Bueno pues hoy toca de nuevo sesión de terapia. Castle hoy ha
madrugado, se ha duchado antes que yo y cuando he salido de la ducha había
preparado el desayuno. Tortitas, zumo y café. Estos días juntos me habían
enseñado un lado de él que no conocía. Era tierno, dulce, cariñoso, divertido,
travieso. Mierda, podría acostumbrarme a estar así con él tan fácilmente.
-¿En qué vas pensando?, estás muy
callada – le miro y está tan guapo, ahí está aquella sonrisa que me vuelve cada
día que pasa más loca.
-Pensaba en Lanie, debe echarte
de menos – cierto Kate, ellos están juntos. Así que deja de fantasear como
sería estar con él.
-No sé – no sabe, que clase de
respuesta es aquella- lo mío con la forense no es algo serio. Tan solo pasamos
buenos ratos juntos.
Saber eso me enfada. Vamos que casi termina de decirme que ella es sólo
alguien que tiene seguro para echar un polvo. Es mi amiga leches no un trozo de
carne. Este tío es idiota. Se va a enterar.
-¿Y ella sabe que la ves de esa
forma? –mierda, creo que mi voz ha sonado más dura de lo que quería. Quería ir
poco a poco.
-Claro. A ver yo sé quién es el hombre
de su vida, y ese no soy yo. De la misma forma ella sabe que no es la mujer de
mi vida. Pero mientras Espo se decide y la mujer de mi vida aparece, nosotros
vivimos.
Ale eso te pasa por preguntar. Un momento, él está esperando que
aparezca una mujer. Kate no te hagas ilusiones, si fueras tú no estaría
revolcándose con Lanie, estaría haciéndolo contigo. Vale, esto va como el culo,
ya pienso en él y yo en la cama haciendo el amor. Mierda de misión.
-Buenos días señores Rodgers,
siempre tan puntuales. Adelante – ¿lo habrá dicho con segundas intenciones lo
de siempre tan puntuales? A ver Kate, lo habrá dicho por decir algo. Y una
cosa, ¿no podrías dejarme descansar un poquito?
-Buenos días doc – la sonrisa.
¿Pero es que Castle no puede hablar sin sonreír?
-Bueno Alex y Martha ¿cómo han
ido los deberes que les encomendé?
-Querida, ¿por qué no empiezas
tú?
-Pues la verdad es que hemos
pasado tiempo juntos. Nada de trabajo, nada de malos rollos. Solo disfrutando
de la compañía del otro –ahora miro a Castle y le sonrío, que vea que yo
también se hacerlo.
-Sí, Martha tiene razón, sólo
hemos querido disfrutar. Hemos intentado hacer cosas diferentes. Salir a
desayunar, pasear, ir al zoo, de compras, al cine, a patinar. O simplemente
estar tirados en el sofá de casa sin hacer nada.
-Bien, y la sensación cual ha
sido. ¿Que habéis sentido? –mejor me callo y que hable Castle, porque si no soy
capaz de decir que han sido los mejores días de mi vida.
-Pues verás ha sido como
descubrir de nuevo a la mujer que tenia a mi lado. Descubrir que cuando deja el
trabajo fuera de su vida, es una mujer divertida, cariñosa, simpática, tierna,
dulce, con imaginación. Sexi, con unos ojos que hablan, una sonrisa que
enamora.
Dios, creo que he muerto, porque no puedo respirar y mi corazón ha
dejado de latir. Alguien debería llamar a un medico.
-Y tú Martha ¿qué has sentido?
Pero bueno ¿nadie se va a dar cuenta de que me he muerto? Como voy a
ser capaz de hablar.
-¿Cariño estás bien? – por favor
que deje de llamarme cariño, querida, amor. Vale Kate respira y contesta
leches.
-Sí, tranquilo Alex. La verdad es
que me ha encantado. Me ha gustado redescubrir al hombre que tengo al lado. Es
fácil quererle. Cuando vuelva a ser el del trabajo tan solo tendré que recordar
que es lo que me gusta de él.
Ale, y no digo nada más. Porque lo que me falta decir es que me he
enamorado de él.
-Me alegra comprobar que mi
colega tenía razón acerca de la fase en la que está su relación. Ahora quiero
hacer una cosa con vosotros. Quiero ver como os besáis – le mato, ya está. Si
mato al tipo éste mis problemas se terminan.
-Quieres que nos besemos aquí,
delante de ti.
-Así es Alex, quiero ver la
química que hay entre vosotros.
Castle no te pongas en pie, dile que no por favor. ¿Kate sabes que no
estás hablando en voz alta, verdad? Y además deja de hacer el idiota, te mueres
por un beso suyo. Y yo también.
Se ha acercado a mí, me ha tomado las manos y me ha levantado del
sillón. Ha posado sus manos en mi cintura, sus ojos están fijos en los míos.
Ahora sus ojos miran mis labios, una de sus manos ha llegado hasta mi mejilla,
me la está acariciando. Sus dedos recorren mis labios, dios creo que estoy a
punto de lanzarme a por su boca. Me acerca, y por fin sus labios se posan en
los míos. Es un beso dulce, tierno, suave. Va ganando en intensidad, su lengua
consigue permiso y entra en mi boca. Nuestras lenguas se encuentran, comienza
entre ellas una batalla, siento su mano en mi nuca, mis manos recorren su
espalda. Me cuesta respirar, comenzamos a disminuir la intensidad del beso, por
fin dejamos un beso dulce en los labios del otro. Apoyo mi cabeza en su hombro,
me cuenta recuperar el aliento. El besa mi cabeza. Estoy perdida, estoy
locamente enamorada de este hombre.
-No hay duda, tenéis química
suficiente para hacer volar un laboratorio – ¿de qué está hablando? Ah sí, que
era un experimento, cierto- bueno la sesión por hoy ha terminado, nos veremos
dentro de una semana, y según haya ido igual os doy el alta.
En la calle, bien, por fin estamos en la calle. Puedo respirar,
necesitaba el aire. ¿Por qué estará tan callado Castle?
-Alex, ¿quieres hacer algo
especial hoy?
-Tengo hambre, vayamos a un
italiano. ¿Te apetece?
-Sí claro.
Comemos en silencio, algo no va bien, lo presiento. Desde que hemos
salido de la terapia Castle casi no habla. Está serio y no ha sonreído ni una
vez. Mierda, igual no le ha gustado el beso.
-Martha me duele la cabeza, si no
te parece mal voy a irme a casa.
-Vale, cogemos un taxi y
volvemos.
-No hace falta que vengas. Puedo
ir yo, tú disfruta de la tarde –vale definitivamente algo le pasa.
-No pienso dejarte solo.
Mientras regresamos a casa,
recibimos una llamada de Shaw. Ha picado el anzuelo, y al salir de la consulta
se ha dirigido a nuestra casa, ha plantado las cámaras y los micros. Ya no hay
dudas, el terapeuta es el asesino. Pero necesitan pillarle con las manos en la
masa. O sea, en nosotros.
Nada más llegar a casa Alex se
desnuda, se pone pijama y se mete en la cama. Realmente parece enfermo, está
pálido. Decido dejarle dormir, cierro las cortinas, apago la luz y cierro la
puerta de la habitación.
Han pasado ya dos horas y Castle
continua en el dormitorio. Decido ir a ver qué tal está, me lo encuentro en el
baño está vomitando. Vale, esto ya no es imaginación mía. Está enfermo.
-Alex, voy a llamar al médico –su
mano me retiene. Me mira, y trata de sonreír.
-Cariño ya sabes, es una migraña.
Me tomaré la medicación ahora y en unas horas pasará.
Migrañas, no sabía que las padeciera. Claro que no lo sabías, no sabes
casi nada de él.
Le ayudo a levantarse, decide que
antes de salir se va a dar una ducha. Sé que debería salir, pero decido
quedarme allí, no quiero que si se marea esté solo.
Le ayudo a secarse, parece un
niño desvalido. Le acerco un pijama limpio, se doy el cepillo con la pasta para
que se pueda lavar los dientes, y después le acerco el elixir. No puedo
evitarlo y le peino. Me sonríe, me da las gracias. Y me pierdo, se que nunca
volveré a verle de la misma forma. En ese instante soy consciente de que él es
el hombre que he esperado toda mi vida. Se acerca más a mí y me besa en la
mejilla.
Salimos del baño agarrados de la
mano.
Se acerca a su cajón de la
mesilla y toma las pastillas en su mano libre. Vamos a la cocina y se las toma.
Seguimos en silencio, no sé qué
decir. Solo quiero abrazarle, besarle quiero que me haga el amor.
Se sienta en el sofá, y tira de
mí. Me sienta en sus rodillas.
-Cariño, ¿te apetece comida
china? –me apetece lo que quieras. Pero eso no se lo puedo decir.
-Perfecto. Voy a llamar.
Cuando voy a levantarme me vuelve
a sujetar, y me besa. Me besa en la boca, es un beso igual al del despacho del
terapeuta. Me derrito entre sus brazos, sus labios recorren mi cuello y no lo
puedo evitar, de mi sale un gemido.
Entonces se separa.
-Ahora sí puedes ir a pedir la
cena.
Odio esta misión, me ha besado porque sabe que nos vigila.
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