¡Que hagamos cosas sin relación con el trabajo! Pues podía haber sido
un poco más claro, porque a saber que se le ocurre a Castle. Miedo me da,
siendo él podemos terminar jugando una partida en la consola.
-Martha querida – ha dicho
querida, pues tengo que reconocer que suena bien- he pensado que podíamos pasar
el día en el zoo. A ti ¿qué te parece?
-Bien, me parece una gran idea –
mira así se nos pasará el día entero.
-Perfecto, tomamos el desayuno y
¿nos marchamos? ¿O prefieres que desayunemos por ahí?
-Pues la verdad es que con el día
que hace, me apetece más salir a desayunar.
Bueno pues ya estamos en la calle, vamos a una cafetería del Soho que
por lo visto a Castle le encanta, seguro que hay alguna rubia de bote que le
sonríe con cara de tonta. Leches, pero que me está agarrando la mano. A ver
Kate, que se supone que estáis casados, normal que haga esas cosas.
-¿En qué piensas? –me suelta eso
de golpe, pues a ver qué contestas ahora.
-En nada, la verdad estaba
intentando disfrutar del paseo.
-Bien. Sabes estás muy guapa hoy.
-¿Hoy? ¿Qué quieres decir con hoy?
–pero bueno, que se habrá creído el idiota este. Decir que estoy guapa hoy,
¿eso significa que el resto de días no lo estoy?
- Todos los días estás guapa.
Pero hoy estas preciosa. La ropa informal que llevas hoy, con las zapatillas y
esa coleta al lado, te hacen estar más guapa si cabe –y ahí está la
contestación. Y esa sonrisa que me encanta. Kate tenemos un problema.
-Gracias, tú tampoco estás nada
mal así. Aunque bueno, tú siempre vistes informal. El traje te sentaba de
maravilla, ¿por qué no lo usas más a menudo?
-Gracias por decir que yo tampoco
estoy mal. No me siento del todo cómodo con traje, no soy yo. Me recuerda a
otro tiempo. Uno que no me gusta recordar –genial Kate, has logrado que borre
su sonrisa, buen trabajo.
-Lo siento. No quería hacer que
te sintieras mal. Mira la cafetería que querías –menos mal que hemos llegado,
me siento fatal por haberla cagado.
Que mono, me abre la puerta para que sea yo la primera en pasar. Está
casi lleno, al final no tendremos mesa y nos quedaremos sin desayuno ya verás.
-Cariño, mira ahí hay una mesa.
¿Nos sentamos?
Creo que podría acostumbrarme a que me llame cariño son ninguna
dificultad. La verdad es que dicho por él suena genial.
-Sí, sentémonos. La verdad es que
estoy muerta de hambre.
Decidimos pedir café, zumo
natural de pomelo y un bizcocho casero de naranja.
¿Por qué me está mirando así de fijamente? Igual me he manchado, será
mejor que me limpie por si a caso. Pues parece que no era eso, porque sigue
mirándome de la misma forma. Vale, me empieza a poner nerviosa. Mejor le
pregunto algo, ya pero ¿el qué?, lo que sea Kate, lo que sea.
-¿Te gustan los animales? – ¿qué
clase de pregunta absurda es esa? Ya te vale Kate, ya te vale.
-Sí, claro. Supongo que como a
todo el mundo.
-Ya, lo decía porque como has propuesto
ir al zoo –vamos por no decir que soy idiota y no me salió nada mejor para
lograr que dejases de mirarme como lo hacías.
-Cuando era pequeño, cada domingo
mi madre me llevaba al zoo. Pasábamos todo el día allí. Era el único día de la
semana que estábamos juntos.
-¿Y tu padre no iba?
-Nunca he sabido quien fue mi
padre. Mi madre era madre soltera –genial Kate, llevas un día que no haces más
que meter la pata.
-Lo siento.
-Tranquila, no pasa nada. Nunca
le eché en falta. Más que nada porque es algo que nunca tuve. Y según mi teoría
no puedes notar la ausencia de algo que nunca has tenido. ¿Y tú que hacías los
domingos?
-Mi madre, me dejaba elegir el
desayuno. Casi siempre quería tortitas, huevos y zumo natural. Y después nos
tirábamos todo el día viendo películas de chicas.
-Suena bien. Y ahora ¿no quedas
con ellos?
-Murieron. Tuvieron un accidente
de coche una noche al volver del teatro. Un conductor borracho se saltó un stop
y se llevó el coche de mis padres por delante –mierda, duele tanto el recordarlo-
-Lo siento Martha, no quería
hacerte sentir mal – mi mano, la ha tomado entre las suyas, y me la está
acariciando. Realmente me siento mejor.
-Tranquilo, lo sé. Hace diez años
de aquello, pero aún duele.
-Supongo que el otro conductor
estará en la cárcel –tan sólo asiento- bien, por lo menos se hizo justicia.
-Y tu madre, ¿qué dijo cuando te
viniste a NY?
-Mi madre murió hace trece años.
Fue asesinada una noche al salir del trabajo –Kate igual es mejor que pases el
resto del día calladita- Era abogada, llevaba el caso de una mujer maltratada.
Una noche al salir del despacho el marido de su clienta la estaba esperando, mi
madre intentó volver a entrar en el edificio pero el hombre fue más rápido y le
seccionó la yugular. Murió desangrada en la acera.
-Lo siento, dios mío, lo siento
mucho. Espero que fuera condenado.
-Lo fue, no solo mató a mi madre,
también hizo lo mismo con su mujer. Aquel día decidí que sería policía. Quería
poder evitar casos como ese.
-Antes de eso ¿qué hacías?
-Era guionista de televisión.
-¿En serio? – Leches eso sí que
no me lo esperaba- ¿Trabajaste en alguna serie famosa?
-Bueno trabajé en Todos eran mis
hijos primero y luego en Expediente X.
-Me encantaban las dos. Vaya
cambio, pasar de eso a ser policía.
-Sabes, no me arrepiento. Soy
mucho más feliz ahora que entonces. Me apasiona mi trabajo. Siento que soy
útil, que hago cosas que realmente son importantes. Y tú ¿qué hacías antes de
entrar en la policía?
-Estudiaba derecho. Pero cuando
murieron mis padres me pasó igual que a ti. Quise evitar que cosas así
volvieran a pasar.
Cuando quisimos darnos cuenta
llevamos dos horas en aquella cafetería. Se nos había pasado media mañana sin
darnos cuenta.
-Vaya, ¿te has fijado en la hora
que es? Igual deberíamos cambiar de planes, es casi la hora de comer – pues me
apetecía ir al zoo.
-Tienes razón. Tengo una idea.
¿Por qué no comemos en la hamburguesería que hay al lado del zoo, y luego
pasamos la tarde viendo animalitos?
-Alex, terminas de tener una gran
idea – ambos estamos sonriendo. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien
hablando con alguien.
-Entonces, pongámonos en marcha
preciosa.
Y ahí está de nuevo tomando mi
mano entre la suya.
Estoy agotada, menudo día hemos pasado. Me pienso tirar en el sofá toda
la noche. No recordaba lo cansado que es ver animalitos.
-Cariño, ¿te apetece que pidamos
unas pizzas y vemos una peli en casa? No puedo con mi alma. Lo que agota ver
animales, por dios –menos mal, él está igual de cansado que yo.
-Por mi perfecto. Yo elijo la
peli, y tú eliges la pizza. ¿Trato hecho?
¿Por qué me tiende la mano? Ah claro para hacer el trato. Kate
definitivamente cuando Castle sonríe tus neuronas se van de vacaciones.
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