Hay veces en la vida que no vemos lo que se nos muestra con
absoluta nitidez, nos pasamos la vida intentando sobrevivir y entonces se nos
olvida vivir. Sólo queremos poseer, cosas, poder, y en ése ansia nos perdemos.
Cuando intentamos parar es tarde aquello que fuimos una vez ha desaparecido,
nos miramos al espejo y no nos reconocemos. De quién es ese reflejo.
Entonces paras, piensas y buscas el camino. Claro que ésto
sólo lo haces si algo en tu interior de está mostrando que te has perdido,
buscas la solución, reflexionas, investigas, reseteas tu cerebro, tus
recuerdos, buscas a la persona que un día fuiste y en ese caminar por tu mente
te reencuentras con la gente que un día alejaste de tu vida. El final, si
realmente lo buscas es fácil, te encuentras, pero ojo todo tiene un precio aquí
nada es gratis, el precio es dolor, sufrimiento, el tuyo y el que has ido
provocando en el descenso a tus infiernos. El daño colateral, dependerá del
amor que tú regalases y que un día quitaras, del amor en ti depositado, de la
confianza y las esperanzas que se perdieron con tu caída.
Estaréis pensando que el error de ese hombre o mujer tuvo que
ser muy grande, no os equivoquéis, a veces nuestra caída empieza con sólo salir
de casa sin decir un hasta luego. Ya he dicho que en la caída, el dolor
provocado no es equivalente a la acción realizada. Para poder renacer, hay que
pedir perdón, esa petición debe empezar por uno mismo. Primero hay que perdonar
lo que nosotros hemos hecho para posteriormente disculparnos con las personas
dañadas, porque de nada nos servirá pedir perdón si no somos capaces de aplicar
ese perdón en nosotros ya que si perdonamos sin perdonarnos seguiremos en el
pozo.
Pero ¿qué sucede si no queremos encontrarnos o si nunca descubrimos
que nos habíamos perdido? En el primer caso nuestra caída se acelerará, porque
somos conscientes de que no somos felices y nos da igual, caeremos arrastraremos
a la gente que nos rodean, destrozaremos la vida de quién decida compartir la
suya con nosotros, y lo haremos de forma consciente. Si estuviésemos en otra
época os diría que vuestra alma vagará errante por toda la eternidad buscando
el momento exacto en que se dejó caer.
En el segundo supuesto seremos felices, felices por ser
ignorantes. No sabemos que nos hemos perdido, pero tampoco sabemos que dañamos
a las personas que nos rodean, y no vemos su sufrimiento porque ellas se encargan
de no mostrarlo, piensan que no somos conscientes de nuestro comportamiento o
puede que no le dan importancia. Viviremos una existencia irreal.
Luego están quienes no sabemos cómo, pero son conscientes de
todo lo que les rodea, van por la vida viendo y sintiendo, hace tiempo
encontraron el camino, el suyo, el que les haría ser felices y nunca lo han
abandonado. La pregunta es ¿cómo lo han conseguido, si ellos pueden por qué el
resto no?
Todo lo contado hasta ahora influirá en la forma de
enfrentarnos a la muerte, porque a lo largo de nuestra vida no hemos sido
capaces de parar y respirar, al enfrentarnos a nuestro último viaje llevaremos
exceso de equipaje, porque no podemos olvidar que aquello a lo que me he
agarrado o lo que he deseado o lo que he poseído no me lo voy a poder llevar.
A lo largo de los siglos las formas en las que los seres
humanos se enfrentan a la muerte han cambiado, esa forma de enfrentar no sólo
depende de la época en la que vivimos sino también de la cultura en la que nos
hemos educado, no lo vive igual un cristiano que un hinduista o que un budista
y dentro de estas culturas la gente, los fieles tampoco lo viven igual.
Si ahora mismo preguntase ¿cuántos de vosotros creéis que
todo se termina con la muerte?, ¿quiénes levantaríais a mano?, si preguntase si
¿creéis que existe al reencarnación quienes os pondríais en pie?, si preguntase
si después de esta vida hay un cielo esperándonos ¿quiénes asentiríais?, y por
último si dijese que las almas de los muertos nos rodean y nos hablan, ¿quiénes
diríais que este tío está loco?
Llevo toda tu vida estudiando el comportamiento humano, su
forma de enfrentarse al dolor y a la muerte, he escrito libros a cerca de la
pérdida de la vida mientras aún vivimos, me enseñaron a relacionarme con el más
allá de la misma forma que con ésta realidad.
Esta vez es diferente, no quiero tratar la muerte, sino la
realidad de la vida, quiero que entiendan que nuestro camino está influido por
las enseñanzas recibidas. Quiero que entiendan que existe un equilibrio entre
lo que hacemos y como nuestro comportamiento afecta a los que nos rodean y lo
que deberíamos haber hecho. Quiero que entiendan que cuando hacemos felices a
los que nos rodean nos hacemos felices a nosotros mismos, que cuando ayudamos a
quién nos lo pide no hacemos nada que merezca un aplauso pero en cambio cuando
ayudamos sin que nuestra ayuda haya sido solicitada, entonces actuamos con
honor y esa acción sí merece un aplauso o una alabanza. Y quiero que entiendan
que cuando caemos sólo significa que tenemos la posibilidad de levantarnos.
De hecho creo que nos pasamos la vida cayendo y volviendo a caer, por que no aprendemos a la primera. La posibilidad de levantarnos, va mermando también con los años y llega un momento en el que si no terminamos de aprender, ya no conseguimos levantarnos de nuevo.
ResponderEliminarPero quién nos enseña todo ésto? pues normalmente nuestros errores, al menos que nos crucemos con Estrella y sea ella la que nos abra los ojos.
Gracias Estrella por hacerlo, no tenías porqué, pero lo hiciste de forma desinteresada, por lo que mereces un aplauso y una alabanza.
Alabada y aclamada seas por tus buenas obras, y el aplauso lo tendrás siempre, por lo mucho y bueno que escribes.