5 nov 2013

¿Y si fuera ella? 4

Aquella tarde recorría Stonehaven, dirigiéndose a las afueras para llegar al acantilado sobre el que se asientan a día de hoy las ruinas del Castillo de Dunnottar. Una vez que llegó hasta los pies de aquel acantilado dejó caer su cuerpo sobre los verdes pastos que lo rodean y perdió su mirada en el mar.
Llevaba en Escocia casi mes y medio, y realmente comenzaba a pensar que ya iba siendo hora de volver a casa, de volver a ella.
Ella, como en poco tiempo se había convertido en alguien tan importante para él. La necesita en su vida, necesita sentirla cerca de él, notar su mano en la suya al caminar. Necesita perderse en su sonrisa, en sus ojos, necesitaba ver a través de ella.
¿En serio era necesario continuar alejado de ella? ¿Necesitaba aun estar lejos de la ciudad que durante años había mostrado lo peor de él?
Sus heridas estaban sanando y según se cerraban se abría el vacío que sentía por no tenerla al lado.
Estaba decidido, al volver a casa se lo diría.

Kate estaba preparando su ensalada, ese día no le apetecía comer nada más. Se sentía algo decaída, aquel verano se le estaba haciendo muy cuesta arriba. No estaba saliendo como ella había pensado cuando aun estaban al final de la primavera. En su mente aquel verano iba a ser genial, ella y Rick lo pasarían juntos. Incluso en su mente se había presentado la imagen de ellos pasando unos días a solas en la cabaña de sus padres. Pero nada de lo que ella había imaginado sucedió. Él necesitó alejarse, y con él se fueron las ganas de disfrutar el verano.
Estaba pensando en cuando fue exactamente el momento en el cual él se había convertido en ese ser especial cuando el sonido del teléfono le hizo volver a la realidad.
-Katie, hola ¿qué hacías?
-¿Rick? ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?
-No nada, tranquila. Es que no podía esperar a la noche para hablar contigo. Te extraño demasiado.
- Menos mal. Por un momento me asusté –una sonrisa terminaba de aparecer en su rostro- así que ¿me extrañas?
-Claro, bobita
-Bien, eso me gusta. Y exactamente, ¿cuánto me extrañas? –Preguntaba con voz mimosa.
-Mucho mi niña. Más de lo que te puedas creer. No sabía que se podía echar tanto de menos a una persona.
-Bien. Yo también te extraño. –su voz sonaba vergonzosa.
- Eso está bien. Los dos nos extrañamos. Lo cual me lleva a la razón por la cual te llamo. En una semana Henry se va de vacaciones a España y me ha dicho que vaya con él…
- Dejáis Escocia y os vais al sur de Europa ¿no? –Joder, pero cuando narices va a volver, pensaba Kate.
- Pues la idea es esa. Y entonces he pensado. Kate ¿por qué no te vienes con nosotros?
- ¿Perdona? –No creía lo que terminaba de escuchar.
- Bueno veras he pensado que podías venir a España con nosotros y luego ya tú y yo volvernos juntos a casa. ¿Qué te parece? – Su voz denotaba ilusión.
- Pero cariño, ¿lo dices en serio?
- Claro que lo digo en serio. No voy a bromear con que quiero verte, tenerte cerca, ver tu sonrisa, besar tus labios, perderme en tus ojos.
- Ya, pero… estás loco. ¿De dónde saco yo el dinero para ir a España? joder, la idea es genial, incluso aunque no estemos solos
- En eso no había pensado. Espera un segundo que no sé qué me dice Henry. ¿Qué? Que no Henry, ni de coña. Ehhhh devuélveme el teléfono…
-Hola ¿Kate? Soy Henry. ¿Cómo va todo por NY?
-Ehhhh, hola Henry, bien, todo va bien.- contestaba muerta de vergüenza la joven.
- Me alegro, bueno entonces qué ¿te animas a ir a España con este par de locos? Espero que digas que sí, porque aquí el niño está de un melancólico que no se puede aguantar.
- Me encantaría de verdad Henry, pero el viaje debe ser un pelín caro y estoy casi sin blanca.
- O sea que ¿si tuvieras el dinero para el billete la respuesta seria afirmativa?
- Pues si tuviera el dinero y mis padres me dejasen, entonces la respuesta seria sí.
- Ok, preciosa, tomo nota. Te devuelvo a tu novio, para que terminéis vuestra conversación. Me ha encantado hablar contigo preciosa, no sé porque no lo hemos hecho antes.
Media hora después la llamada terminó. Ambos se habían quedado con una sensación rara.
Aquel domingo llegó hasta Kate el olor a tortitas recién hechas, eso hizo que saliera corriendo de la cama, dejase su habitación y se sentase a la mesa de la cocina.
-Buenos días papá, buenos días mamá.
-Buenos días preciosa –decía su padre dejando un beso en la mejilla de su hija- ¿qué tal has dormido?
- Muy bien.
-Katie cariño y mi beso –decía su madre con voz de niña pequeña-
- Ya va ya va, te has levantado mimosilla - decía la hija.
- ¿Mimosilla yo? Anda ya –decía la madre intentando sonar ofendida- lo que hay que escuchar por pedir un beso de mi única hija.
- Jajajajaj –reían padre e hija.
- Bueno y ¿qué planes tienes para la próxima semana?
- Me preguntas a mí, ¿papá?
- Claro a quién va a ser, los planes de tu madre ya los sé, son los mismos que los míos.
- Vaya, os habéis levantado hoy muy graciosos los dos, ¿no?
Ahora eran los padres quienes soltaban una carcajada.
-Pues no tengo nada especial pensado. Supongo que quedaré con los chicos. Pero vamos, nada especial. Como ha sido todo mi verano – decía con tristeza.
-Vaya, pues yo pensaba que andarías muy ocupada preparando maletas-decía su padre.
-¿Preparando maletas? –Preguntaba una totalmente perdida Kate- y ¿para qué narices iba a tener que preparar maletas?
-¿Como que para qué? –Decía la madre- no pensaras ir a España sin ropa ¿no?


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