3 nov 2013

¿Y si fuera ella? 2

Las semanas fueron transcurriendo, llenas de clases, exámenes, entrenamientos, y discusiones sobre todo discusiones. Pese a todo, aquellos meses estaban siendo los mejores de Rick desde hacía mucho tiempo.
Aquel día al llegar a casa estaba realmente enfadado.
-Madre ya he llegado me voy a mi cuarto. No quiero cenar –decía nada más entrar.
-Hijo, que ha pasado-decía su madre acercándose hasta él y tomando su brazo.
-No la soporto, es tan engreída, egocéntrica, intransigente.
-Y hablamos ¿de?
-De Beckett, madre, de Beckett –decía mientras soltaba un suspiro y pasaba sus manos por el pelo.
-Ya, anda vamos a sentarnos y me cuentas que ha pasado hoy. ¿Quieres?
-No puedo con ella. Nada de lo que hago o digo le parece bien. Si propongo un orden alternativo a la hora de la exposición le parece mal, si propongo que hagamos técnicas de teatro para ganar química y que seamos capaces de improvisar le parece mal…
-Ya, nada le gusta. Y ¿no será que no sabes cómo exponerlo? Hijo te conozco y sé que a veces cuentas las cosas pero no explicas la razón de fondo para hacer algo.
-Madre, tengo una idea -decía poniéndose en pie de un salto- ¿qué te parece si les invito a casa, y aquí le enseñamos lo que el teatro puede hacer por nuestro equipo? Me explico, haremos un debate aquí, ellos contra nosotros dos madre, les demostraremos lo que se puede hacer con la improvisación. ¿Qué te parece?

-¿Les demostraremos? O se lo demostraras a ella- decía sonriendo- pero me parece una gran idea.
Desde que Rick había logrado convencerles de lo que la improvisación podía proporcionarles las cosas habían ido mucho mejor, las eliminatorias del campeonato habían comenzado y ellos las pasaban con una soltura pasmosa.
Entre ellos las cosas habían mejorado algo, por lo menos ahora no se tiraban a degüello a cada momento. No se podía decir que fueran amigos pero ahora por lo menos se toleraban. Eran los únicos que nunca quedaban, cuando el grupo salía junto si uno venia el otro ponía cualquier excusa para no tener que coincidir. Como ellos decían ya era suficiente con coincidir en el grupo como para hacerlo también fuera y desperdiciar un fin de semana. Aquel día era viernes y estaban los ocho intentando hacer planes, intentando decidir dónde ir, y sobre todo intentando que ellos dos decidieran ir con el resto.
-Oh vamos, queréis dejarlo ya -decía Charly – joder, no es tan difícil, sólo tenéis que venir, lo pasaremos bien. Es hora de que os deis una oportunidad, tenéis que conoceros de una vez. Kate, mira, Rick es divertido, simpático, gracioso, amigo de sus amigos. Y tú chaval, Kate es genial, es dulce, simpática, divertida. Ambos sois más parecidos de lo que pensáis. Vamos daros una oportunidad, y sobre todo, no nos hagáis al resto participe de vuestro rollo.
Aquello dicho por Charly les hizo reaccionar, ambos se dieron cuenta que estaban poniendo a sus amigos en verdaderos aprietos, así que decidieron que aquella tarde saldrían todos.
Al final decidieron ir patinar y luego tomarían una hamburguesa, porque la primera opción de ir al cine se descarto, no lograron ponerse de acuerdo con la película.
Durante la cena el ambiente ya estaba relajado, la verdad es que desde fuera nadie diría que aquellos dos jóvenes que estaban sentados juntos, riendo y compartiendo un batido tan solo unas horas antes se trataban con indiferencia.
Era hora de regresar a casa.
-Oye Kate, ¿cómo vas a regresar? –Preguntaba Rick- lo digo porque es un poco tarde, si quieres tomamos un taxi juntos.
-Richard Rodgers, vaya, vaya, vaya. Mira Colins a quién tenemos aquí -decía una voz salida de la nada.
Los chicos se paraban, Rick se giraba quedándose pálido al descubrir a quien pertenecía aquella voz.
-Chico ¿qué haces a estas horas en la calle?, hace horas que deberías estar en casa –decía un hombre acercándose hasta el.
-Detective, yo… verá… yo….
-Vaya, vaya, Ricky se ha quedado sin palabras. Contra la pared, vamos, comprobemos que llevas -decía el policía abriendo su chaqueta y enseñando su pistola- y vosotros –decía girándose hacia el grupo de amigos- será mejor que os larguéis a vuestras casas.
-Ni de coña, por mi parte no pienso irme de aquí dejando a mi amigo con usted- decía Kate- él no ha hecho nada y usted le está atosigando. No tiene ningún motivo para cachearle, esto es abuso de autoridad.
-Vaya, vaya, pero que tenemos aquí.¿ Quien te crees que eres para hablar así a un agente de la ley? - la tomaba del brazo no de muy buenas formas- vamos a tener que enseñarte modales.
-Jefe, suéltela, ya me tiene a mí. ¿Quiere detenerme? hágalo, ¿quiere cachearme?, ¿enseñarme una lección?, hágalo. Pero suelte a la chica- la voz de Rick, ya no sonaba nerviosa, y en su cara se veía decisión- ¿qué quiere de mi?
El taxi avanzaba por las calles de Nueva York, por fin era capaz de ver su destino, salió corriendo de aquel vehículo, atravesaba el último obstáculo antes de llegar a su destino final.
-Mamá, Papá, os necesito –decía casi sin aliento-
-Cariño ¿qué sucede? -decían ambos preocupados por el aspecto de ella-
-Necesito que me ayudéis, por favor –en aquel momento las lagrimas comenzaban a salir de nuevo –
-Katie-decía la mujer- cariño, tranquilízate. Ven siéntate y cuéntanos que pasa. Katie-repetía ella.
-Oh, mama, no lo entiendo, no sé de donde salió. No sé porque empezó todo –por fin lograba que su voz saliera de su garganta- No hacíamos nada –se derrumbaba en el sillón.
-Cariño, nos estás preocupando- en aquel momento su padre intervenía- que tal si comienzas por el principio. Vamos cariño, se que tú eres capaz de contarnos que ha pasado.
Tras unos minutos, en los que en aquella casa lo único que se escuchaba eran los sollozos de una joven, por fin ella comenzó su relato.
-Salíamos de cenar, estábamos despidiéndonos para volver cada uno a su casa, Rick me estaba preguntando si quería que compartiéramos taxi porque decía que ya era tarde y que no debería volver sola. Entonces él apareció y se dirigió directamente a Rick, comenzó a atosigarle, le zarandeaba, mostraba su pistola, quería intimidarle. Al principio mi amigo parecía asustado, se veía miedo en sus ojos. No sé porque pero decidí intervenir, trate de defender a mi amigo, pero aquel hombre entonces comenzó a atacarme y Rick me defendió. Pasó de estar asustado a mostrarse seguro e incluso temerario, se volvió insolente, incluso golpeo al hombre.
- Vamos a ver Katie, nos estás diciendo que ¿fuisteis atacados por un hombre? Quería robaros- decía el padre tratando de saber de qué narices iba aquello- ¿Avisasteis a la policía?
-Noooo, él era policía. Aquel hombre era policía. Golpeo a Rick, lo esposó, lo metió en su coche y desaparecieron. Tenemos que ir a comisaria, por favor. Él no hacía nada malo, solo me defendió, por eso Rick golpeo al poli. Tenéis que ayudarle- decía bastante más tranquila, pero aun asustada.
En otra parte de la misma ciudad, una mujer llegaba a un edificio. En su cara se podía ver la angustia que oprimía su corazón.
-Señora Rodgers, siento que nos volvamos a ver en estas circunstancias.
-Detective, yo también lo siento. Me pude decir ¿qué ha pasado? ¿Por qué razón Richard está detenido?
-Será mejor que me acompañe a la sala de familiares, tome asiento por favor Señora.
-Gracias detective, pero le agradecería que dejara la cortesía a un lado y comenzase a contarme que ha pasado – la angustia estaba apoderándose de aquella mujer.
- Verá, esta noche en mi ronda se recibió una llamada en esta comisaria.  Se nos comunicaba que había un joven de unos 17 años, vendiendo droga a la salida de una hamburguesería. Cuando llegamos allí, nos encontramos con su hijo, cuando tratamos de hablar con él se volvió violento, nos atacó, nos golpeó, así que tuvimos que detenerle pero antes tuvo que ser reducido. Estaba fuera de sí –relataba el policía.
-Por dios, no puede ser. Él dejó todo eso tras de sí. Seguro que tiene que haber una razón – la mujer comenzó a llorar.
-Señora, siento tener que informarle que cuando llegamos a comisaría por fin pudimos cachearle, descubrimos la razón de su comportamiento. Llevaba encima 3 gramos de cocaína, unas 30 pastillas de LSD…
-No, no, no. No puede ser, no.
-Ahora íbamos a comenzar el interrogatorio, pero al ser menor…
-Háganlo, no hay problema-el dolor de la madre dejó paso a la frialdad más absoluta- y que esta vez page por todo lo que haya hecho, tal vez fue un error aceptar el trato la última vez.
-Ya le advertí, que los chicos como su hijo rara vez cambian. Siento no haberme equivocado-decía el policía, en su voz se podía notar ¿alegría?- Señora Rodgers, puede esperar aquí, cuando finalice el interrogatorio vendré a comunicar lo que descubra.
En la sala de interrogatorios podía verse a un joven tirado en una silla, en su cara había rastros de sangre aun, el labio partido, el ojo izquierdo comenzaba a inflamarse y a tomar un color negruzco, no había duda aquel joven había sido golpeado.
-Bueno, bueno, Ricky tras haber logrado el permiso de tu madre, vamos a charlar un rato tú y yo. Me vas a contar todo lo que quiero saber, ¿entiendes lo que quiero decir?- tomaba la cara del chico entre sus manos- mira que pintas tienes, parece que te has golpeado con algo.
-Váyase a la mierda. ¿Cree que me da miedo? Vamos ya he pasado por esto otras veces, ¿cree que me derrumbaré? – Había seguridad en su voz.
-Vaya, ya veo que no eres el miedica de antes. Pero sabes que chaval, esta vez me voy a divertir. Tenemos la cocaína y las pastillas que llevabas encima. ¿Cuántos años te caerán por ello? Oh vaya, ¿sorprendido?
En aquel momento la puerta de la sala se abría.
-Detective, han llegado los abogados del detenido.
-EH, ¿qué? ¿Qué abogados? –Decía mirando con odio al chico.
-James Beckett, soy el abogado de Richard Rodgers, y desde ya le digo que mi cliente no va a contestar a ninguna pregunta. También le comunico que hemos presentado una denuncia por detención ilegal así como otra por violencia policial y por registro ilegal. Mi compañera se encuentra en estos momentos reunida con el fiscal. Detective ¿cómo quiere que hagamos esto?- total decisión había en él, ningún titubeo, como sabiendo que estaba en posesión de la verdad- Rick, tranquilo en menos de una hora estarás en casa.
Tres  horas después cinco personas se encontraban en el salón de la casa de los Rodgers.
-No sé cómo les podre agradecer lo que han hecho por mí esta noche. Señor y Señora Beckett gracias, Kate …
-Vamos chaval, no hay nada que agradecer. Una de las cosas que a mi mujer y a mi menos nos gustan es la violencia policial, la injusticia, el tomarse ciertas libertades por el mero hecho de llevar una placa encima. Y ese detective se ha tomado demasiadas libertades. Menos mal que había muchos testigos de lo que sucedió realmente. Lo de colocarte la droga eso ya es el colmo.
-Gracias –decía por fin la madre de Rick- si no hubiera sido por ustedes ahora mi hijo estaría camino de la cárcel. Hijo –decía girándose- ¿podrás perdonarme algún día por no haber confiado en ti?
-No hay nada que perdonar madre, todo ha terminado bien. Olvidémoslo. Lo siento pero estoy cansado, sino les importa creo que me iré a dormir. Señor y Señora Beckett de nuevo gracias, espero poder recompensarles esto de alguna forma. Kate, nunca olvidare lo que has hecho por mí, nunca. Madre- sus ojos estaban brillantes por las lágrimas que no dejaba salir- algún día nos reiremos de todo esto, algún día.
-Rick, ¿te puedo acompañar?-decía Kate- creo que mis padres y tu madre aun tienen que hablar de muchos temas legales y aunque las leyes me apasionan creo que por hoy he tenido suficiente.
Cuando ambos jóvenes desaparecieron los adultos comenzaron su conversación.
-Parece ser que toda esta historia comenzó hace 2 años, por lo visto esos detectives eran corruptos y esa circunstancia fue descubierta por su hijo y su amigo Tom. Un día mientras  los chicos estaban en una casa abandonada de Queens fumando marihuana, vieron a los detectives aceptar un sobre que les entregaba Calibri (traficante local). Desgraciadamente los detectives vieron a los chicos, y comenzaron desde ese día la persecución. Finalmente un día les detuvieron por posesión de estupefacientes, Tom pasó los últimos dos años internado en un centro, pero su hijo tuvo más suerte con el juez y logro un trato. Los detectives decidieron tenerle vigilado por si en algún momento Rick decidía hablar, todo iba bien para su hijo hasta que Tom volvió a cruzarse en su camino –contaba Jim, intentando dar sentido a lo vivido por el chico.

-En el momento que Tom reapareció en la vida de Richard –continuaba Johanna- los policías empezaron a temer de nuevo por sus carreras. Así que comenzaron a vigilar a Rick. Desgraciadamente, Tom no fue tan fuerte como su hijo y sucumbió a las drogas. Hace tres días fue encontrado su cadáver, tenía un tiro en la cabeza. Se supone que fue asesinado por los policías porque se había quedado con parte de la mercancía que debía vender. Collins y su compañero decidieron que era el momento de ir a por Richard, porque pensaron que en cuanto él tuviera conocimiento del fallecimiento de su amigo ataría cabos. Señora Rodgers, todo fue una trampa. Puede estar segura, su hijo ya no es el mismo chico de hace dos años –tomaba del brazo a la mujer, intentando dar fuerza a Martha.

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