24 oct 2013

Compañeros 6

Qué hora será, ya es de día. Deberíamos levantarnos, hoy tenemos nuestra primera sesión y no deberíamos llegar tarde. Joder son las 8 de la mañana, mierda nos hemos dormido.
-Alex, Alex despierta –vale o se despierta o le despierto- Alex, por dios despierta. Son las 8. Vale si en dos segundos no estás despierto yo misma te sacaré de la cama.
-Buenos días Martha, ¿siempre tienes este carácter al despertar? –mírale si encima le parece gracioso el que nos hayamos dormido- cinco minutos más y prometo levantarme. Aun es pronto.
-Pronto, son las ocho y a las diez tenemos que estar en la consulta. Así que nada de cinco minutos más, te levantas ya.
-Oh, venga solo cinco minutitos –dios es insufrible, encima pone carita de perrito abandonado. Se creerá que conmigo eso va a funcionar-
-Eh dicho que arriba. No lo repetiré, voy a la ducha si cuando salga no estás levantado y el café no está hecho yo misma te sacaré arrastras de la cama.
-Vaya humos tienes por las mañanas. Y como se supone que me vas a sacar de la cama. Como me vas a convencer. ¿Me darás besitos?, esa sería una buena forma de convencerme.

Mejor me voy a la ducha porque si me quedo ahí igual me detienen por asesinato. Con besitos dice. Se creerá irresistible. Como narices Laine le aguanta, por dios. Qué bien sienta el agua cayendo por mi cuerpo. A ver si así logro que desaparezca el mal humor que me ha puesto Castle. Que tengo mal humor dice y que tengo humos. Si hiciera lo que se le dice a la primera seguro que no me habría puesto de mal humor. Venga Kate, deja de pensar en él y disfruta del agua.
Que es ese ruido. No puede ser. Yo le mato.
-Qué narices estás haciendo –digo sacando mi cabeza por la mampara de la ducha-
-Verás es una necesidad fisiológica. Tenía que hacer pipi, así que he venido.
-Pero de qué vas. No puedes esperar a que salga yo del baño o mejor aun porque no has usado el baño de la otra habitación –este tío lo que quiere es sacarme de quicio. Lo tiene todo planeado, lo sé-
-Verás es que si iba al otro no me daba tiempo. Bueno pues ya está, ahora me lavo las manos y me voy a preparar el desayuno. Por cierto tardaras mucho aun en salir – le pongo mi mirada. Esa de cómo sigas tocándome las narices igual te quedas sin ellas- lo digo por si me da tiempo a preparar tortitas o solo hago café, huevos y zumo.
Y se va como tal cosa. No me lo puedo creer. Ha entrado como Pedro por su casa. Lo tiene que hacer aposta, no puede ser así de idiota de verdad.
A ver que se supone que debería ponerme. Vale soy abogada, pero trabajo en una ONG, así que nada de traje mejor algo más informal. Pantalones negros de pitillo, camisa blanca y una americana. Que se pondrá él.
Será mejor que termine de vestirme y salga a desayunar que mi estomago dice que está vacío.
-Que bien huele, vaya pedazo desayuno que has preparado Alex. Por cierto la próxima vez que entres en el baño mientras estoy yo te romperé las piernas.
-Oh, venga querida. ¿Hubieras preferido que mi pipi estuviera por el suelo de la casa?
-No me llames querida –odio que los tíos me llamen querida, o nena, además que él no es nadie para llamarme nada. Qué bueno está el desayuno, debería decírselo- el desayuno te ha quedado de lujo, está todo riquísimo. Y deberías ir duchándote o llegaremos tarde.
Son las nueve y media sólo tenemos treinta minutos para llegar a la consulta y este aun parece que no está listo. Pues ya no le digo más veces que se dé prisa. Al final llegaremos tarde. Odio la impuntualidad.
-Bueno ya estoy, nos podemos ir cuando quieras.
Qué bien le sienta esa ropa. No me había fijado lo bien que le quedan los trajes. Claro, a la comisaria siempre va en vaqueros y camiseta. Pues el traje le da un aire especial.
-Ves como si nos daba tiempo. No hacía falta correr tanto, ni enfadarse. Al final son sobran diez minutos.
- Claro, llegamos porque no hemos pillado tráfico, pero si llega a haberlo no nos hubiera dado tiempo. Y yo no me he enfadado.
-Ya, no te has enfadado. Pues lo has disimulado muy bien. Sea por lo que sea, pero hemos llegado a tiempo.
Continuamos con nuestra discusión en el ascensor y mientras esperábamos al terapeuta.
-Señores Rodgers, adelante –no me esperaba lo de Señores. Si no llega a ser porque él se ha levantado yo aun estaría sentada-
-Gracias –decimos al tiempo-
-Bueno me ha llegado su expediente, siento que mi colega no pudiera continuar las sesiones. Pero por lo que veo han avanzado mucho, parece que están a un paso de logar salvar su matrimonio.
Decidimos sentarnos juntos y él decide tomar mi mano entre las suyas. Me mira sonriendo.
-La verdad es que en estos meses si que hemos avanzado. Ahora las discusiones son cada vez más alejadas en el tiempo y bueno parece que ya no tenemos constantemente ganas de matarnos.
-Me alegro Alexander, y como ha ido la convivencia desde su última sesión. Aquí pone que hace casi un mes que no han podido acudir a ninguna.
Él me mira como pidiéndome permiso para comenzar, tan solo asiento. No pienso soltar su mano por si le tengo que romper los dedos.
-Bueno hemos tenido nuestras diferencias por razones laborales. Nos hemos chillado, insultado. Pero bueno no nos hemos matado.
-No nos hemos insultado –le miro con desaprobación- es cierto que hemos chocado algo, pero nada que no hayamos podido salvar.
-Ya, algo dice. Cariño no ha habido un solo día que lo que yo decía referente a trabajo te pareciera bien.
-Creo que estás exagerando un poco. Claro que ha habido cosas que me han parecido acertadas, y cuando eso ha sucedido te lo he dicho. Pero debes reconocer que el que tú des ideas lógicas no es muy corriente. Tiendes a soltar cualquier chorrada que te pase por el cerebro.
-¿Chorradas?, pues te recuerdo que gracias a esas chorradas hemos logrado resolver algunos problemas laborales. Que sin ellas parecía que estuvieran enquistados.
-No si ahora irás de salvador del mundo. No te creas tan importante. Sin ti también lo habríamos logrado, de hecho hemos estado haciendo durante años.
-Sé que lo hacíais pero no puedes negar que mis “chorradas” como tú las llamas están ayudando.
-Creo que… -y éste para que se mete en medio ahora. Que se calle-
-¿Ayudando dices? Nos haces perder mucho tiempo. Y que yo sepa eso no es ayudar.
-Vaya pues debes de ser la única que lo cree. Porque los jefes están contentos.
-Vale, creo que es suficiente. ¿En serio mi colega pensaba que ustedes están en la última fase de la terapia? Porque por lo que yo estoy escuchando creo que tienen muchas cosas que solucionar aun. Martha ¿no hay nada bueno de su marido que pueda decir? Y lo mismo le pregunto a usted Alexander.
Mierda, no podemos hacer que la misión fracase. Debemos hablar de ello en casa.
-Es una mujer extraordinaria. Tiene unos fuertes ideales que los defiende hasta las últimas consecuencias. Se entrega a todos aquellos que la necesitan. Es amiga de sus amigos. Concienzuda en su trabajo. Es una autentica maquina. Y tiene la sonrisa más hermosa que he visto nunca. Y unos ojos increíbles que muchas veces hablan por ella.
-Vaya, eso está mucho mejor – ¿en serio cree eso de mi?-  usted Martha que puede decir de su marido.
- Es divertido, gracioso, pelín inmaduro, egocéntrico
-Le recuerdo que eran cosas buenas lo que tenía que decir.
-Lo sé, déjeme terminar –porque narices me ha cortado- y de repente todo eso desaparece y deja paso a un hombre que es capaz de dar su vida por sus compañeros. Que es capaz de pasar horas sujetando la mano de una mujer que está rota de dolor por perder a su marido. Que logra sacar lo mejor de todos aquellos que trabajan junto a él aunque antes de eso les haya hecho volverse locos. Tiene una capacidad de fijarse en los detalles que es asombrosa. Y es un extraordinario cocinero.
Vaya no sabía que pensaba todo eso de él. Claro que lo sabías Kate, tan solo es que no lo querías reconocer.
-Bueno esto está mucho mejor. Pensando eso el uno del otro. Me pueden contar que ha pasado esta mañana para que hayan llegado enfadados. Y sobre todo porque no se dicen esas cosas mirándose a los ojos.
-La verdad, es que ha sido culpa mía. No quería salir de la cama, así que empecé a remolonear. Y luego cuando Martha estaba en la ducha entre al baño porque tenía una necesidad fisiológica. Sé que ella odia eso, pero quería sacarla un poco de quicio.
Lo sabía, sabía que lo estaba haciendo para sacarme de quicio.
-La verdad es que nos quedamos dormido. Alex sabe que odio la impuntualidad. Por eso quería que se levantase de una vez. Pero él solo decía cinco minutos más, cinco minutos más. Y luego lo del baño. Pero luego lo compensó preparando un magnifico desayuno. Café, zumo, huevos, bacón, tortitas.
-Cariño, siento mi comportamiento de esta mañana. Prometo que intentaré ser menos “infantil” –me está mirando directamente a los ojos. Dios que azul tan intenso-
-Yo también siento haber sacado las cosas de quicio. Intentaré ser más comprensiva con tus ataques de infantilidad – ¿porque he dicho esto sonriendo?-
-Bueno creo que por hoy hemos terminado. Nos veremos dentro tres días. Los deberes de estos días es que hagan cosas juntos que no tengan ninguna relación con el trabajo. Nos vemos el jueves a la misma hora.
Ya estamos fuera, debería recordarle que tenemos una misión. Así que enfados como el de antes no nos lo podemos permitir. Lo que falta es que se nos escape el asesino por una bronca así.
-Martha estaba pensando que deberíamos, en la medida de lo posible, recordar la razón por la que estamos aquí. Así que enfados como el de antes deberemos dejar de tenerlos.
-Vaya, yo estaba pensando lo mismo. Alex –le tengo que sujetar del brazo porque no se para- en serio lo siento. Siento ser a veces tan obcecada. Intentaré suavizarlo por el bien de la misión.

-Yo soy consciente de que mi forma de comportarme no ha sido la mejor. Intentaré comportarme menos como un niño y así te ayudaré a no ser tan enfadica.

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