2 nov 2013

Compañeros 14 CAPITULO FINAL

Aún no se cómo hemos llegado hasta aquí, pero bueno lo hemos conseguido. En todo este tiempo hubo muchos momentos en los que creí que nunca lo lograríamos pero aquí estamos. Dios es que aún no me lo creo, estoy aquí sentada esperando a que Rick baje con la bolsa para el bebé. ¡Dios! Cómo duele esta puta contracción.
Venga Katie, respira, vamos que tú puedes. Fu, fu, fuuuu. Fu, fu, fuuuuuuuu.
Mini cállate por dios, ¿ni siquiera hoy me vas a dejar tranquila?
- Rick, Richard Castle o bajas ahora mismo o te juro que te pego un tiro – por dios Katie, nos vas a dejar sordas.
Mírale, ahora aparece saltando los últimos cuatro escalones, éste es idiota solo falta que se escogorcie y sea yo la que le tenga a él al hospital.
-Ya estoy aquí cariño. Podemos irnos – ¿pero donde narices va?
-Ya, ¿estás seguro que no olvidas nada? – nada él tan pancho con la puerta ya abierta.
-A ver, llevo la bolsa del bebé. La cámara de fotos, la de video, las llaves del coche, el móvil, el cargador de todo. Un puro. Creo que definitivamente no se me olvida nada.
Y se pira, la madre que le parió. Bueno veamos, 5, 4, 3, 2, 1…

-Dios, Kate cariño perdóname, casi me voy sin ti.
-Ya, ya me eh dado cuenta. Anda ayúdame a levantarme para que podamos irnos de una vez. Que a este paso llegaremos al hospital cuando el niño se gradúe.
-Niño, has dicho niño. ¿Es un niño, en serio? Pero, ¿cuándo lo has sabido? Dijimos que no lo queríamos saber, que preferíamos la sorpresa – dios, ahora estará así hasta que lleguemos si no le digo que no tengo ni idea. Pues mira que se fastidie no se lo digo.
Por fin hospital, mi hospital, mi ginecóloga, mi comadrona, mis salvadoras. Las quiero, las amo, las adoro. Ya estamos de nuevo, Castle hoy se ha propuesto dejarme olvidada en cualquier lado. Pero cómo narices cree que voy a ser capaz de salir de este puñetero coche.
Que digo yo, no tenía otra semana para llevar el otro al taller, no, tenía que ser esta claro. Y ahora tengo que salir del puto Ferrari. Pues como no avisen a la grúa lo veo jodido tirando a imposible.
-Joder, soy idiota – mírale que mono, por fin después de cuatro años lo ha reconocido- perdona amor, yo te ayudo.
Bueno por fin estamos dentro.
-Disculpe necesito un médico.
-Vale, ¿qué síntomas padece?
-Pues voy a tener un hijo.¿ Le parece un síntoma de necesitar un médico?
-A ver, mire señor. Usted no puede estar a punto de tener un hijo. Más que nada porque los hombres no pueden quedarse embarazados, que digo yo que eso se lo explicarían en el colegio.
Pero, esto tiene que ser una broma. Nos ha tocado la tonta del barrio. Espera que el otro aún está intentando asimilar lo que la tipa esta le ha soltado. No sé a cuál de los dos matar antes. Lo que yo diga mi hijo nace sin un puto medico.
-Yo, yo soy la que necesito un puto médico.
-Perdone señora, es que este hombre me está molestando. Voy a avisar a seguridad para que se lo lleven y en seguida llamo a su doctor.
¿He dicho que esta tía es tonta? Pues lo es.
-Oiga, que yo soy el padre. Llame a la doctora Still.
-¿El padre de quien?, y deje de molestar ¿no ve que ahí hay una mujer que está a punto de parir?
Le meto una ostia, seguro que se la termino dando.
-A ver señora, este hombre es mi marido, y yo estoy a punto de parir. Llame de una puta vez a la doctora Still – por dios, esto tiene que ser una pesadilla.
Por fin, lo he logrado he llegado al paritorio con el monstruo dentro.
Katie igual es el momento de dejar de llamarle monstruo.
Cállate mini, por dios, cállate.
-Bueno Kate, llegó el momento. Ahora cuando yo te diga quiero que empujes. ¿Lista?- sí, sí sí. Leches pero dilo en alto Katie.
-Sí, lista.
-Vale, entonces, empuja- Mola esto de la epidural, no siento nada. ¿Estaré empujando lo suficiente?- más Kate, venga un poco más. Venga con ganas leches – joder pero ésta qué coño quiere, no puedo más- Muy bien, descansa.
-Venga cariño lo estás haciendo genial. Un empujoncito más y estará fuera – pero ahora dónde va, ah no eso sí que no.
-Ni se te ocurra Castle, como me graves lo de ahí abajo te juro que te pego un tiro en cuanto llegue a casa.
-Venga Kate, concéntrate. Un último empujón y estará fuera. Vamos que tú puedes – eso es dar ánimos y no lo que hace Castle.
-Mierda, ¡Castle! – Se lo ha perdido, no va y se ha desmallado. Pobrecito que le ayuden igual se ha hecho daño.
-Felicidades Kate, tienes una niña preciosa. Y bueno, Castle ya la verá cuando se despierte.
Dios, es perfecta. Tiene todos sus deditos, sus manitas, sus piecitos, la boquita, que naricita tan mona por dios. Ains, que me la como.
Katie, que somos mamás, y de una autentica preciosidad.
Sí mini, somos mamás.
Si los malos que me paso el día persiguiendo me vieran ahora llorando a moco tendido. Por fin Castle está despejado.
-Mira mi amor, mira que hija tan maravillosa tenemos – pobre él también está llorando.
-Dios, es lo más hermoso que he visto nunca. Gracias Kate, gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo. Lo era ya por tenerte en mi vida ahora lo soy doblemente. Te amo Katherine Beckett.
-Gracias, por aparecer en mi vida. Te amo Richard Castle.

Ejem, ejem, igual es hora de dejar a esta nueva familia tranquila.
Bueno pues creo que me tendré que despedir yo sola, mi Katie y Castle están demasiado ocupados mirando a peque. Ahora somos una familia.
¿Sabéis? Eso es lo que mi Katie siempre había querido tener, una FAMILIA.
Hasta otra, por favor no hagáis ruido al cerrar la puerta, que la enana debe dormir.
Ciao.
Os he cogido cariño, besos.


FIN

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