13 nov 2013

¿Y si fuera ella? 11

Por fin habían logrado una orden judicial que les permitió compara el ADN encontrado en la victima con el del escritor.
-Kate, cariño. No es de él. –Decía Laine con cara de sorpresa.
-Vale, gracias. Chicos el ADN no concuerda –decía tras colgar el teléfono- joder, estamos en un punto muerto. Con lo que tenemos nadie condenara al novio,  pero tampoco somos capaces de encontrar otro sospechoso.
-Detective –intervenía la agente Liz- por lo que sabemos el asesino es zurdo. Por lo que he podido comprobar Castle es diestro, además me eh fijado en que tiene un leve temblor en la mano izquierda. Quizás, él no sea nuestro asesino. Si, ya sé que existen los mails, pero sobe que iban realmente. Igual deberían intentar descubrirlo. Para así por fin poder descartar del todo a Castle y centrarnos en buscar al verdadero asesino.

Todos miraban a la agente con cara de sorpresa, pero tras pensar un momento en lo que había dicho se dieron cuenta de que igual tenía razón.

-Liz, sala de interrogatorios, es todo tuyo decía Gates, que había escuchado toda la conversación.

-Buenos días señor Castle, letrado. Soy la agente Liz y me gustaría que respondiera a algunas preguntas –dios que bueno está este tío.
-Que ha pasado con la detective Beckett, ¿no quiere venir a jugar?
-Richard, por favor esto es serio. Compórtate de acuerdo –era regañado por su propio abogado- proceda agente
- Está bien. Porque las discusiones, y los mails. Que había hecho la víctima. No creo que fueran por celos, no creo que tengan nada que ver con la ruptura de la relación.
-Tiene razón. Rachel me dijo que iba a publicar en su blog fotos nuestras. Fotos donde se me vería la cara, igual que fotos de mi hija. Siempre he tenido especial cuidado con eso, no porque a mí me moleste la fama, o no quiera ser reconocido. Siempre he sido cuidadoso por mi hija, no quiero que se le acerque un loco por culpa de que sea reconocida como la hija del famoso escritor Richard Castle. Así que le dije que lo pensase bien. Que si continuaba con esa idea me vería obligado a acudir a los tribunales y que sería el final de su carrera.
-Esta es la demanda que interpusimos contra la señorita Norton el día de su muerte. –Intervenía el abogado- el señor Castle hizo esa noche un último intento, pero no obtuvo respuesta por parte de ella. Ahora sabemos la razón.
-Señor Castle es usted ¿diestro? –Continuaba la agente.
-Sí, lo soy.¿ Qué tiene eso que ver con el caso?
-Ahora mismo se lo diré, no se preocupe. Le importaría escribir algo en este folio. Primero con la mano diestra y después con la mano izquierda. –Decía poniendo ante él el folio en blanco.
Castle hizo lo que le pidió la agente, pero en el momento en el que comenzó a escribir con su mano izquierda el temblor apareció en la misma imposibilitando que escribiera nada.
-Muchas gracias señor. Ahora vendrá mi superior.

Tras el espejo, Gates decía a la detective Beckett que pusiese inmediatamente en libertad al señor Castle. Y que se centrasen en buscar al verdadero asesino.

-Buen trabajo Liz. A veces una mente limpia es mucho más útil que horas mirando una pizarra –decía la detective Beckett mientras se dirigía a la sala de interrogatorios- Señor Castle, es libre para marcharse en este momento. Ya sabemos que usted no mató a la señorita Norton. Siento mucho las horas que le hemos hecho pasar en esta comisaria, pero entenderá que es nuestro trabajo-tienes una hija, una hija. Dios Beckett céntrate, deja de pensar cosas raras.
-Gracias detective. No se preocupe se que realizaban su trabajo. Gracias por tomarse este asesinato tan en serio. Y quisiera disculparme por mi comportamiento durante el interrogatorio, no me comporte de la forma adecuada. Realmente lo siento. Y ahora si me disculpa, tengo que ir a recoger a mi hija al colegio.

Volvían a estar como al principio, no tenían ni una pista acerca de quién era el asesino y o encontraban algo pronto o ese pasaría a ser un caso abierto en un almacén.
Aquella noche al salir de la comisaria llamó a un teléfono que hacía años que no usaba.

-Hola, soy Kate. Necesito hablar contigo. Vale, me das tu dirección y me acerco. Estaré ahí en 20 minutos. Gracias.


Aquella mujer la recibió con los brazos abiertos, el abrazo fue largo, intenso, con un inmenso cariño por parte de ambas. Lo habían necesitado tanto a lo largo de todos aquellos años. En ese abrazo se resumía todo el dolor que ambas habían sentido un día y que aun perduraba de algún modo.

-Kate, cariño. Estas preciosa –las lagrimas corrían libres por las mejillas de ambas mujeres- mi niña, sentémonos. Creo que tenemos mucho de lo que hablar.

Ambas se dirigían hacia el salón, sus brazos aun entrelazados como si por el hecho de soltarse una de ellas pudiera desvanecerse y volver a desaparecer.

-Martha, no sabes cuantas veces he querido llamar, verte, sentir que todo había merecido la pena. Pero …
-Kate, pasaron tantas cosas. Hubo momentos tan duros, tantas recaídas, tantas veces en las que realmente creía que mi hijo se moría. Sé que te prometí que el día que él recordase serias la primera persona a la que avisaría…
-Martha no sabes cuantas horas me pasaba mirando el teléfono, esperando tu llamada, preparada para salir corriendo y reunirme con él. Pero no llamaste nunca…
-No, pero solo porque él nunca recobró la memoria. Aun hoy en día sigue sin recordar nada anterior al accidente. A veces, le encuentro con la mirada perdida, con el gesto serio. Y cuando le pregunto en que está pensando él solo me mira y dice:”no lo sé Martha, no lo sé” llevo 15 años sin escuchar de sus labios un madre, un mama solo soy Martha, y eso aun duele. ¿Recuerdas nuestra última conversación, aquella en la que te decía que Richard había vuelto pero no mi hijo? –Kate hacia un leve movimiento de cabeza asintiendo, nunca había olvidado aquel día- pues era cierto, mí hijo murió en aquella carretera, por lo menos el hijo que había sido hasta ese día. Cuando por fin despertó creía que todo volvería a ser como antes, que el seria el mismo, sus bromas, su cariño, su sonrisa, su voz dulce. Pero nada de eso volvió con él. Ante mi se encontraba un hombre que no sabía quién era él, ni quien era nadie de las personas que le rodeaban. Se despertó siendo de nuevo por así decirlo un bebé. No sabía hablar, no podía comer solo, no podía andar, le costaba mantenerse sentado si no estaba sujeto por un cinturón. Tenía que ver como la saliva le caía por la comisura de la boca. Tenía que ver cómo me miraba sin tener ni la más remota idea de quién era aquella mujer se cada día estaba junto a él. Un día Henry descubrió que cada vez que intentábamos hablar de alguno de nosotros, incluida tú, Richard fruncía el ceño, su respiración se agitaba, comenzaba a emitir sonidos parecidos a gritos. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de cuánto daño le hacíamos al intentar que él recordase. Fue entonces cuando él decidió que no quería a nadie de su otra vida en su nueva vida. Tan solo Henry y yo nos quedamos.
-Martha, tranquila, no tienes porque contarme nada. Tan solo necesitaba verte, estos dos últimos días han hecho que todo aquello que creía encerrado en lo más profundo de mi alma vuelva a la superficie. Cada minuto de dolor ha vuelto, necesitaba verte, sentir tu abrazo, tu cariño…
-Kate, quiero que sepas todo, lo que pasó luego de que él despertara.

Martha comenzó a relatar, la lucha de Richard no ya por volver a ser el mismo chico que era antes del accidente, sino la lucha por volver a ser capaz de valerse por sí mismo.
Cada día a partir de las 7 de la mañana Rick, comenzaba sus sesiones de fisioterapia. Al principio, solo consistían en masajes para intentar recuperar el tono de su musculatura tras tanto tiempo, sin moverse. Tras aquellos masajes llegaba la hora de ser colgado. Rick era elevado por una grúa y su cuerpo era puesto en pie  y anclado por cinturones a unas espalderas. En esa posición permanecía cada día por espacio de 30 minutos. Tras aquello, volvían a recibir masajes esta vez se añadía un aparato que emitía corrientes, era otra forma de desentumecer su musculatura.
En torno a las 10 de la mañana le dejaban descansar durante 1 hora, en la que también era el momento para ingerir algo de alimento.  Como aun no había logrado ser capaz de realizar siempre la masticación de los mismos, aun sus alimentos tenían que ser triturados, además aun tenía algún problema con la deglución de los mismos.
Cerca ya de las 11 de la mañana Rick era llevado a la piscina, de nuevo aparecía la grúa en su vida, ahora para sumergirlo poco  a poco en el agua. En el líquido, el cuerpo de Rick era mucho menos pesado, y para él los movimientos eran mucho más sencillos.
Tras la comida y el rato de descanso posterior a la misma, comenzaban las sesiones con el logopeda y el foniatra.
Rick era el claro ejemplo de persona que ha sufrido un accidente cerebro vascular. Él era capaz de juntar palabras, pero estas carecían de significado, siendo casi imposible saber que quería decir, lo cual no dejaba de ser frustrante para él. Rick entendía perfectamente lo que la gente le decía el problema es que él era incapaz de hacerse entender.
Comenzaron las formas sencillas de hablar con él, las conversaciones debían facilitar la integración del chico, por lo cual siempre se intentaban realizar frases cortas a las que él tan solo tuviera que contestar Sí o No. Se señalaban los objetos.
No pudieron comenzar inmediatamente las conversaciones escritas, ya que Rick era incapaz de escribir, ese fue otra de las nuevas tareas. Aprender de nuevo a leer y a escribir.
Cada día la vida de Rick consistía en aprender.
Aprender a estar erguido, aprender a sentarse, a caminar, a hablar, a comer, a leer, a escribir. Aprender a ducharse solo, a vestirse, a usar el inodoro.
Aprender a controlar su frustración, aprender a dominar su nuevo carácter. El cual hacia de él un chico, taciturno, mal humorado, frio, borde, distante.

-Kate, fue todo tan triste. Cuando parecía que estaba saliendo un poco, ya era capaz de hablar con frases simples, escribía su nombre, leía como un niño de 5 años, comía solo. Un día notamos que su boca se torcía. Tenía 2 coágulos en el cerebro, así que de nuevo tuvo que entrar al quirófano. –Las lágrimas hacía mucho tiempo que no dejaban de recorrer las caras de ambas mujeres.

Tras aquella operación, todo volvió a comenzar. Las sesiones de fisio, de logopeda, de foniatra, profesores.
Pero finalmente 2 años después de haber despertado tras el terrible accidente, Richard Rodgers, podía al fin, mantenerse en pie, caminar con ayuda de bastón y un anti equino en su pierna izquierda. Comía solo, bebía, sabía masticar, hablaba con fluidez siempre que no se encontrase nervioso. Sabía leer, escribir. Sus manos también le respondían, bien es cierto que su brazo izquierdo había quedado algo dañado, y tenía un leve temblor en el mismo y que le impedía usar esa articulación de una  forma 100% correcta.
Para entonces, Martha se había acostumbrado por así decirlo, a su nuevo hijo. Había aprendido a vivir con la necesidad de soledad que él había desarrollado.

-Las veces que intentaba sacar algo de su antigua vida él abandonaba la habitación- continuaba su relato Martha- Un día se marcho de casa y cuando horas después regresó, me miró y me dijo:”Martha, ¿aun no lo entiendes? Aquel chico no está, por más que intento recordar algo no lo logro. Lo único que consigo es enfadarme por lo que perdí. No quiero estar eternamente enfadado, quiero una vida. Pero quiero la mía, la que pueda tener a partir del día en el que desperté. La anterior, no existe. Necesito una vida, en la cual no me sienta mal por no recordar una cara, un gesto, una caricia. No puedo fingir sentimientos que no hay dentro de mí. Puedo crear nuevos, pero no recuperar los antiguos. No puedo hacer sufrir a la gente que quería a aquel chico, viendo como ya no existe. Necesito que la gente me quiera por mí mismo, por lo que soy ahora, no por lo que un día fui”  Y por fin aquel día lo entendí Kate, mi hijo solo quería ser Rick, y olvidarse del Richard Rodgers que fue. Y para lograr eso, necesitó librarse de todo lo que rodeaba a mi hijo. Necesitaba volver a crearse.
-Pero Martha, yo lo hubiera entendido, le habría ayudado, habría sido solo su amiga si eso es lo que él necesitaba –decía una Kate rota por el dolor.
-No Kate, tu sólo le hubieras recordado cada día, lo que un día tuvo y perdió. Teniéndote cerca, siempre se habría sentido mal por no poder darte lo que antes tenías con él. Una mañana se acerco hasta mi, dejándome ver su cojera sin el anti equino, dejando al descubierto su cabeza, extendiendo los brazos al frente para que viera el temblor de su brazo izquierdo, tartamudeando por los nervios y tan solo me dijo :” éste soy yo Martha, éste es Rick”. Y aquel día llore como nunca en mi vida  lo había hecho.
-Oh, Martha, le necesité tanto. Cuando mi madre murió le necesite tanto junto a mí. Necesite tanto su abrazo, sus caricias, sus palabras. Creí que él vendría, cuando te vi aparecer en el funeral estaba segura que él te acompañaría. Habían pasado 2 años desde que despertó, y yo aun esperaba su regreso. De verdad creía que él te acompañaría pero cuando no le vi junto a ti, cuando vi tu mirada lo entendí. Por fin lo entendí, yo no era nada ni nadie para él. Y le odie. Le odie por dejarme sola, le odie por robarme a mi amor, por robar mis ilusiones. Y mi odio perduro durante muchos años. Sé que mi reacción ahora puede no ser entendida, pero aquel día, en aquella mañana fría de Enero, le necesitaba tanto que su ausencia destruyo lo poco de amor que quedaba ya en mí. Fui consciente de que había perdido definitivamente a 2 de las personas más importantes que había habido en mi vida. Fui consciente de que mi madre no volvería y de la misma forma él tampoco lo haría. Fui consciente de que me encontraba sola con mi padre. Y el mundo se transformo en mi enemigo. Me jure a mi misma que nunca mas volvería a demostrar amor, que no dejaría que nadie volviera a entrar en mi vida como ellos, porque el dolor que se siente al perderlos no podría soportarlo de nuevo.
- Mi niña, lo siento tanto…
-Logre un mundo perfecto para mí, me fabrique una armadura, nada podía dañarme. Y de repente ayer se comenzó a desmoronar todo. Él aparecía de nuevo en mi vida. Sospecho de asesinato, escritor famoso, con una hija, mi Richard Rodgers era Ricahrd Castle.  Mi mundo perfecto se tambaleaba, porque con tan solo verle frente a mí, quería abrazarle, besarle, y él tan solo tendió su mano hacia mí presentándose. No sabía quién era yo, nada había cambiado en 15 años, sentí de nuevo todo el dolor. Sospechoso de asesinato, yo tan solo pensaba que el Rick que yo concia jamás hubiera matado a esa mujer, pero tenía que reconocer que el hombre que se sentaba frente a mi no era Rick, no el que yo conocí, no del que yo me enamoré. Con cada respuesta que él daba yo sentía como se reía de mí. Me entraron ganas de zarandearle, gritarle, abofetearle. Una hija, tenía una hija. Se había casado 2 veces y era padre. Y yo no era la madre de esa niña. Aun hoy a veces me despierto creyendo que todo fue un mal sueño, que en cualquier momento él llamara a mi puerta, que mi madre vendrá a decirme que Rick me está esperando. Pero nada de eso ocurre Martha, no fue un mal sueño. Todo fue real, su accidente, su coma, su amnesia, la muerte de mi madre. Todo sucedió.
-Kate, ¿de verdad pensaste que él podía ser el asesino?
-Dios, quería creer que no, pero todo apuntaba a que sí. Estaba totalmente perdida. Si no llega a ser por la agente Liz, probablemente Rick estaría ahora en prisión. Sabes, el primer día cuando se iba, me fije en su leve cojera y en su temblor en la mano izquierda, pero no era capaz de unir esos datos con el hecho de que el asesino era zurdo. Quizás debí dejar el caso desde el momento en el que supe quien era Castle en realidad. Pero me pudo el egoísmo, era una forma de tenerlo cerca de mí.
-Querida, te entiendo muy bien. Yo pongo cualquier excusa para estar cerca de él. Gracias a dios ahora está Alexis en nuestra vida, que mejor excusa que ver a mi nieta para poder estar cerca de mi hijo.
-Alexis, es su hija. Bonito nombre. ¿Cuántos años tiene? ¿Donde está su madre? –Realmente no sabía si quería saber nada más, pero algo dentro de ella le decía que continuara escuchando por muy doloroso que fuera.
-Oh, es preciosa, simpática, inteligente, con unos increíbles ojos azules, dulce muy dulce y tierna. Adora a su padre y verles juntos es una delicia. Cuando está con su hija, hay veces que mi Rick parece estar de vuelta. Hace una semana cumplió 10 años. Su madre vive en Los Angeles, es actriz. Ella y Rick se casaron muy jóvenes. Rick terminaba de publicar su segunda novela, la cual fue un autentico éxito. Luego inmediatamente nació Lex. Ellos casi no se veían, por sus trabajos. Y cuando estaban juntos solo se echaban cosas en cara, así que finalmente decidieron divorciarse. Rick siempre dice que fue un terrible error. Que por lo único que nunca se arrepentirá fue porque gracias a ese error, Alexis está en su vida. Cuando le pregunto a que se refiere con error, su mirada se pierde y solo dice:” no lo sé Martha. Pero siento que no era ella”.
-Escritor, nunca lo hubiera imaginado. –Kate, se perdía en sus recuerdos. Él iba a ser abogado como ella.
-Un día después de que pasaran 3 años desde que despertó, se sentó junto a mí y me dijo que se iba a Europa. Que necesitaba un cambio de aires, encontrar su destino. Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Escocia para visitar a Henry y terminó recorriendo toda España. Cada día escribía en su diario lo que iba aconteciendo en su viaje. Después de 1 año, regresó. Iba a ser escritor, y así lo hizo. Cambio su nombre por el de Richard Castle, y publico su primera novela. Aquella no fue del todo un éxito, pero no cejo en su empeño. Y por fin con la segunda lo logro. Castle se convirtió en un escritor famoso, de éxito, querido, admirado. Al principio, aun existían cicatrices visibles del accidente, así que por eso decidió que en  la contraportada de su libro en lugar de la típica foto del autor, aparecería la foto de un Castillo. Luego eso se convirtió en su sello de identidad. Le parecía gracioso, aparecer en las firmas de sus libros disfrazado, era como un niño grande. Castle, es así. Divertido, ingenioso, infantil muchas veces, egocéntrico. Pero después de 15 años, puedo decir que mi hijo por fin se ha encontrado, se ha reinventado y es feliz. Y con eso me vale. Aunque siga sin recordarme. Me vale con verle sonreír cada mañana cuando despierta a su hija, o ver su sonrisa de niño malo cuando ha cometido alguna locura.
-Me gustaría conocer al nuevo Rick. No sé qué idea se habrá formado de mí.
-Tenias que ver su cara, cuando llego de comisaria. Sus ojos tenían un brillo especial. Y en su rostro estaba de nuevo esa sonrisa que pone cuando se le termina de ocurrir una maldad. Dios mío Kate has visto la hora que es –decía Martha mirando su reloj- son las 3 de la mañana. Deberíamos ir a descansar, mañana seguro que tú trabajas y yo tengo que ir a buscar a Alexis para llevarla al colegio.
-Tienes razón, es muy tarde. Será mejor que me vaya a casa. Te llamo para que vayamos a comer o a cenar. Ahora que te he recuperado no quiero volver a perderte, claro si tú estás de acuerdo. –una súplica se podía ver en sus ojos.
-Claro que estoy de acuerdo.

Ambas mujeres se despidieron con besos y con un abrazo en el que depositaban todo el afecto que se tenían.

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