25 oct 2013

Nuevos Tiempos 18

Anteriormente en Nuevos Tiempos
-Pase lo que pase, decidas lo que decidas –por fin se ponía en pie, se giraba hacia ella y se arrodillaba con un anillo entre sus dedos - Katherine Beckett, ¿quieres casarte conmigo?
-Richard, lo siento. Lo siento mucho. Pero ahora no puedo aceptar. Han pasado muchas cosas estos días entre nosotros. Mejor dicho vienen pasando desde hace semanas –ella le miraba, seria, intentando ver los ojos de su acompañante- Cosas que me han hecho replantearme lo que existe entre nosotros. Ahora mismo no sé si lo que estamos viviendo es real, o tan sólo nos hemos dejado llevar por años de tonteo.
Aquella frase llevó a nuestros protagonistas a un largo viaje en el que pudieron conocerse mejor a ellos mismos y en el que descubrieron que pese al dolor seguían enamorados.
-Ya. Richard – decía sentándose nuevamente junto a él- lo siento. No fui capaz de decir que eras todo para mí. No fui capaz de abrirme totalmente a ti. Sentía pánico, pánico a que un día descubrieras que no era yo la mujer de tu vida. Y dejé que ese miedo destrozase nuestra vida. Perdóname, nunca quise hacerte sufrir. Eras mi vida. Tuve que perderte para ser totalmente consciente de que sin ti no brilla el sol. Cuando te vi marchar, supe que nunca te podría olvidar. Por qué ¿cómo se olvida el AMOR? – Las lágrimas corrían por sus mejillas- El resumen es sencillo, te amo. Richard te amo, y quiero pasar el resto de mi vida junto a ti – decía tomando las manos del escritor entre las suyas.
-Lo siento. Beckett, el hombre del que crees estar enamorada no existe. Hace ocho meses salió de este país totalmente destrozado. Llegué a España, y conocí a gente maravillosa. Me enseñaron otra forma de vivir. Me fui a la India a trabajar de voluntario en una ONG española – la detective le miraba totalmente sorprendida- y me redescubrí. Me gustaba lo que hacía y en lo que me estaba convirtiendo. Y entonces pasó. Me recuperé. Tu abandono dejó de doler. Poco a poco, ellas lograron que me abriera nuevamente a la vida.
-¿Ellas? – Katherine estaba empezando a sentir como le faltaba el aire, recordaba aquel “cariño ya está lista la cena”.
-Sí, ellas. Beckett, en mi vida han cambiado muchas cosas desde aquel día en los columpios. Tengo una relación y dos nuevas hijas. Uma y Laskmi tienen 16 y 4 años. Son dos niñas indias que perdieron a toda su familia, y no podía permitir que las separasen. Y Kenya siempre ha estado ahí, a mi lado. Incondicionalmente. Ni Kenya ni yo buscábamos una relación seria, pero poco a poco ambos nos hemos ido metiendo de lleno en ella – Katherine lloraba- Lo siento, pero es tarde. Quiero a Kenya, tal vez no de la misma forma que te quise a ti. Tal vez nunca logre amarla como te amé a ti. Pero la quiero, y quiero que sea parte de mi nueva familia.
Por el camino encontraron nuevos amigos que les abrieron los ojos, viejos enemigos se transformaron en amigos.
Helen y Emma no sabían que decir, sólo miraban a Kate la cual hacía varios minutos que estaba muy lejos de aquella cafetería. Katherine tenía la mirada perdida, las lágrimas bañaban su rostro y entre sus manos sujetaba una foto como si en ello le fuse la vida. Las jóvenes se estiraron un poco para poder observar aquella imagen, en ella se veía una pareja con una gran sonrisa dibujada en su cara, parecían felices.
-Kate, ¿qué vas a hacer para lograr volver a vivir lo que se refleja en esa foto?
Al final los que vivían la historia desde fuera era los que tenían la mejor visión.
-En el fondo da lo mismo lo que tú quieras o desees – intervenía Josh haciendo que ambas mujeres le miraran sin entender a qué se refería- Da lo mismo que tú le ames, o que desees vivir con él, porque lo vuestro sólo irá tirando hasta que ellos vuelvan a estar juntos.
-¿De qué estás hablando? – preguntaba Kenya
-Kate y Castle, de ellos estoy hablando. Ellos nacieron para estar juntos, se aman, da lo mismo lo que haya pasado entre ellos, se aman. Por eso te digo que da lo mismo lo que tú desees, es su amor el que terminará decidiendo y por lo que conozco a ambos, tienes todas las de perder. No porque ellos quieran hacerte daño, si no porque su “misión” es estar juntos. Pueden tardar más o menos, pero volverán a estar juntos. Es como golpearse contra un muro de hormigón –concluía el médico.
Historias del pasado por fin terminan.
-Mamá, todo está bien. Por fin puedes descansar en paz. Hoy el círculo se ha cerrado. El senador ha sido detenido, será juzgado y condenado. Por fin eres libre, por fin papá estará en paz, por fin podré vivir. Lo logré mamá, vencimos – decía cayendo de rodillas sobre aquella tierra- somos libres -Tras unos minutos en los que tan solo se escuchaba su llanto, se hizo el silencio, se puso en pie, acarició aquella lápida y por fin en su rostro se dibujó una sonrisa- ¿Sabes? Él está aquí, pese a todo lo que nos ha pasado él está junto a mí. Todo lo que ha pasado hoy ha sido gracias a él, el hombre que un día entró en mi vida como un tornado para ponerla patas arriba es el mismo que ha logrado traerme la paz. Es mi vida, te gustaría ver cómo soy cuando está junto a mí. Me hace volver a ser la joven que era tu hija. Los años de tinieblas han terminado, y es él quien lo ha logrado. Él me ha devuelto la vida, y hoy sólo ha sido la culminación, el cambio empezó el día que le conocí.
Y Por fin darse cuenta de que su AMOR es para siempre.
-Somos idiotas – dijeron ambos a la vez.
-Deberíamos estar disfrutando de lo que tenemos, y celebrando que por fin has logrado hacer justicia. Y en lugar de eso, estamos aquí a las cuatro de la madrugada tratando de entender qué narices estamos haciendo.
-Rick – tomaba las manos del escritor entre las suyas- ¿y ahora qué hacemos? –preguntó con miedo Kate.
-Dejar de ser unos críos y arriesgarnos – contestó acariciando la mejilla de la detective- pero vayamos con calma. Y por favor, esta vez hablemos cada vez que nos de vértigo lo que sentimos o cuando algo se nos esté pasando por la cabeza.
-Te quiero Rick.
-Yo también a ti.
-Te amo Kate, sólo quiero pasar el resto de mi vida junto a ti.
-Eso espero Rick, porque si algún día decides dejarme juro que te pegaré un tiro – ambos sellaron esa promesa con un beso.
Y llegó el momento de salir definitivamente de la cueva.
-Te amo, te lo he repetido muchas veces estos últimos meses, pero nunca me cansaré de decírtelo. Hemos perdido mucho tiempo por culpa de mis miedos, y no quiero perder ni un minuto más. Sé que Laskmi necesita tiempo, para aceptar lo nuestro y lo tendrá, pero aún así – Kate se ponía en pie se giraba para quedar frente al escritor y flexionaba una de sus rodillas hasta tocar con ella la tierra- Richard Alexander Rodgers, ¿quieres casarte conmigo? – preguntaba mientras mostraba al escritor una alianza.
-Kate – la tomaba del brazo haciendo que se levantase- te amo, eres la mujer de mi vida, nunca ninguna mujer me ha hecho sentir ni la mitad de las cosas que me haces sentir tú. Pero – escuchar que había un pero borró de golpe la sonrisa del rostro de la detective- si quieres saber la respuesta tendrás que venir a la India a la presentación de mi libro.
-¿Qué clase de respuesta es esa? – Kate se había quedado totalmente fuera de juego con la respuesta dada por el escritor.
-La que te puedo dar aquí, ven a la India y sabrás la respuesta.     
    
Hoy en Nuevos Tiempos

Era una noche fría de diciembre, un 24 de diciembre de 1978, un pequeño niño rubio con increíbles ojos azules se sentaba en el regazo de Papá Noel, ese había sido su sueño desde siempre, poder acercarse hasta el hombre de rojo y pedirle su deseo.

- Y ¿a quién tenemos aquí?

-Soy Richard, Richard Rodgers.

- Y ¿Cuántos años tienes?

-Diez.

-Vaya, ya eres un poco mayor para sentarte en mis rodillas.

-Nunca se es mayor si se cree en la magia – contestó el niño seguro de sí mismo.

-Pues, tienes razón. Y ¿Cuál es tu petición para Papá Noel?

-Quiero ser feliz. Quiero que mi madre no tenga que preocuparse por lo que vamos a comer mañana o por cómo vamos a pagar el alquiler. Quiero conocer a mi papá. Quiero pasar mi vida junto a la mujer a la que ame.

-Vaya, tienes las ideas muy claras. Y ¿cómo se llama la mujer de tu vida? – preguntó el hombre de rojo alborotando el pelo del niño.

-No lo sé aún no la conozco – contestó totalmente serio el pequeño- pero cuando aparezca la reconoceré.

-Vaya y ¿cómo puedes estar tan seguro de reconocerla?

-Porque sentiré que estoy completo – contestaba bajándose ya de las piernas del hombre- y porque entenderé las canciones.

Demos ahora un salto en el tiempo, navidades de 1984, fijémonos en un matrimonio cualquiera que lleva de la mano a su pequeña hija.

-Katie cariño, es navidad, ¿por qué no pides un deseo a Papá Noel?

-Pero papi, Papá Noel no existe.

-Cariño, no pierdes nada por pedir tu deseo, tal vez la magia exista.

-La magia existe lo que no es real es Papá Noel – la pequeña Katie se cruzaba de brazos.

-Pues si crees en la magia, tal vez si pides un deseo, aunque Papá Noel no sea real, se termine cumpliendo.

-Vale, pero sólo lo haré porque creo en la magia.

Pese a su inicial reticencia la pequeña Katie se acercó al hombre de rojo, más que nada lo hacía por la tremenda ilusión que tenían sus padres. Ellos adoraban las navidades, a ella también le gustaban pese a saber desde los tres años que Papá Noel no existía, cómo iba a llevar los regalos por las chimeneas si ellos no tenían una.

-Hola preciosa, dime ¿cómo se llama esta pequeña princesa?

-Katherine Beckett, pero mis amigos me llaman Kate y mis papás Katie – contestó totalmente segura.

-Y ¿cuántos años tienes? pequeña Kate.

- El mes pasado cumplí seis.

-Vaya, pues casi te puedo felicitar aún. Y ¿cuál es el deseo que le quieres pedir a Papá Noel?

-Quiero ser tan feliz como lo son mis papás – sin esperar una respuesta la pequeña Katie se bajó de las piernas del hombre y salió corriendo hacia donde se encontraban sus padres.

El hombre de rojo se volvió hacia uno de sus elfos.

-Elfo1, esa pequeña se ha ido sin darme tiempo a darle su piruleta, llévasela tú.

El elfo cogió una de las piruletas de la bolsa de golosinas y un pequeño diario de su bolsa de regalos y salió corriendo en dirección a la pequeña.

-Perdona, te has ido sin tu regalo – tocaba a la pequeña en el hombro.

-¿Qué regalo? – preguntó sonriente

-Es una piruleta y un regalo sorpresa.

-¿Regalo sorpresa? – preguntó ilusionada.

-Sí, pero para que te lo pueda dar debo conocer tu nombre, porque igual me equivoco de niña y no es para ti – contestaba el elfo sonriendo.

La pequeña miraba a sus padres sorprendida.

-Venga cariño, dile al elfo cómo te llamas – la animaba su madre.

-Soy Kate, y ¿tú cómo te llamas?

-Soy Ricky. Y por lo que pone en este papel, el regalo sorpresa es para ti – a lo lejos se escuchó como otro elfo llamaba al que hablaba con la niña- espero que te guste, me tengo que ir pequeña Kate – se despidió de la pequeña dejándole un beso en la mejilla.

Cuando el elfo se había marchado la niña miró a sus padres como pidiendo permiso para abrir su regalo.

-Venga Katie, abre el regalo y así sabremos qué es.

-Ya voy papi – Katie rasgó el papel y cuando vio lo que contenía el paquete en su rostro se dibujó una gran sonrisa- Mira papá, mira mamá ¡es un diario!

-Vaya, que suerte tienes con lo que te gustan a ti los diarios, pero ¿cómo podía el elfo saber que te gusta escribir? – preguntaba sonriente la madre.

-Magia – contestaba totalmente convencida la niña.

A veces, y sólo a veces los sueños se cumplen, a veces todo aquello que pedimos se hace realidad y aquello que anhelamos conseguir se transforma en realidad.

Una pareja tomada de la mano está sentada esperando que su vuelo despegue con destino a la India.

-Kate te va a encantar, la India es un país increíble, está lleno de contrastes, de olores, de colores, sus gentes te enamoraran.

-Castle, no tienes que convencerme, ya estoy montada en el avión – decía ella sonriendo.

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El bullicio de Delhi comienza a sentirse desde que pones un pie en su aeropuerto y se deja sentir mientras atraviesas sus calles. En esa ciudad los implicados en la presentación del nuevo libro de Richard Castle daban los últimos retoques para que todo estuviera listo para la gran fiesta.
El lugar escogido para la presentación había sido el hotel Shangri-La Hotel New Delhi, situado en el casco histórico y a poca distancia de Jantar Mantar y Fuerte Rojo.

A Paula le hacía gracia el saludo que los empleados del hotel hacían a todos los huéspedes que llegaban, el personal usaba el antiguo saludo de la tradición india, una reverencia. Kenya, Josh y Gaby intentaban en vano convencerla para que dejase de mirar a los hindúes con ojos occidentales.

Tras terminar de supervisar todo, Paula, Josh, Kenya y Gaby abandonaron el hotel para visitar parte de la ciudad, tan solo eran las nueve de la mañana. La primera parada fue el Fuerte de Delhi también conocido como Fuerte Rojo por el color de la construcción.

El Fuerte Rojo, está situado a orillas del río Yamuna al igual que toda la ciudad de Delhi, fue un antiguo palacio musulmán. La puerta principal de entrada al palacio se conoce como Naqqar Khana ("casa del tambor") porque allí se encontraba la galería superior destinada a los músicos. Después de cruzar esta puerta aparece otro espacio abierto que servía como patio del Diwan-i-Am, pabellón destinado a las audiencias públicas. Este pabellón estuvo en su día decorado con piedras preciosas. En el centro del Diwan se encuentra un trono especialmente decorado, concebido como una copia del trono de Salomón.

Tras la visita al fuerte, los tres amigos llevaron a Paula a ver el Rashtrapati Bhavan, diseñado como el punto central de Nueva Delhi durante el dominio británico, hoy este palacio es la residencia oficial del Presidente de la India.

-Si quieres ver el cambio de la guardia, podemos venir mañana, pero tiene que ser antes de las 6:30 de la mañana –comentaba Gaby a la publicista.

-No es necesario, ¿quién en su sano juicio vendría de visita a esas horas?

-Paula, ten en cuenta que en las horas centrales del día llegaremos a los 40 grados centígrados y a eso tienes que sumarle la humedad. O vienes a esas horas o ni de coña puedes estar de pie viendo el cambio de guardia al sol – contestaba Josh,  ya un poco cansado de la actitud de la mujer.

Tras esas dos visitas y dadas las altas temperaturas que padecían a esas horas decidieron regresar al edificio que la Fundación Vicente Ferrer tenía en la ciudad y en la cual todos salvo Paula estarían instalados hasta que pasase la presentación del libro.

Una vez los amigos se encontraron solos comenzaron a preparar el resto de los días para todos los amigos que llegarían para la presentación.

-Castle me pregunta en un mail si tenemos todo listo.
-Está todo preparado, tan solo queda saber si definitivamente será a las nueve de la noche – miraba su agenda Kenya.
-Pues o es a las nueve o a las siete, no hay más opciones, y dado que Castle no ha dicho nada seremos nosotros los encargados de escoger la hora. ¿Vosotras que pensáis?
-A las nueve quedará todo mucho más bonito y además las temperaturas ya no serán tan elevadas y eso será de agradecer.
-Gaby tiene razón, dile a Castle que será a las nueve y que todo estará listo – decía Kenya mirando a su amigo.
-Vale, ahora le mando un mail, pero ya no lo verá hasta que el avión tome tierra. Por cierto, en una hora deberíamos ir saliendo hacia el aeropuerto.
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El vuelo estaba siendo totalmente relajado, el escritor había logrado que la editorial le pusiera a su disposición el avión de la compañía, aquello hacía que el viaje no tuviera nada que ver con uno comercial.
Kate miraba como Castle y las niñas dormían, ella lo había intentado pero no puedo conciliar el sueño, finalmente decidió levantarse y acercarse hasta el resto de los adultos.
-Katherine querida, siéntate con nosotros, mi hijo es poco caballero.
-Se ha quedado dormido hace un rato, las niñas casi se han dormido al despegar. ¿Qué hacíais vosotros?
- Planificar un poco lo que haremos en Delhi, el abuelo ha estado varias veces y nos comentaba lo que deberíamos visitar.
-Castle también me ha comentado sitios a los que deberíamos ir. Su idea es que también vayamos a Anantapur a visitar la Fundación, pero yo no tengo tantos días libres en una semana debo estar de regreso en NY y por lo que él querría hacer deberíamos estar aquí casi un mes.
-Bueno Kate, seguro que logras convencerlo y dejar lo de Anantapur para otro viaje.
-Eso espero Lex, porque si no Gates es capaz de mandarme de regreso a DC.
-No por dios, otra vez separados mi hijo y tú no – Martha exageraba su gesto haciendo que todos comenzasen a reír.
Tras continuar con las bromas durante un rato, Martha, Alexis y Hunt decidieron dormir un rato o al menos intentarlo, fue el momento escogido por Kate para regresar a su asiento. Una vez en él decidió abrir su e-book y continuar con su lectura. Por aquellos días la detective andaba inmersa en un nuevo libro “Volver a Empezar” de una escritora nueva Anver. Se lo había recomendado su vieja amiga Rayna, y la verdad es que su lectura le resultaba muy entretenida además de recordarle en muchas cosas a cómo había sido su relación con Castle.
Castle, aún no había contestado su propuesta de matrimonio, por mucho que ella le había preguntado durante las dos últimas semanas no había obtenido una respuesta diferente a la que ya le dio en los columpios.
Acercarse a su destino final le provocaba ansiedad, él debía contestarle en la India, por mucho que su parte lógica le decía que no le haría ir hasta allí para decirle que no se casaría con ella existía otra parte, la miedosa que le repetía que la propuesta de matrimonio había sido una mala idea. Volver su rostro y encontrarse con los ojos azules de Castle mirándola fijamente con esa expresión de amor que siempre tenían al estar juntos la tranquilizó, le hacía saber que no tenía nada que temer.
-¿Has dormido algo? –preguntó él al tiempo que se incorporaba y la besaba.
-No, nada los nervios no me han dejado. He estado hablando un rato con tus padres y Alexis, y cuando ellos se han quedado dormidos me he puesto a leer.
-Vaya, pues mañana cuando lleguemos estarás cansada.
-Bueno, pues dormiré, la presentación no es el mismo día que llegamos ¿no?
-No, es dos días después.
-Bien, entonces podré recuperarme. No hay que preocuparse.
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Cuando el avión de Castle y sus familiares tomó tierra y salieron con sus equipajes por la puerta de llegadas internacionales del aeropuerto internacional de Delhi la detective Beckett fue “secuestrada” por Kenya y Gaby.

-Ve con ellas – fue lo único que Castle le dijo a su novia al ver su cara de sorpresa.
Pese a la reticencia que sentía Beckett se dejó llevar por las dos mujeres.
Gaby vendó los ojos de la detective tan pronto subieron al coche que les estaba esperando. Por mucho que Kate preguntó que significaba todo eso, no obtuvo ninguna respuesta. El coche se paró frente a las puertas del Shangri-La Hotel, las tres mujeres descendieron y una vez en el majestuoso hall se encaminaron hacia la zona de los ascensores, pulsando una vez dentro de uno de ellos el piso 10.
Kate se dejaba llevar por ambas mujeres, cada una de las cuales le llevaba por uno de sus brazos, Kenya sacó la tarjeta de su bolsillo y abrió la puerta de la suite que habían escogido para la detective y el escritor.
Una vez dentro del dormitorio llevaron a Kate hasta la zona del salón y la hicieron sentar en uno de los sillones, sólo entonces quitaron la venda de los ojos de la detective.
-Námaste Kate – dijeron a la vez ambas mujeres.
-Námaste ¿y ahora me vais a contar qué narices pasa? – preguntaba algo enfada la detective.
-Relájate, te prometemos que no es nada malo. Sólo déjate llevar y disfruta de todo lo que pase a partir de este momento – contesta Kenya al tiempo que le tiende una copa de champagne.
A los pocos minutos unos golpes en la puerta hicieron que Gaby se dirigiera hasta allí para ver quien había llegado.
-Hola, ya estamos aquí.
Kate no salía de su asombro al ver a las personas que entraban en aquella habitación. Ver allí a Lanie, Jenny, Alexis, Uma e incluso la capitana Gates, la tenía totalmente desconcertada.
-¿Alguien me puede explicar qué significa todo esto?
-Kate, ya te hemos dicho que sólo tienes que disfrutar.
Todas las mujeres salvo Uma se sirvieron copas de champagne, mientras para la niña había zumo de pomelo.
-Bueno llegó la hora – dijo Lanie – Kate necesitamos que vayas al servicio y te des un relajante baño de sales. Y por favor no preguntes nada, sólo confía en nosotras.
Una vez salió del agua, lo único que encontró en el baño fue un albornoz, toda la ropa que ella había dejado preparada para vestirse había desaparecido. Salió hacia la zona del salón tapada tan solo por aquella prenda.
-¿Me vais a dar algo para que me vista o me tengo que pasar el resto del día con el albornoz puesto?
-Kate, ahora necesito que continúes confiando en nosotras, quítate el albornoz – dijo Gaby acercándose hasta la detective.
No sabía la razón, pero Kate decidió hacer aquello que las mujeres le pedían, una vez despojada de aquella prenda y estando tan solo vestida con su ropa interior Uma le pidió que se sentase en la silla junto al ventanal, una vez allí sentada la joven se acercó hasta ella con un maletín en sus manos.
-Espero que te guste.
Uma junto con Kenya, Gaby comenzaron a pintar los brazos, cuello y pies de Kate con una pasta especial preparada a base de polvo de cúrcuma, sándalo y henna, una vez terminados los dibujos comenzaron a ungir el resto del cuerpo con aceites olorosos.
Justo en cuando las mujeres terminaron la puerta de la habitación se abrió dando paso a Martha y a la pequeña Laskmi, ambas se acercaron hasta Kate y dejaron a sus pies la Palla Dastoor.
-Y ¿Esto qué es? – preguntaba Kate viendo aquellas cajas ante ella.
Laskmi abrió el primero de los paquetes sacando de él un hermoso sari de color rojo con bordados en oro, tendiéndoselo a Uma, después Martha abrió el segundo de los paquetes sacando de él un precioso collar de rubíes y unos pendientes a juego además de varios brazaletes de oro, Kate continuaba en ese estado de sorpresa total.
-Ahora toca que te vistas – decía Lask- debes ponerte el sari. Es el traje típico de las mujeres indias y este es precioso.
Una vez vestida las mujeres le colocaron las joyas y todas comenzaron a llorar al ver lo hermosa que la detective se veía.
-Y ahora antes de irnos toca hacer una foto – Gates aparecía con la cámara de fotos en la mano.
-Kate lo siento pero debemos volver a vendar tus ojos – Alexis se acercaba con el pañuelo y se lo anudaba, comprobando que la detective no podía ver nada- Disfruta Kate – le susurro antes de separarse.
Las mujeres se subieron al micro bus que les esperaba a la entrada del hotel para llevarlas hasta su destino final Lodhi Gardens.
Lodhi Gardens es el único sitio tranquilo y relajante en New Delhi. Nada tiene que ver con el tráfico y el bullicio de la ciudad, entrar allí es como abrir la puerta a otra India. Sus 90 hectáreas de pura naturaleza invitan a relajar la mente y a disfrutar, sólo se escucha el sonido del viento y el canto de los pájaros.

El Jardín fue instaurado en 1936 por la esposa del Marqués de Willington, el gobernador general de la India bajo el dominio del Imperio británico. Los jardines albergan varios monumentos históricos, muchos de los cuales pertenecen al siglo XV. Los más famosos son las tumbas gemelas de los sultanes Sayyid y Lodi que gobernaron el país durante los siglos XV y XVI. La primera de ellas pertenece al último rey de la dinastía, Mohamed Shah y se destaca por sus coloridos azulejos y las inscripciones del Corán. La segunda es muy similar con una cúpula de vidrio azul, pinturas con diseños florales y contiene varios féretros. Los bambús, los arboles de flores moradas que al caer al pasto el paisaje se transforma en una pintura renacentista, nos trasladan a un mundo casi irreal. Ese era el lugar elegido para lo que aquella noche iba a suceder. Una vez llegaron al jardín, las mujeres descendieron y se dirigieron hasta la zona elegida para la ocasión.

Una vez allí quitaron la venda de los ojos a Kate, la cual lentamente fue abriendo los ojos descubriendo ante ella, una zona rodeada de arboles, y alumbrado todo por un gran fuego central tras el cual se encontraban dos tronos dorados.
Antes de que Kate pudiera articular palabra a lo lejos vio como se acercaba lo que parecía un cortejo, quienes lo formaban portaban antorchas e iban entonando canciones y en medio del mismo se pudo ver a Castle montado en un hermoso caballo blanco.
Castle vestía un achkan (Camisa larga) de color oro, un turbante y los jootis o zapatos típicos, y a la cintura portaba una espada.
Kate se giró hacia dónde estaban Martha y Lanie.
-¿Esto es lo que creo que es? – preguntó al borde del llanto.
-Cariño, disfruta de tu día – contestó Lanie acariciándole la espalda- Te dijo que te contestaría en la India y esta es su forma de contestarte – dicho eso le puso un pañuelo que lo único que dejaba al descubierto eran los ojos de Kate según marcaba la tradición.
Una vez el cortejo llegó hasta dónde las mujeres se encontraban, Castle desmontó y esperó a que Martha se acercase a recogerlo.
-Katherine, esto debería hacerlo tu madre, pero lo haré yo en su nombre.
Comenzó la ceremonia cuando Martha recibió al futuro esposo acompañándolo al Mandap, sitio elegido donde tendrán lugar los rituales de la boda.
Siguiendo la tradición Kate y Rick presidían toda la fiesta sentados en sus tronos, frente al fuego sagrado, mientras sonaban acordes de música tradicional, junto a cánticos y versos atrevidos referentes a la noche de boda, las nuevas familias y la vida después del matrimonio.
Jim durante la ceremonia ató en el cuello de su hija el taali, un hilo de color amarillo, ritual por el cual ofrece su mano y que simboliza unidad y su nueva vida en pareja. Tras ese momento Castle se sentó delante Kate tocándole la frente mientras ella le ofreció el arroz que le dio Lask.
Después de ese rito, Lanie pintó a los contrayentes su línea del pelo con polvos de tintura roja. Realizados los votos matrimoniales el padre de Castle arrojó pétalos sobre la pareja a modo de bendición.
Justo en ese momento, los amigos y familiares de ambos comenzaron a aplaudir y a silbar, Castle se acercó hasta Kate y le quitó el pañuelo y por fin pudo besar a su ya, según la tradición hinduista, esposa.
-Te amo Kate, y sí me caso contigo – ambos se fundían en un eterno abrazo.
-Te amor Rick, nunca hubiera imaginado nada más mágico que lo que acabamos de vivir en esta ceremonia. Dios, nos hemos casado – comenzaba a reírse.
-Sí, nos hemos casado. Pero para asegurarnos mañana iremos a la embajada y lo haremos de una forma más legal.
Una vez finalizado todo el ritual todos los invitados se dirigieron hacia los micro buses para que les llevasen a todos de vuelta al hotel dónde degustarían el típico banquete de una boda hinduista, dónde no podían faltar los dulces, lentejas, huevos y pan, que simbolizan una vida dulce, fertilidad y prosperidad.
-Rick, ¿cómo has preparado todo? – preguntó Kate mientras tomaba un sorbo de su copa de vino.
-Josh y las chicas lo prepararon todo desde aquí, yo avisé a todos los del trabajo y a tu padre. Tenía que estar todo preparado para cuando llegásemos y sobre todo tú no debías enterarte de nada, me facilitó mucho el trabajo saber de antemano la fecha de presentación del libro y el que tú me pidieras matrimonio fue la guinda – contestó sonriendo.
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A orillas del rio Yamuna aparece ante nuestros ojos la antigua capital imperial construida en 1505 por el sultán Sikander Lodi y en ella su joya que se yergue esperando que sus visitantes descubran el amor verdadero, el Taj Majal.
¿Cómo se puede describir con palabras la perfección?  Ante su majestuosa visión uno debe quedarse mudo.
El emperador Shahjahan se sumió en la más absoluta tristeza cuando su esposa favorita, Mumtaz Mahal falleció. Decidió entonces construir el más hermoso mausoleo para su amada esposa, como símbolo de su eterno amor. De ese dolor pero sobre todo de ese amor, nació el Taj.
La entrada al mausoleo es realmente imponente, el Taj está recubierto de mármol blanco y enmarcado en un jardín el cual atraviesa un canal en dónde se refleja por completo el monumento, dejándote esa visión sin palabras ante su belleza.
Justo bajo la cúpula yacen los restos mortales de su amada al lado de los del sultán, mostrando así al mundo entero su inmortal amor. Haciendo que nazca en tu interior el deseo de vivir un amor que perdure por toda la eternidad.
Poder verlo mientras el sol se pone bañando todo de un color anaranjado realza más su belleza si eso es posible.
-¿Qué haces? – Rick intentaba observar lo que su esposa hacía mirando por encima de su hombro.
-Eres un poco cotilla – se giraba sonriéndole - estaba escribiendo en mi diario lo que se siente al ver el Taj, o al menos lo intentaba escribir, porque aquí el del don con las palabras eres tú – Kate cerraba su diario anudando un lazo alrededor.
-¿Un diario? – decía totalmente sorprendido.
-Sí Rick, un diario.
-Y ¿desde cuándo escribes tú un diario?, y ¿por qué yo no lo sabía?
-Ya te dije una vez, que había muchas cosas de mí que tú aún no conocías – contestaba haciéndose la interesante.
-Ya, ya, capas y capas de cebolla. Pero ¿desde cuándo escribes? –insistía él poniendo su carita de pena.
-No vale reírse, ¿ok? – Castle asintió- ¿lo prometes? – Él volvió a asentir- Está bien. Las navidades de mis 6 años mis padres me llevaron a ver a Santa, pese a saber que yo no creía en él, insistieron tanto que terminé sentada en sus rodillas y pidiéndole un deseo. Cuando ya nos íbamos se acercó corriendo un chico disfrazado de elfo y me regaló una piruleta y un diario. Ese fue mi primer diario y desde entonces siempre tengo uno empezado.
Castle no podía creer lo que su esposa le terminaba de contar y mantenía la boca abierta por la sorpresa que lo escuchado le había provocado.
-No puede ser cierto – dijo cuando por fin pudo reaccionar- debes estar de broma.
-No, ¿qué pasa? –preguntó un tanto desconcertada.
-El elfo te preguntó tu nombre, porque sólo así podría saber que el regalo era para ti. Tú miraste a tus padres, como pidiéndoles permiso y cuando ellos te animaron contestaste que eras Kate. Él te dio el regalo y tuvo que regresar corriendo a su puesto, pero antes de irse te dio un beso en la mejilla.
-Dios mío, no puede ser cierto, el elfo ¡eras tú!
-Dios, hemos perdido tanto tiempo.
-Cariño, tenía sólo 6 años, hubiera sido imposible – se acurrucaba entre los brazos de él.
-Mira que eres boba. Claro que sentí al verte que te conocía desde siempre, porque era cierto. Por lo que veo el destino lleva tiempo jugando con nosotros.
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A veces los deseos que pedimos siendo niños se hacen realidad, a veces todo aquello que soñamos un día tener deja de ser sueño y se hace realidad.
Aquel año diciembre había llegado cargado de nieve, para las niñas aquello era un añadido a sus primeras navidades. Ni Uma ni Laskmi habían visto nunca la nieve, para ellas todo lo que estaba sucediendo aquel invierno en NY era nuevo y era un constante descubrimiento.
La cara de Laskmi cuando vio totalmente iluminadas las calles de su ciudad no podía ser descrita con palabras, pero con sólo ver el brillo de sus inmensos ojos negros se sabía la felicidad que embargaba a la niña.
Diciembre era el mes elegido para que Richard descubriera a qué se habían estado dedicando las mujeres de su vida durante el mes anterior.
-Papá, venga levántate y cámbiate, hoy es sábado y salimos todos juntos – Lask saltaba sobre la cama.
-Pero bueno, ¿estas son formas de despertarme? – Comenzando a hacer cosquillas a la pequeña- a ver, ¿dónde está mi beso de buenos días? – Lask riendo por causa de las cosquillas besó a su padre y después bajo de la cama.
-Venga que te estamos esperando todas – salía corriendo del dormitorio.
Castle, se estiró completamente antes de salir de la cama, arrastrando sus pies se dirigió al baño dónde abrió el grifo de la ducha esperando a que el agua saliera caliente.
Una vez duchado, afeitado, y vestido con unos viejos vaqueros y un jersey gris de cuello alto se dirigió hasta la cocina, allí estaban sus mujeres tomando sus desayunos.
-Ya era hora, venga papá tomate el café y nos vamos –Uma le acercaba una taza con el café aun humeante.
-Sí que tenéis prisa todas hoy – probaba con cuidado el café para no quemarse- aquí la única que me ha dado mi beso de buenos días es Lask, el resto ni caso me habéis hecho – ponía morritos-
-Por dios, eres como un niño – Kate se acercaba y dejaba un dulce beso en los labios de su marido- ale, ya tienes tu beso ahora tomate el café y vámonos.
Uma también se acercó y beso la mejilla de su padre al mismo tiempo que le daba su bufanda y sus guantes.
-Kate, ¿se puede saber dónde vamos y por qué las prisas?
-Lo siento Rick pero es una sorpresa.
Castle miró a sus mujeres y supo que ninguna le diría cual era el destino final así que se dejo llevar por ellas.
-Supongo que me toca ser copiloto, ¿no?
-Supones bien Castle.
Entre las calles 49 ª y 50ª se puede ver el destino final de la familia, allí en la 5ª avenida aparecía ante sus ojos el Rockefeller Center, y justo en el centro de la plaza el gran árbol de la navidad de aquel año.
-Ha sido cortado con una sierra a mano por dos personas, tiene 100 metro de altura, ¿te imaginas lo que habrá sido cortarlo? Y cuando termine la navidad será entregado a Habitat for Humanity.
-Esta es mi Uma, ni siquiera en navidad pueden descansar sus ganas por conocer cosas nuevas-Rick pasaba su brazo por encima del hombro de su hija acercándola a él.
Justo delante se encontraba la pista de patinaje. En aquel instante Castle fue consciente de lo que iba a suceder aquella mañana.
-¡Habéis aprendido a patinar! Eso es lo que hacíais cada mañana de sábado del mes pasado. Kate, ¿por qué yo no iba?
-Porque las niñas querían darte una sorpresa.
Los cuatro tomaron los patines y una vez bien abrochados, guates puestos y bufandas colocadas todos salieron a aquella pista.
Castle no podía ocultar la felicidad al ver a su familia unida pasando un día de fiesta en NY.
Lask aún tenía algo de miedo y no soltaba la mano de Kate, mientras Uma patinaba con total soltura por el centro de la pista.
-Mamá, nosotras mejor patinamos cerca de la valla, ¿vale?
-Claro mi amor- tomaba más fuerte de la mano a su hija- ¿patinamos con papá? – la pequeña asintió.
Laskmi patinaba llevada de las manos por sus padres, los cuales reían divertidos.
-Ala, son los abuelos – Lask soltaba la mano de su padre y señalaba a dos personas que les miraban apoyados en la valla-Vamos a decir hola.
Castle fue a avisar a su hija mayor, que continuaba patinando ajena a la llegada de sus abuelos.
Los cuatro estaban intentando convencer a Martha y Alexander para que patinasen con ellos cuando a lo lejos se escucho una voz conocida.
-Familia Castle-Beckett que falto yo.
Todos se giraron viendo llegar a Alexis.
Castle sonrió abiertamente, abrazó a su hija mayor y besó su cabeza.
-Vaya sorpresa, no sabía que mi calabaza también vendría.
Kate sacó de su bolso una cámara de fotos que entrego a un joven que pasaba para que hiciera la foto de toda su familia.
-No llego, no podéis hacer la foto sin mí – gritaba Jim llegando a la carrera- lo siento Katie, creía que llegaría antes, pero el tráfico se ha puesto imposible.
Martha y Alexander tenían entre ellos a Alexis, Jim tenía en brazos a la pequeña Laskmi, Uma estaba al lado entre sus dos abuelos, mientras Castle y Beckett se tomaban de la mano y se miraban con infinito amor y eran el centro de la fotografía.
Sólo Kate notó el brillo en los ojos de su marido.
-¿Estás bien? –le preguntó en un susurro.
-Sí, sólo estoy feliz- contestó besando a su mujer- Gracias Kate, gracias por hacerme tan feliz.
-Gracias a ti, por hacer que recordase lo que un día soñé que tendría al ser adulta. Te amo Richard Castle
-Te amo Katherine Beckett.

 A veces, sólo a veces, los sueños se hacen realidad y cuando eso sucede todo se inunda de luz.

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