28 nov 2013

¿Y si fuera ella? 22

Los dos días siguientes fue un no parar por parte del escritor pero por fi aquella era la mañana del día señalado. Se levantó a las seis de la mañana aun tenia cosas que hacer. En menos de dos horas llegaría el gran pedido de bebidas. Y deberían colocar todo en las grandes neveras llegadas la tarde anterior.

Eran las doce ya y supervisaba los últimos toques que la diseñadora estaba dando a la decoración. La verdad es que había sido una suerte que aquella joven se cruzase en su camino. La idea de él había sido desarrollada a la perfección por la joven.

-Anna, espero que esta tarde asistas a la fiesta.
-¿En serio? –la cara de la joven reflejaba la alegría que aquella invitación le había supuesto- Me encantará. Siendo así y como esto ya está terminado será mejor que me marche para preparar mi ropa.
-¿Cómo vas a vestirte? –Preguntaba un tanto ansioso Castle.
-Ah, lo siento. Será sorpresa. Pero seguro que te gustará –decía la joven guiñando un ojo al escritor.

Al mismo tiempo que la diseñadora abandonaba la vivienda del escritor, éste decidía ir a casa de la detective Beckett. Al final había decidido que era mejor que ella se sorprendiera como el resto de invitados. Aprovecharía para hacer algo con ella. Sabía que aun ellos no habían tenido la conversación pero ese no sería el día.

El timbre de la puerta sonó justo en el momento en el que ella salía de la ducha, tan solo se puso una toalla alrededor del cuerpo y se acerco a mirar quien seria. Descubrió quien era la persona que se encontraba al otro lado y los nervios se apoderaron por unos segundos de ella. Pensó rápidamente si sería conveniente abrir la puerta cubriendo su cuerpo tan solo con una toalla, finalmente decidió ser mala.


-Castle no esperaba verte. Creía que debía estar en tu casa dentro de media hora – la mujer sonreía viendo lo que había logrado provocar en su compañero- Castle, vas a quedarte ahí o prefieres entrar y decirme porque has venido.
-Eh si claro, perdona. Debería haber llamado antes de venir. Creo que te he pillado en un mal momento – el escritor no podía desviar su mirada de la imagen que su compañera e estaba ofreciendo al estar cubierta tan solo con la toalla.
-Tranquilo, no pasa nada. Ya había terminado. Anda pasa, y así podre cerrar la puerta. No me gustaría que mis vecinos me vieran así. Qué tal si te sientas mientras termino de secarme y me pongo algo de ropa –realmente estaba contenta viendo que había logrado perturbar al escritor al recibirle de aquella manera.

Pocos minutos después la detective salía de su dormitorio ya vestida. Se había decidido por unos vaqueros ajustados, una camisa blanca entallada y unas botas altas. Cuando el escritor la vio así vestida sintió como su corazón se aceleraba de nuevo. Definitivamente aquella mujer le podía.

-Y bien, ¿por qué has venido?
-Eh, sí, claro la razón de porque he venido. Beckett ¿podría tomar un vaso de agua?, es que tengo la garganta seca.
-Claro, pero ¿no preferirías una copa de vino? –viendo como él asentía se dirigió hacia la cocina, regresando con dos copas y el vino.
-Gracias. Bueno verás he decidido que quiero que te sorprendas como el resto de invitados. Así que he pensado que podríamos salir a comer y pasar un rato por ahí. Luego te traería de vuelta a casa con el tiempo suficiente para que te arreglases y pudieras llegar a tiempo de la fiesta. ¿Qué te parece?

A las tres y media Castle paraba su coche frente a la puerta del bloque de apartamentos donde vivía la detective.
-Gracias, me lo he pasado genial. Hacía tiempo que no me divertía tanto. Castle no sabes cuánto he echado esto de menos –un halo de tristeza nublaba sus ojos.
-Ey Kate, no te entristezcas. Me ha encantado pasar este tiempo contigo. Sé que aun tenemos una conversación pendiente. Prometo que cuando termine todo lo de la fiesta de Alexis, y la de presentación del libro. La tendremos –se acerco hasta la mejilla de la detective y deposito un tierno beso-Te veo a las cinco preciosa.

Y por fin eran las cinco menos diez de la tarde del viernes. La hora había llegado. Se miraba por última vez en el espejo y sonreía antes de ponerse definitivamente su casco. Tras aquello se dirigía hacia lo que solía ser el salón de su casa. Allí daba las últimas órdenes a los camareros, y decía al DJ que la música debía comenzar en cuanto comenzasen a llegar los invitados.

Puntuales comenzaron a llegar los primeros invitados, la primer como no podía ser de otra forma fue la detective unos segundos después llegaron Gates, Espo, Ryan, Laine, y el resto de compañeros de comisaria. Y tan solo un par de minutos después llegaron el resto de invitados.
El loft estaba en todo su esplendor, todo correctamente adecuado para la fiesta.

En la puerta había dos “Droides de Combate B1” perfectamente colocados como si de dos guardas de seguridad se tratasen, con sus respectivas armas de combate a modo intimidador.
Una vez pasado el registro de seguridad con los Droides de Combate B1 y los pases  con los que habían sido invitados, la puerta del loft daba paso a una inmersión galáctica donde el Halcón Milenario se hacía hueco  a las diferentes galaxias, se podía observar en primera instancia como colgaban del techo las X-wing, Tie Fighter, NaboostarFigther  (diferentes naves ambientadas)  las cuales estaban amenazantes a los posibles intrusos, la grandiosa Estrella de Muerte en el centro del Salón del trono y cómo los Ewoks observaban desde diferentes partes del techo a cada uno de los invitados aquella noche para procesar el alzamiento de la nueva princesa.

http://www.youtube.com/watch?v=nXnW8QEeGDo

R2D2 y C3PO eran los encargados de servir las bebidas a los invitados, como si de una Cantina de Chamul se tratase.
Los diferentes Blasters colocados con cuidado e intención, daban al Halcón Milenario la sensación de entrar en batalla en cualquier momento contra la Estrella de Muerte y su AT-AT Walkers, colocada en un rincón y que no por ello quedaba menos amenazante, preparada y lista para atacar.
Todo estaba listo y preparado para la ascendencia al trono de la princesa Alexis, una vez que ya habían llegado los diferentes dirigentes y jedis.
Aún con el asombro reflejado en sus rostros los invitados vieron aparecer a los anfitriones.
Era el momento en el que la Nueva Reina hacia aparición.

http://www.youtube.com/watch?v=-W5ORiBBnNM&list=PLB7498DC9520AF425

Ante todos apareció Alexis con su  vestido ceremonial. El atuendo, estaba formado por dos partes muy diferentes, un vestido de color blanco y un manto de pétalos. El vestido de satén dispone de un adorno frontal en forma de larga tira decorada con el símbolo de la casa real en color amarillo pálido. El manto estaba compuesto por cientos de finos pétalos de seda blanca, amarilla y rosada. En la espalda el vestido incluía un ornamento tiene forma de paraguas. Llevaba una redecilla que actuaba como decorativa diadema.

Acompañando a la reina hizo su entrada Martha cuyo  vestido se componía de tres partes. La primera era un sencillo vestido de color naranja adornado con cuentas doradas, cuello alto, mangas acabadas en pico y parte delantera plisada. La segunda sobre ésta consistía en un abrigo de terciopelo rojo con rosas en la parte intermedia y con adornos de varias clases bordados en oro. La tercer era una capa con hombreras muy pronunciadas de color marrón oscuro.

Darth Vader las esperaba al borde de la escalinata. Su casco un cono redondeado, negro altamente pulido, el frente tenía un canto levantado que estaba entre sus ojos y la parte posterior de su cabeza, donde se combinaron varios elementos como el durasteel, obsidiana, y el plasteel. El casco se acoplaba a la máscara, que abarcaba la mitad de la cabeza de Vader. La tapa de esta máscara, era coronada con un interfaz circular punteado con un patrón de cuadrados alrededor de un disco de la plata. Un collar hermético  alrededor del cuello. A ambos lados de la boca, tenía dos tubos finos que alcanzaban la base de la parrilla triangular, en cuyos extremos había dos pernos de plata. La armadura del pecho era de una sola pieza. El material era de durasteel y  de una tonalidad gris con varias rayas verticales negras. Alrededor del cuello,  una cadena. Debajo de la armadura del pecho, llevaba una especie de chaquetón enterizo que estaba abierto en el frente y que alcanza hasta abajo de las rodillas. En sus manos usaba guantes negros. Alrededor de su área abdominal, usaba una faja. Sobre el esternón una unidad de apoyo vital, ésta tenía tres ranuras y varios botones rectangulares que adornaban la parte inusualmente vulnerable de maquinaria. El cinturón que se ceñía al chaquetón enterizo era de color negro y tiene tres cajas de metal en el frente. En medio del mismo un mecanismo de plata para adornarlo y los otros dos bloques simétricos con botones verdes, amarillos, y grises.

Veider se giró llamando a la preceptora de la reina. La embajadora Beckett se acercó, llevaba un vestido cuya capa más interior, de la que solo se veía un pequeño pico en la zona del cuello y la parte final en la zona frontal, era de un apagado color rojo teja, y estaba confeccionada con una tela sumamente ligera y muy suave pese a que su aspecto era el de un paño arrugado y áspero. La segunda capa de color gris perla con líneas de agua doradas muy tenues. El cuello era de pico y las mangas largas y ceñidas, bajo éste se podían apreciar las dos zonas de la capa inferior. Sobre las dos anteriores  vestía una tercera capa, un kimono cruzado de color gris perla con reflejos metalizados. Sus mangas eran acampanadas y abiertas al igual que la parte delantera y se adornaban de unos sencillos bordados de hilo de oro. Un fajín beige con adornos de oro romboidales sujetaba todo el conjunto anudándose a a la espalda con un gran lazo cuadrado.

Alrededor de ellos se situaron el resto de jedis, todos ellos ataviados el mismo traje, tan solo cambiando los colores de las túnicas que iban desde el negro hasta el beige. La camisa interior era de un color tostado. La camisa superior un tono marrón oscuro. Los pantalones eran de un color marrón oscuro (mismo tono que la camisa superior). El tabardo de tela que va bajo el cinturón, para que este no roce, era  del mismo color que el pantalón y la camisa superior. La túnica  marrón o negra y carecía de mangas. Las estolas  de cuero negro. Botas de cuero negro hasta las rodillas, cinturón también de cuero negro con anclajes para el sable y la pistola.

Laine se situó al lado de la embajadora Beckett, su  traje de terciopelo muy sencillo pero que gracias a la graduación de color, yendo del rojo al amarillo pasando por el naranja, resultaba muy vistoso. El traje incluía una amplia capucha. Una cinta roja cubría la frente y otra el cuello y dos grandes aberturas en las mangas dejaban ver que bajo el traje  vestía otro de color rojo. Esta segunda capa estaba confeccionada también en terciopelo, siendo de color rojo intenso y haciendo juego con el cinturón de tela que entallaba el conjunto a modo de fajín formando una v invertida.

Al lado de todos ellos se encontraba el gran maestro Gates llevaba tan solo una túnica en color blanco sucio en forma del típico kimono japonés, cinturón de cuero negro, y bastón. No le faltaban las grandes orejas y el maquillaje como no podía ser de otra forma era en tonos verdes parduscos.

Las mujeres de los diferentes embajadores llevaban un  traje que empleaba únicamente dos colores, el rojo y el negro, y estaba compuesto por un vestido largo y una especie de chaleco largo. El primero, que llegaba hasta el empeine, era de una tela muy ligera pero resistente y disponía de unas mangas amplias pero ajustadas que dejaban gran libertad de movimientos. El segundo, tenía unas pronunciadas hombreras, se ajustaba al traje con un amplio cinturón. El conjunto se completaba, con dos pequeñas pistolas bláster que quedaban ocultas bajo el vestido y por unas resistentes botas altas de cuero negro.

Protegiendo que nada sucediera durante la entronización de la nueva reina se encontraba Aayla Secura. Castle no se había extrañado al descubrir el traje de la diseñadora.
Anna era la perfecta Aayla, su traje se componía de unos pantalones marrones ceñidos de cuero, un top de cuero marrón con una sola manga. Por encima del top se veía otro de piel de serpiente. Cinturón de serpiente también en tonos marrones con pequeño faldón donde descansaban sables azules. Y botas altas también en tonos marrones. No había olvidado su especial cabeza y había maquillado su cuerpo y cara en tonalidades azules.

La música de fondo representaba con gusto un ambiente de diferentes épocas y emociones, donde las BattleFront no pasaban desapercibidas y recreaban el ambiente perfecto.

Por fin llegó el momento esperado por todos, la entronización de Alexis como lo nueva reina que les guiaría en su lucha contra el mal. Uno tras otros todos los embajadores le rindieron pleitesía, jurando su lealtad.
Después del juramento dio comienzo la verdadera fiesta.

Todos los invitados alucinaban con lo que el escritor había montado, incluso aquellos que nunca había sido seguidores de la saga de Star Wars reconocían que era una autentica pasada de  fiesta.
El escritor se movía entre todos los invitados tratando de atender a todos. Sus compañeros escritores le decían lo difícil que se lo había puesto para poder superar esa fiesta. El alcalde entre risas le decía que igual debería encargarse él de su próxima fiesta de captación de fondos para su campaña.
Castle trataba por todos los medios de sin dejar de lado al resto llegar hasta donde se encontraban sus compañeros en la 12.

-Por fin, pensé que nunca iba a llegar hasta vosotros. 
-Tío, que pasada de fiesta. Nunca había ido a una fiesta de disfraces en la cual realmente pareciera que estuvieras dentro de una película –en la voz de Javi se notaba la veracidad de lo que terminaba de decir-
-Es cierto, tío es una pasada –corroboraba Ryan lo dicho por su compañero-
Tanto Laine como Jenny asentían ante lo dicho por los chicos.
Castle tras dar las gracias a sus amigos giraba la cabeza buscando a Beckett, por fin sus ojos la vieron charlando animadamente con su madre. Por un segundo no supo si dejar a sus amigos y acercarse hasta donde se encontraba la detective o esperar a que fuera ella la que decidiera ir hasta donde ellos se encontraban.

Finalmente Alexis fue la que decidió por él. La pequeña llegó e insistió a su padre para que jugase con ella y sus amigos. Así que ya no tuvo nada que decidir, se puso a jugar con los niños.

Martha y Kate giraron sus cabezas en dirección hacia donde se encontraban los peques de la fiesta. Ambas mujeres no pudieron evitar que en sus rostros se dibujara una sonrisa al ver como el escritor era atado por un grupo de pequeños jedis. Que gritaban alborotados por haber podido vencer al gran Darth Vader.

Cerca de las 10 de la noche en el loft del escritor tan solo quedaban sus compañeros de la 12, el resto de invitados habían ido dejando la fiesta cuando sus pequeños hijos habían comenzado a dar síntomas de cansancio.
Ahora sí que Castle se encontraba en familia, miraba a sus acompañantes y se dibujaba una sonrisa en su cara. Allí junto a él se encontraban las personas que realmente eran importantes en su vida. Laine, Esposito, Ryan, Jenny, su madre, su hija y ella.

Esposito algo pasado de copas levanto su vaso e intentó improvisar un brindis. Pero gracias al lamentable estado en el que ya se encontraba y dado que se impulso demás a la hora de ponerse en pie, lo único que logró fue caer de bruces en el suelo. Sus amigos rompieron en carcajadas. Ryan y Laine trataban de levantar a su amigo pero éste un tanto mosqueado por las risas tiraba de ellos haciendo que ambos perdieran el equilibrio y terminaran en el suelo junto a él.

-Chicos, menos mal de Gates no puede ver el lamentable estado en el que ahora os encontráis – la risa de Castle se podía escuchar mientras decía eso.
-Castle tiene razón, dais un poco de pena. Y pensar que sobre el suelo están dos de los mejores policías de la ciudad. Laine cómo vamos a confiar ahora en tus autopsias –la detective Beckett decidía seguirle el juego al escritor.

Cuando por fin lograron ponerse en pie, todos decidieron que ya era hora de regresar a sus casas. Más que nada porque al día siguiente era la fiesta de presentación del último libro del escritor y debían aparecer lo más presentables posibles.

Castle subió a acostar a su hija que estaba casi dormida en el sofá. La niña al verse en brazos de su padre, quiso que Beckett también subiera a darle las buenas noches. La detective ante la cara totalmente ilusionada de la pequeña no pudo negarse, así que les dijo a sus amigos que se fueran marchando que ella aun tardaría un rato.
Tras dejar a la pequeña ya dormida en su habitación ambos regresaron a la planta baja del loft.

-¿Te apetece una copa de vino? –preguntaba Castle a su amiga.
-La verdad es que creo que por hoy he tomado todo el vino que mi cuerpo puede ingerir. Además es tarde y debería irme a casa.
-Cierto, son más de las doce. Qué tal si esperas que me cambie y te llevo a casa.
-Castle no hace falta puedo tomar un taxi para ir.
-Ni de coña, no voy a permitir que vuelvas sola a tu casa a estas horas. Espérame ahí sentada mientras me pongo unos vaqueros y una camiseta y te llevo –viendo que no habría forma de convencer al escritor de lo contrario Kate se dio por vencida.

En poco más de cinco minutos el escritor regresó al salón ya cambiado, y salieron del loft en busca del coche del escritor. El viaje hasta la casa de la detective lo hicieron en silencio. Ambos parecían perdidos en sus pensamientos.
Cuando llegaron a su destino Castle paró el motor del coche y bajó del mismo para abrir la puerta de su acompañante.

-Gracias.
-No hay de qué. Esperaré aquí hasta que vea luz en tu apartamento – decía el escritor apoyándose en la puerta de su coche.

Aquellos gestos de su amigo dejaban a la detective totalmente desarmada.

-Castle, no es necesario.
-Kate, da igual lo que digas no pienso irme sin saber que estás ya en tu casa –viendo la seriedad de su rostro Kate fue consciente de que no iba a lograr que el escritor cambiara de idea.
-Está bien. Porque no hacemos otra cosa. Porque no subes y nos tomamos un café tranquilamente.
-Me parece perfecto. Pensé que nunca me lo ibas a proponer –sonreía pícaramente el escritor.

Ambos caminaban hacia el edificio agarrados del brazo. Ambos sentían con aquel simple gesto que estaban en casa.  Que por fin después de mucho caminar sus pasos lograban ir en sintonía.

-Castle que tal si vas preparando el café mientras yo me pongo algo un poco más cómodo.

Unos minutos después Beckett aparecía ya cambiada, llevando unas mallas negras y una camiseta, el pelo recogido en una coleta y dejando sus pies descalzos. Castle no pudo reprimir un suspiro cuando la vio aparecer. Aquel pequeño gesto no pasó desapercibido para la detective.

-Bueno el café ya está, ¿te lo sirvo en el salón?
-Perfecto, gracias Rick.

Ambos se sentaron juntos en el sofá. Sus manos se rozaron al darle la taza Rick a la detective haciendo que ambos se miraran por lo que habían sentido con aquel minino roce.

-Kate, sé que no es el mejor momento. Soy consciente de que ambos estamos cansados. Pero necesito decirte algo – el gesto de la detective denotaba la tensión y el miedo que por aquellas palabras se había instaurado en ella- No te imaginas lo que ha supuesto para mí el que aparecieras en mi vida. Mejor dicho, el que reaparecieras en mi vida. Hasta hace un año andaba perdido, pero entonces llegaste tú a mi vida y todo poco a poco empezó a tener sentido. Mi alegría volvió, mis ganas de hacer cosas, de descubrir quien había sido antes del accidente. Y todo fue gracias a ti.
-Castle, no tienes que darme las gracias por nada. Soy yo la que debería agradecerte el volver a mi vida porque gracias a eso he vuelto a querer vivir. Vivir con mayúsculas no solo caminar por la vida sino dejar que la vida entre en mí. Gracias por hacer que mi vida vuelva a tener sentido.

Ambos eran conscientes de que era mucho más lo que tenían que decirse pero de la misma forma sabían que aquella pequeña conversación que estaban teniendo era mucho más importante de lo que parecía porque era la que abriría las puertas a la conversación que aun debían de tener.
El escritor se acerco más aun a Beckett y la tomo entre sus brazos, estregándose ambos en un abrazo anhelado durante años.
Aun teniendo a la detective entre sus brazos Castle fue consciente de que había llegado el momento de volver a su casa.

-Kate, debo regresar a casa –decía mientras acariciaba la cabeza de la detective.
-Quédate. Duerme aquí conmigo, déjame sentir de nuevo lo que es dormir abrazada a ti – Beckett se abrazaba más fuertemente al escritor.

Ambos se levantaron y agarrados de las manos se dirigieron a la habitación. Eran conscientes de que aquella noche no pasaría nada entre ellos, pero ambos necesitaban mantener aquel contacto unas horas más.

1 comentario:

  1. MUAHAHAHAHHAHAHAHAHHAHA no se de qué me sonará esto!!! jejhejejejejejjejejejeejjejejej

    Me encanta! :P

    Me encantas y me encanta! ^___^ Ya te dejé en su día todos los comentarios de los capitulos que ibas subiendo pero este merece comentario especial :P

    Sigue así SIEMPRE. No cambies nunca, porque vales un monton.
    Un besazo

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