vez, no has
intentado hablar después con Alexis, no has hablado con Martha. Podrías haber
hecho más. Aunque yo sé que por mucho que hubieras intentado localizarle no lo
habrías logrado, de eso ya se ha encargado él.
-¿A qué te refieres? – Preguntaba
intrigada Katherine- Pensé que Martha no querría saber nada de mí-
-Te equivocaste, como en todo lo
que has hecho desde que te hicieron la propuesta de trabajar en el FBI. Desde
aquel día, lo único que has estado haciendo es cagarla una y otra vez. Siento
ser tan directa, pero no pienso ser suave, ni diplomática. Te lo dije entonces
y te lo repito ahora.
-Ya, fui una idiota.
-Respecto a tu pregunta, habla
con Gates ella podrá explicarte a lo que me refiero con que no le habrías
podido localizar.
-Lanie, ¿sabes dónde está Richard
ahora?
-Sí, lo sé. Dejo EEUU y se
instaló en Europa y ahora ha abandonado el viejo continente y se ha ido a Asia.
Eso es todo lo que te voy a decir. Lo siento, si quieres localizarle tendrás
que hacerlo tú.
Eran poco más de las doce del
medio día cuando Richard dio por finalizadas las clases de la mañana. Tenía que reconocer que aquellos chicos eran
de lo más aplicados. Todos habían repasado para las clases de aquella mañana
los temas que iban a ser explicados. Aquello había logrado dar agilidad a la
explicación.
-Rick, ¿puedo hacerte una
pregunta un poco personal? – preguntaba un tanto dubitativa la joven Uma.
-Claro, ¿qué te parece si me la
haces mientras vamos al comedor? – respondía él con la mejor de sus sonrisas.
-Vale, verás. Me preguntaba qué
razón podía existir para que un escritor de éxito y con una familia lo deje
todo para venir al otro lado del mundo.
-Vaya, siempre tienes buenas
preguntas. ¿Cuál crees tú que es la razón?
-No sé por eso lo pregunto –
contestó Uma como si tal cosa.
-Venga piensa un poco - insistía
él.
-Kenya, dice que todo lo que pasa
en el mundo sucede tan solo por dos cosas. Por amor o por odio.
-Vaya con Kenya. Pero si lo
piensas con detenimiento ella tiene parte de razón. Aunque yo añadiría la
envidia como razón para que sucedan cosas –Uma le escuchaba con total atención-
Me explico. Por ejemplo, en 1857 vuestro país comenzó la primera guerra de
independencia contra la corona británica, lo hicieron por amor a la libertad y
a vuestro país. Pero de la misma forma se podría decir que la comenzaron por
odio a la metrópoli. O que la respuesta de aquella fue por odio a la colonia.
Cuando en la Alemania nazi comenzaron las persecuciones contra los judíos,
podríamos afirmar que además del odio existente a los que eran diferentes
existía una gran envida hacia aquellos por su riqueza.
-Según eso, el mundo se mueve
bien por amor, bien por odio o bien por venganza. Pero los dos primeros irían a
su vez unidos, el amor de unos es el odio de los otros. Pero sigues sin
responder a mi pregunta.
-¿En serio?
-Vale – contestó la joven tras
pensar unos segundos- Por amor. Por el amor perdido. Porque si fuese por odio
aún estarías en tu país buscando la venganza.
-Chica lista. Sí el amor que
perdí me hizo dejar atrás mi antigua vida. ¿Y sabes una cosa? – Viendo como Uma
negaba decidió continuar- creo que la decisión que tome de venir hasta aquí va
a ser una de las mejores que haya tomado en mi vida. Y ahora, ve a comer con
tus compañeros.
Al entrar al comedor Richard
buscó con la vista el lugar donde se encontrase Gaby, pero no la localizó en su
lugar fue Kenya quien le señaló una silla libre junto a ella.
-¿Qué tal? –preguntó a modo de
saludo al llegar al lado de Kenya.
-Muy bien, si buscas a Gaby tengo
que decirte que salió hacia uno de los poblados hace unas horas, no regresará
hasta el viernes.
-Vaya, pues estaré solito hasta
entonces. Yo que pensaba prepararle la cena esta tarde.
-Vaya, que pena. Si quieres puedo
hacer un esfuerzo y hacerte compañía.
-Vaya, jefa. ¿Harías eso para que
este pobre profesor no se sienta solo?
-Claro, y para que esta humilde
jefa pueda disfrutar de una cena sin tener que pasar por la cocina.
No podían negar que entre ellos y
sin saber cómo había nacido un tonteo.
-Kenya, no quiero que me mal
interpretes pero ahora mismo no estoy buscando nada. No creo que pueda ofrecer
una relación a ninguna mujer. Aunque lo mismo estoy metiendo la pata y tan solo
querías ser amable.
-Richard, tranquilo, no busco
ninguna relación. Pero no te voy a negar que sí me siento atraída por ti y creo
no equivocarme al decir que la atracción es mutua. Pero de momento centrémonos
en la cena que me vas a preparar y ya.
En NY Katherine continuaba
sentada frente a su portátil. Según iban
pasando las horas se sentía más perdida.
Tras la conversación mantenida
con la forense había decidido ponerse a investigar el paradero de Richard.
El comienzo fue sencillo. Tal y
como dijo Lanie, Richard había abandonado el país poco días después de que ella
se marchase a DC. El primer destino del escritor fue España, más concretamente
Madrid. Había estado viviendo durante unos meses en uno de los hoteles más
lujosos de la capital de España.
Después su rastro se perdía, así
que decidió usar su nuevo estatus de agente federal e investigar el rastro del
dinero.
La mayoría del dinero que el
escritor poseía había sido transferido a un banco suizo. Y ahí se perdía el
rastro.
Conocedora del secreto bancario
imperante en el país helvético sabía que pasarían años antes de lograr saber
dónde había ido el dinero.
Su siguiente paso fue intentar
saber dónde se hospedó Richard una vez que dejó el hotel, pero aquello también
fue un callejón sin salida.
Aquello la estaba comenzando a
molestar. Ella era Katherine Beckett, el FBI la había ido a buscar por lo buena
que era en su trabajo cuando realizaba éste en la comisaria número 12 de NY, no
podía creer que no fuese capaz de dar con su hombre.
Aunque tenía que reconocer que
aquel hombre no era uno cualquiera. Era Richard Castle, el rey de las teorías,
conspiraciones, e ideas locas. Además de ser uno de los novelistas de misterio
más brillantes de su generación. Y por si eso fuese poco, se había pasado cinco
años de su vida trabajando con la policía así que conocía a la perfección lo
que debía hacer para no dejar rastro. Y por sus venas corría la sangre de un
agente de la CIA.
La batalla iba a ser memorable,
pero ella no estaba dispuesta a darse por vencida. Quería saber dónde se había
metido el escritor, y necesitaba hablar con él, verle, sentirle nuevamente
cerca de ella.
Pero aquella no sería la noche
que lo lograse, se sentía realmente cansada. Cerró su portátil y lo dejó en la
mesa, tras eso se metió en la cama y se entregó a Morfeo.
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