10 nov 2013

¿Y si fuera ella? 7

Hacía ya 2 meses que ambos jóvenes habían vuelto a su vida en NY. Las vacaciones en España quedaban ya muy lejanas.  Habían vuelto a sus estudios, aquel año sería decisivo, sería en el que tomarían una de las decisiones más importantes de sus vidas. Aquel último curso académico daría paso a sus años universitarios, así que se acercaba la hora de elegir universidad.

Era un fin de semana raro, Richard  y Kate se encontraban separados. El joven había tenido que acompañar a su madre hasta los Hamptons, ya que iban a pasar el fin de semana allí con la última pareja de ella.
La mañana del domingo Martha comunico a su hijo su intención de quedarse allí unos días más, dado que Richard el lunes tenia escuela debería regresar solo a casa. Aprovecho la circunstancia para salir nada más desayunar y así poder sorprender a su novia, ya que aquella no le esperaba hasta la tarde.
El muchacho se despidió de su madre con un tierno beso en la mejilla y la promesa de llamar en el mismo instante en que llegase a la ciudad.


El sonido insistente del teléfono, hizo que Martha acelerara el paso para llegar a  la casa. Minutos después en otra casa comenzaba a sonar otro teléfono. Ambas llamadas trajeron el mismo resultado. Coches en movimiento, llantos, prisas, suplicas y sobre todo dolor.

Una ambulancia hacia su entrada en un hospital de NY, de ella los sanitarios hacían descender una camilla. Postrado en aquella se podía ver el cuerpo casi inerte de una persona.
-Varón, 18 años –gritaba un sanitario a la carrera- durante el traslado ha sufrido 2 paradas cardiorespiratorias de las cuales le hemos podido sacar. Traumatismo craneoencefálico, Glasgow 1 , sin respuesta motora.

Los médicos que esperaban la llegada de aquella ambulancia se ponían en movimiento, el tiempo era oro si querían salvar la vida de aquel paciente.

-Rápido a quirófano –decía el neurocirujano- no podemos esperar la autorización para operar, tenemos que hacerlo ya.

Los que se encontraban en aquel quirófano comenzaron una lucha contra reloj, ante ellos se encontraba un joven de tan solo 18 años al cual la vida se le iba escapando a cada segundo. La lesión primaria que encontraron fue una lesión axonal difusa. Con tan solo esa lesión la vida del joven estaba ya casi al 90% arruinada, pero junto a aquella se encontraron una lesión secundaria que fue el aumento de la presión intracraneal.

En el rostro de todo el equipo quirúrgico se podía notar la extrema gravedad del caso. El diagnóstico en casos como aquel era o bien la muerte o bien un estado vegetativo. Pero ellos no cesaban en su empeño, había menos de 10% de probabilidades de que aquel joven lo lograra y ellos iban a dejarse la  piel en el intento.

Más de nueve horas después de comenzar la operación, por fin un cirujano se encaminó hacia la sala de espera.
En aquella habitación, se encontraban los familiares del joven. Todos esperaban una explicación, pero lo que todos esperaban era un milagro.
Horas antes la policía se había personado en aquel hospital, intentaron dar una explicación al accidente sufrido por el joven.
Por lo que contaron él no tuvo la culpa. El coche conducido por Richard había sido golpeado laterofrontalmete por un camión, como consecuencia del golpe el vehículo cayó por un terraplén dando múltiples vueltas de campana. Desgraciadamente por lo que podían haber visto al rescatar el cuerpo, Richard no llevaba puesto el cinturón de seguridad, por lo cual había salido despedido del vehículo.
El conductor del camión había salido indemne del terrible accidente, y había dado una tasa de alcoholemia 3 veces superior a la legalmente permitida. Sobrepasaba por mucho el límite de 0,08 permitido.
El cirujano por fin se acercaba a los familiares del chico. Por fin alguien les daría información.

-Buenas noches –en la voz del cirujano se notaba el cansancio acumulado por las mas de 9 horas de operación- Richard ha salido del quirófano, ha sobrevivido a la operación, pese a que en el transcurso de la misma ha habido varios momentos críticos. Hemos intentado reparar los daños cerebrales sufridos a causa del impacto. No les voy a engañar las lesiones de Richard, son muy graves, aun habiendo salido con vida del quirófano su estado continua siendo critico y no hay forma de saber cuándo despertara o si tan siquiera lo hará. Siento tener que comunicarles que el porcentaje de probabilidades de que nunca despierte o de que lo haga en forma vegetal superan el 90%. Solo les  puedo asegurar que haremos todo lo humanamente posible para traerle de vuelta.

Las hojas del calendario fueron cayendo, y con cada una que desaparecía las esperanzas de dos mujeres se iban evaporando.

Cada tarde al salir del instituto Kate caminaba hasta el hospital, subía hasta aquella habitación y pasaba  las horas sentada junto a él. Tomaba entre sus manos la de su novio, acariciaba su rostro y le contaba como había trascurrido el día. Cada noche salía de aquel edificio sintiéndose derrotada. No había nada que ella pudiera hacer para traerle de vuelta.

Era un día como otro cualquiera, la rutina de sus vidas continuaba siendo la misma desde aquel aciago día. El sonido del teléfono trajo por fin la noticia tantos meses esperada, Richard había despertado.
Ante la puerta de aquella habitación de encontraba una Martha rota por el dolor, estaba siendo sujetada por Henry el cual en todos aquellos meses no se había separado de ella. Kate llegó a la carrera, sin tan siquiera saludar intentó entrar, pero sitió como una mano la detuvo.

-Kate cariño, antes de que entres debes saber algo –la voz de Henry denotaba angustia, pena, tristeza- Rick sufre gran cantidad de secuelas, y una de ellas es que no recuerda absolutamente nada de su vida. No sabe quién es, no reconoce a nadie. Sufre amnesia severa.


La joven se dejó caer, no podía ser. Tantos meses esperando el milagro y ahora que había llegado él no recordaba nada.

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