7 nov 2013

¿Y si fuera ella? 6

Ambos habían decidido la noche anterior, que el día siguiente seria sólo para ellos. Necesitaban estar solos para dejar definitivamente tras de sí la noche anterior. A la hora señalada aparecieron en la recepción del hotel, antes de abandonar el lugar dejaron una nota para que fuera entregada a Henry.
Caminaban con sus manos entrelazadas por el Paseo de la Castellana, habían decidido que en la Estación de Chamartín cogerían el metro para dirigirse a la zona centro y una vez allí perderse por sus calles.
Cuando ya estaban a punto de entrar en la estación ante ellos apareció un autobús, y por lo que ponía en su cartel de dirección iba hacia Sol.
-Mira Rick , el bus va a Sol, podíamos cogerlo y así iríamos viendo las calles de Madrid –sugería Kate a su novio- ¿te apetece?
-La verdad es que es una buena idea. Mejor que pasarse más de media hora metidos en un vagón bajo tierra –contestaba el chico.
Durante el trayecto hasta Sol observaban por la ventanilla las calles por las que pasaban, la verdad es que el recorrido era largo. Tras dejar Chamartín y tras varios minutos pasaron por Plaza de Castilla.
-Mira Kate, los Juzgados –decía el joven a su novia- si vivieras aquí, este sería tu lugar de trabajo. Entonces según el plano estamos en Plaza de Castilla.
-¿Y por qué dices eso Rick? –Preguntaba la joven con una pequeña sonrisa en su cara.
-Porque vas a ser abogado, ¿no? Oh, venga no pongas cara de sorprendida. No me iras a decir que aun no lo tienes decidido, porque no colaría cariño.
El autobús continuaba su recorrido por las calles de Madrid, pasando por plaza de Cuzco, Castellana, Alonso Cano, para volver a Castellana. Una vez que el autobús volvía a enfilar el Paseo de la Castellana comenzaron a aparecer algunos de los más bellos edificios de Madrid. Estando ya en la Plaza de Colón ante ellos se alzaba majestuosamente la estatua en honor al descubridor de América.  Un poco más adelante a su izquierda apareció el impresionante edificio de la Biblioteca Nacional, al fondo comenzaba a vislumbrarse la fuente en honor a la Diosa Cibeles. Rodeando la fuente se encontraban el antiguo Edificio de Correos que en la actualidad albergaba el Ayuntamiento de la Capital y el Palacio de Linares sede actual de Casa América.
-Kate, mira Cada de América. Según cuenta la leyenda un fantasma recorre las estancias del edificio. Parece ser que unos jóvenes enamorados decidieron casarse en contra de la opinión de sus familias, él rico y poderoso, ella pobre y estanquera. Pasado el tiempo descubrieron la razón de tanta oposición, eran hermanos. Abatidos, ambos jóvenes pidieron una dispensa al Papa, para poder continuar juntos. Aquel se la concedió, pero a cambio deberían vivir en castidad. Era tal el amor que se profesaban que no pudieron cumplir con su promesa. Resultado de su amor nació una niña, y ante el miedo a ser descubiertos, la pequeña fue emparedad. Se dice que es su fantasma el que vaga por el palacio.

-Eso te lo terminas de inventar –decía la joven con cara de horror- como va a existir un fantasma vagando por el Palacio, venga ya Rick, no te hacia tan crédulo.
-O sea ¿que si te crees lo del asesinato, pero no lo del fantasma? Y si una cosa puede ser cierta porque no lo puede ser la otra – se defendía el muchacho.
- Con tanta cháchara nos hemos perdido el edificio del Banco de España, el Instituto Cervantes, mira ya hemos llegado al final de trayecto. Pero esto no es Sol –decía una sorprendida Kate.
- Ya, este autobús hace años que no para en Sol exactamente, pero si bajamos por esta calle, llegamos allí en menos de cinco minutos.

 Tal como el joven decía en menos de cinco minutos llegaban a sol. Puro centro de Madrid. Decidieron que lo primero que debían hacer era desayunar. Entraron en la Menorquina, una pastelería famosa de Madrid que se encuentra en pleno Sol. Tras recobrar fuerzas con unos churros y un café emprendieron su caminata por Madrid.
En el mismo Sol, se encontraron con el edificio del reloj.
-Sabes, esto es como nuestro Times Square. Aquí cada 31 de diciembre la gente se reúne para despedir el viejo año y recibir al nuevo –contaba la joven, ante la atenta mirada de su novio- esperan a que esa bola enorme baje y el reloj de 12 campanadas. La tradición es que por cada campanada se tiene que comer una uva. Y después brindan y comienza la fiesta.
-Pues parece divertido, algún año deberíamos probar eso de las uvas. Mira si vamos por esa calle de allí, creo que es la calle de Arenal, podemos llegar a la plaza donde está el Teatro Real y un poco más allá están el Palacio Real y la Catedral de la Almudena.
- Venga vamos. Caminemos hacia el teatro y tienes que hacerte una foto ante él o si no a tu madre le dará un sincope –decía la joven, muerta de la risa.
Tras dejar la plaza de Opera o de Isabel II , que es donde se encuentra el Teatro Real, llegaron hasta la explanada del Palacio Real y junto al mismo la Catedral de la Almudena.
Decidieron visitar el Palacio. Recorrieron su patio central, la farmacia del mismo, la sala de armas, los distintos despachos, comedores,  dormitorios, salones. La sala del billar, la sala para fumar. La sala de los Streadivarius. Lo único malo, es que dentro de Palacio estaban prohibidas las fotos.
-Venga ya Kate, esos chinos que van delante de nosotros no paran de hacer fotos. ¿Porque nosotros no podemos?
-Porque no estoy dispuesta a pasar vergüenza cuando el vigilante venga a decirnos que aquí no se pueden hacer fotos. A ellos les puede dar igual, pero a mí no –contestaba la joven totalmente seria.
-Sabes, a veces, pero solo a veces, eres un pelín muermo. Que lo sepas –contestaba el joven dándose por vencido, sabiendo que ni en un millón de años sería capaz de convencer a su chica para hacer fotos.
Tras abandonar el Palacio y dado que la Catedral se encontraba justo al lado, decidieron entrar a visitarla.
-Sabes, este templo lo mando construir el Rey Alfonso XII cuando su amada esposa Mercedes murió. De hecho la reina está enterrada aquí –comentaba Rick.
Después de visitar ambos edificios decidieron que era un buen momento para ir a comer.
Se encaminaron por la Calle Mayor, callejearon un poco y por fin llegaron a Puerta Cerrada. Allí decidieron comer en la taberna El Madroño.
-Dicen que lo típico de aquí es comer unos huevos rotos. Kate ¿quieres que los probemos?
- Y como se suponen que son.
-Llevan huevos fritos, jamón serrano, patatas  y pimientos  de padrón. Suena bien, ¿no? También es muy típico una cosa que se llaman callos.
- Lo de los huevos suena de lujo, pero ¿que narices son los callos?
El joven llamo al camarero, y tras la explicación de aquel sobre lo que eran los callos los jóvenes decidieron pedir los huevos y unas croquetas.
Tras la comida la verdad es que les apetecía un café así que decidieron volver hasta el Palacio Real y tomarse el café en la terraza del café de Oriente desde donde se tiene una vista privilegiada del Palacio.
Tras el merecido descanso decidieron continuar su excursión por Madrid. Pidieron la cuenta y una vez que Richard la abonó se pusieron rumbo hacia la Plaza Mayor, llegaron hasta ella caminado por la Calle Mayor, y pasando junto al Mercado de San Miguel. Decidieron que volverían allí con Henry.
La plaza mayor con sus nueve puertas siendo la más famosa de todas la conocida como Arco de Cuchilleros, en la zona norte de la misma se encuentra la no menos famosa Casa de la Panadería y frente a ésta la Casa de la Carnicería. En el centro de la Plaza nos saluda majestuosamente la estatua de Felipe III.
Comenzaba a caer la tarde y pusieron rumbo hacia la Plaza de España, para desde allí continuar hacia el Templo de Debo.
Un verdadero templo egipcio en medio de Madrid. En los años 60   (finales) el gobierno egipcio agradecido por la ayuda recibida por parte de España donó el Templo, y por fin a principios de los años 70 llego a España.
Está ubicado en el mismo lugar en el que un  3 de Mayo de 1808 las tropas francesas procedieron a fusilar al pueblo de Madrid, el mismo lugar en el que antiguamente estuvo situado el Cuartel de la Montaña. En ese mismo lugar cargado de historia para el pueblo de Madrid, se levanta hoy en día el hermoso Templo de Debo.
Contemplar el atardecer desde allí te transporta en el tiempo y en el espacio, pudiendo casi sentir el Nilo fluir junto a ti.
-Cariño, esto es precioso. Gracias por traerme aquí –decía la joven abrazándose fuertemente a su compañero.
Iba siendo hora de regresar al hotel, se encontraban realmente cansados y aun quedaba la noche, así que decidieron regresar en taxi.

Aquella noche salieron los tres a cenar su destino fue el Restaurante Cien Llaves situado en Casa América, dado el buen tiempo reinante impropio del caluroso verano madrileño, decidieron cenar en la terraza del Palacio.
Tras la cena se encaminaron hacia la Plaza de Santa Ana, querían pasar un rato en The Roof/ The Penthause, situado en una azotea de dicha plaza. Las vistas de Madrid desde aquella terraza son espectaculares, se puede ver todo Madrid, pero sintiendo el encanto de encontrarte en el barrio de las letras ( Huertas).


Tenían que reconocer que el día había sido muy largo, así que tras abandonar Ther Roof, ninguno tenía ganas de continuar con su noche madrileña, esa noche ambos jóvenes cayeron rendidos en sus camas.

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