Nada más amanecer
Kenya llegó a la vivienda de Richard, en su cara se mostraba el cansancio. No
había casi dormido aquella noche. La razón de su insomnio no sólo había sido la
salud de Laskmi si no también las noticias traídas por CJ al regresar de la
casa de las niñas.
CJ había visitado la vivienda de
Uma y allí no había rastro de sus padres, cuando estaba a punto de subirse a su
moto una mujer se le había acercado. CJ era muy conocido en aquella zona de
infraviviendas, era uno de los encargados dentro de la FVF de los proyectos de
comercio justo.
Últimamente se encontraba
intentando encontrar la mejor localización, en la zona buena de la ciudad, para
una nueva tienda de comercio justo. Además había sido el encargado de elegir a
las mujeres que serían las dependientas, así como la elección de los productos
que en la misma se iban a vender.
Cuando la mujer le vio salir no
dudó en acercarse hasta él.
-Námaste CJ- dijo poniendo la
mejor de sus sonrisas.
-Námaste Pridga. ¿Sabes dónde
está Navil o Indira? Necesito localizarles de inmediato –preguntaba CJ.
-Es raro pero hace casi dos días
que ninguno ha venido. CJ, ¿cómo está la pequeña Laskmi?
-Mal, está ingresada en el
hospital pero los médicos están seguros de su recuperación. Dices que es raro
que no hayan regresado los padres, ¿por qué es raro?
-Cada día después del trabajo uno
de ellos regresa a la casa para ver a sus hijas. Pero ahora hace casi 48 horas
que no ha venido ninguno, y eso es muy raro – decía apenada la mujer.
-Seguro que les encontramos, no
te preocupes. Ahora tengo que marcharme, nos vemos mañana en el centro de
formación.
Aquello no sonaba bien, tenía que
averiguar qué había logrado que aquellos padres no hubieran regresado a su casa
en casi 48 horas.
Recordaba el lugar de trabajo de
los padres de las niñas, pero antes de debía regresar a la fundación y hablar
con Kenya.
-Kenya, tenemos que hablar –
Decía CJ nada más entrar en casa de Kenya- necesito ir a la ciudad, por alguna
razón los padres de Uma no han aparecido por su casa en 48 horas y eso no es
nada normal.
- Espero que no haya pasado nada
serio. ¿Cuándo vas a salir?
- Voy a tomar una ensalada, y
saldré. En cuanto tenga noticias te llamaré. Ahora voy a mi casa y me pasaré
por aquí antes de salir.
- Perfecto, espero que todo esto
tenga una explicación sencilla y toda esta pesadilla termine.
Unas horas después el teléfono de
Kenya sonó, tan solo con ver el nombre de CJ en la pantalla el cuerpo de Kenya
se tensó.
-Dime CJ
-No son buenas noticias.
-¿Cómo de malas son? –preguntaba
ella con algo de miedo.
-Las peores. Hubo un accidente de
autobús, y ambos están entre los fallecidos.
-Pero ¿qué demonios estás
diciendo? Laskmi está grave en el hospital, y ahora los padres han fallecido.
No tienen más familia. ¿Qué se supone que pasará con las niñas? – decía con la
voz entrecortada por el llanto.
-En unas horas regresaré y te lo
contaré todo. Pero en algo tienes razón esto es una mierda. Uma es aún una
niña, no puede hacerse cargo de Laskmi.
Tras aquella conversación Kenya
se pasó el resto de lo poco que quedaba de noche despierta. No sabía cómo le
iba a decir aquello a Uma, por no hablar de cuando aparecieran los servicios
sociales indios.
Nada más amanecer se dirigió a la
vivienda de Richard, tenía que darle las malas noticias.
-Hola guapa, vaya has pasado mala
noche – decía Richard nada más abrir la puerta- anda pasa, termino de preparar
el desayuno.
-Gracias, espero que haya café,
lo necesito – contestaba ella mientras le seguía hasta la cocina- ¿Uma aún está
durmiendo?
-Hay café, tostadas y zumo. Sí he
decidido dejarla dormir un rato más, se ha pasado la noche llorando. ¿Qué pasa?
– preguntaba tras mirar nuevamente el rostro de Kenya.
-Tenemos que hablar – a Richard
no le gustó el tono empleado por Kenya.
-¿Es tan malo como parece? –
preguntó él.
-Richard, es peor de lo que crees
– las lagrimas comenzaron a rodar libres por la cara de ella- Son los padres.
-¿Qué sucede con mis padres? –
preguntaba Uma que terminaba de aparecer en la cocina.
Ambos adultos se miraron, a
Richard no le hizo falta nada más para saber que ellos no iban a venir.
-Cariño, ¿por qué no vas a la
ducha mientras termino de preparar el desayuno?
-Pero quiero saber que ha pasado
con mis padres.
-Y lo sabrás cariño, pero ahora
es el momento de ducharte para luego desayunar y marchar al hospital –insistía
Richard.
-Vale – contestaba la niña sin
estar muy convencida.
Una vez que ambos adultos
estuvieron seguros de que Uma había entrado en la ducha, continuaron su
conversación.
-Vale, ¿qué narices ha pasado con
sus padres?
-Hubo un accidente de autobús,
aquel día los dos habían decidido regresar a casa para ver a sus hijas – Kenya
luchaba por que sus lágrimas no salieran.
-Dios, mío. Kenya no me digas que
están los dos muertos – Kenya ni siquiera pudo contestar rompió en llanto y se
dejó abrazar por Richard- tranquila preciosa, tranquila.
-Richard ¿cómo le vamos a decir a
Uma y Laskmi que sus padres están muertos?
-Yo lo haré, no te preocupes de
eso ahora. Ahora lo que importa es lograr que Laskmi se salve – contestaba él
mientras acariciaba la espalda de Kenya.
-Pero algo le tendremos que decir
a Uma, no podemos engañarla. Nunca nos lo perdonaría.
-Yo lo haré. Pero no antes de
saber cómo está evolucionando Laskmi.
-Tenemos que avisar al servicio
del menor. Son dos menores que ahora mismo se han quedado sin sus padres,
pasarán a ser propiedad del estado.
Richard levantaba la cara de
Kenya, haciendo que esta le mirara a los ojos.
-Kenya, una cosa cada vez.
Primero ir a ver a Laskmi, después de eso yo hablaré con Uma de lo que ha
sucedido con sus padres y después de eso tú llamarás al servicio del menor.
Pero ahora tenemos que lograr mantener la calma.
Kenya le miraba, preguntándose
cómo era ese hombre capaz sólo con su tono de voz de hacer que en ese momento
lograra encontrar algo de calma.
Uma salió del baño ya vestida,
Richard le obligó a desayunar.
-Castle, ¿qué ha pasado con mis
padres? –preguntaba la joven.
-Cariño, ahora debemos ir a ver a
Laskmi y después de ver cómo está la pequeña hablaremos de tus padres.
-Pero, dijiste que me lo
contarías al salir de la ducha – protestaba la joven.
-Cariño, escúchame. Primero
veremos a la pequeña, ahora es ella lo importante. Después de eso tú y yo
iremos a habla. Te dije que te contaría lo que les pasa a tus padres y lo haré
pero no antes de saber cómo ha pasado la noche Laskmi.
-¿Prometes, contármelo después?
–preguntaba una triste Uma.
-Te lo prometo. Y puedes creerme,
nunca rompo una promesa. Y ahora que ya hemos desayunado vamos a ver a Laskmi.
Los tres salieron de aquella
vivienda, subiéndose al coche conducido por Kenya. El viaje hasta el hospital
de la Fundación se realizó en completo silencio, cada uno estaba perdido en sus
propios pensamientos.
En la puerta del centro
hospitalario les esperaba Gaby. Antes de llegar ellos CJ había estado allí así
que ella ya sabía lo ocurrido a los padres de las niñas.
-Námaste Uma, supongo que estarás
como loca por ver a tu hermana – Uma asentía- Pues ven conmigo, Laskmi está en
una habitación, está despierta y ha preguntado por ti. Ahora mismo Josh está
con ella, viendo cómo está.
Todos se dirigieron hacia la
pequeña habitación que era donde habían instalado a la pequeña.
Nada más entrar en el cuarto,
vieron como Laskmi estaba despierta y con mucho mejor aspecto que el del día
anterior. Aún estaba conectada al porta, en su pequeño brazo estaban las vías
por las cuales entraban todos los medicamentos.
-Námaste Josh- decía Richard al
llegar a la altura del médico- ¿cómo está la pequeña?
-Námaste Castle. Está mejor,
hemos logrado que la fiebre baje, puede respirar por sí sola. Si continua con
esta evolución en una semana podría estar en casa – Uma escuchaba atentamente
lo dicho por Josh.
-¿En unos días podría estar en
casa? – Josh asentía- eso es bueno –una sonrisa aparecía en el rostro de Uma.
-¿Por qué no te acercas hasta
Laskmi? Seguro que está deseando verte – le decía Richard a la joven- mientras
yo hablaré con Josh. Pero esperaremos a que Gaby y Kenya regresen.
Ambas mujeres se encontraban en
uno de los bancos que había a la entrada del pequeño hospital.
-Mierda, los dos están muertos.
Ambas sabemos lo que eso significa. No tienen más familia así que entraran en
el sistema del estado – hablaba Gaby mirando al infinito.
-Lo sé. Pero como ha dicho
Richard, lo importante ahora es la salud de Laskmi. Y luego será él el
encargado de contárselo a Uma.
-No sé cómo se lo va a tomar.
Ayer casi perdió a su hermana y hoy le vamos a decir que sus padres han muerto.
Es demasiado para ella.
-Esperemos que sea tan fuerte
como siempre habíamos creído.
-Kenya, sabes que Uma querrá
dejar los estudios para hacerse cargo de su hermana. Tendremos que explicarle
que será en Estado en que decida su futuro. Y ya sabemos cuál va a ser. Laskmi
tiene todas las papeletas para ser adoptada pero Uma es demasiado mayor, las
separarán. Esto es una mierda – Gaby rompía a llorar.
-Algo se nos ocurrirá, no
dejaremos que las separen. Y ahora será mejor que entremos, se preguntarán
donde estamos.
Las mujeres llegaron a la
habitación de Laskmi, quedándose ellas con las niñas mientras Richard y Josh
salen de la misma para poder hablar con tranquilidad.
Amos hombres se encaminaron hacia
la zona de descanso para médicos.
-¿En serio crees que en una
semana la pequeña podría recibir el alta? – preguntaba Richard.
-En tan solo unas horas ha
mejorado mucho, si continua así y no hay complicaciones en una semana podríamos
darle el alta.
-Bien, por fin una buena noticia.
-Gaby me ha contado lo que ha
pasado con los padres. Es una autentica putada – decía Josh-¿cuándo se lo vas a
decir a Uma o ya lo has hecho?
-Aún no, pensé que era mejor que
primero viera cómo estaba su hermana. Supongo que luego me la llevaré a comer e
intentaré decírselo. No sé como lo diré. Mierda, ¿cómo se le dice a una cría
que sus padres han fallecido?
-Seguro que encuentras la manera.
Kate siempre decía que los niños se te daban bien, que con ellos te
transformabas – aquella era la primera vez que Richard escuchaba aquel nombre y
tan solo oírlo hizo que se tensase.
-Ya, bueno soy escritor, seguro
que encuentro las palabras adecuadas – contestó obviando el nombre de ella.
-No tengo dudas. Por cierto,
¿cómo está Kate? Hace siglos que no sé nada de ella.
-Ni idea, hace seis meses que no
sé nada de su vida.
-Vaya –decía totalmente
sorprendido Josh- pensé que vosotros siempre mantendríais vuestra extraña
amistad.
-Ya, pues va a ser que no ha sido
así. Pero preferiría hablar de ello en otro sitio y otro día. Ahora mismo hay
cosas mucho más importantes en mi vida que hablar de ella – la frialdad
mostrada por Richard no dejaba de sorprender a Josh- lo que sí te diré es que
ella dejó NY y se trasladó a trabajar a DC con el FBI. Y ahora volvamos con las
mujeres.
Josh y Gaby continuaron con sus
rondas, dejando a Richard con las niñas, Kenya tuvo que regresar a la Fundación
en unas horas regresaría a por Uma y Richard.
-Castle, ahora que Laskmi está
dormida ¿me cuentas lo que ha pasado con mis padres?
-De acuerdo, será mejor que
salgamos al jardín allí te lo contaré.
Ambos se dirigieron al jardín
trasero del hospital. Decidieron sentarse en el césped bajo un árbol de Neem.
En la India es un árbol sagrado,
uno de los nombres que recibe es paraíso de la India. De sus inmensos troncos
salen multitud de ramas que se van bifurcando en ramas más pequeñas que
terminan en una inmensa copa frondosa.
-Richard ¿sabes que de este árbol
se consiguen medicinas? –Preguntaba Uma y veía como Richard negaba- Deberías
preguntarle a Gaby ella seguro que te lo cuenta mejor.
Richard pensaba en como comenzar
su explicación, seguía sin saber cómo contarle a Uma que sus padres habían
fallecido.
-Están muertos ¿verdad? – decía
de pronto Uma.
-El otro día ambos decidieron que
había pasado mucho tiempo desde que ambos vinieron juntos a casa, así que
decidieron daros una sorpresa. Tomaron el autobús al salir del trabajo – Uma
escuchaba con atención- tenían muchas ganas de estar los dos con vosotras.
-Castle, sólo dime si están
muertos – Uma comenzaba a impacientarse.
-Sí Uma, ambos han muerto.
Uma se levantó, Richard la
alcanzó la tomó entre sus brazos.
-Os echaban de menos, sólo
querían daros una sorpresa por eso decidieron venir los dos. Querían ver a sus
hijas, estar con ellas, poder ver sus sonrisas, escuchar vuestras nuevas
historias. Querían ver lo felices que erais. Y querían verlo los dos al mismo
tiempo, no querían tener que imaginarlo cuando el otro regresara y se lo contase
– Richard trataba de explicar la razón de su viaje.
-Están muertos, ahora ellos ya no
están. Nunca verán cómo me gradúo, no verán crecer a Laskmi – Uma se quedó en
silencio mirando al horizonte- ahora me pregunto qué hicieron mis padres en el
pasado para pagar este peaje en esta vida.
-Uma, tus padres no han hecho
nada –Richard no sabía cómo afrontar la conversación- Fue un accidente de
autobús el que terminó con sus vidas.
-Según el Karma, todo efecto ha
sido provocado por una causa. La muerte de mis padres ha sido provocada por
algo y ese algo es lo malo que hicieron en otra vida. Con cada reencarnación
pagas tus pecados y estás más cerca de tu liberación.
-Cariño, tus padres no han hecho
nada malo. Lo único que han hecho ha sido querer a sus hijas por encima de
todo, querer que sus hijas fueran felices y que tuvieran una oportunidad en la
vida. No puedo creer que tu dios les haya querido castigar por eso.
Uma por primera vez miró a
Richard.
-Entonces fue pura casualidad que
ellos estuvieran en ese autobús. Es eso lo que me estás queriendo decir, ¿no?
–Richard asintió- si eso fuera así, si mis padres hubieran muerto por
casualidad sería mucho más doloroso para mí. Si no hay una causa, entones la
muerte en sí no tiene sentido, si ellos con su muerte no se van a acercar a la
liberación entonces seguirán vagando por este mundo y todo carecerá de sentido.
Castle, la muerte tiene sentido cuando con ella nos acercamos a nuestra última
existencia terrenal. Si no creyera en eso, no soportaría el dolor de las
perdidas.
El escritor se quedó en total
silencio su mente trataba de asimilar lo que la joven terminaba de decir. Ella
había encontrado una lógica para la muerte de sus padres, y con su lógica sería
capaz de soportar el dolor. Si él intentaba racionalizar esas creencias
entonces ella caería en poder del dolor y la pena.
-Siento mucho no saber más de tus
creencias, intentaré acercarme a ellas.
-Sé que para ti lo que termino de
decir es difícil de entender. Castle, no estoy diciendo que no me duela su muerte.
Lo hace, eran mis padres. Pero según sus enseñanzas ahora están más cerca de su
liberación, y eso cuando pase el tiempo me hará sentir en paz. No hoy, ni
mañana pero sí un día.
-Espero estar ahí para verlo –
volvía a tomarla entre sus brazos.
-Y yo espero que lo estés. Castle
¿qué será ahora de Laskmi y de mi?
-No lo sé, podría decirte que
todo irá bien, pero ahora mismo no tengo ni idea de lo que va a pasar.
Tras aquella conversación, ellos
regresaron a la habitación de Laskmi. Ambos habían decidido no contarle nada de
lo sucedido a la pequeña hasta que ella no estuviera fuera del hospital.
De regreso a la Fundación, Kenya,
Gaby y Richard hablaban de lo que sucedería a partir de ahora, mientras Uma se
encontraba ya durmiendo.
-¿Qué te han dicho los servicios
sociales? –preguntaba Gaby.
-Nos dan de tiempo hasta que
Laskmi sea dada de alta, tras eso ellos se harán cargo de ambas niñas – Decía
Kenya.
-¿Qué significa eso?, ¿que
vendrán aquí y se las llevaran, que les buscaran una familia que las adopte,
que las separan porque Uma es demasiado mayor para ser adoptada?
-Richard, cálmate – decía
Kenya-Sí será el estado el que se haga cargo de las niñas, sí les buscarán una
familia que las adopte, y sí lamentablemente Uma es mayor. Pero encontraremos
la forma de que ellas continúen juntas.
-Y cómo lo haremos Kenya, tenemos
menos de una semana para encontrar la solución y después de eso vendrán y se
las llevarán.
-Gaby tiene razón –intervenía
nuevamente Richard- sólo tenemos una semana. Y después ellas desaparecerán.
-Por favor, alguien tiene que
mantener la fe – decía Kenya- en que aparecerá la familia perfecta para ellas.
Richard se había levantado y se
dirigió a la habitación de Uma, allí se quedo mirando a la joven desde la
puerta. Se la veía tan indefensa, tan desprotegida, Laskmi era lo único que le
quedaba y cabía la posibilidad de que también la perdiera a ella. Se había
encariñado de aquellas niñas.
-Tengo la solución – decía
regresando al salón- Yo las adoptaré. Adoptaré a ambas – ambas mujeres le
miraron con sorpresa- llamaré a mi abogado para que inicie todos los trámites.
No permitiré que nadie separe a esas niñas. Les daré la oportunidad que ambas
merecen.
-Estás loco – decían ambas
mujeres a la vez.
-Pude que lo esté, de hecho en NY
hay gente que lo confirmaría, pero creo que nunca he estado tan seguro de nada
como de lo que termino de decir. Ya he criado solo a una hija, y no me ha ido
mal. Es una chica feliz, madura, responsable, está en la universidad. No he
sido mal padre.
-Richard, querido – decía Kenya-
eres americano, hombre, soltero. Digamos que no eres el prototipo de “familia”
que los servicios sociales buscarán.
-Te olvidas de algo, soy
multimillonario. Y por lo que sé las leyes de adopción indias no prohíben
adoptar a los hombres solteros.
-Ya pero prefieren indios
–continuaba Kenya- aunque es cierto que ser millonario puede darte un plus.
Una semana ese fue el tiempo que
Laskmi estuvo ingresada, el mismo día que le dieron el alta los servicios
sociales aparecieron en el centro de la Fundación.
-Námaste – decía el hombre de los
servicios sociales al encontrar a Kenya- mi nombre es Mohamed y trabajo para
los servicios sociales, trabajo para el Cara (servicio de adopciones indias)
-Námaste, soy Kenya, responsable
de educación de la FVF.
-Sé quién es señorita, vengo
buscando a Richard Castle. Si no estoy equivocado, es uno de sus voluntarios
además de ser su novio.
-Richard, está ahora mismo dando
clase, terminará en media hora. Si quiere le puedo ofrecer un té mientras
espera.
-Perfecto.
Ambos se dirigieron al despacho
de Kenya, una vez allí ella puso a hervir el agua para el té.
-Por lo que sé el señor Castle ha
pasado los últimos seis meses fuera de su país. Dejó su trabajo como asesor de
la policía de NY y se trasladó a vivir a España.
-Vaya, veo que ha adelantado
mucho su investigación – contestaba Kenya tendiendo al hombre una taza con la
infusión.
-Es mi trabajo. En España conoció
la FVF y decidió venir a trabajar aquí. Ha pasado de vivir con todos los lujos
a vivir aquí tan solo con lo imprescindible. Sus alumnos le adoran. Tiene una
hija de 19 años, que estudia en la universidad de Columbia. La crió él solo.
-Es un buen hombre. Dejó atrás su
vida en NY porque necesitaba un cambio en su vida, necesitaba ver que era algo
más que un escritor de éxito. Necesitaba dar algo de todo lo que él había
logrado a lo largo de su vida.
-Ya, necesitaba descubrirse a sí
mismo que no era un parásito de la sociedad. Él era el único que se veía como
tal. Si preguntase a la gente que le ha rodeado todos estos años habría
descubierto que no lo era.
-Le gustan los niños, son más
felices desde que él está aquí.
-Pero no es indio. Puede ser
divertido, guapo, puede ser un gran profesor, puede ser capaz de dar mucho
amor, puede proporcionar una gran vida a esas niñas, no tiene problemas
económicos. Pero hay algo que no es, no es indio.
-Señor, ambos sabemos que no
habrá muchas familias indias dispuestas a adoptar a Uma, es demasiado mayor.
Laskmi será fácil de adoptar, pero su hermana mayor será imposible. Y ustedes terminarán
separándolas. Les dará igual que Uma sea lo único que le quede a Laskmi de su
antigua familia.
-Sólo queremos lo mejor para
ellas – se defendía el hombre del Cara.
-Lo mejor para ellas es ser
adoptadas por Richard.
-Lo sé – Kenya se sorprendió por
aquello- Quiero hablar con las niñas, saber que opinan ellas antes de emitir mi
veredicto final. Mientras quiero mantener una conversación con el señor Castle
para saber las intenciones que tiene para con las niñas.
-¿Intenciones?
-Sí, intenciones. Quiero saber si
está pensando en volver a su país, si Laskmi crecería conociendo sus raíces. Si
volverían a menudo a la India. Intenciones.
-Si no le importa esperar aquí,
iré a avisar a Richard porque si no lo hago se quedará con los niños.
Kenya recorrió el complejo
dirigiéndose a la clase donde Richard hacía tan solo cinco minutos que había
finalizado las clases. Le encontró recogiendo los exámenes que sus alumnos
habían hecho.
-Hola – dijo la mujer.
-Hola preciosa – contestó el
escritor- qué sorpresa verte por aquí.
-Ya, Richard será mejor que me
acompañes -aquella frase hizo que él decidiera parar de recoger y miró a la
mujer- el mi despacho hay alguien de Cara esperándote.
Al escuchar aquello Richard no
pudo evitar tensarse.
-Tan solo hace una semana que presenté
mi solicitud, pensé que tardarían más en venir.
-Parece que todos tienen prisa.
Vamos Richard, tranquilo, el hombre sólo quiere hacerte algunas preguntas y
también quiere hablar con las niñas.
-¿Hablar con las niñas? Laskmi es
muy pequeña y aún se está recuperando – él no veía conveniente entrevistar a la
pequeña.
-Cariño – Kenya le tomaba su cara
entre sus manos- todo saldrá bien. Sólo responde a lo que te pregunte con
sinceridad. Muestra todo el amor que tienes hacia esas niñas y saldrá bien.
Ambos se encaminaron hacia el
despacho de ella, una vez allí vieron como el hombre de Cara continuaba sentado
esperando.
-Ya estamos de vuelta.
-Námaste señor Castle. Mi nombre
es Mohamed, formo parte de Cara y quería mantener una entrevista con usted –
decía el hombre poniéndose en pie.
-Námaste Señor Mohamed. Estoy a
su disposición – contestaba Richard.
-Será mejor que me retire. Si
necesitáis algo no dudes en avisarme –esto último lo dijo mirando a Richard.
-Gracias – contestaron ambos
hombres.
Antes de salir Kenya acarició con
ternura una de las manos de Richard, intentando transmitir con esa caricia todo
su apoyo.
-Bueno señor Castle, supongo que
le habrá sorprendido la visita.
-Por favor, preferiría que me
llamase Richard y me tutee. Así me sentiría algo más cómodo.
-Como quieras Richard – el
escritor expresó su gratitud con una sonrisa- tranquilo, esto no es nada malo
tan solo quiero hacer algunas preguntas.
-Perfecto, aunque tampoco podría
negarme.
-No, no podrías. Me sorprendió la
rapidez con la que se presentó la solicitud de adopción.
-Ya, creí que sería lo mejor para
las niñas. Conmigo no habría problema y ambas se mantendrían juntas. Además del
hecho de ser alguien conocido para ellas.
-Pero tú ya tienes una hija
adulta – continuaba Mohamed.
- Sí, Alexis, tiene 19 años y
estudia en la Universidad. Siempre he querido tener más hijos.
-La ha criado usted solo. Eso me
parece perfecto, no muchos hombres habrían criado ellos mismos a su hija. La
mayoría habrían contratado nanas para hacer el trabajo.
-No creo que sea la mejor forma
de criar a un hijo, yo tenía la oportunidad de estar con ella. Podía realizar
mi trabajo desde casa, así que no había necesidad de tener niñeras.
- ¿Y lo haría de la misma forma
con Uma y Laskmi?
-Por supuesto, Alexis siempre me
dice que crecer sabiendo que yo estaba siempre para ella le hizo sentirse
siempre protegida y amada. Y Laskmi y Uma crecerían de la misma forma.
- ¿Aquí o en EEUU?
-Supongo que en ambos países –
contestó con sinceridad Richard- No voy a negar que por mi cerebro ha pasado la
idea de regresar a mi país con las niñas. Pero aunque eso sucediera trataría de
pasar todos los veranos en la India. Éste es su país, aquí están sus raíces y
no pienso separarlas de ellas.
-Uma está a punto de finalizar
sus estudios de secundaria. Los estudios en su país son caros, quizás ellas
quiera continuar y acceder a la Universidad.
-Lo hará. Uma quiere estudiar
ingeniería civil. Quiere traer modernidad a esta zona de la India, y eso es lo
que hará. Estudiará en la universidad que ella elija, no seré un impedimento en
su educación.
- Será caro – repetía Mohamed.
-Soy rico –contestó Richard- el
dinero no será nunca un problema.
-Laskmi ha superado una
meningitis, pero necesitará revisiones periódicas.
-Lo sé. Tendrá todas las atenciones
médicas que precise.
-Al final todo se resume a tener
dinero. Con él podrá pagar el mejor seguro médico para las niñas – Richard
asiente- ¿Cuándo saldrá su nuevo libro?
-¿Perdón? –preguntaba un tanto
perdido Richard.
-Lo pregunto porque usted es
escritor, y algún día deberá volver a publicar. Cuando eso suceda comenzarán
las presentaciones de libros, los viajes, promociones. ¿Qué hará entonces con
las niñas?
-Procuraré que interfieran lo
menos posible en la vida normal de las pequeñas. Pero si tuviera que viajar y
las niñas no me pudieran acompañar le pediría a mi madre o a mi hija que se
quedaran con ellas.
-¿Qué opina su familia de la
petición de adopción?
-Están felices. Alexis siempre
quiso tener hermanos, así que la posibilidad de tener dos hermanas le ha
encantado. Y a mi madre le ha parecido perfecto, los niños son vida, ha dicho.
-Creo que de momento hemos
terminado. Ahora quisiera hablar con las pequeñas. Después de eso tomaré una
decisión. Ha sido interesante hablar contigo.
-Disculpa, ¿crees que es
realmente necesario hablar con Laskmi? Es muy pequeña y termina de salir del
hospital – decía Richard.
-Es necesario. Laskmi, será
totalmente sincera al explicar sus deseos. Le avisaré cuando haya hablado con
ambas – dijo Mohamed saliendo del despacho.
Aquella conversación había puesto
nervioso al escritor. No había pensado que la entrevista con la Cara se
realizase tan pronto. No había tenido tiempo para prepararse las respuestas,
había sido totalmente sincero al contestar, sólo esperaba no haber estropeado
las pocas posibilidades que tendría para poder adoptar a las niñas.
Mientras Richard caminaba por el
recinto buscando a sus amigas, Mohamed se entrevistaba con Uma y Laskmi.
-¿Qué piensas del señor Castle?
-Me gusta – contestaba Uma- me
hace sentir bien. Hace que me sienta importante, se preocupa de todos nosotros.
El día que Laskmi enfermó no pude asistir a su clase, al terminar las clases él
apareció en mi vivienda. Llamó a la ambulancia, no me dejó sola en ningún
momento. Se portó como lo habría hecho mi propio padre. Estando con él me
siento segura.
-Laskmi, ¿te gusta Castle?
-Sí, me cuenta cuentos cada día,
juega a princesas conmigo. Me lleva a caballito, dibuja conmigo. Y cuando
estuve malita, se quedaba mucho tiempo junto a mí.
- Laskmi, ¿te gustaría vivir con
él? – volvía a preguntar Mohamed.
-Claro, él me cuidaría y a Uma
también, y además jugaría conmigo y me enseñaría historias nuevas cada día. Me
quiere, y yo le quiero a él.
La conversación con ambas niñas
continuó al menos durante treinta minutos más. Mientras, Richard conversaba con
Kenya.
-Cariño, tranquilízate. Seguro
que lo has hecho de maravilla. Además las niñas te adoran- todo saldrá bien –
Kenya intentaba tranquilizar al escritor.
-¿Y si no es así? ¿Y si deciden
que no soy la persona adecuada para ellas?
-Richard, ¿tú por qué quieres
adoptarlas? ¿Por ti o por ellas? – continuaba Kenya.
-Por ellas. En esta historia las
únicas personas que importan son las niñas. Ambas se merecen el mejor futuro
posible, se merecen alegría, amor, felicidad. Se merecen una infancia y una
juventud con tranquilidad, se merecen tener una familia que las quiera, un
padre para quien sus hijas sean lo más importante. Se merecen ser las
protagonistas de su vida, sentirse queridas y protegidas. Espero ser yo quien
les pueda dar todo eso, pero si encuentran una familia mejor que yo, dónde
ellas vayan a ser más felices que conmigo entonces yo también estaré feliz.
Cierto que al principio no lo estaré, pero si ellas lo son yo terminaré
siéndolo por mucho dolor que sintiera al despedirme de ellas.
-Richard, no necesito escuchar
nada más – La voz de Mohamed sonó en aquella terraza- no podía haber dado una
respuesta mejor. Me he entrevistado con las niñas. Y si termino de tomar una
decisión.
-Si queréis mejor entramos en el
despacho – decía Kenya- allí estaréis más tranquilos.
Ambos hombres siguieron a la
mujer hasta su despacho. Una vez allí Kenya se retiró no sin antes dejar un
tierno beso en la boca de su novio.
-Tú dirás Mohamed.
-Bien, el proceso de adopción seguirá
adelante. Mientras llega al final serás el tutor de ambas niñas, y serás su
padre pre adoptivo – las lágrimas corrían por las mejillas de Richard- durante
este periodo de tiempo, podrás tomar cualquier decisión que consideres oportuna
incluso salir del país con las niñas. Para ello mañana acudiremos al juez para
que dé fe a los documentos de tutoría y pre adopción.
-Gracias, gracias, muchas
gracias. No por mí si no por ellas. Prometo que no se arrepentirá de la
decisión que termina de adoptar. Gracias – decía un totalmente emocionado
Richard.
-No me las dé. Las niñas han
pedido vivir contigo, ambas querían que fueras su nuevo padre. Y tu respuesta a
Kenya ha terminado de darte el último empujón. El proceso no está terminado, la
adopción definitiva puede tardar en torno a un año, pero mientras tanto tú
ejercerás de padre. Felicidades, Richard, debes ser realmente buen padre y
buena persona para haberte ganado a las niñas en tan poco tiempo.
Ambos hombres abandonaron el
despacho, ya en la calle Richard se despedía de Mohamed quedando para la mañana
siguiente a las 9 en la puerta del Tribunal Familiar.
Richard se abrazó a Kenya la tomó
en volandas haciéndola girar.
-Son mías, soy de nuevo papá –
gritaba totalmente feliz.
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