3 oct 2013

Nuevos Tiempos 6

Lanie miraba la hora e inmediatamente tomaba el móvil para mandar un WhatsAAp.
“Kevin y Jenny son papás de una hermosa niña. Todos te echamos de menos. Besos”
En Anantapur Kenya veía interrumpida su conversación por el sonido del móvil de Richard.
-Creía haber dicho que no me gustan las interrupciones.
-Lo siento, olvidé que tenía el sonido puesto. Prometo que no volverá a pasar – contestaba mientras leía el ws recibido, tras lo cual una sonrisa se instauró en su rostro.
-Parece que has recibido buenas noticias.
-La verdad es que sí. Unos muy buenos amigos terminan de ser padres por primera vez. ¿Te importaría que saliera un momento para hacer una llamada?
Richard una vez que Kenya estuvo de acuerdo salió de la oficina.
Lo primero que hizo fue llamar a Paula, ésta antes de saber cuál era la razón de la llamada le abroncó por el poco contacto que estaban teniendo y por llamar a esas horas. Después de eso ya prestó atención a lo que Richard necesitaba. Tras aquella llamada mandó varios WhatsAAp, a su hija, a su madre y a Lanie.
Una vez hecho esto regresó a su reunión.
-Espero que ahora ya podamos continuar sin interrupciones. Aún tengo muchas cosas que contarte. Además espero que mañana ya puedas comenzar las clases, vamos retrasados.


-Sin problema Kenya, ya no habrá más interrupciones. Continuemos – decía poniendo la mejor de sus sonrisas.
-Tal y como te iba diciendo quiero que te encargues del Programa de Educación Especial. Este año tenemos diez alumnos que tienen muchísimas posibilidades de sacar notas altísimas en el próximo examen público y si lo logran les becaremos para que hagan la preparación preuniversitaria en el mejor colegio privado de la India.
-Entiendo, esos chicos se merecen la mejor de las oportunidades y se la daremos.
-Exacto. Quiero que te hagas cargo de esos chicos y les prepares para el examen. Tenemos seis meses para que cuando lo realicen sean los mejores. Si no te ves preparado éste es el momento para decirlo y te asignaré como profesor en cualquier otro grupo.
-Lo haré. No te preocupes llegarán bien preparados y a tiempo para el examen – afirmaba totalmente convencido de ello.
-Recuerda que la beca se extenderá hasta los estudios universitarios. Richard esos chicos son el futuro y necesitan que nosotros no les fallemos.
-Kenya, te he dicho que lo haré. No tendrás queja de mí, pero no te veo muy convencida de que yo sea la persona adecuada.
-Gaby dice que estás sumamente implicado con el proyecto, pero yo no te conozco. Tengo que fiarme de ella, y lo hago porque hasta ahora nunca ha fallado con las personas que ha traído. Eso sí, desde ya te digo que no pasaré ni una, de nosotros depende que esos chicos logren estudiar en la Universidad y no permitiré que pierdan su oportunidad por fallos tuyos.
-Me parece perfecto. Prometo que serán los mejores alumnos que hayan salido de la FVF. Estarás orgullosa de los muchachos y de mí.
-Eso espero. Y ahora vamos a conocerlos, están impacientes por saber quién va a ser su preparador.
Aquel grupo de jóvenes estaba compuesto por seis chicas y cuatro chicos. Todos ellos estaban sentados bajo de uno de los árboles que existían en la zona de recreo, en sus rostros estaba dibujada una gran sonrisa.
Aquellas sonrisas era una de las cosas que más le chocaban a Richard. Toda aquella gente carecía de lo más básico pero aún así siempre sonreían. Pese a sus carencias eran felices y lo dejaban ver, lo transmitían al resto.
-Chicos quiero presentaros al responsable de vuestra preparación para el examen de este año. Su nombre es Richard.
Los jóvenes se ponían inmediatamente en pie, y saludaban respetuosamente a su nuevo preparador.
-Námaste chicos –devolvía el saludo Richard- espero que trabajemos bien juntos. Estaré para vosotros siempre que me necesitéis, no solo para los estudios si no para cualquier cosa que queráis. Espero que además terminemos siendo grandes amigos.
-Námaste Richard – decían al unísono los jóvenes.
Tras aquella mini presentación Kenya les dejó solos y el grupo se encaminó hacia la que sería su clase.
-Bueno chicos, comencemos esto bien. Me llamo Richard Castle, podéis llamarme Rick o Castle como prefiráis. Me gustaría ir conociendo vuestros nombres.
-Buenos días Rick – comenzaba una joven sentada en la primera mesa junto a la puerta- mi nombre es Denali.
-Yo soy Yamir –continuaba el chico sentado al lado de Denali- námaste Rick.
- Hola Rick, yo soy Priya y este que está a mi lado es mi hermano gemelo y se llama Mishka.
-Námaste Rick, a mi me llaman Kalu – se presentaba el chico del pelo rapado.
-Hola Rick, yo soy Navil.
-Námaste Rick, soy Naya y soy prima de Denali.
-Buenos días Rick, soy Uma.
-Hola Rick, me llamo Rania.
-Námaste Rick, mi nombre es Indira.
-Námaste, bueno pues ahora ya sabemos nuestros nombres. Espero que entre todos logremos hacer que este curso sea inolvidable. Siempre que me necesitéis aquí estaré y no solo por temas de estudios si no para todo aquello de lo que os apetezca hablar. Veréis la gente que me conoce dice que los jóvenes no se me dan del todo mal. En mi país tengo una hija de 19 años, a la que he criado yo solo, así que estoy acostumbrado a hablar de todo con gente joven.
-Rick, ¿de dónde eres? Y ¿por qué no ha venido tu hija también?
-Buena pregunta Uma, soy de Estados Unidos de la ciudad de NY. Y Alexis, mi hija, no ha venido porque ella estudia en la Universidad. Cosa que vosotros haréis en menos de dos años.
-¿En qué trabajabas en EEUU?
-Pues verás Kalu, era escritor y en mis ratos libres trabajaba ayudando a la policía.
-¿Escritor? y ¿has logrado publicar algún libro? – Preguntaba Indira-
-Sí, he logrado publicar varios libros.
Las preguntas a cerca de la vida de Richard en NY continuaron, los chicos pidieron leer alguno de sus libros y éste aceptó siempre y cuando aquello no interfiriera en sus estudios.
Tras la presentación hecha por Richard llegó el turno de los chicos de contar algo sobre sus vidas.
-Es tu turno Uma. Cuéntame algo de tu vida.
-Mis padres trabajan tiñendo ropa en la ciudad, tengo una hermana de cuatro años que se llama Laskmi. Su nombre proviene de la diosa de la abundancia, la belleza y la prosperidad. También estudia en la Fundación. Quiero ser ingeniera de obras civiles. Quiero traer modernidad a esta parte de la India. Tuve un hermano mayor pero murió hace dos años al caerse de un andamio.
No se dieron cuenta pero había llegado la hora de la comida como bien les avisó Kenya.
-Buenos chicos mañana comenzaremos las clases de verdad. Comenzaremos con el movimiento independentista en historia y en matemáticas explicaremos logaritmos. Hasta mañana chicos. Buena tarde.

Hacía unas horas que había amanecido en la ciudad de NY, Lanie se dirigió hacia el hospital para poder pasar un rato con la nueva familia, Katherine se reuniría con ella después de desayunar con su padre.
-Buenos días, ¿se puede pasar? – preguntaba la forense asomando su cabeza por la puerta de aquella habitación.
-Claro, adelante Lanie – contestaba una sonriente Jenny- Kev se termina de marchar. Le he convencido para que vaya un rato a casa a descansar.
-Felicidades mamá, ¿qué tal te encuentras hoy? Has hecho bien en mandar a casa a Kevin, supongo que tú también necesitas descansar un poco de él – decía soltando una carcajada.
-No seas mala, y no me hagas reír que me tiran un poco los puntos. El pobre se ha pasado toda la noche preguntándome si necesitaba algo.
-Ya me imagino. Bueno y ¿dónde está mi sobrina?
-La han bajado un rato al nido para ver si yo descansaba un poco. Pero la subirán en una hora.
-Vale, pues tendré que esperar para poder verla de nuevo – la forense fijó su vista en un precioso ramo de flores que la noche anterior no estaba allí – Vaya, veo que no ha perdido el tiempo y ha hecho lo que me dijo por WhatsAAp.
- Lo trajo un mensajero hace como media hora, con una tarjeta. Dice que siente mucho no poder venir, que se alegra mucho de que todo haya salido bien. Y que en cuanto pueda vendrá a conocer a Rachel. Me hubiera gustado llamarle pero no tengo su número. Gracias por avisarle.
-No me des las gracias. Si no lo llego a hacer y se entera por otra persona me hubiera matado. Si quieres hablar con él le podemos llamar, tengo su número. Aunque espera que mire la hora. Vale allí son las siete y media de la tarde, aún le podemos llamar.
-Lanie, ¿tú sabes dónde está verdad? Por la diferencia de horas que terminas de decir, Castle está en la otra parte del mundo.
-Está en la India. Se ha marchado allí a trabajar con una fundación española. Lleva en aquel país tan solo unos días, anteriormente ha estado viviendo en España.
- ¿Cómo está?
-Bien, parece que va dejando atrás todo lo que sucedió. Por lo menos eso es lo que me dice cada vez que hablamos. Aunque yo no estoy tan segura, nunca me pregunta por ella.
- Espero que ambos se den cuenta de lo estúpidos que están siendo. Han nacido para estar juntos – decía Jenny.
-Ya, bueno supongo que ambos necesitan su tiempo. Aunque Katherine ya ha reconocido que aún le ama y que lo que hizo fue un error. Y ahora ¿qué tal si le llamo y así te puede felicitar?
Jenny asintió, tras lo cual la forense tomo el móvil y marcó el número de su amigo.
Richard estaba tomando una cerveza con Kenya cuando su móvil comenzó a sonar.
-Si me disculpas, es una llamada importante tengo que contestar – decía a modo de disculpa y mientras comenzaba a alejarse de la mujer- Dime preciosa- decía ya contestando la llamada.
-Hola Richard, ¿a que no sabes con quien estoy?
-Deja que piense, ya lo tengo con la mamá más guapa del mundo.
-Acertaste, estoy con Jenny.
-Anda pásamela.
-Quiere hablar contigo – decía la forense mientras tendía su móvil hacia Jenny.
-Hola Richard.
-Felicidades Jenny, me alegro mucho de que todo haya salido bien. Siento no poder estar ahí con vosotros, pero estoy trabajando en la India y ese hospital me pilla un poco lejos.
-Gracias, y gracias por las flores y la tarjeta. Ah y por el oso para la enana. Yo también siento que no estés aquí. Te echamos de menos.
- Y yo a vosotros, pero prometo que en cuanto pueda iré a conocer a mi sobrina. ¿Y dónde está el feliz papá?
-Le he mandado a casa, me estaba volviendo loca con sus cuidados.
En aquel instante la puerta de la habitación de abría dejando ver a Katherine, la cual entraba en la habitación
-Hola cariño, has terminado pronto – decía la forense un tanto sorprendida por lo pronto que su amiga había llegado.
-Bueno mi padre tenía que ir a los juzgados, así que solo pudimos tomarnos un café. ¿Y la enana dónde está? –preguntaba tras observar toda la habitación.
-La han bajado al nido para que Jenny pudiera descansar, la suben en un rato – la presencia de Katherine había puesto nerviosa a la forense.
-Pues toca esperar. Ya veo que la mamá está ocupada al teléfono.
-Sí está hablando con un amigo que no podía venir. ¿Te apetece un café? –preguntaba en un intento de sacar a su amiga de aquella habitación.
-Ahora no gracias, vaya que ramo de flores tan bonito – decía mientras se acercaba hasta el mismo y tomaba entre sus manos la tarjeta- Castle, son flores mandadas por Richard – decía tras leer la firma.
-Sí bueno supongo que alguien avisaría a Martha o Alexis y estas se lo dirían a él – sabía que aquello iba a terminar de mala manera.
-Ya, supongo.
Lanie sintió la tristeza en la voz de su amiga.
Mientras Jenny hacía todo lo posible para que Katherine no se enterase de quien era la persona con la que hablaba.
-Espero que me cuentes más cosas de tu trabajo allí, me parece de lo más interesante.
- Lo haré, prometo llamarte cada semana. Quiero pedirte disculpas por no haberlo hecho durante este tiempo, pero necesitaba alejarme de todo y de todos.
-No tienes porque pedir disculpas, puedo hacerme una idea de cómo te sientes. Me alegra saber que poco a poco lo vas superando.
-Gracias Jen. Otra cosa, mándame fotos de la niña que quiero presumir de sobrina.
-Lo haré, en cuanto la suban del nido le hago una y te la mando. Bueno te voy a ir dejando que ha llegado otra visita.
-Ok. Nuevamente felicidades y felicita también a Kevin. Besos para los tres.
-Lo haré. Besos Richard. Espero verte pronto – tras aquello devolvía el teléfono a la forense.
-Bueno guapo, te dejo que descanses.
-Hasta mañana preciosa. No se os olvide mandarme la foto.
-No se nos olvidará. Mira que eres pesado Castle, mañana hablamos – fue consciente de lo que terminaba de decir al ver la transformación que sufrió el rostro de Katherine.
Katherine miraba a ambas mujeres, como esperando una explicación.
-Supongo que ahora también me dirás que Martha o Alexis le han llamado.
-Katherine, deja que te lo expliquemos – intervenían Jenny- yo quería agradecerle el detalle de las flores y la tarjeta.
-Jenny, no eres tú quien tiene que dar las explicaciones – decía la forense- Katherine, yo…
La forense se vio interrumpida por su amiga.
-Lanie, ni aquí ni ahora. He venido a ver a la nueva mamá y a mi sobrina postiza y eso es lo que haré. Tú y yo ya hablaremos más tarde.

Richard volvía al sofá dispuesto a terminar su cerveza.
-Ésto empieza a convertirse en una costumbre. ¿Siempre nos va a interrumpir tu móvil? – Richard viendo la sonrisa dibujada en la cara de su acompañante supo que no estaba enfadada.
-Lo siento, parece que este aparato la tiene tomada contigo.
-Y esta vez ¿quién era?
-Vaya, eres curiosa – se le notaba totalmente relajado.
-No, no. Es por saber quién me odia tanto sin conocerme, y eso que sólo hablamos de trabajo. No sé qué pasará el día que intente meterte en mi cama.
-Vaya, esa ha sido buena – realmente se estaba divirtiendo.
-Claro, igual tu teléfono salta hacia mí y me muerde – Ambos rompían en carcajadas- Ahora en serio, espero que no haya pasado nada en tu casa.
-No tranquila. Ayer unos amigos fueron padres por primera vez, y la llamada de ahora era de la nueva mamá para agradecerme un detalle que le envié y ya de paso la he podido felicitar.
-Vaya, eso sí es una buena noticia. Los niños son alegría aparte de ser el futuro.
-Cierto, ahora siento pena por no poder estar allí y ver a mi sobrinita postiza.
-Por tu cara, veo que te encantan los niños-Richard asentía-¿Qué edad tiene tu hija?
-Está en la universidad, tiene ya diecinueve años – había algo en su voz parecido a la nostalgia.
-Ya es toda una mujer. ¿Estabais muy unidos?
-Mucho, la he criado casi solo. Su madre es actriz y no quiso o no supo hacerse cargo de ella cuando nos divorciamos, así que siempre hemos vivido juntos. La extraño. Y tú ¿tienes hijos?
Una sombra de tristeza se instaló en el rostro de Kenya, haciendo que Richard se arrepintiese de la pregunta.
-No, hace años tuve un grave accidente y para salvarme la vida tuvieron que extirparme el útero. Así que ni tengo hijos ni los podré tener nunca. Pero bueno, algún día adoptaré uno o varios.
Richard y Kenya continuaron su charla, dejando de lado el trabajo y centrándose en temas personales. Ambos contaron las razones que les habían llevado hasta la India y más concretamente a la FVF.
Kenya pese a lo exótico de su nombre era una mujer española. Siempre estuvo muy concienciada con las labores humanitarias ya que sus padres colaboraban con médicos sin fronteras.
Con veintidós años y recién salida de la Universidad decidió pasar un año de su vida de voluntaria en Calcuta junto a las Hermanas de la Caridad. Después de su vuelta a España continuó colaborando con varias ONG hasta que un día gracias al que entonces era su pareja descubrió la FVF.
Llevaba diez años trabajando con la Fundación de los cuales los últimos siete en Anantapur.
-Eso sí que es estar comprometidos – decía Richard al terminar de escuchar el relato de la mujer- Como ya te he dicho lo mío comenzó por necesidad de alejarme de toda mi vida anterior. Pero a medida que Gaby me hablaba de la Fundación, mis ganas por estar aquí y lograr ser útil crecían.
-No importa por qué quisiste colaborar al principio, lo importante es que estás aquí y has llegado convencido de estar haciendo lo adecuado. Siempre se necesitan personas comprometidas, el trabajo es arduo.
-Sólo espero estar a vuestra altura.
-Seguro que sí. Por lo que me has contado, cuando te comprometes con algo vas hasta el final. Eso es lo que se necesita aquí, gente que no salga corriendo a la primera. Y ahora, pese a lo agradable de la compañía, deberíamos irnos a dormir porque mañana a las seis estaremos nuevamente en pie.
-Vaya, no pensé que me lo pidieras la primera noche. Pero acepto encantado, vamos a la cama – contestaba Richard alzando las cejas.
-No te hagas líos, cada uno a su casa. Por lo menos esta noche, mañana o pasado quién sabe lo que pueda suceder – decía de forma sugerente.

Lanie estaba sentada en uno de los taburetes de su cocina, esperando la llegada de Katherine. Removía su café como un autómata, intuía que la conversación que ambas debían mantener no iba a ser amistosa.
El sonido de las llaves en la cerradura le avisaba que la hora de la verdad había llegado. Levantando la cabeza de su taza giraba el taburete para poder fijarse en la cara de su amiga.
-Voy a la ducha – decía Katherine pasando al lado de la forense sin ni siquiera mirar a ésta.
Lanie continuaba sentada en aquel taburete esperando que su amiga saliera de la ducha, esperaba nerviosa la conversación que ambas debían mantener.
Kate regresaba a aquel salón, la ducha había logrado que se relajase un poco. Decidió ponerse algo cómodo para estar en casa, unas mallas y una camiseta gris fue lo que había escogido. Sin tan siquiera dirigir la mirada a su amiga abrió la nevera y sacó una cerveza. Ya con ella en la mano, suspiró y se giró.
-Cuando quieras puedes comenzar a explicar la razón de tu engaño.
-Kate, cariño. Lo siento, siento el haberme callado que sabía dónde estaba él.
-¿Callado? Lanie, no es que te hayas callado todos estos meses, es que cuando te dije llorando que él se había marchado del país hiciste que no sabías nada.
-Lo siento. Ven, vamos al sofá y hablamos allí. Tengo mucho que contarte.
Ambas amigas se dirigieron hasta aquel sofá que en los últimos días se había convertido en lugar de confidencias.
-Empieza – decía secamente Katherine- quiero ver cómo explicas tu forma de actuar.
- El mismo día que tú te subías al avión rumbo a DC, Richard se presentó en la 12th. Tras hablar largo rato con Gates y comunicarle su decisión de dejar la comisaría se despidió de todos nosotros.
-Ya – respondía la agente.
-Nosotros estuvimos hablando un largo rato. Le dije cuanto sentía como había terminado todo entre vosotros, que intenté que entrases en razón. Cuando me dijo que se iba del país supe que aquello era más serio de lo que en principio yo pensé. Le pregunté si estaríamos en contacto y me dijo que sí. Pero para aquello puso una condición. De ninguna forma tú debías tener noticias a cerca de él.
-Y aceptaste sin más.
-Sí, claro que acepté. Fue la única forma de poder seguir sabiendo cómo estaba. Nadie salvo yo ha tenido contacto con él. Ninguno de los chicos en estos seis meses ha tenido forma de localizarle. Cómo tú misma pudiste descubrir cambió el número de su móvil.
-Lanie, Martha o Alexis os habrían dado el nuevo. No es una excusa.
-Estás muy equivocada. Durante estos seis meses, los chicos han hablado muchas veces con ellas, les han pedido su teléfono o saber donde estaba. Y lo único que han obtenido por su parte es silencio. Tan solo una vez a la semana les decían que él estaba bien. Rehaciendo su vida.
-Lanie, nadie desaparece sin más. Si le hubierais buscado le habríais encontrado.
-¿Eso crees? Te aconsejo que mañana hables con Javi y con Gates. Seguro que encuentras apasionante lo que han descubierto – decía con un cierto tono de ironía.
-Me engañaste, da igual la excusa que intentes poner.
-No lo hice. Es cierto que pequé por callar. Pero no es ni una traición ni un engaño. Hice lo que creí más conveniente para todos. Alguien debía poder localizar a Richard, y si para ello debía guardar silencio lo haría. No solo es que no pudiera informarte de cómo estaba él, es que en estos seis meses no hemos pronunciado tu nombre. Me prohibió hablar con él de ti. No quiere saber nada.
Aquella última frase le provocó un gran dolor a Katherine.
-Yo creía…
-Ya, tú creías que cada vez que hablábamos yo le contaba cómo iba tu vida en DC.  Pues te has equivocado. En estos seis meses no ha habido una sola vez que Richard haya preguntado por ti, ni yo he pronunciado tu nombre una sola vez – la forense veía como la tristeza iba dibujándose en el rostro de su amiga- no debería sorprenderte, tú le echaste de tu vida.
-Lo sé Lanie, soy consciente de haberla cagado. Pero aún así creía que él pensaría en mí. Creía que fui lo suficientemente importante para él como para que quisiera saber de mi vida.
-¿Dudas de haber sido importante para él? Se marchó del país, dejó a su familia, su trabajo, se ha pasado seis meses sin pisar territorio americano. Si no hubieras sido importante para él, no habría cambiado su vida por entero.
-Ya, tienes razón como casi siempre – contestaba bajando la cabeza.
-¿Y tú, te has preocupado en estos meses de saber algo de Richard? No lo has hecho, así que no puedes venir ahora de ex novia mártir.
-Perdona Lanie, le llamé. Hable con Alexis. Pero no logré nada, sólo ver el odio que Lex me tiene. Comprobar que él había cambiado de número. Enterarme por Espo que Richard había dejado la 12th, por mi padre que se había ido del país. Por el alcalde que aún no pensaba regresar. Cada vez que tú y yo hablábamos salía su nombre a relucir. No voy de mártir, no te equivoques. Soy muy consciente de lo que hice.
-Llamaste una vez, no has intentado hablar después con Alexis, no has hablado con Martha. Podrías haber hecho más. Aunque yo sé que por mucho que hubieras intentado localizarle no lo habrías logrado, de eso ya se ha encargado él.
-¿A qué te refieres? – Preguntaba intrigada Katherine- Pensé que Martha no querría saber nada de mí-
-Te equivocaste, como en todo lo que has hecho desde que te hicieron la propuesta de trabajar en el FBI. Desde aquel día, lo único que has estado haciendo es cagarla una y otra vez. Siento ser tan directa, pero no pienso ser suave, ni diplomática. Te lo dije entonces y te lo repito ahora.
-Ya, fui una idiota.
-Respecto a tu pregunta, habla con Gates ella podrá explicarte a lo que me refiero con que no le habrías podido localizar.
-Lanie, ¿sabes dónde está Richard ahora?
-Sí, lo sé. Dejo EEUU y se instaló en Europa y ahora ha abandonado el viejo continente y se ha ido a Asia. Eso es todo lo que te voy a decir. Lo siento, si quieres localizarle tendrás que hacerlo tú.

Eran poco más de las doce del medio día cuando Richard dio por finalizadas las clases de la mañana.  Tenía que reconocer que aquellos chicos eran de lo más aplicados. Todos habían repasado para las clases de aquella mañana los temas que iban a ser explicados. Aquello había logrado dar agilidad a la explicación.
-Rick, ¿puedo hacerte una pregunta un poco personal? – preguntaba un tanto dubitativa la joven Uma.
-Claro, ¿qué te parece si me la haces mientras vamos al comedor? – respondía él con la mejor de sus sonrisas.
-Vale, verás. Me preguntaba qué razón podía existir para que un escritor de éxito y con una familia lo deje todo para venir al otro lado del mundo.
-Vaya, siempre tienes buenas preguntas. ¿Cuál crees tú que es la razón?
-No sé por eso lo pregunto – contestó Uma como si tal cosa.
-Venga piensa un poco - insistía él.
-Kenya, dice que todo lo que pasa en el mundo sucede tan solo por dos cosas. Por amor o por odio.
-Vaya con Kenya. Pero si lo piensas con detenimiento ella tiene parte de razón. Aunque yo añadiría la envidia como razón para que sucedan cosas –Uma le escuchaba con total atención- Me explico. Por ejemplo, en 1857 vuestro país comenzó la primera guerra de independencia contra la corona británica, lo hicieron por amor a la libertad y a vuestro país. Pero de la misma forma se podría decir que la comenzaron por odio a la metrópoli. O que la respuesta de aquella fue por odio a la colonia. Cuando en la Alemania nazi comenzaron las persecuciones contra los judíos, podríamos afirmar que además del odio existente a los que eran diferentes existía una gran envida hacia aquellos por su riqueza.
-Según eso, el mundo se mueve bien por amor, bien por odio o bien por venganza. Pero los dos primeros irían a su vez unidos, el amor de unos es el odio de los otros. Pero sigues sin responder a mi pregunta.
-¿En serio?
-Vale – contestó la joven tras pensar unos segundos- Por amor. Por el amor perdido. Porque si fuese por odio aún estarías en tu país buscando la venganza.
-Chica lista. Sí el amor que perdí me hizo dejar atrás mi antigua vida. ¿Y sabes una cosa? – Viendo como Uma negaba decidió continuar- creo que la decisión que tome de venir hasta aquí va a ser una de las mejores que haya tomado en mi vida. Y ahora, ve a comer con tus compañeros.
Al entrar al comedor Richard buscó con la vista el lugar donde se encontrase Gaby, pero no la localizó en su lugar fue Kenya quien le señaló una silla libre junto a ella.
-¿Qué tal? –preguntó a modo de saludo al llegar al lado de Kenya.
-Muy bien, si buscas a Gaby tengo que decirte que salió hacia uno de los poblados hace unas horas, no regresará hasta el viernes.
-Vaya, pues estaré solito hasta entonces. Yo que pensaba prepararle la cena esta tarde.
-Vaya, que pena. Si quieres puedo hacer un esfuerzo y hacerte compañía.
-Vaya, jefa. ¿Harías eso para que este pobre profesor no se sienta solo?
-Claro, y para que esta humilde jefa pueda disfrutar de una cena sin tener que pasar por la cocina.
No podían negar que entre ellos y sin saber cómo había nacido un tonteo.
-Kenya, no quiero que me mal interpretes pero ahora mismo no estoy buscando nada. No creo que pueda ofrecer una relación a ninguna mujer. Aunque lo mismo estoy metiendo la pata y tan solo querías ser amable.
-Richard, tranquilo, no busco ninguna relación. Pero no te voy a negar que sí me siento atraída por ti y creo no equivocarme al decir que la atracción es mutua. Pero de momento centrémonos en la cena que me vas a preparar y ya.

En NY Katherine continuaba sentada frente a su portátil.  Según iban pasando las horas se sentía más perdida.
Tras la conversación mantenida con la forense había decidido ponerse a investigar el paradero de Richard.
El comienzo fue sencillo. Tal y como dijo Lanie, Richard había abandonado el país poco días después de que ella se marchase a DC. El primer destino del escritor fue España, más concretamente Madrid. Había estado viviendo durante unos meses en uno de los hoteles más lujosos de la capital de España.
Después su rastro se perdía, así que decidió usar su nuevo estatus de agente federal e investigar el rastro del dinero.
La mayoría del dinero que el escritor poseía había sido transferido a un banco suizo. Y ahí se perdía el rastro.
Conocedora del secreto bancario imperante en el país helvético sabía que pasarían años antes de lograr saber dónde había ido el dinero.
Su siguiente paso fue intentar saber dónde se hospedó Richard una vez que dejó el hotel, pero aquello también fue un callejón sin salida.
Aquello la estaba comenzando a molestar. Ella era Katherine Beckett, el FBI la había ido a buscar por lo buena que era en su trabajo cuando realizaba éste en la comisaria número 12 de NY, no podía creer que no fuese capaz de dar con su hombre.
Aunque tenía que reconocer que aquel hombre no era uno cualquiera. Era Richard Castle, el rey de las teorías, conspiraciones, e ideas locas. Además de ser uno de los novelistas de misterio más brillantes de su generación. Y por si eso fuese poco, se había pasado cinco años de su vida trabajando con la policía así que conocía a la perfección lo que debía hacer para no dejar rastro. Y por sus venas corría la sangre de un agente de la CIA.
La batalla iba a ser memorable, pero ella no estaba dispuesta a darse por vencida. Quería saber dónde se había metido el escritor, y necesitaba hablar con él, verle, sentirle nuevamente cerca de ella.

Pero aquella no sería la noche que lo lograse, se sentía realmente cansada. Cerró su portátil y lo dejó en la mesa, tras eso se metió en la cama y se entregó a Morfeo.

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