Despertaba en aquella cama como cada mañana, sola desde
hacía ya mucho tiempo.
Ya no recordaba lo que era sentir la presencia de otro
cuerpo junto al suyo.
Hacía meses que había echado de su vida a Josh.
Como siempre hacía cuando una relación parecía que iba a ser
algo más serio había decidido terminar con el médico y refugiarse en el
trabajo.
Su trabajo en la 12th era su refugio, era su anclaje al
mundo, sin aquel trabajo y sin sus compañeros hacía muchos años que habría
sucumbido a su sed de venganza.
Venganza por el asesinato de su madre, por el suicidio de su
padre, por la pérdida de su vida.
Venganza por hacer que la Kate Beckett que había existido
desapareciera de la noche a la mañana, dejando paso a su nuevo yo.
Eso yo que no dejaba que nadie se acercase lo suficiente,
ese yo que alejaba a cada persona por miedo a perderla luego.
Eso yo que le impedía sincerarse con el hombre que le había
devuelto las ganas de vivir, las ganas de ser feliz, de amar y ser amada.
Aquel iba a ser el día.
Su decisión estaba tomada, aquel día le diría que le amaba,
que quería que lo intentasen. Que ambos se merecían la oportunidad de ser
felices, ya habían sufrido durante suficiente tiempo, ahora les tocaba disfrutar.
Llegaba a la 12th con nuevas ilusiones, con nuevas fuerzas,
esperanzas en un futuro que se abría camino ante ella.
Lo primero que le chocó al llegar era el silencio que
reinaba allí aquel día. Fijándose un poco más observo como sus compañeros no se
encontraban en sus mesas, se dirigió a la zona de descanso no encontrándoles
allí tampoco.
Aquello era de lo más extraño, miró su móvil. No tenía
ninguna llamada, por lo cual ellos no habían salido por un nuevo caso.
La pregunta era dónde se habían metido todos.
-Beckett, a mi despacho.
La orden de la capitana Gates la hizo salir de sus
pensamientos.
-Señor – decía la detective nada más entrar en aquel
despacho- ¿dónde están Esposito y Ryan?
-Están investigando un nuevo caso. Detective Beckett, yo
misma les ordené que no le avisaran. La necesito para otro caso. El senador
Braken ha sido asesinado esta noche. Pese a que el FBI se ha hecho cargo del
caso, quiero que usted investigue por su cuenta.
El hombre que había causado todo su dolor estaba
muerto. Siempre pensó que escuchar aquello la haría feliz sin embargo había
algo que se lo impedía. Una duda le asaltó, esperaba no tener razón.
-Señor, haré lo que me mande – contesto la detective finalmente.
-Quiero que tanto usted como el Señor Castle investiguen ese
asesinato en el mayor de los silencios. Tengo sospechas para creer que Braken y
su antiguo capitán en el pasado no fueron gente limpia. Quiero que el nombre de
Roy quede fuera de todo.
-Entendido. Castle y yo haremos lo posible.
-Cierren este caso antes que el FBI. Avise al escritor y
pónganse manos a la obra.
Tras varias llamadas por fin había podido localizar a
Castle, habían quedado en la vieja taberna, nadie debía saber qué caso
investigaban.
Al entrar saludó a Brian el cual le indicó que Castle estaba
en su despacho.
En aquella habitación se encontró a su compañero preparando
unos cafés.
-Hola detective, ¿a qué viene tanto secreto? –saludaba Rick
sin tan siquiera girarse, conocía de sobra el olor de la detective.
-Hola Castle. Gates nos ha asignado un caso. Han asesinado
al senador Braken.
Al escuchar aquello el escritor se giró, dejando sin
terminar los cafés.
-¿Cómo estás?
-No lo sé Castle, no lo sé. Siempre había imaginado que si
sucedía algo así me sentiría feliz, sería como quitarme un gran peso de encima.
Pero no me siento así.
-Vaya, pensé que estarías contenta o al menos aliviada –
contestaba un tanto extrañado.
-Yo también. Pero me siento intranquila.
-¿Por qué?
-Dime que no has sido tú – se acercaba hasta su compañero
clavando su mirada en los ojos de éste.
-¿Qué? ¿En serio me estás preguntando si yo he matado al
senador?
-Lo siento, pero tengo que saberlo. Recuerdo perfectamente
lo que me dijiste hace meses cuando logramos descubrir que él era el
responsable de la muerte de mi madre. Dijiste que antes o después acabarías con
él. Que no ibas a dejar que él me hiciera más daño.
-Kate, no he matado a nadie – intentó sonar lo más
convincente posible- además anoche estuve con mi madre y Alexis cenando fuera
de casa. Hay mucha gente que nos vió.
-Ok, si me dices que no has sido tú no tengo más remedio que
creerte. Pero entiende que debía preguntar. No podría vivir sabiendo que has
destrozado tu vida por mi culpa – las lágrimas comenzaron a surcar las mejillas
de la detective.
-Beckett, no llores por favor. No soporto ver llorar a las
personas que quiero – tomaba entre sus manos el rostro de la detective y
limpiaba con cariño aquellas lágrimas.
-Abrázame – era una súplica.
-Claro, tranquila Kate, estoy aquí y nunca me voy a ir. ¿Me
escuchas?, nunca.
Tras varios minutos en los brazos de Castle por fin la
detective se lograba tranquilizar. Castle terminaba de preparar el café y ambos
se sentaban alrededor de la mesa para comenzar el trabajo.
-Kate, hay algo que debes saber – no quería mentirla debía
saber toda la verdad.
-No lo quiero escuchar, por favor Castle.
-No puedo quedarme callado. Quiero ser totalmente sincero
contigo. Es cierto que yo no he matado al senador, pero sí sé quién ha sido el
responsable de su muerte.
- Castle no quiero oírlo, de verdad no quiero – no quería
saber nada más. No quería escuchar nada.
-Kate, lo siento. Pero tengo que contártelo. Hace unas
semanas mi padre y yo logramos ponernos en contacto nuevamente. Le conté todo
lo referente al caso de tu madre, y que estaba pensando en tomarme la justicia
por mi mano. Él me lo impidió. Me pidió el expediente de tu madre. A los pocos
días quedamos nuevamente y me dijo que olvidase todo, que ya no era asunto mío,
que no tenía que preocuparme por nada. Que él se iba a encargar de todo. Esta
mañana había un anuncio en el periódico, era de él: el pájaro está en la
cazuela desde anoche.
-Dios mío Castle, pero ¿por qué? – lloraba sin poder parar.
-Kate, soy consciente del daño que ese hombre te hizo.
Destruyó tu familia. Hizo que la Kate Beckett que era feliz y alegre
desapareciera. Te quitó tu vida. La muerte de tus padres hizo que nunca más
quisieras tener a nadie en tu vida por el miedo que sentías de poder perderlos.
Nadie hizo justicia. Se lo debía a tus padres, al resto de personas que
murieron por orden del senador, al capitán Roy. Pero sobre todo ha sido por ti.
Quiero que seas feliz, que por fin derrumbes el muero que te aleja de esa
felicidad.
-Castle, yo…
-No digas nada. No es necesario. Kate, te quiero. Lo llevo
haciendo casi desde el día en el que apareciste en mi vida. Sé que sientes lo
mismo que yo, pero también soy consciente de que mientras no derrumbes tu muro
no tendremos una oportunidad. Te quiero, simplemente es eso. Eres la mujer de
mi vida, lo sé desde hace tiempo.
Las lágrimas surcaban libres la cara de la detective. Castle
había dicho que la quería. Y ella tenía que reconocer que estaba profundamente
enamorada de él.
-Kate, por la gente a la que amo soy capaz de hacer
cualquier cosa. En eso soy como mi padre, él sólo lo ha hecho para darnos a
nosotros la oportunidad de vivir nuestro amor.
-Pero Rick, el FBI está investigando el caso – era miedo lo
que transmitía su voz.
-Tranquila, recuerda que mi padre no existe.
Ambos se fundían en un beso anhelado por ambos demasiado
tiempo.
-Te quiero Kate, y quiero que nos demos una oportunidad.
-Te quiero Rick, y yo también deseo tener esa oportunidad
junto a ti.
El resto es historia, pero juraron luchar por su amor
Always.
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