Hunt abría la puerta para salir
del despacho y regresar al salón con las mujeres, Richard comenzó a andar hacia
la puerta mientras Katherine seguía en medio de aquella habitación. Había
vuelto a declarar su amor por el escritor pero éste sólo se mantuvo callado.
-Rick, ¿podemos hablar?
-¿Ahora? – Beckett asintió- está
bien. Hablemos.
-Hola, ya estamos en casa, ¿qué
hay de comer?
-Tendrá que ser en otro momento,
las niñas terminan de llegar, es hora de comer – decía Rick al escuchar la voz
de sus dos hija pequeñas y saliendo del despacho.
-Claro, en otro momento será –
fue lo único que pudo decir ella al tiempo que soltaba un joder inaudible para
él.
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Un mes fue el tiempo que pasó
desde aquella última comida familiar. Alexis se había recuperado totalmente y
había regresado a la facultad, Castle intentó hasta la extenuación que se
quedara en casa pero la pelirroja salió, como siempre, vencedora y se marchó a
Columbia.
Martha había regresado a sus
clases, a su casa, a disfrutar de la nueva vida que se abrió ante ella.
Hunt, sorpresivamente decidió
establecerse en la ciudad de NY, con ello el Loft del escritor se había transformado
en una especie de bunker, lo mismo sucedió con la casa de la actriz. Antes del
regreso de Alexis a Columbia, instaló un novedoso sistema de seguridad, quería
tener vigilada a su nieta las 24 horas del día, pero sin que esa vigilancia
interfiriera en la vida de la joven.
Uma y Laskmi, estaban totalmente
integradas en su colegio, la mayor formaba parte del equipo de debate y a la
pequeña le encantaban las clases de dibujo. Su integración en la familia era
total, pero la pequeña echaba mucho de menos a Kenya no así Uma que estaba
centrada en entender por qué su padre y Beckett no estaban juntos.
En cuanto al escritor, pasaba
cada día trabajando en la 12th y su libro sobre su viaje a la India estaba a
punto de ser lanzado. Era feliz, a su manera, pero feliz, tenía a sus hijas, a
sus padres. Por fin tenía un padre. Sonreía feliz viendo a su familia.
-Papá, hoy comeré fuera.
-Está bien, pero no llegues muy
tarde, recuerda que le prometimos a Lask que iríamos los tres al cine.
-Lo sé, no te preocupes no llegaré
más tarde de las cuatro – se despedía besando a su padre.
-Uma, ¿con quién vas a comer? –
preguntó el escritor cuando su hija ya estaba en la puerta.
-Con una amiga, tranquilo, es una
buena chica – contestó la joven ya saliendo.
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Kenya continuaba con su vida en
la India, había tomado una decisión pero aún no se la había comentado a Rick,
miró su reloj y suspiró en NY eran poco más de las 12 de la mañana tomó su
móvil y llamó.
-Hola preciosa, ¿qué tal todo?
-Bien, todo bien.
-¿Estás segura? Tu voz suena
triste.
-Rick, tenemos que hablar – fue
lo que respondió la española.
-Eso no ha sonado bien. No vas a
volver, ¿me equivoco?
-Lo siento Rick, lo siento mucho.
Pero mi vida está aquí. Nos dejamos llevar, nos sentíamos cómodos, pero ambos
sabemos que no estamos enamorados.
-Kenya, podemos lograrlo, no hay
porque dejarlo aquí.
-Rick, tú no me amas, puedes
tratar de engañarte si quieres, pero ambos sabemos que tu amor pertenece a otra
persona.
-Te quiero, no quiero perderte –
insistía él.
-Por favor, no lo hagas más
difícil. Tu vida está en NY, con tu familia, tus amigos y sobre todo con ella.
Llevas casi un año tratando de evitarlo, pero no puedes esconderte eternamente
de tus sentimientos. La mujer de tu vida no soy yo, la mujer de tu vida se
llama Katherine Beckett. Deja de esconderte e intenta ser feliz con ella.
-Me dejó, me rechazó.
-Y te ha perdido perdón muchas
veces, te ha dicho que te ama, que quiere que estés en su vida. Vamos Rick,
arriésgate – le animaba ella.
-No puedo, simplemente no puedo.
-¿Por qué? Dame una buena razón
para no luchar por ese amor.
- Tengo miedo, miedo de volver
con ella y que vuelva a dejarme, no lo soportaría.
-El miedo es superable, además no
tiene porque volver a pasar, de hecho creo que ella ya se dio cuenta de lo
estúpido que fue el dejarte marchar.
Ella te ama, tú la amas. Arriésgate, deja que te demuestre su amor.
-No puedo, ahora no. Pero tienes
razón en una cosa, nosotros no nacimos para estar juntos, ambos sabíamos cuando
empezamos que lo nuestro sólo era atracción física y con el paso de los días
nos dejamos llevar porque era fácil y nos sentíamos cómodos. Tu vida está en la
India, y la mía aquí. Pero prométeme una cosa, siempre seremos amigos – la voz
de él tembló.
-Claro, seremos amigos
eternamente. Rick, se feliz, lucha y vence. Te quiero.
-Te quiero.
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Uma estaba sentada en una mesa al
fondo de la cafetería, tomaba un batido mientras esperaba la llegada de la
persona con la que había quedado. Sonrió al ver entrar a la persona que
esperaba y levantó una mano para que la viera.
-Hola Uma, siento llegar tarde,
el tráfico era de locos.
-No pasa nada, he llegado hace
poco.
-Me sorprendió tu llamada.
-Ya, me lo imagino. Le pedí tu
número a Alexis, se extrañó un poco pero me lo terminó dando.
-Está bien, ¿por qué querías
hablar conmigo?
-Disculpen, ¿saben ya lo que van
a pedir? – interrumpió un camarero.
-Yo quiero una ensalada –
contestó Uma
-Yo una hamburguesa y patatas
fritas.
-Perfecto, y ¿de beber?
-Agua – contestaron las dos a la
vez.
Una vez que el camarero se fue
las mujeres continuaron con su charla.
-Beckett, ¿me podrías explicar
por qué mi padre y tú no estáis juntos? – preguntó directamente Uma a la
detective.
-Es difícil, ¿de eso es de lo que
querías hablar? – la joven asintió.
-No empieces por la parte de los
años que mi padre te estuvo esperando, eso ya me lo han contado. Quiero saber
tus razones – dijo seria Uma.
-Es difícil, entre tu padre y yo
siempre fue todo difícil, bueno no es cierto, nosotros nos encargamos de
hacerlo difícil, el amor debería ser fácil cuando ambas personas sienten lo
mismo. Pero nosotros nos encargamos de complicarlo, fuimos estúpidos, fui
estúpida, y destruimos lo que tanto nos había costado tener.
-No lo entiendo, él te amaba, tú
le amabas, y aun así lo dejasteis – insistía Uma.
-Normal que te cueste entenderlo,
yo tampoco puedo hacerlo. Durante el tiempo que estuvimos juntos, ambos
teníamos miedos. El mío era que yo sólo fuese una conquista más para tu padre,
pese a que él nunca hizo nada para que pudiera creer eso. Pero mi amor por él
me hacía sentir insegura, no podría soportar que él me dejase.
-Y el miedo de mi padre era
perderte, así que durante toda vuestra relación él tenía el freno echado, por
así decirlo. No quería hacer nada que estropease vuestra relación, y eso la
estropeo – Kate la miraba sorprendida.
-Nunca hablamos de lo que
teníamos, eso empezó a hacerme creer que efectivamente para él yo sólo era una
más – Uma alzó una ceja- lo sé, sé que pensar aquello era absurdo pero no podía
evitarlo.
-Pero vosotros, vivíais
prácticamente juntos, vale que oficialmente no te lo hubiera pedido, o que no
te hubiera puesto un anillo en el dedo, ¿pero que más necesitabas?
-Uma, ahora sé que todo aquello,
toda mi inseguridad era una tontería pero en aquellos días no podía sentirme
perdida. Necesitaba que él me cogiera y me dijera que me amaba, que era la
mujer de su vida, que me quería junto a él para el resto de su vida.
-Ya, pero cuando te lo dijo
saliste corriendo.
-Sí, estaba totalmente perdida, y
pensé que él tan solo lo hacía para que me quedase en NY, no porque realmente
me amase. Lo hicimos mal, debimos sentarnos y hablar de nuestros respectivos
miedos, pero en lugar de eso los encerramos y continuamos como si no
existieran, y eso hizo que los miedos se hicieran enormes.
-Y al final os explotó todo. Y
ambos lleváis casi un año siendo infelices – terminaba Uma.
-Sí, yo al menos sí. Tu padre
conoció a Kenya, os encontró a vosotras, tiene una vida plena – decía la
detective llorando.
-No, no es plena. Kenya y él no
se aman, sólo se sienten cómodos. Nunca he visto en la cara de mi padre la
sonrisa que tiene en las fotos en las que estáis juntos. Te ama, pero ahora
está aterrado. Le hiciste mucho daño, más del que nunca podrás imaginarte.
Aquel día en los columpios, el Richard Castle que tú conocías murió.
-Uma, nunca quise hacerle daño,
su dolor es mi dolor. Le amo, quiero pasar el resto de mi vida con él, pero no
sé cómo lograrlo. Le siento lejos de mí, su sonrisa no es la misma, su mirada
es diferente. A veces cuando estamos juntos, creo ver al Castle que conocía
allí escondido, pero sólo me deja verlo unos segundos y luego vuelve a ponerse
la coraza.
-Kate, aquel Castle murió cuando
contestaste no a su proposición, no sé cómo era antes pero sí he visto en el
hombre en el que se ha ido convirtiendo a lo largo de este año. Vi como el
dolor que le consumía fue desapareciendo, vi como sus ojos brillantes por las
lágrimas dejaron paso a unos brillantes por lo que hacía y lo que sentía, vi
como un día sus ojeras desaparecieron, pero nunca vi la sonrisa que descubrí en
estas fotos – decía enseñando una foto de Kate y Rick- quiero ver esa sonrisa.
-Yo también quiero que todo
vuelva a ser como siempre debió ser – contestaba Kate mientras acariciaba
aquella imagen- pero no soy capaz de entrar en su coraza. Uma, no sé qué hacer
para recuperar a tu padre.
-Demuéstrale que eres
incondicional. Él estuvo cuatro años llevándote café sólo para ver tu sonrisa,
llévaselo tú ahora a él. Derrumba sus murallas, con tu amor.
Ambas continuaron con su
conversación, Uma comenzó a hablar de su vida en la India, de la vida con sus
padres y la muerte de estos, de la enfermedad de Laskmi.
-Debiste ver cómo se desvivió
Castle por lograr salvar su vida, y Gaby, Kenya y Josh. Y la lucha que comenzó
Castle para poder adoptarnos.
-¿Josh? – preguntó sorprendida
Kate
-Sí, un médico americano. Es
súper divertido, amable, simpático, Josh Davidson creo que se llama. Él y
Castle se hicieron muy buenos amigos, y ahora es el prometido de Gaby. Gaby es
la mejor amiga de Castle.
-Espera, ¿Rick y Josh son amigos?
-Sí, buenos amigos. Al principio
parecía que se llevaban mal, pero luego hablaron, hablaron mucho y ahora son
amigos. Hablamos con él cada dos días, nosotras un poco pero papá y él hablan
durante horas al igual que con Gaby. ¿Por qué te sorprende? – preguntaba Uma.
-Por nada, sólo que no me
esperaba eso – contestaba Kate mientras removía su café mientras veía cómo Uma
esperaba una explicación- Josh y yo salimos juntos un tiempo y durante aquello
tu padre y él no se llevaron muy bien que digamos.
-Normal, papá estaba loco por ti.
Pues ahora son muy buenos amigos y me alegro, a papá le hace bien Josh. Mierda
– decía mirando su reloj- le prometí a papá que volvería pronto porque vamos a
ir con Lask al cine. Lo siento, pero tengo que irme. Me ha encantado hablar
contigo – decía besando a la joven.
-A mí también me ha gustado.
Espero poder formar parte de tu vida.
-Yo también lo espero detective,
lucha por él.
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El amor, el sentimiento más
fuerte que existe, todo el mundo en algún momento de su vida lo siente. Amas a
los padres, a los hermanos, a los hijos, pero existe otro amor que es mayor el
amor a tu pareja. Amor, el sentimiento que mueve el mundo. Por amor los hombres
se han llegado a matar, han comenzado guerras. Aquellas personas que niegan
sentirlo mienten, algo aman, aunque sea a ellos mismos, pero aman.
Amar a veces duele, es un dolor
que te rompe el alma. Duele cuando el amor que sientes no es correspondido,
cuando el amor que sienten por ti se transforma en amistad, en frialdad. Duele
tanto que juras que nunca más lo volverás a sentir, pero no lo puedes evitar.
Ese sentimiento que mueve el mundo llega nuevamente a ti y vuelves a caer en
sus redes, y comienzas nuevamente el juego, con la ilusión de que esta vez
saldrás vencedor.
Amaste, amaste como nunca creíste
que fuera posible, y perdiste y sufriste y dolió. Lloraste durante días,
semanas y meses y un día dejó de doler.
Y ahora, que creías que estabas a
salvo, ha regresado, ahí frente a ti está nuevamente ese sentimiento, y estás
luchando por no dejarlo entrar pero sabes que nunca vencerás, volverás a caer
en sus redes. Antes o después dejarás entrar nuevamente el amor en tu vida y
lucharás porque esta vez sea la definitiva. En tus manos está que sea antes o
después, es tu decisión.
-Papá, Lask y yo nos vamos a la
cama, es tarde no escribas mucho tiempo más, ¿vale?
-Hola Uma, tranquila termino este
capítulo y lo dejo. Por cierto, ¿con quién comiste hoy?– preguntó el escritor
antes de que la joven saliera del despacho.
-Con Beckett – contestó Uma como
si nada.
-¿Con Beckett? – Repetía
sorprendido- ¿por qué?
-Necesitaba entender por qué dos
personas que se aman como lo hacéis vosotros no están juntas. Necesitaba tener
las dos versiones de la historia.
-Es complicado – decía él- ahora
ya tienes las dos versiones, ¿Cuál es tu conclusión?- preguntaba el escritor a
su hija.
-Sois idiotas – Castle alzaba una
ceja- lo sois. Os amabais, y dejasteis que vuestro amor se transformara en
miedo, miedo a perder al ser amado y eso hizo que el amor quedara enterrado
baja capas de fango. Pero enterrado no significa que estuviera muerto. Ella te
ama, y aunque tú trates de negarlo aun la amas. La pregunta ahora es ¿qué vas a
hacer, lucharás por ese amor o dejarás que siga enterrado? – dicho esto salió de
aquella habitación.
Amor, de vuelta estás en mi. Te
siento dentro de mí, siento como vas creciendo otra vez. Pero siento miedo,
miedo a perder nuevamente por eso lucho contra ti. No sé qué debo hacer,
arriesgarme y tal vez perder pero seguramente vivir el mayor amor que jamás
existió o continuar contigo enterrado con esta vida sin sentido.
Duele tu ausencia pero aun duele
más el no hacer nada para que vuelvas por miedo a perderte otra vez.
Hoy no lo puedo decidir, tal vez
mañana tampoco, de momento sólo intentaré vivir y otro día decidiré.
Castle cerró el portátil y se
dispuso a dormir.
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Cómo cada día Castle llegaba a la
12th, no le habían comunicado la existencia de un nuevo caso pero aun así
decidió acercarse hasta allí.
-Vaya, no me lo puedo creer,
¿vienes a ayudarme con el papeleo? – preguntaba una sonriente Beckett.
-Si no hay más remedio, venía por
si había un nuevo caso – contestaba él encogiéndose de hombros.
-Siento decepcionarte pero no
tenemos nuevo caso, así que tendrás que conformarte con hacer papeleo – decía
ella levantándose y dirigiéndose a la zona de descanso.
Castle se quedó mirando la torre
de papeles que descansaba sobre la mesa de la detective, suspiró y cogió el
primer expediente, al poco tiempo Beckett regresó con dos tazas de café.
-Te he traído tu café – dijo Kate
sonriendo.
-Gracias – contestó él con una
tímida sonrisa- bueno empecemos – dijo señalando el expediente.
Tras dos horas de papeleo
lograron terminar todos los informes.
-Ves, siempre te dije que era
mucho más rápido si lo hacíamos juntos. Hemos terminado y sólo son las 12 –
decía perdiéndose en la mirada azul del escritor- ¿te apetece comer algo?
–preguntó con algo de miedo.
Castle tardó algunos segundos en
contestar, a Kate le parecieron horas pero finalmente él logró contestar.
-Vale, me parece bien. ¿Nos
vamos? – preguntó poniéndose en pie.
Ella sonreía al caminar por las
calles de NY, no podía creer que él hubiera aceptado su oferta pero lo había
hecho, por algo se empieza, pensó mientras entraban en la cafetería.
Durante algunos minutos la
situación era algo tensa, ninguno de los dos parecía dispuesto a comenzar una
conversación, ambos estaban sumidos en sus pensamientos.
Kate decidió dar el primer paso,
ella le había propuesto ir a comer juntos, era ella la que debía comenzar a
hablar.
-El otro día quedé a comer con
Uma.
-Lo sé, me lo contó por la noche
– contestó Rick, mientras aliñaba su ensalada.
-Me pareció sumamente
inteligente, con unas ganas tremendas de comprender lo que le rodea.
-Sí, así es ella. Cuando la
conocí en la India, me acribillaba a preguntas, daba igual el tema, sólo quería
entender, saber más tampoco le importaba no tener confianza con la persona con
la que hablaba – sonreía abiertamente mientras hablaba de su hija.
-Se te nota al hablar que la
quieres mucho.
-Ella y Laskmi me enamoraron nada
más conocerlas. Ella con su curiosidad, con su necesidad de saber, y Laskmi con
su ternura. Cuando Lask enfermó y descubrimos que sus padres habían muerto no
tuve ninguna duda, supe al instante que quería adoptarlas.
-Se las ve felices, y Alexis
parece encantada de tener dos hermanas. Al final has tenido más hijos – decía
con algo de tristeza.
-Son felices y Alexis se salió con
la suya, siempre me había pedido hermanos. Y yo soy feliz, viendo a mi familia
unida y feliz. Hasta mi padre ha decido quedarse – sonreía abiertamente.
-Sí, aunque por lo que me cuentan
Lex y Martha el loft, la casa y escuela de tu madre y la habitación en Columbia
de Lex son como bunker.
-Bueno, la seguridad es
primordial, si no hubiera logrado hacer todo seguro no se hubiera quedado.
La conversación vago por temas
superfluos unos minutos más, ninguno tuvo el coraje de hablar sobre lo que
realmente era importante, ellos, su amor, su relación.
-Tengo que marcharme ya – dijo
Castle.
-Sí, bueno yo también debo
regresar al trabajo. Me ha gusta comer contigo. ¿Te veo mañana?
-Claro, mañana –contestó él.
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Kate se sentía un poco más
optimista, al menos él había querido comer con ella y aunque no habían hablado
sobre ellos, por lo menos no se habían estado echando cosas en cara. Mientras
se servía una copa de vino pensaba que por algo se empieza, era un primer paso.
Él aun la amaba, sólo tenía que
encontrar la forma de traspasar el muro que él había levantado y que les
separaba. Ella era una experta en muros, no en vano había pasado gran parte de
su vida tras uno. Pero ella lo había logrado derribar gracias en parte a la
paciencia infinita que Castle había tenido. Paciencia, eso es lo que tendría
para lograr que él regresase.
El timbre de la puerta hizo que
se sobresaltase, miró el reloj eran cerca de las once de la noche, ¿quién
podría ser? Se levantó con la esperanza dibujada en su rostro y se encaminó
para abrir. No esperaba encontrarse a la persona que había tras aquella puerta.
-Buenas noches Kate.
-Buenas noches, ¿qué haces tú
aquí?
-Quería hablar contigo. Siento lo
tarde que es, pero no quería retrasarlo, ¿puedo pasar?
-Sí claro, perdona. Adelante –
decía apartándose y abriendo la puerta del todo.
-Gracias.
Ambos se dirigían al salón, ella
iba detrás.
-¿Quieres tomar un café, vino,
cerveza? – preguntó ella.
-Agua, por favor.
-Claro, siéntate regreso en
seguida. Yo me tomaré otra copa de vino.
Él se sentó en el sofá, y esperó
el regreso de ella.
-Aquí está tú agua.
-Gracias.
-Bien, y ¿ahora me dirás qué has
venido a hacer? – preguntó con curiosidad ella.
-Veo que la paciencia no es algo
que vaya contigo – contestó sonriendo él.
-Lo estoy trabajando pero aún no
lo domino.
-Quería hacerte un regalo.
-¿Un regalo y a estas horas? –
preguntó incrédula ella.
-Sí un regalo. Estoy seguro que
te agradará – contestó él sacando un gran sobre de su maletín- ábrelo – sonó
más como orden que como sugerencia.
Kate rasgaba el borde del sobre y
sacaba de él unos documentos, en la primera página sólo aparecía un nombre
William H. Bracken.
-¿Qué es esto? –preguntaba
sacudiendo en el aire los papeles.
-Mi regalo, simplemente eso –
contestó él- te aconsejo que eches un vistazo a todos los papeles.
Katherine comenzó a leer aquellos
documentos, las lágrimas comenzaron a bañar su rostro.
-¿Sabes lo que esto significa?
Hay fechas, nombres, números de cuentas bancarias. Con todo esto el senador
está acabado.
-Ciertamente, con todo lo que
aparece ahí el senador Bracken será juzgado y condenado no sólo por la muerte
de tu madre si no por la de muchas otras personas. Por fin lograrás hacer
justicia.
-¿Cómo lo has logrado? El último
ejemplar del archivo fue destruido.
-Digamos que he hecho algo de
magia. Para algo tenían que servir todos los amigos que he ido haciendo a lo
largo de mi vida. Yo he hecho mi trabajo, ahora te toca a ti – Kate le miró
sorprendida- Te toca decidir si lo entregas al Fiscal General o no. Si aceptas
un consejo, entrégalo pero haz primero un trato, logra que seas tú quien
detenga al Senador así la venganza será completa.
-Gracias, nunca podré agradecerte
suficientemente lo que terminas de hacer. Gracias, gracias – decía tomando
entre sus manos las manos de él.
-No tienes nada que agradecerme.
Por mi familia hago lo que sea, pero lo que yo haría con el Senador lo más
seguro es que no lo aprobases así que esa es mi otra forma de devolverle el
sufrimiento que te ha causado.
-Pero, Hunt, yo no soy parte de
tu familia – decía ella.
-Te equivocas, siempre serás
parte de mi familia y antes de lo que tú crees volverás a serlo de forma
oficial – contestaba él sonriendo- y ahora se me disculpas debo irme a casa o
Martha comenzará a creer que he vuelto a desaparecer.
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Aquella puerta se cerraba tras
ella una vez conseguido lo que siempre anheló. Caminaba con paso decidido,
cabeza alta, vista al enfrente, unas gafas de sol ocultaban el brillo de sus
ojos. Una vez abandonó aquel lugar tomó el móvil entre sus manos, marcó sin
pensar aquel número que en las últimas semanas se había hecho sumamente
conocido. Un tono, dos, tres y por fin su voz apareció al otro lado.
-Hola.
-Hola, te necesito – fue lo que
ella logró decir.
-¿Estás bien? – preguntó la voz
con preocupación.
-Te necesito, ¿en nuestro sitio
en treinta minutos?
-Allí estaré, salgo ya.
Caminaba por las calles de la
ciudad que tanto amaba. La ciudad que le había arrebatado su vida hace años,
pero que había logrado compensárselo hace casi seis años cuando le llevó hasta
su puerta a su alma gemela. Una noche le arrebató la ilusión por vivir, una
tarde le devolvió una razón para seguir viviendo y ser feliz.
Levantó su vista y allí estaba,
como siempre esperándola, siempre fiel pasara lo que pasara él siempre estaba
ahí.
-Me has preocupado – dijo él
cuando ella llegó a su altura.
-Todo está bien, no te preocupes
– contestó ella.
-Entonces, ¿qué quieres de mí?
- Hace años prometimos que
estaríamos juntos cuando llegase el momento más importante de mi vida – decía
ella sentándose en los columpios.
-¿De qué estás hablando? –
preguntó él un poco perdido.
-Castle, tengo una orden de
detención – observó la cara de sorpresa de él.
-¿Vas a detener al Senador? –
ella asintió y en el rostro de él se dibujó una gran sonrisa- dios, por fin va
a tener justicia. Por fin todo este infierno habrá terminado, por fin serás
libre, por fin ese cabrón pagará por todos sus crímenes.
-Sólo hay una persona con la que
querría estar en ese momento, y eres tú. ¿Querrás acompañarme?
-Nunca me perdería ese momento,
quiero ver su cara cuando tú seas la encargada de destruirle. Estaré a tu lado.
-Gracias – fue lo único que ella
dijo.
-Siempre – contestó él con una
sonrisa.
El Senador William H. Bracken
terminaba de llegar al plató de la ABC dónde iba a participar en un debate
sobre la nueva normativa de armas de fuego de la ciudad de NY, saludaba uno por
uno al resto de intervinientes así como al moderador.
Tras las cámaras dos personas
esperaban a que el debate comenzase y estuvieran en el aire para hacer lo que
más deseaban.
Habían transcurrido diez minutos
desde que comenzó la emisión cuando las dos personas se dirigieron hasta el
plató.
-Senador Bracken, queda usted
detenido por el asesinato de Johanna Beckett, Roy Montgomery, el doble intento
de asesinato de Katherine Beckett, entre otros cargos – relataba de carrerilla
la detective.
-Está loca, ¡suélteme! –Decía el
senador al notar las esposas de ella en sus muñecas- Se está metiendo en un
gran lio. Estás acabada Beckett – decía amenazándola.
-En un lio estás tú William –
decía Castle saliendo de las sombras al tiempo que una sonrisa se dibujaba en
su rostro.
-Señores espectadores están
viendo en directo la detención del Senador Bracken, varios policías de la
ciudad de NY están en la emisora así como miembros del FBI. La detective
Beckett posee una orden de detención firmada por el mismísimo Fiscal General –
relataba el hasta entonces moderador del debate- Parece ser que se acusa al
Senador de varios asesinatos. En cuanto tengamos más información se la
comunicaremos.
El Senador luchaba por liberarse.
-Debí terminar contigo cuando
tuve ocasión – gritaba totalmente fuera de sí.
-Pero no lo lograste. Se terminó
Will, estás acabado, vas a pagar por todos tus crímenes. Yo siempre cazo al
asesino, nunca debiste subestimarme.
Nada más decir aquello entregó a
la capitana Gates al detenido.
-Señor, tengo algo que hacer – es
lo único que dijo.
-Vaya Beckett.
Castle corrió tas la detective,
sabía que aunque lo había estado disimulando por dentro era un volcán de
sentimientos. La alcanzó justo en la salida de aquel edificio.
-Kate, Kate ¡para! – decía
tomándola del brazo.
Ella tan solo se dejó abrazar,
hundió su cabeza en el pecho de él y rompió a llorar.
-Tranquila, todo ha terminado.
Llora cariño, saca todo lo que lleva años matándote por dentro. Libérate. Ya
está mi amor, ya está.
El escritor no fue consciente de
sus palabras pero Kate las guardó, él la había llamado amor. Seguía existiendo
esperanza para ellos.
-Rick, querría ir a un lugar –
dijo ella sin romper aquel abrazo que la hacía sentirse segura.
-Vamos, te acompaño. Nunca te
dejaría sola.
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